La muerte de Stalin
2017 

6.3
9,080
Comedia
La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.
30 de marzo de 2018
30 de marzo de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez finalizado el frenesí de febrero y los óscar, las carteleras españolas viven de marzo a junio un período de tranquilidad cinematográfica. No llegan títulos muy publicitados, y son buenos días para descubrir propuestas más pequeñas y no por ello menos interesantes que en otro momento del año pasarían más desapercibidas por la vorágine de cine más mediático. Un buen ejemplo de lo mencionado sería la película que nos ocupa, un acercamiento a un tema siempre apasionante: la comedia negra británica La muerte de Stalin, nueva película del prestigioso Armando Iannucci tras años de silencio cinematográfico. No compartí el entusiasmo por In the loop, pero reconozco su valía como comedia y entiendo que el estilo de Iannucci, fino y de humor muy personal, tenga el crédito que tiene. Una vez llegó esta película a nuestros cines, era imposible no sentir curiosidad con ese reparto, ese argumento y ese aplauso crítico. Por ello, aún con retraso, acudí a los Cines Golem de Madrid a disfrutar del último estreno de la distribuidora Avalon entre una audiencia veterana. Y, aun estando influido negativamente por las inadecuadas condiciones fisiológicas con las que encaré en la producción, me divertí con una película interesante pero levemente decepcionante. Una comedia de inteligente guión y competentes interpretaciones, pero fluir carente de pegada, y de comedia lejana a la genialidad y a la carcajada salvaje. Una película que es un éxito en su campo, pero un campo que no es el del gran cine. Es más, bien podría funcionar mejor como una serie de televisión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Moscú, 1952. Tras una distendida cena con sus ministros y el recibimiento de la grabación de un concierto, el gran camarada Iosif Stalin fallece inesperadamente. Ante este imprevisto popularmente trágico pero políticamente prometedor, los miembros de su gabinete se adentrarán en un revirado juego de cambios, conspiraciones y enfrentamientos fratricidas en pos del ansiado trono de la URSS. Una sátira elegante y maliciosa que se mofa sin reservas del tiránico régimen que Stalin impuso en la madres Rusia. Reflexión sobre la hipocresía social de las esferas del poder y de los envenenados dardos que se lanzan constantemente entre sonrisas y aparatosas ceremonias de luto. Película de interesante argumento que no por conocido pierde vigencia. Película de sibilinos diálogos y sagaces líneas, revitalizadas por un reparto entregado a la causa, del que destaca un muy entrañable Jeffrey Tambor. Poderoso y cargado uso de la música clásica, que da presencia en el inicio y el cierre a unos hechos históricamente fascinantes que en ocasiones puedan verse banalizados por el tono cómico. Filme que además toma la acertada elección de ajustar la duración del metraje y transitar rápidamente entre escenas, perdiendo el menor tiempo posible en contextualizar o describir personajes.
Acorde con el tono planteado desde el guión, el filme presenta un aspecto de excesiva teatralidad que, en su mayor parte, le hace empalidecer. El hecho de que casi la totalidad del reparto esté compuesto por actores británicos o angloparlantes hablando un inglés de alto nivel imposibilita sobremanera que lleguemos a creer que vemos dirigentes rusos históricos. Tanto el diseño de producción como la realización carecen de demasiado interés, rindiendo a un nivel de equipo de media tabla de liga nacional. Y aún siendo bastante graciosa, casi nunca es hilarante, lo cual haría que funcionase de verdad. Porque digámoslo claro, la película es muy competente. Con respecto a lo que pretende, logra sus objetivos. Pero lo logra desde un perfil bajo. Y esto es necesario decirlo. Buen cine, sin duda, pero no todo el buen cine trabaja a los mismos niveles. E independientemente de lo mejor o peor que funcionen en este nivel, este es un aspecto que la crítica rara vez recuerda mencionar. Y que desemboca en todo tipo de desengaños para los lectores.
Flemática, bruna y sobria, La muerte de Stalin es humor inteligente y ameno pero la película no consigue realmente trascender, debido a sus flaquezas en los aspectos formales.
Acorde con el tono planteado desde el guión, el filme presenta un aspecto de excesiva teatralidad que, en su mayor parte, le hace empalidecer. El hecho de que casi la totalidad del reparto esté compuesto por actores británicos o angloparlantes hablando un inglés de alto nivel imposibilita sobremanera que lleguemos a creer que vemos dirigentes rusos históricos. Tanto el diseño de producción como la realización carecen de demasiado interés, rindiendo a un nivel de equipo de media tabla de liga nacional. Y aún siendo bastante graciosa, casi nunca es hilarante, lo cual haría que funcionase de verdad. Porque digámoslo claro, la película es muy competente. Con respecto a lo que pretende, logra sus objetivos. Pero lo logra desde un perfil bajo. Y esto es necesario decirlo. Buen cine, sin duda, pero no todo el buen cine trabaja a los mismos niveles. E independientemente de lo mejor o peor que funcionen en este nivel, este es un aspecto que la crítica rara vez recuerda mencionar. Y que desemboca en todo tipo de desengaños para los lectores.
Flemática, bruna y sobria, La muerte de Stalin es humor inteligente y ameno pero la película no consigue realmente trascender, debido a sus flaquezas en los aspectos formales.
26 de agosto de 2019
26 de agosto de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace falta arresto para convertir a los asesinos en payasos. Sólo de esta forma se pueden decir cosas cuando no se pueden decir de otra forma. Lo hicieron Charlie Chaplin en "El gran dictador", Ernst Lubitsch en "Ser o no ser" y Berlanga en "El verdugo", por poner unos ejemplos memorables. Las tres películas estuvieron prohibidas en la España franquista. En "La muerte de Stalin" los personajes se comportan como los títeres de un guiñol, decidiendo de forma trivial y arbitraria sobre la vida y la muerte de los demás. El sarcasmo impenitente llevado al extremo arranca risas nerviosas por no llorar. Mención especial merece la magnífica música de Christopher Willis, directamente inspirada por las sinfonías de Shostakovitch, quien, además, interpreta el sólo de piano de alguna secuencia concertística. Cuando no suena la música original en las situaciones solemnes, es porque la sinfonía patética de Tchaikowski acompaña al sepelio del dictador. El film precisa una segunda visión para percibir ciertos detalles. El desarrollo es un tanto irregular, a veces demasiado denso y a veces demasiado relajado.
3 de diciembre de 2019
3 de diciembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi crítica era más gracioso en mi cabeza porque me imagino a Joaquín Reyes con acento alemán/ruso y levantando los brazos.
Una muy buena comedia con un fondo político, una película que educa y entretiene a partes iguales. Nos cuenta un episodio relevante de la historia del siglo XX. La muerte de Stalin ,no hace falta que lo ponga en la zona spoiler porque el título ya anuncia que Stalin se muere.
Pienso que es una película para ver varias veces porque tiene un humor absurdo y muy fino que no para durante algo más de hora y media. Una comedia política divertida, sin caer en el humor moderno norteamericano donde los protagonistas podían haber rapeado o haber entrado en chistes sexuales o de pedos.
El humor inglés que destila esta producción roza el absurdo constantemente y recuerda un poco a Monty Python.
La elección del reparto me pareció muy acertada, me llamó la atención Steve Buscemi con ya sesenta años, haciendo un papel de señor mayor ruso
El personaje del hijo de Stalin es divertidísimo, así como el del militar Marshal Zhukov, geniales los dos. Aunque el peso de la película y de la comedia, recae sobre el veterano Jeffrey Tambor.
Tiene escenas inolvidables como las de las votaciones donde siempre se alcanzaba mayoría absoluta con tal de no enfrentarse a la mayoría, geniales.
Como curiosidad esta película fue prohibida en Rusia por ridiculizar a sus gentes en general y a sus políticos en particular.
Una muy buena comedia con un fondo político, una película que educa y entretiene a partes iguales. Nos cuenta un episodio relevante de la historia del siglo XX. La muerte de Stalin ,no hace falta que lo ponga en la zona spoiler porque el título ya anuncia que Stalin se muere.
Pienso que es una película para ver varias veces porque tiene un humor absurdo y muy fino que no para durante algo más de hora y media. Una comedia política divertida, sin caer en el humor moderno norteamericano donde los protagonistas podían haber rapeado o haber entrado en chistes sexuales o de pedos.
El humor inglés que destila esta producción roza el absurdo constantemente y recuerda un poco a Monty Python.
La elección del reparto me pareció muy acertada, me llamó la atención Steve Buscemi con ya sesenta años, haciendo un papel de señor mayor ruso
El personaje del hijo de Stalin es divertidísimo, así como el del militar Marshal Zhukov, geniales los dos. Aunque el peso de la película y de la comedia, recae sobre el veterano Jeffrey Tambor.
Tiene escenas inolvidables como las de las votaciones donde siempre se alcanzaba mayoría absoluta con tal de no enfrentarse a la mayoría, geniales.
Como curiosidad esta película fue prohibida en Rusia por ridiculizar a sus gentes en general y a sus políticos en particular.
2 de diciembre de 2018
2 de diciembre de 2018
43 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo que la película sea una sátira política. Entiendo que la película trate de hacer humor con un suceso transcendental como la muerte de Stalin y que trate de ir de comedia negra. Entiendo que la figura de Stalin sea muy autoritaria para nuestros estándares. Pero esta película es sumamente burda y absurda. ¿De verdad alguien se cree que en el funeral de Stalin murieron 1500 personas porque se liaron a tiros contra la población?
La mención al complot de los médicos se magnifica y de repente no había médicos en Moscú. Según los análisis históricos fueron arrestados (de forma muy arbitraria) 11 médicos por un supuesto complot. 11 médicos no hacen a todo el cuerpo médico de la URSS. Y esto es solo un ejemplo, lo demás es un suma y sigue.
Y ojo que la crítica a la URSS y a Stalin es legítima y la sátira también, pero ¿por qué contar mentiras? ¿por qué magnificar sucesos? La película resulta finalmente de un humor burdo y casposo y aunque con un buen reparto, la cinta no llega a funcionar y la manipulación es más que obvia.
Pongamos un ejemplo con la España de Franco. Imaginad que se hace una película sobre la muerte de Franco (ya hubo una, Buen viaje, Excelencia) y en esta película empiezan a contar que los grises mataron a 1500 personas en un día en las calles de Madrid que iban a honrar al dictador. No hace falta ser un completo franquista para darse cuenta de que ese dato sería una falsificación y un dato erróneo.
Lo que quiero decir y por lo que creo que falla esta película. La sátira política no legitima para la falsedad histórica y esta película alimenta el mito de la URSS como un Estado dónde mataban a gente al azar y por deporte y por las cuestiones más estúpidas posibles. ¿De verdad alguien se creen que ejecutasen al personal de servicio tras la muerte de Stalin por ninguna razón? Se podría haber hilado muy fino y haber hecho una sátira maravillosa sobre la sucesión en el poder, pero al final solamente queda un burdo panfleto demonizador.
Deplorable, muy deplorable.
La mención al complot de los médicos se magnifica y de repente no había médicos en Moscú. Según los análisis históricos fueron arrestados (de forma muy arbitraria) 11 médicos por un supuesto complot. 11 médicos no hacen a todo el cuerpo médico de la URSS. Y esto es solo un ejemplo, lo demás es un suma y sigue.
Y ojo que la crítica a la URSS y a Stalin es legítima y la sátira también, pero ¿por qué contar mentiras? ¿por qué magnificar sucesos? La película resulta finalmente de un humor burdo y casposo y aunque con un buen reparto, la cinta no llega a funcionar y la manipulación es más que obvia.
Pongamos un ejemplo con la España de Franco. Imaginad que se hace una película sobre la muerte de Franco (ya hubo una, Buen viaje, Excelencia) y en esta película empiezan a contar que los grises mataron a 1500 personas en un día en las calles de Madrid que iban a honrar al dictador. No hace falta ser un completo franquista para darse cuenta de que ese dato sería una falsificación y un dato erróneo.
Lo que quiero decir y por lo que creo que falla esta película. La sátira política no legitima para la falsedad histórica y esta película alimenta el mito de la URSS como un Estado dónde mataban a gente al azar y por deporte y por las cuestiones más estúpidas posibles. ¿De verdad alguien se creen que ejecutasen al personal de servicio tras la muerte de Stalin por ninguna razón? Se podría haber hilado muy fino y haber hecho una sátira maravillosa sobre la sucesión en el poder, pero al final solamente queda un burdo panfleto demonizador.
Deplorable, muy deplorable.
12 de marzo de 2018
12 de marzo de 2018
39 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando a los pocos minutos de comenzar una película observas un rosario de espectadores abandonar la sala, ya sabes lo que te espera sino sigues su camino: un bodrio infumable.
Tras un comienzo prometedor la película es una continua sucesión de gags en torno a los crímenes de Stalin, tales como fusilamientos, asesinatos, torturas, y recreación de autopsias innecesarias, que no solo no hacen gracia, sino que además provocan que tengas que apartar la mirada de la pantalla para evitar el asco que producen.
La caricaturización de los personajes los lleva a una infantilización grotesca que llega al esperpento cuando trata a los hijos de Stalln y la burda referencia hacia la homosexualidad del mariscal Gueorgui Zhúkov además de gratuita es hiriente para todo aquel que conozca algo de historia.
Pero lo peor de todo es que es una comedia que además de aburrida es de un metraje excesivo, lo cual incrementa el tedio del espectador que está ansioso de ver los créditos del final de la película para salir huyendo de la sala y olvidar lo antes posible la mala elección que ha hecho para pasar una tarde de cine.
Sino me creen vayan a verla, Quedan avisados.
Tras un comienzo prometedor la película es una continua sucesión de gags en torno a los crímenes de Stalin, tales como fusilamientos, asesinatos, torturas, y recreación de autopsias innecesarias, que no solo no hacen gracia, sino que además provocan que tengas que apartar la mirada de la pantalla para evitar el asco que producen.
La caricaturización de los personajes los lleva a una infantilización grotesca que llega al esperpento cuando trata a los hijos de Stalln y la burda referencia hacia la homosexualidad del mariscal Gueorgui Zhúkov además de gratuita es hiriente para todo aquel que conozca algo de historia.
Pero lo peor de todo es que es una comedia que además de aburrida es de un metraje excesivo, lo cual incrementa el tedio del espectador que está ansioso de ver los créditos del final de la película para salir huyendo de la sala y olvidar lo antes posible la mala elección que ha hecho para pasar una tarde de cine.
Sino me creen vayan a verla, Quedan avisados.
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