Entrelobos
2010 

6.3
7,808
Aventuras. Drama
Siendo un niño, a Marcos su padre lo entregó a un terrateniente para saldar una deuda, y éste lo dejó en manos de un pastor de cabras que vivía en una cueva. Con él, Marcos aprendió, a cazar, a buscar comida y a hacer fuego. Al tiempo que se iba ganando la confianza de los lobos de la zona, Marcos se queda solo al fallecer el pastor... (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2011
30 de agosto de 2011
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La proximidad afectiva (desmintiendo a teólogos y científicos) entre un niño y un lobo salvará la vida del primero y permitirá al humano recobrar los valores de la amistad y la solidaridad, robados por su propia familia y el hostil y miserable entorno de la posguerra española.
Gerardo Olivares, muy dado a las realidades sociales y a la lucha por la supervivencia del hombre en entornos difíciles y degradados, hace aquí una lectura positiva de la naturaleza como aliada, dejando a los animales con alma la parte negativa de la leyenda basada en un caso real. De esta forma saca tangencialmente a la luz aspectos del caciquismo, la rabiosa caza de los maquis, la pobreza e ignorancia extremas de la población y el abuso de las "fuerzas del orden", siempre al servicio del poder.
Tal vez un protagonista menos conocido que "El Bola" hubiera dado más verosimilitud al guión escrito por el propio director, apoyado supongo por las confidencias del mismo pastor protagonista de los hechos que se relatan, Marcos Rodríguez Pantoja.
Gerardo Olivares, muy dado a las realidades sociales y a la lucha por la supervivencia del hombre en entornos difíciles y degradados, hace aquí una lectura positiva de la naturaleza como aliada, dejando a los animales con alma la parte negativa de la leyenda basada en un caso real. De esta forma saca tangencialmente a la luz aspectos del caciquismo, la rabiosa caza de los maquis, la pobreza e ignorancia extremas de la población y el abuso de las "fuerzas del orden", siempre al servicio del poder.
Tal vez un protagonista menos conocido que "El Bola" hubiera dado más verosimilitud al guión escrito por el propio director, apoyado supongo por las confidencias del mismo pastor protagonista de los hechos que se relatan, Marcos Rodríguez Pantoja.
14 de marzo de 2011
14 de marzo de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha encantado “Entrelobos” y me parece lo mejor del cine español en el 2010, junto con “Buried”, a expensas de ver todavía “También la lluvia” y “Balada triste de trompeta”. De entrada, deciros que la película no es sólo un biopic sobre la vida de Marcos Rodríguez Pantoja, sino que la han enfocado como cine de aventuras y la verdad es que les ha quedado bastante bien.
“Entrelobos” es una película que hará las delicias de todos aquellos que sean amantes de los animales y la naturaleza. La historia es bonita, incluso preciosa durante varios pasajes, y podrás ver lobos, cabras, buitres, ciervos, jabalíes, lechuzas y varios animalitos más en su hábitat natural. Algunos de los animales salvajes se nota que están amaestrados, pero bueno todos lucen bien delante de las cámaras (se desenvuelven con naturalidad y son de lo más fraternales). Durante varios momentos de la película, sobre todo en las escenas donde no hay diálogos y los protagonistas son los animales, me ha recordado a Félix Rodríguez de la Fuente y a la serie “El Hombre y la Tierra”.
Sin duda, el atractivo empaque visual y el titánico trabajo de realización dan sus frutos a la hora de captar la belleza de los animales y retratar la naturaleza en todo su esplendor. No me extraña que para muchos (incluido un servidor) estos momentos casi de “documentales de animales” sean lo mejor de este filme junto con la fotografía de sus impresionantes parajes. No en vano la factura técnica es irreprochable (grandiosa fotografía, música excelente, buen montaje, efectos especiales creíbles y bien hechos, etc.)
Hay muy pocas quejas que dar de este producto. Quizás, las principales serían lo abruptas que resultan las elipsis (la impresión que da es que son metidas con calzador o de manera atropellada) y, por otro lado, que han dibujado la vida de Marcos Rodríguez Pantoja con brocha gorda (sólo se profundiza en una etapa de la vida de esta persona, cuando es un crío, y dejan muchos otros momentos sin tocar que seguro que también fueron interesantes). Es cierto que contar la vida entera de una persona requeriría mucho metraje o tocarlo todo de pasada, pero en mi opinión se han dejado en el tintero otros importantes conflictos que vivió el protagonista más adelante (sobre todo me hubiera gustado ver su reinserción en la sociedad).
Y poco más voy a añadir. “Entrelobos” es una película que funciona, que atrapa y donde quiero destacar a Sancho Gracia y al niño Manuel Camacho haciendo dos papelones para el recuerdo. En definitiva, me ha parecido buen cine y os lo recomiendo a todos.
“Entrelobos” es una película que hará las delicias de todos aquellos que sean amantes de los animales y la naturaleza. La historia es bonita, incluso preciosa durante varios pasajes, y podrás ver lobos, cabras, buitres, ciervos, jabalíes, lechuzas y varios animalitos más en su hábitat natural. Algunos de los animales salvajes se nota que están amaestrados, pero bueno todos lucen bien delante de las cámaras (se desenvuelven con naturalidad y son de lo más fraternales). Durante varios momentos de la película, sobre todo en las escenas donde no hay diálogos y los protagonistas son los animales, me ha recordado a Félix Rodríguez de la Fuente y a la serie “El Hombre y la Tierra”.
Sin duda, el atractivo empaque visual y el titánico trabajo de realización dan sus frutos a la hora de captar la belleza de los animales y retratar la naturaleza en todo su esplendor. No me extraña que para muchos (incluido un servidor) estos momentos casi de “documentales de animales” sean lo mejor de este filme junto con la fotografía de sus impresionantes parajes. No en vano la factura técnica es irreprochable (grandiosa fotografía, música excelente, buen montaje, efectos especiales creíbles y bien hechos, etc.)
Hay muy pocas quejas que dar de este producto. Quizás, las principales serían lo abruptas que resultan las elipsis (la impresión que da es que son metidas con calzador o de manera atropellada) y, por otro lado, que han dibujado la vida de Marcos Rodríguez Pantoja con brocha gorda (sólo se profundiza en una etapa de la vida de esta persona, cuando es un crío, y dejan muchos otros momentos sin tocar que seguro que también fueron interesantes). Es cierto que contar la vida entera de una persona requeriría mucho metraje o tocarlo todo de pasada, pero en mi opinión se han dejado en el tintero otros importantes conflictos que vivió el protagonista más adelante (sobre todo me hubiera gustado ver su reinserción en la sociedad).
Y poco más voy a añadir. “Entrelobos” es una película que funciona, que atrapa y donde quiero destacar a Sancho Gracia y al niño Manuel Camacho haciendo dos papelones para el recuerdo. En definitiva, me ha parecido buen cine y os lo recomiendo a todos.
13 de octubre de 2011
13 de octubre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno asiste como espectador a un filme basado en hechos reales normalmente reflexiona pero de forma un tanto alejada, sin embargo en este caso dado el paraje tan cercano donde se desarrolla la trama, uno siente que podría haberse tratado de la historia de cualquier vecino con el que sostiene amistosas charlas en la plaza.
El aspecto documental cala muy hondo en el filme, se nota el desarrollo destinado a dar bastante relevancia a la naturaleza que rodeaba la vida de Marcos, pues en todo momento se destinan valiosas tomas a la vida cotidiana de los animales que pueblan la Sierra: la caza del lobo, los conejos, las ginetas, los búhos reales, y un largo etcétera que sin duda recordarán y mucho a la grandiosa serie "El Hombre y la Tierra", de Félix Rodríguez de la Fuente. Un acierto, pues uno asiste maravillado a la biodiversidad de la zona, parajes familiares y reconocibles en mi caso, con una espléndida fotografía y primeros planos de excelente realización técnica.
En cuanto a la historia, sigue un guión lógico, otorgando el mayor protagonismo a la niñez de Marcos, bastante desgraciada, y tratando a duras penas de aprender a enfrentarse a la naturaleza, siendo la parte en que aparece Ballesta la más corta, y también la más chirriante, si con el pequeño nos encontramos un relato entrañable, en la adolescencia parece fuera de lugar, escasamente creíble, pero repito, esta parte es la más breve. El resto de actores mantiene el tipo, con el habla típica andaluza cerrada que para mí también resulta un acierto (no se qué pensará la gente de otras comunidades); mención especial a Sancho Gracia que vuelve a los mismos parajes que en "Curro Jiménez" y el señorito José Manuel Soto; aunque a veces da la sensación de sobreactuación.
Se siente angustia al vivir las peripecias del pequeño Marcos, cómo es perseguido, cuando pierde a sus seres queridos, el espectador establece de inmediato empatía con aquellos que le ayudan a sobrevivir y con los propios animales, como reitero protagonistas junto a Marcos de esta historia; la subtrama del bandolero y los cabreros ayudan a amenizar el filme, pues de otro modo quizás resultase demasiado monótono.
La caracterización de los personajes es reseñable, con los habituales atuendos de la época, las formas de vida relativas al pastoreo, la extrema pobreza en zonas rurales, la subsistencia mediante la caza y la recolección, o el odio visceral por el enemigo lobo, siempre perseguido por ser considerado un competidor dañino frente a la especie humana. La música también realza los momentos importantes con temas instrumentales agradables.
En definitiva, bello relato sobre la historia de Marcos Rodríguez Pantoja, que aparece muy brevemente en el filme, resaltando sobre todo los aspectos amables que contiene la naturaleza y los animales salvajes, frente a la crueldad que puede llegar a mostrar el ser humano.
El aspecto documental cala muy hondo en el filme, se nota el desarrollo destinado a dar bastante relevancia a la naturaleza que rodeaba la vida de Marcos, pues en todo momento se destinan valiosas tomas a la vida cotidiana de los animales que pueblan la Sierra: la caza del lobo, los conejos, las ginetas, los búhos reales, y un largo etcétera que sin duda recordarán y mucho a la grandiosa serie "El Hombre y la Tierra", de Félix Rodríguez de la Fuente. Un acierto, pues uno asiste maravillado a la biodiversidad de la zona, parajes familiares y reconocibles en mi caso, con una espléndida fotografía y primeros planos de excelente realización técnica.
En cuanto a la historia, sigue un guión lógico, otorgando el mayor protagonismo a la niñez de Marcos, bastante desgraciada, y tratando a duras penas de aprender a enfrentarse a la naturaleza, siendo la parte en que aparece Ballesta la más corta, y también la más chirriante, si con el pequeño nos encontramos un relato entrañable, en la adolescencia parece fuera de lugar, escasamente creíble, pero repito, esta parte es la más breve. El resto de actores mantiene el tipo, con el habla típica andaluza cerrada que para mí también resulta un acierto (no se qué pensará la gente de otras comunidades); mención especial a Sancho Gracia que vuelve a los mismos parajes que en "Curro Jiménez" y el señorito José Manuel Soto; aunque a veces da la sensación de sobreactuación.
Se siente angustia al vivir las peripecias del pequeño Marcos, cómo es perseguido, cuando pierde a sus seres queridos, el espectador establece de inmediato empatía con aquellos que le ayudan a sobrevivir y con los propios animales, como reitero protagonistas junto a Marcos de esta historia; la subtrama del bandolero y los cabreros ayudan a amenizar el filme, pues de otro modo quizás resultase demasiado monótono.
La caracterización de los personajes es reseñable, con los habituales atuendos de la época, las formas de vida relativas al pastoreo, la extrema pobreza en zonas rurales, la subsistencia mediante la caza y la recolección, o el odio visceral por el enemigo lobo, siempre perseguido por ser considerado un competidor dañino frente a la especie humana. La música también realza los momentos importantes con temas instrumentales agradables.
En definitiva, bello relato sobre la historia de Marcos Rodríguez Pantoja, que aparece muy brevemente en el filme, resaltando sobre todo los aspectos amables que contiene la naturaleza y los animales salvajes, frente a la crueldad que puede llegar a mostrar el ser humano.
14 de septiembre de 2015
14 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querido por los lobos y despreciado por sus semejantes, sería la descripción moral de esta estupenda película, que recrea las vivencias personales notablemente duras de un ser humano. Gerardo Olivares, director y guionista del film se topó, hace unos pocos años, con la historia desgarradora y emotiva de Marcos Rodríguez Pantoja, un niño que a mediados del pasado siglo, fue vendido por su padre a los siete años de edad. Se le envió al monte a hacer compañía a un cabrero y, tras el fallecimiento de éste, sobrevivió formando parte de una manada de lobos apartado de la civilización. Adaptándose a su nuevo hábitat natural, donde impera la ley de la naturaleza y el instinto de supervivencia.
Recreada admirablemente en unos parajes naturales de Sierra Morena donde transcurre la trama. “Entrelobos” se inicia con un esbozo de la vida rural andaluza de mediados de los cincuenta, la cámara del cineasta nos muestra la realidad de una sociedad atávica y sumisa al cacique local, con sus esbirros y sus pobres de solemnidad que son tratados con desprecio y arrogancia. En ese contexto inserta el cineasta al niño Marcos, el hijo de una familia de pastores que es entregado al cacique en compensación por la pérdida de unos cuantos animales, tras el ataque de una manada de lobos hambrientos.
Marcos niño (Manuel Camacho) será destinado a ayudar a un viejo pastor, Atanasio (un excelente Sancho Gracia, que igual que su personaje, se encontraba en los últimos años de su vida, aquejado de cáncer por su calvicie debido a la quimioterapia), con el que encontrará el afecto perdido, aprenderá a relacionarse con la naturaleza y tomará conciencia de los conflictos sociales latentes a través de la historia de un bandolero, “El Balilla” que se echó al monte tras la Guerra Civil y merodea por la zona. Tanto el viejo cabrero como el bandolero (Alex Brendemühl), son lobos solitarios, personajes al margen de la sociedad, seres que logran subsistir precisamente por haber escapado de la manada.
Este telón de fondo, sin embargo, más que a propósitos dramáticos, sirve para dar cuerpo a la idea central de “Entrelobos”, la que opone un entorno natural con el que es posible convivir y cooperar con un mundo humano hecho de mezquindades, odios y desigualdades. Una mirada limpia y un tanto idílica, que convierte a la naturaleza en refugio contra la maldad humana. Liderada por una especie de rey de las montañas encarnado por el Marcos adulto y salvaje (Juan José Ballesta), demostrando que todo vestigio de civilización tiende a funcionar como amenaza, como peligro que acecha en la sombra a una vida libre y plena.
Recreada admirablemente en unos parajes naturales de Sierra Morena donde transcurre la trama. “Entrelobos” se inicia con un esbozo de la vida rural andaluza de mediados de los cincuenta, la cámara del cineasta nos muestra la realidad de una sociedad atávica y sumisa al cacique local, con sus esbirros y sus pobres de solemnidad que son tratados con desprecio y arrogancia. En ese contexto inserta el cineasta al niño Marcos, el hijo de una familia de pastores que es entregado al cacique en compensación por la pérdida de unos cuantos animales, tras el ataque de una manada de lobos hambrientos.
Marcos niño (Manuel Camacho) será destinado a ayudar a un viejo pastor, Atanasio (un excelente Sancho Gracia, que igual que su personaje, se encontraba en los últimos años de su vida, aquejado de cáncer por su calvicie debido a la quimioterapia), con el que encontrará el afecto perdido, aprenderá a relacionarse con la naturaleza y tomará conciencia de los conflictos sociales latentes a través de la historia de un bandolero, “El Balilla” que se echó al monte tras la Guerra Civil y merodea por la zona. Tanto el viejo cabrero como el bandolero (Alex Brendemühl), son lobos solitarios, personajes al margen de la sociedad, seres que logran subsistir precisamente por haber escapado de la manada.
Este telón de fondo, sin embargo, más que a propósitos dramáticos, sirve para dar cuerpo a la idea central de “Entrelobos”, la que opone un entorno natural con el que es posible convivir y cooperar con un mundo humano hecho de mezquindades, odios y desigualdades. Una mirada limpia y un tanto idílica, que convierte a la naturaleza en refugio contra la maldad humana. Liderada por una especie de rey de las montañas encarnado por el Marcos adulto y salvaje (Juan José Ballesta), demostrando que todo vestigio de civilización tiende a funcionar como amenaza, como peligro que acecha en la sombra a una vida libre y plena.
23 de marzo de 2013
23 de marzo de 2013
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La España profunda es rica en mitos y leyendas, casi todas curiosamente -o no tan curiosamente- ambientadas en el norte (la Santa Compaña, el hombre pez de Cantabria, el hombre-lobo Romasanta… ) y centro de la Península (la cruz del diablo de Cuenca, o la cueva maldita de Salamanca). A lo mejor por aquello de la cuota y la equidad entre territorios, ahora se le ha dado un poco de publicidad, gracias a esta película de “Entre lobos”, a la historia de Marcos Rodríguez Pantoja, el niño criado por los lobos de Sierra Morena. Por lo que se nos cuenta, en los tiempos del hambre, el maquis y los señoritos, la familia de Marcos no podía mantener a todos así que lo ofreció como tributo al malvado cacique, quien le puso a cuidar sus cabras en lo más recóndito del monte junto a un pastor ermitaño que, por suerte, le enseña técnicas básicas de supervivencia rural antes de fallecer por causas naturales. Sin modo de valerse por sí mismo en un ambiente hostil y, al parecer, sin poder volver a la civilización (ni que Sierra Morena fueran los Apalaches) el bueno de Marcos fue aceptado por los lobos y demás bichos silvestres que le ayudaron a mantenerse con vida hasta que le capturó la Guardia Civil y lo reinsertó en la sociedad tras dos o tres vicisitudes que se nos cuenta de mala manera en la película.
Lo mejor de la película es su fotografía y su ambientación natural y lo peor es todo lo demás. Como si no hubiera dos nativos andaluces capaces de protagonizar un par de escenas, se recurre a actores semi-conocidos para hacer de humildes y ridículos aldeanos con una parodia atroz del acento rural (“cohone’ shiquilla vende’cá pa’cá” o “ozú er zeñorito qu’mala follá qu’tié”) a medio camino entre la parodia exagerada y la ininteligibilidad simiesca. Toda la naturalidad que se consigue con los paisajes, se pierde con esas interpretaciones forzadas. El guión tampoco consigue ofrecer una secuencia consistente de acontecimientos: se supone que el crío está perdido en el culo del mundo, pero hay personajes que cuando quieren se plantan en su cueva con notable facilidad y cuando lo capturan, tarda una tarde andando en llegar a una cabaña con gente conocida. En cuanto a los protagonistas, cuanto menos hablan mejor, y sus interpretaciones son tan erráticas como exige la trama… destacaría el hecho de que el niño sufre una clara involución: de ser un zagal sagaz que se busca la vida, cuando crece y se transforma en El Bola se transforma en un hippie porreta que se sube a la rocas a hacer ruidos (vale, me creo que eso lo aprendió de los lobos, no de los porros), se revuelca en la tierra (¿lo aprendió de las cucarachas? ¿o un mal colocón?) o corretea sin rumbo por el monte (clásico efecto subidón-subidón... insisto, ¿no puede salir al camino y ponerse a andar a ver donde le lleva?).
No debemos tampoco olvidarnos de los otros protagonistas del filme, los lobos. Por momentos, parece haber ciertas reminiscencias con “El Oso” de Annaud, como queriendo darles auténtica importancia y un perfil psicología, pero ni de lejos. Annaud se tiró una eternidad estudiando al oso en libertad para buscar las secuencias que buscaba y “Entrelobos” saca unos lobos amaestrados no por Félix Rodríguez de la Fuente, sino por Ángel Cristo, o sea, parte del atrezzo (aceptan órdenes básicas como sit, plat, ataca y hazte el muerto).
En fin, vistosa pero hueca. Se deja ver, pero es ridícula por momentos y muy ridícula a ratos. Dan ganas de hacer una excursión rural el fin de semana… y poco más.
Lo mejor de la película es su fotografía y su ambientación natural y lo peor es todo lo demás. Como si no hubiera dos nativos andaluces capaces de protagonizar un par de escenas, se recurre a actores semi-conocidos para hacer de humildes y ridículos aldeanos con una parodia atroz del acento rural (“cohone’ shiquilla vende’cá pa’cá” o “ozú er zeñorito qu’mala follá qu’tié”) a medio camino entre la parodia exagerada y la ininteligibilidad simiesca. Toda la naturalidad que se consigue con los paisajes, se pierde con esas interpretaciones forzadas. El guión tampoco consigue ofrecer una secuencia consistente de acontecimientos: se supone que el crío está perdido en el culo del mundo, pero hay personajes que cuando quieren se plantan en su cueva con notable facilidad y cuando lo capturan, tarda una tarde andando en llegar a una cabaña con gente conocida. En cuanto a los protagonistas, cuanto menos hablan mejor, y sus interpretaciones son tan erráticas como exige la trama… destacaría el hecho de que el niño sufre una clara involución: de ser un zagal sagaz que se busca la vida, cuando crece y se transforma en El Bola se transforma en un hippie porreta que se sube a la rocas a hacer ruidos (vale, me creo que eso lo aprendió de los lobos, no de los porros), se revuelca en la tierra (¿lo aprendió de las cucarachas? ¿o un mal colocón?) o corretea sin rumbo por el monte (clásico efecto subidón-subidón... insisto, ¿no puede salir al camino y ponerse a andar a ver donde le lleva?).
No debemos tampoco olvidarnos de los otros protagonistas del filme, los lobos. Por momentos, parece haber ciertas reminiscencias con “El Oso” de Annaud, como queriendo darles auténtica importancia y un perfil psicología, pero ni de lejos. Annaud se tiró una eternidad estudiando al oso en libertad para buscar las secuencias que buscaba y “Entrelobos” saca unos lobos amaestrados no por Félix Rodríguez de la Fuente, sino por Ángel Cristo, o sea, parte del atrezzo (aceptan órdenes básicas como sit, plat, ataca y hazte el muerto).
En fin, vistosa pero hueca. Se deja ver, pero es ridícula por momentos y muy ridícula a ratos. Dan ganas de hacer una excursión rural el fin de semana… y poco más.
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