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Koyaanisqatsi: Una vida fuera de equilibrioDocumental

Documental Realizado entre los años 1975 y 1982, "Koyaanisqatsi" -primera parte de lo que sería luego una trilogía formada por Koyaanisqatsi (1982), Powaqqatsi (1988) y Naqoyqatsi (2002)- es un singular documental que refleja la colisión entre dos mundos obligados a convivir: por un lado la vida de los hombres en la sociedad moderna, la vida urbana y occidental, llena de tecnología, ciencia y consumismo. Por otro la naturaleza y el medio ambiente ... [+]
Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
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6
15 de junio de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso es lo que saco yo en claro de este documental. Si el director me quería mostrar otra cosa... lo siento pero no veo nada más. Por otro lado, cada frame de esta película sería digno de estar colgado en las paredes de un museo. Imponente el trabajo del señor Ron Fricke (a quien prácticamente atribuyo casi todo, sino todo, el mérito de la película), y es que considero que el verdadero capitán de esta arriesgada expedición han sido las imágenes, todo lo que viene después es pura causalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Al principio de la película estaba un poco perdido intentando averiguar el porque de las imágenes en cada momento, olvidando por completo la música que emanaba de los altavoces; pero poco después me fijé en que esa música tranquila que entraba en mi cabeza la tocaban aquel mar de nubes acompañado de su orquesta de montañas, firmes como cuerdas de un violín. En mitad de la proyección nos encontrábamos en la cúspide, viendo desde arriba como todo lo que pasaba a nuestro alrededor era la misma música que se escucha en plena naturaleza, donde el hombre aun no ha llegado con su aceleración antinatural. Incluso al final, pude comprender que ese flujo de gente, esos ríos de personas subiendo y bajando en picado por las escaleras mecánicas, o los coches moviéndose a ritmos vertiginosos por las autopistas, no eran mas que el pentagrama por donde fluye la música que generamos con la vida.
7
15 de abril de 2009 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reggio no utiliza palabras para transmitirnos su visión del mundo. Ésta debe llegarnos sin adulterar, a través de las propias imágenes y sus asociaciones. Es nuestra tarea conectarlas y reconstruir lo que falta, extrayendo nuestras propias conclusiones. Para darnos tiempo a realizar este trabajo, Regio no se apresura en el montaje. La cámara observa meticulosamente lo que aparece ante ella, hasta casi romper nuestra paciencia de espectadores, menor ahora que en tiempos de su estreno. Sólo en instantes muy precisos, el montaje se acelera, bien para remachar una conclusión, o bien para poner de manifiesto fenómenos cuya propia naturaleza es dinámica y cambiante.

Éste afán por reflejar lo efímero, por captar lo transitorio, llevó a soluciones estéticas originales, aunque ahora no lo parezcan por haber sido copiadas hasta la náusea. Ciertos aspectos de nuestro mundo son invisibles a nuestros ojos, bien por su lentitud o su rapidez, bien porque estamos demasiado acostumbrados a su presencia.. Regio utiliza entonces la cámara rápida o la cámara lenta para poner de manifiesto estos fenómenos inadvertidos. Lo cotidiano deja así de serlo. Nuestra indiferencia se quiebra. El mundo se hace nuevo, familiar e irreconocible a un tiempo.

El papel de la palabra ausente lo toma la omnipresente música de Philip Glass. Su partitura ilustra las imágenes que se nos ofrecen y prácticamente resulta indisociable de ellas. Sin embargo, no se trata de una mera ilustración, en el sentido de las bandas sonoras normales. Glass es un compositor minimalista y utiliza el mínimo de recursos posibles. De la misma forma que Regio mantiene el mismo plano, la misma secuencia, hasta casi agotar nuestra paciencia, simplemente para que podamos llegar a comprender lo que vemos, Glass repite el mismo fragmento de tema durante largas secciones de la cinta, resaltando la identidad que subyace en imágenes tan diferentes.

El mundo natural ya no existe, ha tenido que retirarse a los lugares más recónditos e inaccesibles del planeta. En el resto, ciencia y tecnología han impuesto sus formas, acero y metal, gasolina y electricidad. Sin embargo, estas montañas de cristal y acero, estos ríos de asfalto, en nada se diferencian de los desiertos y montañas del principio de la cinta. Son igual de orgullosos que aquéllas, muestran la misma indiferencia, obligan a las criaturas a adaptarse a sus reglas, en vez de plegarse a sus deseos. Es en ese instante cuando las primeras notas de alarma comienzan a dejarse a oír en la partitura de Glass.

¿Ese ritmo podrá mantenerse así mucho tiempo? ¿Seremos capaces de seguir avanzando y progresando? La música de Glass se vuelve sombría y amenazante, mientras unas voces cantan en un idioma desconocido.
10
10 de junio de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
La película se merecería un 10 tan sólo por esos 22 minutos de "The Grid", que 40 años después, cuando este tipo de secuencias son relativamente comunes, sigue siendo una maravilla.
La película se sustenta tan sólo en la cinematografía, el montaje, y la música, pero en esos tres apartados es magnífica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La escena final con el cohete es también perfecta resumiendo en unos pocos minutos el mensaje entero de la película, "si intentas volar demasiado alto demasiado rápido y sin pensar en las consecuencias acabarás como Ícaro" que hoy en día es más necesario que nunca.
9
16 de marzo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
La música de Philip Glass es cautivadora y junto con la fotografía conforman una obra poética, bella y emocionante que viaja por las preguntas más frecuentes de la humanidad y el universo simplemente con imágenes.
La he disfrutado de principio a fin.

Como dato curioso la película es una obra de arte, pero tuvo un -68% de rentabilidad, es decir, que perdieron más de la mitad de lo que invirtieron en ella. Gracias por esa inversión, porque la película es maravillosa.
8
20 de mayo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Soy devoto del cine desde hace mucho años -sí, no me apetece reutilizar la palabra cinéfilo en esta crítica, aunque ya lo esté haciendo en esta acotación, vaya-. El caso siempre he seguido un criterio preconcebido en el que asumía que para disfrutar una película necesitaba trama, personajes, y demás pilares que suelen aparecer en las películas y su vertiente narrativa. Pues bien, nada de todo eso aparece aquí, pero al verla decidí dejarme llevar... Sé que suena a disparate pedante, pero creo que he malentendido el cine durante toda mi vida, o al menos este tipo de película me ha ayudado a entenderlo mejor.

El cine es un viaje emocional, en el que tú das significado a lo que estás viendo (o así al menos suele ser en aquel que más nos conmueve y trastoca). Esta película está enfocado a ello. Soy de esa gente que hace tiempo se habría burlado de quien dijera algo así de una película puramente visual, sin palabras, sin género específico más allá de los clásicos "experimental" o incluso "documental".

Lo que realmente es: una experiencia increíble si se ve en el momento y entorno oportuno. Me ha fascinado y maravillado. Esto es una auténtica joya.
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