Ida
2013 

6.9
17,263
Drama
Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
2 de marzo de 2015
2 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es ningún secreto que la Academía de Hollywood le rinde pleitesía a los temas vinculados a los judíos, provenientes de zonas azotadas por el holocausto y más aún cuando ambientadas en época. "Ida" (2013) no fue la excepción y se llevó la estatuilla a mejor film extranjero con más de algún reparo.
Es cierto que se trata de una buena película, interesante al menos, pero valga la redundancia de su continuidad, es un drama opaco y que a ratos puede volverse "un plomazo". Los planos fijos, falta de sonoridad si bien crean ambiente la vuelven algo horizontal.
Usted dígale gusto refinado, paladar por el cine arte, drama existencial. En lo práctico, conviene no hacerse demasiadas expectativas, pues otras de sus competidoras en la categoría como la rusa "Leviathan" (2014) o la argentina "Relatos salvajes" (2014), podían conmover o generar emociones tanto o más agudas.
En una fotografía y estética destacada, "Ida" basa su potencial con buenos ingredientes pero donde su núcleo conmovedor es algo más discutible.
La aclaración es necesaria: es una película interesante en demasía, pero está muy lejos de ser taquillera o atraer a los grandes públicos. Curiosamente muchos dirán que por su fibra emotiva, pero en lo real, aquello es más bien especulativo que tangible.
Recomendación:
Interesante. Tiene una estética bella y una fotografía notable. Su contenido emotivo es más discutible.
=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com
Es cierto que se trata de una buena película, interesante al menos, pero valga la redundancia de su continuidad, es un drama opaco y que a ratos puede volverse "un plomazo". Los planos fijos, falta de sonoridad si bien crean ambiente la vuelven algo horizontal.
Usted dígale gusto refinado, paladar por el cine arte, drama existencial. En lo práctico, conviene no hacerse demasiadas expectativas, pues otras de sus competidoras en la categoría como la rusa "Leviathan" (2014) o la argentina "Relatos salvajes" (2014), podían conmover o generar emociones tanto o más agudas.
En una fotografía y estética destacada, "Ida" basa su potencial con buenos ingredientes pero donde su núcleo conmovedor es algo más discutible.
La aclaración es necesaria: es una película interesante en demasía, pero está muy lejos de ser taquillera o atraer a los grandes públicos. Curiosamente muchos dirán que por su fibra emotiva, pero en lo real, aquello es más bien especulativo que tangible.
Recomendación:
Interesante. Tiene una estética bella y una fotografía notable. Su contenido emotivo es más discutible.
=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com
12 de marzo de 2015
12 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche y el día, lo blanco y lo negro, lo pasado y lo futuro. Están igualados. Pero no para siempre.
Gomulka y Wojtyla. La Iglesia y el Partido. La castidad y el sexo. Mozart y Coltrane.
¿Qué puedo decir de esta película?
Que la debes ver (y oír) varias veces, estimado filmaffinitista. Y no, no es polaca, ni católica, ni judía, ni comunista, ni anticomunista, ni...
Simplemente, es una obra maestra.
Gomulka y Wojtyla. La Iglesia y el Partido. La castidad y el sexo. Mozart y Coltrane.
¿Qué puedo decir de esta película?
Que la debes ver (y oír) varias veces, estimado filmaffinitista. Y no, no es polaca, ni católica, ni judía, ni comunista, ni anticomunista, ni...
Simplemente, es una obra maestra.
1 de abril de 2015
1 de abril de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ida de Pawel Pawlikowski es un drama que toma como base la religión en los años 60 sobre una joven novicia cuya madre superiora obliga a conocer a su única pariente viva antes de dar el paso para hacerse monja. Dirigida con un ritmo pausado y con un estilo personal que recuerda a algunos directores clásicos europeos y se centra en hacer cine del bueno, es una obra visualmente seductora que tiene una trama bien hilada que se toma su tiempo para exponer la historia, logrando captar la total atención e interés de los cinéfilos más exigentes al concluir uno de esos films que perduran por su calidad cinematográfico el paso de los años, siendo por tanto considerado un clásico adelantado que parece realmente salido de los años 60.
La fotografía en blanco y negro es sobria en sus imágenes magnéticas, hipnotizando al público con evocadoras escenas que te transportan al lugar y época en cuestión en una hermosa y desde luego atractiva labor que cautiva a todos los que tomen en serio la labor visual del film. La música varia de clásica y emotiva por un lado a moderna para el momento por otro, y es usada tan solo en determinadas escenas para no desviar la atención del público de la trama. Los planos y movimientos de cámara consuman una enorme labor técnica a través del uso de los subjetivos, generales, reconocimiento, primeros y primerísimos planos, tercera persona, cámara en mano y algunos con profundidad de campo que exprimen lo mejor tanto de las interpretaciones como de su entorno. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que es corto pero exprime lo mejor del film sin llegar a hacerse pesado.
Las actuaciones son profundas y muy personales. Como protagonistas Agata Kulesza está admirable en su papel de antigua jueza arrepentida con calado psicológico y Agata Trzebuchowska está sensible y natural en su tarea, siendo correctos los acompañamientos de Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela y Adam Szyszkowski entre otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a monjas por un lado y humildes y carentes por el otro, marcando claramente la pobreza junto con unos decorados que dejan claro la triste situación del país pocos años después de la guerra.
El guion, escrito por el director junto a Rebecca Lenkiewicz, es profundo y absorbente al mostrar con frialdad las horribles situaciones que se vivieron en la segunda guerra mundial aún con el paso de los años, siendo por tanto una obra admirable que se dedica a hacer cine plano a plano para penetrar en el público con su implacable guion que no deja a nadie indiferente. Esto se lleva a cabo con una narrativa impoluta y austera que es sugestiva por su tono sombrío a cada personaje, los cuales mantienen unos diálogos bien trabajados de principio a fin para deleite del público.
Concluyendo, la considero una obra insustituible en lo que se propone, obteniendo justamente el oscar a la mejor película de habla no inglesa sin querer llamar más la atención que con la trama en sí, sin florituras ni ninguna añadidura para ganar votos, simplemente cine en estado puro. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a Ida, un film notable no solo en aspectos técnicos, sino también en su profunda historia que muestra sin aspavientos una vez más, la cruda realidad de los judíos en la segunda guerra mundial.
La fotografía en blanco y negro es sobria en sus imágenes magnéticas, hipnotizando al público con evocadoras escenas que te transportan al lugar y época en cuestión en una hermosa y desde luego atractiva labor que cautiva a todos los que tomen en serio la labor visual del film. La música varia de clásica y emotiva por un lado a moderna para el momento por otro, y es usada tan solo en determinadas escenas para no desviar la atención del público de la trama. Los planos y movimientos de cámara consuman una enorme labor técnica a través del uso de los subjetivos, generales, reconocimiento, primeros y primerísimos planos, tercera persona, cámara en mano y algunos con profundidad de campo que exprimen lo mejor tanto de las interpretaciones como de su entorno. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que es corto pero exprime lo mejor del film sin llegar a hacerse pesado.
Las actuaciones son profundas y muy personales. Como protagonistas Agata Kulesza está admirable en su papel de antigua jueza arrepentida con calado psicológico y Agata Trzebuchowska está sensible y natural en su tarea, siendo correctos los acompañamientos de Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela y Adam Szyszkowski entre otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a monjas por un lado y humildes y carentes por el otro, marcando claramente la pobreza junto con unos decorados que dejan claro la triste situación del país pocos años después de la guerra.
El guion, escrito por el director junto a Rebecca Lenkiewicz, es profundo y absorbente al mostrar con frialdad las horribles situaciones que se vivieron en la segunda guerra mundial aún con el paso de los años, siendo por tanto una obra admirable que se dedica a hacer cine plano a plano para penetrar en el público con su implacable guion que no deja a nadie indiferente. Esto se lleva a cabo con una narrativa impoluta y austera que es sugestiva por su tono sombrío a cada personaje, los cuales mantienen unos diálogos bien trabajados de principio a fin para deleite del público.
Concluyendo, la considero una obra insustituible en lo que se propone, obteniendo justamente el oscar a la mejor película de habla no inglesa sin querer llamar más la atención que con la trama en sí, sin florituras ni ninguna añadidura para ganar votos, simplemente cine en estado puro. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a Ida, un film notable no solo en aspectos técnicos, sino también en su profunda historia que muestra sin aspavientos una vez más, la cruda realidad de los judíos en la segunda guerra mundial.
16 de mayo de 2015
16 de mayo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Europa del este, años 60, blanco y negro, formato cuadrado, encuadres estáticos, poca acción, poca música, ritmo premioso, largos silencios, una sutil desolación planeando sobre las escenas… Unas características que tienden a provocar el rechazo del gran público, pero que sin embargo atraen irresistiblemente al cinéfilo. Ese individuo que por una curiosa dislocación espacio-temporal acaba de salir de un cine de “arte y ensayo” de los años 60 o 70, con sus gafas negras de montura gruesa, su barbita de intelectual progre de izquierdas y su indispensable libro bajo el brazo. La longitud de su cabello varía según la década en la cual se encuentre. Si es en los 60, más bien corto y peinado. Tirando a largo y con patillas si es en los 70. Junto al cine hay un café; sentado ante una mesa, enciende un cigarrillo. El filme ha estado bien, se dice a si mismo. Un tema comprometido, las huellas de la persecución a los judíos en la Polonia ocupada por el nazismo. Esos encuadres con mucho aire por arriba refuerzan -tal vez a nivel subconsciente- la idiosincrasia de la protagonista, alguien que se proyecta hacia un plano espiritual "elevado" o tal vez hacia ese cielo cristiano metafóricamente ubicado "arriba". Tal vez un poco lenta, pero es lo que requería el tema. En todo caso, mucho más profunda que la mayor parte de las películas comerciales que hacen los yankis. Aunque hay que reconocer que las de Bogart o las de Orson Welles están muy bien. Y también son en formato cuadrado y en blanco y negro, como las de Bresson o las de Dreyer. Cine de verdad. ¡Joder, esto está lleno de humo, no se ve un pimiento! Algún día prohibirán fumar en los cafés, lo veo venir.
27 de julio de 2016
27 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ida es serena, profunda y bella, como un océano en calma. Una rareza en el cine actual, al menos en el que nos llega por los canales convencionales. Se ve que a la peña le molan más títulos como Fast and fourius X (entiéndase X en su acepción de cardinal romano), o Thor Vs Hulk, el amanecer del truño. Películas de ritmo alocado y argumento vacuo que tratan al espectador como mero consumidor, sin reclamar de él nada más que sentarse a tragársela doblada, dejando el cerebro al notas que recoge los tickets, y que nos ofrece, en el mejor de los casos, sólo un ligero entretenimiento. Películas que como una plaga bíblica han colonizado la cartelera de hoy día.
Por eso, la asunción de títulos como Ida, su presencia en cines y su posterior llegada a la pequeña pantalla es digna de celebración. Ida exige nuestra implicación como espectadores, y nos trata con dignidad y respeto. Reclama nuestra atención para valorar cada plano, su belleza y magia. Planos en los que la acción se desarrolla descentrada cuando no fuera de encuadre, para recordarnos la importancia del entorno, el poder de lo circunstancial. Nos presenta la sugerencia del silencio y nos ofrece con valentía una reflexión sobre distintas respuestas existenciales en situaciones especialmente crudas. Su ritmo es sosegado, su fotografía evoca al cine de otra época, y permite el milagro de ver el rojo de una preciosa cabellera en blanco y negro.
Ida es una preciosa excepción, un lujo que llega a ser incluso absurdo e incoherente en el panorama actual, como una vidriera en una porqueriza
Por eso, la asunción de títulos como Ida, su presencia en cines y su posterior llegada a la pequeña pantalla es digna de celebración. Ida exige nuestra implicación como espectadores, y nos trata con dignidad y respeto. Reclama nuestra atención para valorar cada plano, su belleza y magia. Planos en los que la acción se desarrolla descentrada cuando no fuera de encuadre, para recordarnos la importancia del entorno, el poder de lo circunstancial. Nos presenta la sugerencia del silencio y nos ofrece con valentía una reflexión sobre distintas respuestas existenciales en situaciones especialmente crudas. Su ritmo es sosegado, su fotografía evoca al cine de otra época, y permite el milagro de ver el rojo de una preciosa cabellera en blanco y negro.
Ida es una preciosa excepción, un lujo que llega a ser incluso absurdo e incoherente en el panorama actual, como una vidriera en una porqueriza
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