Mala mujer
8.2
15,067
Cine negro. Drama
Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
(FILMAFFINITY)
25 de diciembre de 2007
25 de diciembre de 2007
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro clasicazo. Lang estaba tocado con una varita mágica, en tres años hizo más obras maestras que cualquier otro en toda su carrera (La mujer del cuadro, El ministerio del miedo y esta Perversidad). Esta quizá es la más remarcable. Película de amores no correspondidos, de necios, de aprovechados, de infelices.
Pocas veces ha dolido tanto ver el sufrimiento, el aprovechamiento de un hombre como en esta película.
Pocas veces ha dolido tanto ver el sufrimiento, el aprovechamiento de un hombre como en esta película.
3 de octubre de 2010
3 de octubre de 2010
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que haya visto unas cuantas películas de Fritz Lang antes de ésta, y ninguna me gusta tanto como Perversidad.
Combinación ideal, equilibrada, de drama y cine negro, cuenta con un reparto excelente y el pulso narrativo y visual no decae en ningún momento, culminando en un final impactante que hace reflexionar y que es análogo sin duda al de Dr Mabuse (la muda).
Combinación ideal, equilibrada, de drama y cine negro, cuenta con un reparto excelente y el pulso narrativo y visual no decae en ningún momento, culminando en un final impactante que hace reflexionar y que es análogo sin duda al de Dr Mabuse (la muda).
5 de mayo de 2012
5 de mayo de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de Fritz Lang, en la que te muestra como el amor puede destrozar en segundos lo que has conseguido labrar en toda una vida de esfuerzos y sacrificios, en la que da un giro a la historia y en la que los personajes que te deja tan confuso como la vida misma.
Lang demuestra su dominio en la dirección dándote un final que ni el mismo esperaba.
Los actores están grandiosos, te crees totalmente su s personajes y te meten de lleno en la película.
Lo único por lo que no le doy un 10 es porque al verla no me pone los pelos de punta, es buena pero no llega a ser grandiosa. Otro punto a favor, es que es de los films en los que el paso del tiempo no se les nota.
Lang demuestra su dominio en la dirección dándote un final que ni el mismo esperaba.
Los actores están grandiosos, te crees totalmente su s personajes y te meten de lleno en la película.
Lo único por lo que no le doy un 10 es porque al verla no me pone los pelos de punta, es buena pero no llega a ser grandiosa. Otro punto a favor, es que es de los films en los que el paso del tiempo no se les nota.
11 de febrero de 2014
11 de febrero de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito obtenido por Fritz Lang con “La mujer del cuadro”, el cineasta había quedado tan satisfecho que repitió el mismo trío protagonista para esta producción de Walter Wanger, no olvidemos que Joan Bennett era la esposa del productor. En esta película, igual que sucede en “La mujer del cuadro”, el retrato de una mujer fatal, encarnada por la misma Joan Bennett, y la figura de un delincuente interpretado por Dan Duryea, poseen gran importancia. Sin embargo a pesar de las similitudes que hay entre ambos films de Lang, entre ellas el fatalismo, y la presencia de un hombre dominado y humillado por una mujer, todavía son más llamativas sus diferencias, las cuales confieren a cada obra una personalidad diferente. “Perversidad” es más sombría, amarga y desesperada que “La mujer del cuadro”, en buena parte por el carácter de su personaje principal, el cajero Christopher Cross (Edward G. Robinson), pero también por el tratamiento que Lang dio al relato, crónica negra de unas relaciones de dominio.
“Perversidad” es un prodigio de narración en la obra de Lang que de manera inteligente nos muestra sus personajes. Cross está descrito como un pobre hombre gris y frustrado: ha contraído matrimonio para ahogar su soledad con una viuda ácida y dominante que no lo ama, renunció a su pasión que era la pintura, por una vida anodina pero segura que es la de cajero. El azar le va a precipitar a los brazos de una de esas hermosas mujeres con las que sueña y que, a la vez, la situación pondrá sus cuadros en el punto de interés de las galerías de pintura, de los marchantes y compradores, sin que nada de todo ello suponga otra cosa para él que la reafirmación de su condición de hombre frustrado, de víctima. La sordidez se va acumulando en la película con la naturalidad que lo hace la lluvia: es el retrato de un perdedor nato, al que Lang, con la excelente ayuda del operador Milton Krasner, sigue en su cadena de desilusiones hasta llegar a la humillación moral más aberrante, a través de sombríos paisajes urbanos o interiores cargados de tensión.
Este “film noir” de corte psicológico y áspero, que alumbra una sensación de pesadilla constante, es un remake de un largometraje de Jean Renoir en 1931 titulado “La golfa”. El tratamiento que Fritz Lang hace de sus personajes es implacable, ni siquiera su maltrecha víctima, tiene redención alguna, ya que aparece como un hombre patético, capaz de delinquir y mentir compulsivamente para no perder a la mujer que desea. Todos los personajes sueñan, todos ambicionan, todos son farsantes y arribistas, el cineasta abandona la perspectiva social anterior para bucear en el interior del ser humano e intentar descubrir las causas que conducen a su degradación moral.
“Perversidad” es un prodigio de narración en la obra de Lang que de manera inteligente nos muestra sus personajes. Cross está descrito como un pobre hombre gris y frustrado: ha contraído matrimonio para ahogar su soledad con una viuda ácida y dominante que no lo ama, renunció a su pasión que era la pintura, por una vida anodina pero segura que es la de cajero. El azar le va a precipitar a los brazos de una de esas hermosas mujeres con las que sueña y que, a la vez, la situación pondrá sus cuadros en el punto de interés de las galerías de pintura, de los marchantes y compradores, sin que nada de todo ello suponga otra cosa para él que la reafirmación de su condición de hombre frustrado, de víctima. La sordidez se va acumulando en la película con la naturalidad que lo hace la lluvia: es el retrato de un perdedor nato, al que Lang, con la excelente ayuda del operador Milton Krasner, sigue en su cadena de desilusiones hasta llegar a la humillación moral más aberrante, a través de sombríos paisajes urbanos o interiores cargados de tensión.
Este “film noir” de corte psicológico y áspero, que alumbra una sensación de pesadilla constante, es un remake de un largometraje de Jean Renoir en 1931 titulado “La golfa”. El tratamiento que Fritz Lang hace de sus personajes es implacable, ni siquiera su maltrecha víctima, tiene redención alguna, ya que aparece como un hombre patético, capaz de delinquir y mentir compulsivamente para no perder a la mujer que desea. Todos los personajes sueñan, todos ambicionan, todos son farsantes y arribistas, el cineasta abandona la perspectiva social anterior para bucear en el interior del ser humano e intentar descubrir las causas que conducen a su degradación moral.
22 de mayo de 2014
22 de mayo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de Fritz Lang es como un caleidoscopio. Al mirar a través todo se vuelve mágico y onírico, producto de la sutil y adecuada transformación de la realidad en algo extraño y bello, algo profundo y misterioso.
Lo anterior,esencia de la obra de Lang, tiene su origen probablemente en el cine expresionista alemán de los años '20, un cine mágico e hipnótico. Y aunque parezca que después, en América, tras los años '30, el cineasta haya superado o abandonado el estilo expresionista, esto sucede sólo en la superficie, mas no en el fondo.
Es inevitable comparar 'Scarlet Street' con 'La Chienne' (1931) de Jean Renoir. Basadas en la misma novela de Georges de la Fouchardière, la fidelidad es en gran medida la misma, en tanto que la similitud del relato de ambas adaptaciones es casi completa. A partir de ahí todo cambia, empezando por la atmósfera, que en el caso de Lang es la descrita en el primer párrafo, la del misterio y lo inquietante. La película de Renoir es realista y a la vez ligera, divertida, mientras que la de Lang adquiere mucha gravedad y pierde verosimilitud en favor de una mayor transparencia; el relato se hace más evidente, al expresarlo con una mayor contundencia mediante la distorsión, esto es, mediante la deformación. He aquí el caleidoscopio, he ahí el expresionismo, como los elementos retorcidos de los cuadros de Edward Munch.
Todo construído gracias a los elementos y obsesiones habituales del cine del realizador alemán: el agua símbolo del destino, los escaparates y vidrios que reflejan, los dobles (el protagonista es doble doble, como esposo de Adele y como pareja de "la perra"), las apariencias proyectadas en los cuadros, las condenas erróneas de la Justicia o la tragedia final del "(anti-?)héroe".
Lo anterior,esencia de la obra de Lang, tiene su origen probablemente en el cine expresionista alemán de los años '20, un cine mágico e hipnótico. Y aunque parezca que después, en América, tras los años '30, el cineasta haya superado o abandonado el estilo expresionista, esto sucede sólo en la superficie, mas no en el fondo.
Es inevitable comparar 'Scarlet Street' con 'La Chienne' (1931) de Jean Renoir. Basadas en la misma novela de Georges de la Fouchardière, la fidelidad es en gran medida la misma, en tanto que la similitud del relato de ambas adaptaciones es casi completa. A partir de ahí todo cambia, empezando por la atmósfera, que en el caso de Lang es la descrita en el primer párrafo, la del misterio y lo inquietante. La película de Renoir es realista y a la vez ligera, divertida, mientras que la de Lang adquiere mucha gravedad y pierde verosimilitud en favor de una mayor transparencia; el relato se hace más evidente, al expresarlo con una mayor contundencia mediante la distorsión, esto es, mediante la deformación. He aquí el caleidoscopio, he ahí el expresionismo, como los elementos retorcidos de los cuadros de Edward Munch.
Todo construído gracias a los elementos y obsesiones habituales del cine del realizador alemán: el agua símbolo del destino, los escaparates y vidrios que reflejan, los dobles (el protagonista es doble doble, como esposo de Adele y como pareja de "la perra"), las apariencias proyectadas en los cuadros, las condenas erróneas de la Justicia o la tragedia final del "(anti-?)héroe".
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