Más que suculento e interesante relato sobre una realidad actual, cercana en el tiempo, lejana en la geografía, Irán, Teherán; cuando asesinaron a aquella chica por no llevar el pañuelo ridículo ese y dijeron que le había dado un ataque cardíaco.
Esta ambientada en este preciso contexto histórico en Teherán, va lejos en la radiografía social de una familia de clase media alta, el padre es juez....

Me han interesado diversos aspectos, el visual aquí no lo voy a tratar ni siquiera el guionístico, es un puzzle trenzado con pericia, los guionistas iraníes son brillantes un puñado de ellos, me recuerdan a cuando en España había que torear con la censura franquista. Azcona, Pedro Beltrán, por ejemplo.
La intrepidez argumental es flagrante, aplaudida, valerosa, honesta.
Aunque esta obra está realizada en Alemania, en Irán hubiera sido imposible.

Me interesan aparte del transfondo social y de cambios que se avecinan en una teocracia dura e inmisericorde como la Iraní, el tema de la mujer, en concreto la madre de la película y las hijas, una adolescente, otra adulta de 21 años.
La madre de familia se ocupa de todo, lo hace todo, el señor juez instructor va a trabajar y punto....
El punto es amplio, cuando la veáis sabréis a que me refiero, no quiero spoilear.
El personaje de la madre es fascinante y supongo habra miles como ella tras unos regímenes tan inhumanos y tan piadosos con Alá.
La película se puede dividir en varias partes, recomiendo tener paciencia el tramo final bien lo merece y las máscaras caen. (No spoiler)
La madre refleja amor por sus hijas amor por su marido y dedicación absoluta por los tres, es la que gobierna su casa, la familia y todo, el marido trae el dinero y prou y esa carencia la refleja de maravilla y creo es esencial para comprender un estado teocrático como el de Irán.
Es como una cebolla con múltiples capas y la película aborda unas cuantas con valentía e inteligencia.
Las hijas son las nuevas víctimas de una manera de pensar y vivir que involuciona sin cesar.
La historia abre frentes y los tiempos están cambiando, lenta, dificultosamente pero cambios hay.
Al hombre lógicamente no le interesa que la mujer evolucione, les va genial que sean esclavas, criadas totales a tiempo completo del macho cabrío de turno.
No voy a entrar en las garrafales hipocresías de sistemas adoctrinatorios así, pues son obvias, poner la lupa de aumento y ya está.

El tema de las leyes y que el marido sea juez es la clave de la historia e hilan fino los guionistas cuestionando desde sus cimientos el sistema teocrático.
Algunos diálogos son muy atimados e incluso alguno de gran brillantez ideológica.
Animo a verla, el ritmo es ágil y la duración equitativa, que no os asuste se va volando pues está trenzada con mimo, hilvana los ritmos con astucia y sabe llevar al espectador al lugar que quiere.
La parte oscura a mi modo de ver se podría haber mejorado mucho, es decir visualmente esos minutos de penumbra son lo más flojo para mí.
Tenía pensado escribir mucho pero no, os ánimo a verla y prou.
Creo que contiene más de una lección vital y mucho debatir y reflexión acción...

El como le hicieron para lograr grabar esta película es loable y le suma puntos, la historia no es para nada mala, al contrario te motiva a reflexionar en varios puntos, en la paz mundial, en la desigualdad de derechos que tienen mujeres de otros países, pero considero que la trama la verdadera historia, tarda mucho en desarrollarse , como por la mitad de la película es donde se comienza a desarrollar, eso para mi pe quito puntos, buenas actuaciones si pero hasta ahí.

Lo que se me hace increíble es que esta película sea un clamor de justicia e igualdad por parte de las mujeres y el riesgo que corrieron al filmarla, eso es arriesgado y valiente.

Con producción alemana y dirección del iraní Mohammad Rasoulof, este film cuenta la vida de un puñado de mujeres durante los levantamientos contra el régimen teocrático de 2022.

Por Nicolás Bianchi

The seed of the sacred fig o La semilla de la higuera sagrada es una extensa película de más de 160 minutos que está realizada con una sensación de urgencia sobre algo que ha sucedido recientemente. En 2022, a partir de la ejecución de una mujer, se produjeron distintos levantamientos contra el régimen teocrático que gobierna Irán. Uno de los reclamos, por ejemplo, tenía que ver con abandonar el uso obligatorio del velo.

En su primera parte, este film muestra cómo es la vida en esta dictadura. Para ello, se centra en lo que sucede en una familia de relativa buena posición. Iman (Missagh Zareh) es un juez de instrucción que vive bajo presión. Recientemente ha sido ascendido, pero ahora se encuentra obligado a firmar resoluciones que avalan la pena capital en casos que, en principio, desconoce. En su hogar viven su esposa Najmeh (Sheila Golestani) y sus hijas Rezvan (Mahsa Rostami) y Sana (Setareh Maleki). La primera ya es universitaria, mientras que la segunda todavía está en edad escolar.

La película introduce lentamente cómo el régimen afecta la vida de estas mujeres. Es marcado el contraste cuando salen de su casa y deben cubrirse. Además, la dictadura se percibe en cuestiones cotidianas como la elección de la ropa de Sana para ir al colegio. Pero la realidad se inmiscuye en este hogar a través de los celulares de las jóvenes, que ven imágenes de las movilizaciones y de la represión que ejercen las fuerzas del orden.

Este es el punto de partida para un relato en el que Iman y sus tres mujeres se van a ir separando. El hombre es captado completamente por los argumentos del régimen para reprimir. Sus hijas, en cambio, empiezan a estar involucradas en la resistencia. En principio, la más reticente al cambio es la madre Najmeh. Cabe destacar que La semilla del fruto sagrado no se caracteriza por su sutileza. Los conflictos no están solapados sino completamente a la vista.

Esta última característica opaca el resultado final de un film que, evidentemente, tiene mucho para decir. El problema está en la falta de gracia y vuelo narrativo para contarlo. De hecho, hay largas escenas de diálogo que se producen en el interior del hogar de esta familia que están filmadas sin ningún tipo de destreza. Por momentos, el texto, o sea lo que la película quiere decir, le gana a las imágenes.

En el tercer acto se abandona la quietud discursiva del hogar. Al menos, el film ofrece un cierre al estilo de un thriller para generar algo de zozobra en el espectador. Pero tampoco hay aquí ninguna metáfora o talento artístico, más allá de las actuaciones que son correctas. La semilla del fruto sagrado es una película con mensajes y denuncias tan urgentes como valiosas a la que le falta cine. Con talento, estas demandas se podrían haber convertido en algo más que un panfleto.

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En cuestiones religiosas, literalmente: “no te fíes ni de tu padre”. La historia de La semilla de la higuera sagrada, aunque situada en Irán, refleja un fanatismo que traspasa fronteras y que, desgraciadamente, sigue muy vivo también aquí. Tan fanáticos como los denominados abogados cristianos, que en nombre de una moral impuesta y sin empatía están interfiriendo brutalmente en la vida de una joven catalana con dolores insoportables.

Con malas artes legales y el apoyo del padre, han conseguido suspender el derecho de Noelia a una muerte digna, a pesar de que en marzo de 2025 una jueza avaló su eutanasia y reconoció su capacidad plena para decidir. Pero aún así, el procedimiento sigue paralizado porque, como buen sistema hipócrita, la justicia se toma su tiempo mientras ella sufre. Años pueden pasar.

Este tipo de violencia disfrazada de legalidad y religiosidad es lo que esta película denuncia con una sutileza tan hiriente como efectiva. Fanáticos hay en todas partes, y lo peor no es que crean, sino que obligan a los demás a vivir —y morir— según sus dogmas. Malditas sean.

Esta película representa a Alemania en los Oscar y ha sido seleccionada por la Academia para estar en la ronda final. Merecidamente, conste. La crítica al régimen teocrático que dirige desde hace décadas el que fueran antaño un país floreciente y lleno de oportunidades, es muy evidente desde los primeros fotogramas.

Me interesa más el retrato de esa familia en la que el padre se ve ascendido a la categoría de magistrado o juez instructor y los cambios que eso van a producir en el modo de vida de su familia, sus amistades, sus anhelos, ambiciones y, por supuesto, complicaciones que acarrea esa nueva situación laboral.

Interesa siempre, pero se hace larga, hay momentos en los que se podría agilizar la narración, es un mal que está presente en esta generación de directores, estiran los minutos y hacen que la gente pueda incluso cansarse, dos horas está bien, hora y media mucho mejor, tres horas ya es algo casi inaguantable.

El problema de esta película llega cuando la comparas con algunas cintas que sobre este tema o similares se han rodado en los últimos tiempos, por ejemplo, la muy superior e inolvidable NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN (2011) o la más reciente LA VIDA DE LOS DEMÁS (2021). Aquí, Rasoulof no es capaz de dotar a los personajes de una cierta coherencia, en especial a la madre, incluso la parte de intriga, que la tiene y que está bien estructurada, cuando la resuelve no es capaz de hacerlo de forma creíble para el espectador.

Con todo, es una película valiente, bien hecha, con grandes actrices y actores y que retrata un Irán en plena efervescencia y en la que las protestas de la gente joven, sobre todo, parecen dar una cierta esperanza de que aquella tierra que fue origen de la civilización actual sea capaz de volver a florecer, cultural, política y socialmente.