Por la gracia de Dios
2018 

6.6
2,559
Drama
Alexandre vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard ... [+]
24 de diciembre de 2019
24 de diciembre de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguro que hay muchos políticos que no son corruptos y muchos eclesiásticos que no son pederastas. Estos justos que forman buena parte de la base piramidal de dos instituciones que se ocupan de nuestros cuerpos y almas respectivamente son los que pagan por los pecadores que según tocan poder en su ascenso por dicha pirámide abusan del mismo instalándose en la corrupción física y moral, blindándose en un pacto de silencio que, nunca mejor dicho en el caso que nos ocupa, clama al cielo.
El estigma de la pederastia en la iglesia católica corre ya como un reguero de pólvora imparable que el actual Papa Francisco va a tener que rezar mucho para que no explote en la misma basílica del Vaticano. Hoy mismo sin ir más lejos la prensa desvela en primera página los actos de pederastia de Marcial Maciel fundador de los Legionarios de Cristo junto con algunos de sus sacerdotes. Los respectivos sucesores de Pedro y su jerarquía lo sabían. Callaron posibilitando que los abusos continuaran en los distintos lugares donde iban trasladando a aquellos que no merecían perdón porque si sabían lo que hacían, haciéndose por tanto cómplices de los hechos. La Iglesia, por muy poderosa que sea no podría haber mantenido tanto tiempo la basura debajo de la alfombra sin la colaboración de los poderes fácticos seglares muchos de ellos en sus puestos de dirección copados por los cachorros amamantados en organizaciones eclesiásticas como el Opus Dei.
El cine como no podía ser de otra manera y en la medida que le dejan, denuncia y refleja estos hechos. Ahora Ozón, como antes Larrain con "El Club" (2015) o McCarthy con "Spotlight" (2015) sin olvidarnos del documental de Jean de Certeau y Marcela Said Cares "Opus Dei, una cruzada silenciosa" (2006). En este caso los abusos cometidos en Lyon por el sacerdote Bernard Preynat. Ozon es cauto y narra con cierta asepsia el punto de vista de los afectados y como se organizan para denunciar los hechos con el apoyo de los familiares. Tarda una hora de las dos de metraje, quizás demasiado tarde en dar un giro a su plomiza narración inicial para sumergirse a no demasiada profundidad entre los recovecos personales de las víctimas y su entorno, que salvo alguna excepción han superado socialmente el trauma de los abusos en su infancia. Evita con buen criterio el morbo acudiendo a unos socorridos flashback con desigual fortuna. El elenco coral cumple con unos roles donde el fondo de la cuestión siempre está por encima de las formas.
cineziete.wordpress.com
El estigma de la pederastia en la iglesia católica corre ya como un reguero de pólvora imparable que el actual Papa Francisco va a tener que rezar mucho para que no explote en la misma basílica del Vaticano. Hoy mismo sin ir más lejos la prensa desvela en primera página los actos de pederastia de Marcial Maciel fundador de los Legionarios de Cristo junto con algunos de sus sacerdotes. Los respectivos sucesores de Pedro y su jerarquía lo sabían. Callaron posibilitando que los abusos continuaran en los distintos lugares donde iban trasladando a aquellos que no merecían perdón porque si sabían lo que hacían, haciéndose por tanto cómplices de los hechos. La Iglesia, por muy poderosa que sea no podría haber mantenido tanto tiempo la basura debajo de la alfombra sin la colaboración de los poderes fácticos seglares muchos de ellos en sus puestos de dirección copados por los cachorros amamantados en organizaciones eclesiásticas como el Opus Dei.
El cine como no podía ser de otra manera y en la medida que le dejan, denuncia y refleja estos hechos. Ahora Ozón, como antes Larrain con "El Club" (2015) o McCarthy con "Spotlight" (2015) sin olvidarnos del documental de Jean de Certeau y Marcela Said Cares "Opus Dei, una cruzada silenciosa" (2006). En este caso los abusos cometidos en Lyon por el sacerdote Bernard Preynat. Ozon es cauto y narra con cierta asepsia el punto de vista de los afectados y como se organizan para denunciar los hechos con el apoyo de los familiares. Tarda una hora de las dos de metraje, quizás demasiado tarde en dar un giro a su plomiza narración inicial para sumergirse a no demasiada profundidad entre los recovecos personales de las víctimas y su entorno, que salvo alguna excepción han superado socialmente el trauma de los abusos en su infancia. Evita con buen criterio el morbo acudiendo a unos socorridos flashback con desigual fortuna. El elenco coral cumple con unos roles donde el fondo de la cuestión siempre está por encima de las formas.
cineziete.wordpress.com
1 de febrero de 2021
1 de febrero de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran historia que merecía ser llevada al cine y que nos cuenta con casos reales el lado mas feo de la iglesia, la pederastia.
Y lo peor de todo esto es el consentimiento del resto, mirando para otro lado y encubriéndolo de manera deliberada, permitiendo que se siguiese haciendo y dando total impunidad a estos violadores.
Por culpa de este tipo de gente la iglesia ha perdido muchos devotos y se ha convertido en el centro de muchas miradas críticas .
Sobre la película su larga duración hace que acabes perdiendo un poco la atención y acabes cayendo en el aburrimiento ya que llega ha convertirse en algo plana.
Y lo peor de todo esto es el consentimiento del resto, mirando para otro lado y encubriéndolo de manera deliberada, permitiendo que se siguiese haciendo y dando total impunidad a estos violadores.
Por culpa de este tipo de gente la iglesia ha perdido muchos devotos y se ha convertido en el centro de muchas miradas críticas .
Sobre la película su larga duración hace que acabes perdiendo un poco la atención y acabes cayendo en el aburrimiento ya que llega ha convertirse en algo plana.
16 de abril de 2019
16 de abril de 2019
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la política, en la cultura, la sociedad y, por supuesto, en el cine la sombra de la Iglesia católica es inabarcable. Amplio es su recorrido a lo largo de los siglos, y ha hecho tantos bienes y servicios como provisto de innombrables desgracias. Tragedias ocultas que, afortunadamente, son cada vez más descubiertas y juzgadas en la actualidad. Y, por consiguiente, son tratadas también en el Séptimo arte. La senda marcada por la oscarizada Spotlight permite que los casos de pederastia eclesiástica sigan siendo adaptadas a la pantalla, como es el caso de una de las películas europeas más esperadas de la temporada. Es el gran estreno de la primavera de Golem: el drama basado en hechos reales Gracias a Dios, nueva película del prolífico director francés François Ozon galardonada con el Gran Premio del Jurado en la última Berlinale, hace apenas dos meses. Es una muy buena noticia que nos llegue con su estreno tan reciente en el festival, más aún vistas las excelentes críticas que recibió. Servidor disfrutó de las pocas películas vistas de la carrera del parisino, y así mismo el tema me atraía sobremanera. Afortunado un servidor que fue confirmado para un pase de prensa que se abarrotó, al que acudí con muchísimas ganas. La curiosidad de ver cómo armaba Ozon un thriller alrededor de la infamia secular era elevada. Y pude saborear en plenitud de condiciones de una película notable pero que se queda a algunos pasos de la excepcionalidad. Una película fuerte y muy lúcida en su mensaje, pero que resuelve la papeleta audiovisual y tonal con un enfoque un tanto llano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A mediados de 2014, Alexandre (Poupaud) es un exitoso hombre de negocios que vive en Lyon con su mujer y numerosos hijos. Cuando descubre que el señor Preynard, sacerdote que abusó sexualmente de él en un campamento de scouts cuando era un crío, sigue tratando con niños en la diócesis, emprenderá una lucha encarnizada contra la Iglesia para que este señor sea destituido y condenado. Una batalla en la que cada vez más y más víctimas, tras décadas de silencio, se unirán a su lado. Una vibrante narración de investigación y batalla en pos de la justicia. Relato trepidante apoyada en la verdad y la fuerza de los hechos retratados, recogidos prácticamente en riguroso directo. Un filme sobrio y de maneras clásicas, que deja al drama fluir a través del trabajo de sus actores y la contundencia de su guión. El buen trabajo de los intérpretes se ve beneficiado por la estructura narrativa, que divide el filme en tres partes con tres protagonistas distintos. Aún si el impacto emocional que produce es circunstancial, debemos también apreciar la banda sonora de los Hermanos Galperine. Pero si el filme es notable es gracias a su buen montaje y espectacular historia, captada con plena intensidad dramática sin precisar ser escabrosa. Un largometraje raudo y espectacular, que muestra cómo se puede hacer una película que atrapa al espectador anclada en la realidad y las tragedias de nuestra cotidianidad. Más y más películas como estas son importantes para iluminar las sombras de la pederastia y concienciar a la Institución católica.
La eficiencia de la película es equiparable a su vez a su poca personalidad. El punto de vista con el que se afronta la narración es de una sobriedad cuasi documental, y a su vez el desempeño audiovisual es solvente pero de escaso interés plástico o estético. Así como el desarrollo nunca decae en interés, bien parece que el filme podría haber durado lo que hubiera querido, pues termina más que cierra, optando por una clausura interrupta. Un viaje que se sigue muy implicado pero en el que deseamos un empujón adicional que nunca llega, provocando un resultado final un tanto reiterativo. En definitiva, una bastante buena película con el potencial para haber sido excelente.
Concreta, poliédrica y emotiva, Gracias a Dios deleita desde el agravio pero no abandona el marco en el que intuimos se desarrollará desde el inicio.
La eficiencia de la película es equiparable a su vez a su poca personalidad. El punto de vista con el que se afronta la narración es de una sobriedad cuasi documental, y a su vez el desempeño audiovisual es solvente pero de escaso interés plástico o estético. Así como el desarrollo nunca decae en interés, bien parece que el filme podría haber durado lo que hubiera querido, pues termina más que cierra, optando por una clausura interrupta. Un viaje que se sigue muy implicado pero en el que deseamos un empujón adicional que nunca llega, provocando un resultado final un tanto reiterativo. En definitiva, una bastante buena película con el potencial para haber sido excelente.
Concreta, poliédrica y emotiva, Gracias a Dios deleita desde el agravio pero no abandona el marco en el que intuimos se desarrollará desde el inicio.
24 de abril de 2019
24 de abril de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon nos presenta su nuevo largometraje, se trata de una ficción basada en una historia real sobre los casos de pederastia en la archidiócesis de Lyon. Es un registro muy diferente al que estamos acostumbrados a ver, el director siempre nos suele presentar películas con numerosas tramas psicológicas y aquí cambia completamente su estilo. La película estuvo presente en la Sección oficial del Festival de Cine de Berlín donde gano el gran premio del jurado.
La trama que se nos presenta, desgraciadamente lleva muchos años de actualidad, se trata de los abusos por parte de sacerdotes a niños, en este caso tienen lugar en la ciudad de Lyon donde el padre Preynat abuso hace más de treinta años de un joven cuando era boy scout. Este joven se ha convertido en adulto y ha formado una familia. Cuando se entera que hoy en día aún sigue trabajando con niños hará todo lo posible para que la iglesia lo inhabilite.
A medida que la investigación avance y la noticia vaya corriendo entre los ciudadanos, nos iremos dando cuenta que hay muchas más víctimas y que están dispuestas a hacer todo lo posible para acabar con ese individuo. Juntos formarán una asociación y lucharan en grupo.
Hace unos años el cine americano ya nos presentó un tema muy similar en la extraordinaria “Spotlight” donde nos mostraba la investigación por parte del periódico The Boston Globe sobre un grupo de sacerdotes que abusaban de niños, ahí ya vimos como la iglesia escondía todos estos casos y como los reporteros debían luchar contra ellos y contra todo el poder político y económico de la ciudad de Boston.
La película es interesante en su primera parte y en su parte final, todo su parte central donde vamos viendo la formación de la asociación y los diferentes flashbacks sobre la infancia de los protagonistas se hace más pesada. Me llama la atención como el sacerdote muestra síntomas de arrepentimiento y aun así la iglesia intenta ocultarlo todo y no busca soluciones.
Otro aspecto a destacar de la cinta es la vida actual de los tres protagonistas, todos ellos tienen una familia estable, un trabajo y se han sabido reintegrar a la sociedad pese a todo el daño psicológico que sufrieron en su juventud. Incluso uno de ellos todavía es creyente y ha educado a sus hijos en la religión catabólica. La película ha causado un gran revuelo en Francia donde todavía hoy se están juzgando a todos los implicados. La película no dejará indiferente a ningún espectador, sufrirás con los protagonistas y te preguntarás como pueden suceder actos tan vandálicos.
Lo Mejor: La primera media hora y su parte final
Lo peor: El tramo central se hace más pesado.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
La trama que se nos presenta, desgraciadamente lleva muchos años de actualidad, se trata de los abusos por parte de sacerdotes a niños, en este caso tienen lugar en la ciudad de Lyon donde el padre Preynat abuso hace más de treinta años de un joven cuando era boy scout. Este joven se ha convertido en adulto y ha formado una familia. Cuando se entera que hoy en día aún sigue trabajando con niños hará todo lo posible para que la iglesia lo inhabilite.
A medida que la investigación avance y la noticia vaya corriendo entre los ciudadanos, nos iremos dando cuenta que hay muchas más víctimas y que están dispuestas a hacer todo lo posible para acabar con ese individuo. Juntos formarán una asociación y lucharan en grupo.
Hace unos años el cine americano ya nos presentó un tema muy similar en la extraordinaria “Spotlight” donde nos mostraba la investigación por parte del periódico The Boston Globe sobre un grupo de sacerdotes que abusaban de niños, ahí ya vimos como la iglesia escondía todos estos casos y como los reporteros debían luchar contra ellos y contra todo el poder político y económico de la ciudad de Boston.
La película es interesante en su primera parte y en su parte final, todo su parte central donde vamos viendo la formación de la asociación y los diferentes flashbacks sobre la infancia de los protagonistas se hace más pesada. Me llama la atención como el sacerdote muestra síntomas de arrepentimiento y aun así la iglesia intenta ocultarlo todo y no busca soluciones.
Otro aspecto a destacar de la cinta es la vida actual de los tres protagonistas, todos ellos tienen una familia estable, un trabajo y se han sabido reintegrar a la sociedad pese a todo el daño psicológico que sufrieron en su juventud. Incluso uno de ellos todavía es creyente y ha educado a sus hijos en la religión catabólica. La película ha causado un gran revuelo en Francia donde todavía hoy se están juzgando a todos los implicados. La película no dejará indiferente a ningún espectador, sufrirás con los protagonistas y te preguntarás como pueden suceder actos tan vandálicos.
Lo Mejor: La primera media hora y su parte final
Lo peor: El tramo central se hace más pesado.
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
9 de enero de 2021
9 de enero de 2021
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pretendo decir que “Gracias a Dios” François Ozon sea una mala película. Todo lo contrario, la firma uno de los autores más serios y sólidos de la cinematografía francesa, autor de alguna película que idolatro como "En la casa". Es, además, muy necesaria afrontando abiertamente y sin tapujos el cáncer de los sacerdotes depredadores sexuales que la iglesia católica ha pretendido ignorar y esconder debajo de la alfombra hasta donde ya no ha sido posible sostener la situación.
Sin embargo, para su imprescindible y valiente denuncia, ha preferido escoger el camino periodístico, académico, distante y aséptico de “Spotlight” de Thomas McCarthy, en lugar del muchísimo más duro, genial e impactante, una obra maestra que te golpea sin piedad en el estómago, de Pablo Larraín en “El club”, la absoluta y certera obra maestra sobre el tema.
François Ozon, con su estilo elegante y sólido con el que ha desarrollado su extensa e interesante filmografía (con ciertos altibajos), nos lega una historia que comienza siendo familiar (en el seno de una familia católica numerosa y tradicional, el padre decide poner en conocimiento de la autoridad eclesiástica competente que fue víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote durante su infancia) para culminar siendo coral conforme van sumándose a la denuncia más víctimas del sacerdote pederasta, cuyas terribles historias vamos conociendo a lo largo del excesivo metraje de la cinta.
Ozon subraya, en justicia y como no podría ser de otra manera, todos y cada uno de los torticeros caminos escogidos por la iglesia para tapar estos casos, para evitar que salgan de la esfera canónica y sean conocidos por la opinión pública, para comprender a las víctimas con una mano y lograr amedrentarlas con la otra (un estilo netamente canónico), para “solucionar” el problema cambiando al sacerdote de destino… Lo que ya conocemos, perfectamente resumido en esta cinta francesa.
Pero le falta emoción. Resulta un tanto distante y fría al final. No te golpea y te trastorna la vida, como sí lo logra la obra maestra de Pablo Larraín, “El club”. Te indignas con las manipulaciones junto con sus protagonistas pero no te perturba, lo cual no resta ni un ápice a su necesidad y a su oportunidad como cine de denuncia. Y esa tendencia a desarrollar mediante voces en off el género epistolar entre los personajes acaba cargando y lastrando el resultado final. Demasiado tono documental para ser cine de ficción.
Y, eso sí, adolece de un metraje exagerado y excesivo y un tono academicista que hubiera requerido de más sangre en las venas para afrontar semejante cuestión aberrante y criminal.
Sin embargo, para su imprescindible y valiente denuncia, ha preferido escoger el camino periodístico, académico, distante y aséptico de “Spotlight” de Thomas McCarthy, en lugar del muchísimo más duro, genial e impactante, una obra maestra que te golpea sin piedad en el estómago, de Pablo Larraín en “El club”, la absoluta y certera obra maestra sobre el tema.
François Ozon, con su estilo elegante y sólido con el que ha desarrollado su extensa e interesante filmografía (con ciertos altibajos), nos lega una historia que comienza siendo familiar (en el seno de una familia católica numerosa y tradicional, el padre decide poner en conocimiento de la autoridad eclesiástica competente que fue víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote durante su infancia) para culminar siendo coral conforme van sumándose a la denuncia más víctimas del sacerdote pederasta, cuyas terribles historias vamos conociendo a lo largo del excesivo metraje de la cinta.
Ozon subraya, en justicia y como no podría ser de otra manera, todos y cada uno de los torticeros caminos escogidos por la iglesia para tapar estos casos, para evitar que salgan de la esfera canónica y sean conocidos por la opinión pública, para comprender a las víctimas con una mano y lograr amedrentarlas con la otra (un estilo netamente canónico), para “solucionar” el problema cambiando al sacerdote de destino… Lo que ya conocemos, perfectamente resumido en esta cinta francesa.
Pero le falta emoción. Resulta un tanto distante y fría al final. No te golpea y te trastorna la vida, como sí lo logra la obra maestra de Pablo Larraín, “El club”. Te indignas con las manipulaciones junto con sus protagonistas pero no te perturba, lo cual no resta ni un ápice a su necesidad y a su oportunidad como cine de denuncia. Y esa tendencia a desarrollar mediante voces en off el género epistolar entre los personajes acaba cargando y lastrando el resultado final. Demasiado tono documental para ser cine de ficción.
Y, eso sí, adolece de un metraje exagerado y excesivo y un tono academicista que hubiera requerido de más sangre en las venas para afrontar semejante cuestión aberrante y criminal.
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