Haz click aquí para copiar la URL

Mala mujer

Cine negro. Drama Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
Críticas 120
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
8
1 de enero de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bastante impresionante melodrama con toques de cine negro, pero que intenta apretar demasiados nudos, no siempre con la misma fuerza: el retrato de un pobre diablo; el fin del amor y, peor aún, su podredumbre; el hastío y desaliño vital; los enganches malsanos y las degradaciones en las relaciones de pareja; la sutil parodia del poder de los marchantes y críticos de arte; el melodrama de varias vueltas de tuerca; el falso culpable…. Con tanto material y tan poco tiempo, hay momentos en que la cosa se queda “en construcción”, aunque la película no da pincelada que no sea interesante. Me quedo con la pesimista visión del que vive el tramo final sin ilusión, apagado, sin horizonte, compartiendo con un extraterrestre sólo por no estar solo. ¿Nos pasará a nosotros, como a tantos que conocemos? Eso es la verdadera vejez, un nudo bien hecho en la película.
Las interpretaciones, (¡qué buenas!), hacen el resto: en estado de gracia el protagonista absoluto, al que se va encajando en el toril de la fatalidad sólo por su mayor pecado: ser el pobre diablo más grande que se ha visto en una pantalla. Genial también Duryea como el vulgar chuloputas, (no hagan caso a Father Caprio en este punto). Destacan también los secundarios, que habían nacido para actuar en esta película, por muy corto que sea su papel, (camareros, policías, empleados, vecinos…). Las luces y la dirección artística, con todas esas colillas por el suelo, ropas desordenadas, gramófonos que fallan..., nos crean la inquietud del no reposo, del desasosiego. En casa de Cross todo es más pulcro, excepto su tendencia a remolonear tras la cena. Al pobre diablo le cuesta lavar los platos, cuando la pulcritud hubiera sido su salvación. El cineasta Fritz Lang retrata psicologías entreteniendo a todo el mundo, sin ponerse pesado, cansino, pedante. Era un gran maestro, de verdad.
8
28 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doble Infierno: estar sólo y mal casado con alguien que te odia y que a la vez tú odias con mayor fiereza; y dos, estar enamorado, y no ser correspondido, con el agravante, que te vuelves ciego dentro de un auto engaño suicida, ya que tú vulnerabilidad le sirve a los vividores de oficio a convertirte en una presa fácil para sacarte dinero. Esta embrollada situación, inspirada mil veces, en la cotidianidad humana, le sirve al gran Fritz Lang, para el lucimiento de un ya otoñal Edward G. Robinson y una curvilínea Joan Bennett. La película es del año 1945 y desde ese entonces ya se sabía contar buenas historias, tanto para entretener como escandalizar, que en última instancia es prácticamente lo mismo. Cine negro junto al drama, y con erotismo de soslayo que en su momento debió de ruborizar a más de uno. Y es que la guapa e insípida Joan Bennett, se la pasa en la película con poses provocativas que deja sin aliento a cualquier espectador. A remarcar su rol de mujer fatal, en éste caso tanto hermosa como tonta, y su extraña pasión por un consorte maltratador. Al pobre de Cross (Edward G. Robinson), se le va la vida dentro de un anonimato esterilizante del cual solo logra sobreponerse en su pasatiempo como pintor, sin llegar nunca a sospechar su preclaro talento. Al final, todo se decanta en tragedia y drama. Pasiones desbordadas desde el engaño y la mentira, desde el amor sin compromiso, y sobre todo, por la maldad. La maldad como ausencia del bien, la maldad como conducta pervertida y transgresora de códigos de conducta asumidos como correctos por la mayoría. Joan Bennett, simboliza a través de su personaje todo esa “perversidad” con glamour que entronca con una vieja tradición machista que ha representado en la mujer la causa de fondo de la caída humana luego de la expulsión del Paraíso. Todavía en 1945, la mujer era vista como causa de fatalidad entre los hombres, seres hermosos aunque perversos capaces de todo con tal de lograr sus fines y objetivos, sólo que aquí Fritz Lang le otorga algunos matices a ésta vampiresa morena un tanto insegura y escaza de cultura. La belleza sin fondo que aplasta la ingenuidad de un hombre que vive la existencia al borde de la desesperación y sin alicientes de mayor peso. Sin llegar a ser una obra maestra es una muy buena película que hace radiografía sobre el drama de la convivencia sobre supuestos viles, destructivos.
8
20 de enero de 2013 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1931, Jean Renoir filmó "La golfa", una película sobre un poco agraciado y apocado cajero, tiranizado por su mujer y poco respetado por sus compañeros, que se enamora perdidamente de una jovencita de los barrios bajos y emprende, en su empeño por agradarla, la senda de la perdición. Y catorce años después, Fritz Lang llevó a cabo la versión yanqui de esta historia de miserias humanas, de ignorancia y ruindad (el ser humano es así, se aprovecha del trabajo ajeno o lo destruye -votando "no" por el placer de joder, como quien yo me sé-).
Resulta muy curioso ver cómo dos maestros del cine han llevado a cabo un proyecto similar. Evidentemente, en el apartado visual, Lang sale ganando porque, inevitablemente, el cine de EEUU en 1945 es mejor en cuanto a técnica que el de Francia en 1931 (la cinta de Renoir tiene muchas trazas estéticas de cine mudo). Argumentalmente, ambas están basadas en la misma novela y por ende las variaciones en la historia no son demasiadas, aunque algunas me han llamado la atención (spoiler).
Centrándome en "Perversidad", Lang consigue trazar un ambiente oscuro y lóbrego en el que se mueven unos personajes de vida miserable, que buscan desesperados una vía de escapa que les ayude a escapar de su poco grata existencia, ya sea ésta el amor o el simple y llano dinero. Los actores, con un enorme Edward G. Robinson (un actor que siempre me ha gustado por su gran versatilidad, capaz de hacer de buenazo en una peli y de villano despiadado en otra sin modificar un ápice su rostro) y una Joan Bennett muy apropiada en su papel de femme fatale, cumplen sobradamente con sus personajes.
En resumen, todo un clásico que merece la pena ver, al igual que la obra de Renoir. Dos caras de una misma y magnífica moneda.

______________

Más críticas en:
https://unblogacincoalturas.wordpress.com/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No recuerdo bien (hace mucho tiempo que la vi), pero creo recordar que en "La golfa", el prota no llega a enterarse de que la chica ha estado vendiendo los cuadros que él le regala como si fuesen suyos hasta casi el final, cuando ya ese asunto no es prioritario en la trama. Aquí, sin embargo, Robinson se entera y va a verla, pero ella le engatusa y no sólo le convence para que no diga nada, sino que el pobre idiota sigue pintando para ella. No me termina de cuadrar.

Lo que sí recuerdo bien, y es lo que me ha llamado la atención de esta nueva versión, es que el pobre cajero aquí termina su vida enloquecido de pena y remordimientos, con las voces de sus víctimas atormentándolo sádicamente hasta su próxima muerte. Ningún delito queda impune, aunque en apariencia haya sido así. "Si escapas a la justicia, no podrás escapar al tormento de la culpa".

En la cinta de Renoir, por contra, ya desde un principio se te dice que esta historia no tiene moraleja ni demuestra nada. El prota también acaba convertido en un andrajoso y anciano vagabundo, pero más allá de un cierto hastía propio de alguien cansado de la vida, no se le adivina ningún remordimiento por lo que ha hecho.

"La golfa", de hecho, finaliza con el encuentro cordial del prota con el marido de su esposa (que también ha acabado mendigando tras quedarse viudo y dilapidar la herencia). Ambos acuden al coche de un rico a pedir limosna. El rico acaba de comprar el autorretrato que se hizo el prota (no un retrato de ella, como aquí), pero el decrépito ex-cajero no se detiene demasiado para mirarlo. La generosa propina que el rico les ha dado les servirá para pasar un buen día. Y los dos viejos mendigos marchan charlando, mientras la cinta termina.
8
10 de febrero de 2013 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego Fritz Lang no decepciona nunca, y con Perversidad no iba a ser menos. Perfectamente dirigida y con un guion y argumento bien hilados desde el principio, el director nos engancha a su manera con un film que guarda una historia cruel y real en su interior. Edward G. Robinson hace un gran papel de los que pocas veces se consiguen, y Joan Bennett hila uno de los mejores papeles de "femme fatal" que se recuerdan. Un drama negro con buenas fotografías y planos de cámara, cuya historia ha sido copiada en otras películas en más de una ocasión. Infidelidad, traición, engaños, desamor y remordimientos se dan la mano en un film que no dejará a nadie indiferente, y más aún con un final que pone el broche de oro con una justicia no de juzgados... sino la que nos juzga en nuestro interior recordándonos de por vida nuestros malos actos.
8
31 de julio de 2013 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director alemán Fritz Lang hizo de Joan Bennett y Edward G. Robinson su gran pareja artística durante su estancia cinematográfica en Estados Unidos. 'Perversidad' es una intriga aparentemente pequeña que va creciendo poco a poco, y la historia consigue ser redonda e intensa gracias precisamente a la complicidad existente entre el realizador y sus intérpretes. Lang dibuja un engaño que esconde otros engaños paralelos y que al terminar se convierte en una gran lección moral sobre el precio de la mentira. 'Perversidad' es una bola de nieve cayendo sin freno por el precipicio, y al estallar se convierte en una parábola sobre la fugacidad del éxito, los caprichos del destino, los complejos mecanismos del mal, el insoportable peso de la culpabilidad y la vida miserable en la Norteamérica posterior al crack económico. Las carambolas de guion funcionan, sus personajes son complejos e interesantes, es entretenida y sugerente. Funciona con la precisión de las obras que remiten al alma humana. Tal vez no es la mejor obra de su director, pero es una pieza importantísima de una filmografía capital. Y puestos a dejar algo para la posteridad, nos quedamos con la despiadada femme fatale que cincela la magnífica Bennett.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para