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Ida

Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
Críticas 165
Críticas ordenadas por utilidad
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5
16 de julio de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valga la expresión idiomática usada en el título para transmitir la inmaculada belleza y semblante virginal de la actriz protagonista de este tostón, a modo de road movie, en el que una aprendiz de monja viaja con su tía por media Polonia en busca de no se sabe bien qué. La fotografía en un blanco y negro clásico, artístico, impecable, le da a esta cinta el poco interés que he sido capaz de extraer de ella. Todo lo demás transcurre lento, arrítmico, sin linfa… Me da la sensación de que esta es la típica película de técnica depurada y contenido abstracto que tanto gusta a los críticos esnobs y a los gafapasta de turno. Yo la apruebo en su conjunto por los paisajes tétricos, poéticos, cuasi góticos, y por el modo de plasmarlos fotograma a fotograma con un talento poco habitual hoy en día.
4
12 de abril de 2015
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me animé a ver esta película por las buenas críticas que había leído y porque había conseguido el Oscar a la Mejor Película en lengua no inglesa, pero la verdad es que no entiendo por qué ha gustado tanto. Es corta, apenas 80 minutos, pero se podía haber resumido perfectamente en la mitad de tiempo. No tiene nada. En cuanto a las interpretaciones, que tb he oído que se han llevado importantes galardones, sobre todo la actriz que hace de tía de Ida, pues tampoco es gran cosa a mi parecer, de hecho son actuaciones planas, frías, carentes de sentimiento, especialmente la de Agata Kulesza: no me transmitió absolutamente nada. Le he puesto un 4 por agradecerle al director no haberla alargado más, ya que creo que hubiera sido más soporífera de lo que es y por la fotografía, evidentemente la fotografía es muy buena. Muchos la han comparado con las películas de Dreyer. Efectivamente a mí me recordó mucho a "Juana de Arco", precisamente por la similitud de la fotografía y por ser en blanco y negro. El tema en ambas películas es de índole religioso y basado sobre todo en la importancia de la fe, pero sinceramente, la actuación tan conmovedora y apasionada de María Falconetti está a años luz de esta joven actriz que interpreta a la protagonista de este film. Sobrevalorada.
8
13 de abril de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una fotografía en B/N cruda y árida como la nieve que cae. Una cámara que escruta los rostros en busca de las más ínfimas reacciones. La historia de una joven que no conoce el mundo, y de la mujer de mundo que le entrega el testigo. Pero Ida aún no está preparada, ni para Dios ni para el placer. Por ello ha de ir catando poco a poco aquello que sostiene a su tía, la ex fiscal comunista que condenó a muerte a diversos disidentes. Primero, los zapatos de tacón alto, maravillosa escena del despertar de un ser dormido; la música, y con ella el alcohol, el vodka en el que ahoga Wanda su vida carente de sentido; y el sexo, a manos del músico de jazz que toca a Coltrane y le promete un perro, hijos, una vida en común. Pero nada se sostiene: Wanda salta por la ventana de su vida vacía, Ida vuelve al convento, el círculo se cierra. La Polonia de los años 50, tan triste y en blanco y negro como la España de aquellos años. Viendo esta preciosa película me sentí transportado por el túnel del tiempo hasta la década de los 70, a aquellos cine de Arte y Ensayo donde los cinéfilos nos refugiábamos para huir de Alfredo Landa y Louis de Funès: el Savoy, el Maryland, los Publi, donde veíamos películas como ésta, de países del Este o de países nórdicos, y nos creíamos un poco más europeos. Ida es preciosa, un fragmento de vida encapsulado. No os la perdáis.
6
16 de febrero de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
21(25/01/15) Pretencioso film polaco de Pawel Pawlikowski, no malo, pero si más lento que el caballo del malo, no apta a todos los paladares, ultrareflexivo que consigue el milagro que sus escasos 80 minutos ser han lánguidos, el ritmo es letárgico y los silencios eternos, arrojándose el realizador en manos de la fotografía para transmitir sentimientos un tanto artificiosos. Cinta que explora la Polonia de los años 60, una nación aún con las heridas provocadas por la Segunda Guerra Mundial y con las purgas comunistas posteriores. En este panorama se coge a dos personajes contrapuestos para radiografiar el país, un cínica mujer de vuelta de todo, y otra mujer, en este caso un virgen en todos los sentidos, chica que no conoce el mundo que la rodea y que con su tía realizará un viaje iniciático que le mostrará un mundo desconocido para ella y la pondrá con sus principios morales en entredicho. La película ha tenido mucho éxito internacional, obteniendo premios y dos nominaciones al Oscar, una como mejor film extranjero y otra a la fotografía. (continua en spoiler)

Anna (Agata Trzebuchowska) es una novicia que fue dejada en el convento siendo una niña, está punto de tomar sus votos perpetuos en la Polonia de 1960, antes de ello es enviada por la madre superiora a que conozca a su tía, Wanda (Agata Kulesza), única pariente con vida, para saber de su oscuro pasado. Wanda es una cínica mujer de vuelta de todo, una ex fiscal de estado atormentada por haber participado de las purgas comunistas para deshacerse de incómodos enemigos. Le dice a Anna que su verdadero nombre es Ida y su religión por parte de los padres es la judía, estos fueron asesinados durante la ocupación nazi del país, entonces Ida decide emprender un viaje a la profunda Polonia para visitar la tumba de los padres, le acompañará Wanda, donde se toparán con los fantasmas del pasado.

El film con guión del propio realizador y de Rebecca Lenkiewicz recuerda bastante a la buñueliana “Viridiana”, toca temas como el cansancio vital, como afrontar los fantasmas del pasado, el dolor enraizado en una sociedad, sobre la vocación de servir a tu religión, la redención de los pecados, en un ambiente frío, cuasi-aséptico en que sobre todo Ida sufrirá el despertar a la verdadera vida, y su hasta entonces medido cosmos temblará. Refleja una Polonia triste y gris, fresco desolador sobre la pérdida de valores, sobre la orfandad de un horizonte en la vida, ello en un marco de acentuado tono melancólico, remarcado por la bella fotografía en b/n, en la que el jugo está en el choque entre sus dos protagonistas-antagónicas, una es la inocencia y la cándida a un mundo decadente y la otra es la visión cínica y nihilista a un mundo que la oprime, dos personajes que encuentran nexos de unión en su desamparo y tormento interior que las hace perder la esperanza, con lo que deriva en un enfrentamiento entre la fe y la realidad, donde se cuestionan los valores religiosos, lo espiritual frente a lo mundano, en que los valores personales son zarandeados, y la identidad de un pueblo queda en una nebulosa. Es una obra introspectiva, que intenta a base de mucho metraje silente emitir lo que no es capaz el argumento, recordando al estilo Bresdson o Bergman e incluso Dreyer. Tocando palos como el colaboracionismo polaco con el holocausto judío, tanto por acción como por omisión, aunque sin enfoque original. El director no entra a hacer juicios de valor, se coloca en un plano equidistante, nos presenta la historia sin prejuicios y sin sentencia, que cada espectador saque sus propias ideas.

El director intenta firma cheques que la calidad del film no puede cubrir, se cree más de lo que es, pues al final te deja un film inane, insípido, con buen envoltorio visual, pero escaso en fuerza narrativa. A pesar de querer mostrar intensidad lo que me llega es lentitud y letanía, con escenas alargadas en demasía, pasando de la intensidad al bostezo, no sabe medir los tiempos. El relato tiene potencial, pero el realizador escoge un camino en exceso espeso para contarlo, con lo que el sufrimiento interior de las protagonistas nos llega gélido, distante, no me cala.

Pawlikowsky pone la energía del film en su atractiva propuesta visual, en una hermosa fotografía de Lukasz Zal Ryszard Lenczewski, en glorioso b/n, en un desusado 4:3, para dar más sensación añeja, otorgando un patinado lúgubre, brumoso, de grises profundos, con extensos planos sostenidos, con un sombrío gusto estético, con muy cuidadas tomas, buscando con anhelo bellos cuadros, con un turbador estilo de rodar los planos estáticos, en ocasiones quedan los personajes fuera de campo, entrando y saliendo de modo inquietante, siendo preciosas las tomas del convento al inicio, jugando con las luces, contraluces y sombras entre el exterior y el interior, traspasándonos quietud e impresión de lugar anclado en el tiempo, además de subrayar el efecto de que los personajes están encerrados en sui mismo.

Agata Trzebuchowska es una debutante que realiza una gran actuación, hace creíble su arco dramático, una evolución gradual que nos llega a través sobre todo de sus miradas y lenguaje gestual. Agata Kulesza como la curtida y nihilista mujer cansada de un mundo que la oprime, hace una gran cicerone para Ida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Momentos recordables: La confesión del tipo que cava la fosa de los padres de Ida, emocional; El suicidio de Wanda, toda una oda al nihilismo más recalcitrante, todo lo que precede y como la planifica y de forma seca salta al vacío; Ida parece haber desistido de ser monja y se ha acostado con el saxofonista (buen Dawid Ogrodnik), este le cuenta sus próximos planes y ella le responde <Y después?>, ella reconsidera lo que ha hecho, y decide volver al convento, final que se puede interpretar como muy pesimista con el mundo, por aquelllo de que Ida no ha encontrado motivos para vivir fuero del claustro, o moralista-cristiano, por aquello de que Ida ante lo que ve prefiere encomendarse a Dios, en este sentido ambiguo y abierto a interpretaciones.

En conjunto me queda una interesante obra sobre la perdida de la identidad, sobrevalorada, se podría haber hecho mejor y dejarte con el cuerpo de haber visto 3 horas de film. Fuerza y honor!!!
9
18 de diciembre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas, el filme polaco "Ida", es la mejor película europea de este año que ya casi termina. De una ortografía cinematográfica perfecta, este es un filme de estilo y en blanco y negro, escasos emplazamientos de cámara dentro de la escena y planos más acordes a un tono que medita en el cierto modo la soledad de una judía.

Es evidente que en este contexto, los planos de larga duración, un ritmo particular enfático a los planos diseñados, logra un factor estético sobre el silencio (dentro y fuera del encuadre) y nos remite a la idea de Modiano en su libro "El café de la juventud perdida": "Vivimos a merced de ciertos silencios". Y eso es manifiesto en esta película, aunque hay ecos que a veces nos inquieta.

Esta road movie interior, al intentar relatar la vida pasada y presente de una monja llamada Ida, nos remite a ese cine particular que plantea también las inquietudes de un cineasta lleno de temas por contar a su estilo. Pawlikoswski logra enternecernos y dejar al público una serie de encuadres cargados de interrogantes y sensaciones.

Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com
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