Alanis
2017 

6.3
1,660
29 de abril de 2018
29 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película te deja sin palabras tras su visionado. Y es que lo que has visto en 82 minutos no es una obra de ficción. Es realidad. Ternura, fragilidad, fuerza, coraje, valor y dignidad. Sobre todo mucha dignidad. Porque María y Dante son dos seres luminosos que nos regalan una escena costumbrista de su vida que no busca justificarse ni explicar sus motivos. Irrumpen en tu retina sin avisos y sin necesidad de presentarse. No necesitan invitación. Aunque se la pidan, aunque se la exijan constantemente.
Imposible no morirse de ternura y salir con una sensación de calidez en el pecho tras ver las carantoñas entre madre e hijo. Una madre que quiere lo mejor para su hijo. No quería que fuera el hijo de puta, dice en una escena. Y es que a pesar de sus condiciones, lo único que quiere María es poder cuidar a su hijo y luchar por construirle un futuro.
La visionaran demagogxs y no la entenderán. Buscaran significados ocultos, versos tras las paredes de lo cotidiano. Pero no podrán derribar algo tan solido como lo que dice esta película. Porque esta película es la verdad. Una verdad áspera, cruda y descarnada. A veces tierna y bella y otras tantas desagradable.
Es fácil hablar, cuestionar, juzgar, criticar todo lo que no comprendemos, las formas de vida que no compartimos.
Lo difícil es tender la mano al otro cuando lo necesita, mirarle sin prejuicio, intentar entender sus motivos.
A María nadie le deja poder decidir que mujer quiere ser. Se le impone, se le cuestiona, se le obliga a tomar la alternativa.
Nadie respeta su libre elección. Nadie comprende que es la mujer que ha decidido ser.
Todos nos vendemos. En la cama de un hotel con un tipo que se excita cuando escucha insultos o en una casa por horas limpiando unos baños.
Ni cierra ni abre el debate sobre si se debería claudicar la prostitución o dotar de mas derechos a las trabajadoras sexuales.
Es solo un retazo de vida. La vida de Maria y Dante. Con sus dificultades y su cariño incondicional. Con su lucha diaria.
Y basta. Da igual lo que te parezca. No necesita que la construyas o la destruyas con tu opinión.
Por cierto, soberbio trabajo de Sofia Gala. Consigue darle vida a un personaje que respira por cuenta propia. He descubierto hace un rato que el niño protagonista y ella son madre e hijo y no puedo alabar mas aun la película.
Imposible no morirse de ternura y salir con una sensación de calidez en el pecho tras ver las carantoñas entre madre e hijo. Una madre que quiere lo mejor para su hijo. No quería que fuera el hijo de puta, dice en una escena. Y es que a pesar de sus condiciones, lo único que quiere María es poder cuidar a su hijo y luchar por construirle un futuro.
La visionaran demagogxs y no la entenderán. Buscaran significados ocultos, versos tras las paredes de lo cotidiano. Pero no podrán derribar algo tan solido como lo que dice esta película. Porque esta película es la verdad. Una verdad áspera, cruda y descarnada. A veces tierna y bella y otras tantas desagradable.
Es fácil hablar, cuestionar, juzgar, criticar todo lo que no comprendemos, las formas de vida que no compartimos.
Lo difícil es tender la mano al otro cuando lo necesita, mirarle sin prejuicio, intentar entender sus motivos.
A María nadie le deja poder decidir que mujer quiere ser. Se le impone, se le cuestiona, se le obliga a tomar la alternativa.
Nadie respeta su libre elección. Nadie comprende que es la mujer que ha decidido ser.
Todos nos vendemos. En la cama de un hotel con un tipo que se excita cuando escucha insultos o en una casa por horas limpiando unos baños.
Ni cierra ni abre el debate sobre si se debería claudicar la prostitución o dotar de mas derechos a las trabajadoras sexuales.
Es solo un retazo de vida. La vida de Maria y Dante. Con sus dificultades y su cariño incondicional. Con su lucha diaria.
Y basta. Da igual lo que te parezca. No necesita que la construyas o la destruyas con tu opinión.
Por cierto, soberbio trabajo de Sofia Gala. Consigue darle vida a un personaje que respira por cuenta propia. He descubierto hace un rato que el niño protagonista y ella son madre e hijo y no puedo alabar mas aun la película.
11 de julio de 2022
11 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida no es como nos la cuenta el cine de Hollywood. Ni es como nos obliga a verla el capitalismo genocida. La vida no es divertida, ni un cuento de hadas, ni todo sale bien al final, ni es justa, ni corresponde según has hecho. Eso nos lo cuenta magistralmente “Alanis” sin necesidad de alardes cinematográficos. Y de paso nos introduce en el debate sobre la oportunidad o no del abolicionismo de la prostitución.
Porque la película de la argentina Anahí Berneri nos asoma a ese mundo sórdido sin anestesia alguna. Obviamente no llega al nivel de esa obra maestra inmortal que es “Princesas” de Fernando León de Aranoa, pero es honrada, honesta y coherente. Y eso es muchísimo cuando se trata un tema que hace desvariar a derecha e izquierda tanto últimamente.
Alanis es una joven prostituta que tiene un hijo de año y medio. Comparte piso con Gisela y ambas se dedican a vender su cuerpo a hombres sin escrúpulos que pagan por sexo. Alanis sobrevive como puede pensando que no se puede caer más bajo. Se equivoca, porque la vida siempre te demuestra que siempre se puede empeorar en cualquier momento. Al piso llega una redada policial, detienen a Gisela por trata y Alanis se ve en la calle con un menor de edad que aún mama de su madre. Se tiene que refugiar en casa de su tía, la cual desconoce la profesión de Alanis, y tiene que volver a hacer la calle, pero en solitario es demasiado peligroso y aún más comprometido.
El estilo que escoge Anahí Berneri para narrarlo es justo el que necesitaba la trama. Con cierto eco a Michael Haneke, el plano fijo encierra y angustia a los personajes que apenas salen del encuadre. La cámara nunca cae en la miserabilidad fácil y sabe navegar inteligentemente en estas procelosas aguas melodramáticas sin equivocar nunca el tono.
Todo el metraje gravita en torno a la impresionante actriz Sofía Gala Castiglione, inconmensurable en su encarnación de Alanis, directa y crudamente brillante.
El guión de la propia cineasta argentina respira verosimilitud y realismo en cada fotograma y hace que el devenir de Alanis te importe y te toque la fibra sensible. No es una obra maestra pero sí exige ser visionada antes de opinar sin saber sobre la prostitución.
Porque la película de la argentina Anahí Berneri nos asoma a ese mundo sórdido sin anestesia alguna. Obviamente no llega al nivel de esa obra maestra inmortal que es “Princesas” de Fernando León de Aranoa, pero es honrada, honesta y coherente. Y eso es muchísimo cuando se trata un tema que hace desvariar a derecha e izquierda tanto últimamente.
Alanis es una joven prostituta que tiene un hijo de año y medio. Comparte piso con Gisela y ambas se dedican a vender su cuerpo a hombres sin escrúpulos que pagan por sexo. Alanis sobrevive como puede pensando que no se puede caer más bajo. Se equivoca, porque la vida siempre te demuestra que siempre se puede empeorar en cualquier momento. Al piso llega una redada policial, detienen a Gisela por trata y Alanis se ve en la calle con un menor de edad que aún mama de su madre. Se tiene que refugiar en casa de su tía, la cual desconoce la profesión de Alanis, y tiene que volver a hacer la calle, pero en solitario es demasiado peligroso y aún más comprometido.
El estilo que escoge Anahí Berneri para narrarlo es justo el que necesitaba la trama. Con cierto eco a Michael Haneke, el plano fijo encierra y angustia a los personajes que apenas salen del encuadre. La cámara nunca cae en la miserabilidad fácil y sabe navegar inteligentemente en estas procelosas aguas melodramáticas sin equivocar nunca el tono.
Todo el metraje gravita en torno a la impresionante actriz Sofía Gala Castiglione, inconmensurable en su encarnación de Alanis, directa y crudamente brillante.
El guión de la propia cineasta argentina respira verosimilitud y realismo en cada fotograma y hace que el devenir de Alanis te importe y te toque la fibra sensible. No es una obra maestra pero sí exige ser visionada antes de opinar sin saber sobre la prostitución.
2 de diciembre de 2018
2 de diciembre de 2018
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Filmada en lenguaje documental y muy realista en todo. Huyendo de todo adorno, la acción habla por sí misma. Los servicios sociales oficiales, escudándose en la moralidad y toda la máscara social, lo que hacen en realidad es dejar en la calle a una madre con su hijo, privarla del acceso a sus escasas pertenencias y, encima, robarla el pequeño dinero que tenía escondido en una media. Crudo y realista todo, y el film dura lo que tiene que durar, huyendo de todo discurso, pretenciosidad, pedantería y longitud cargante como incurren muchos.
7 de julio de 2019
7 de julio de 2019
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El cine de América Latina ha de agradecer la existencia de un espacio tal como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Basta con apreciar la escasa representación que tiene el cine latino en los principales certámenes cinematográficos a nivel mundial para afirmarlo. Por lo general, aquellas películas que llegan a destacar son las que se acercan a un empleo de la técnica, narrativa y lenguaje más artífice, propio de la industria Hollywoodense. Porque la capacidad de una nación para poder desarrollar una filmografía básicamente radica en ello: en la industria. En ésta región del mundo, salvo algunos polos puntuales como Argentina, Brasil o México, el resto de los países carecen de una estructura para poder desarrollar una producción fluida, rentable, y que se refleje en un número X de films que se realicen por año. Haciendo un paralelismo con la realidad social y económica, en el pedestal sólo parecen haber cupos para películas de origen yanqui, europeo, o de determinadas regiones de Asia. La impronta que dejamos allí para poder decir presente se podría resumir en los planos secuencias de “El secreto de sus ojos” o “El clan” (de lo peor hecho por Pablo Trapero), que abraza más la noción de un cine-espectáculo que de un cine-identidad. Entonces el espacio que nos queda, como bloque continental, para garantizar, reafirmar, y desnudar las realidades que nos tocan vivir, definiéndonos como latinos, es allí, en La Habana.
Es dentro de éste marco que obras tales como “Alanis”, de la directora Anahí Berneri, logran destacar y hacerse un hueco, que de otra manera no tendrían. En ésta película en cuestión lo que destaco no es su valor social o identitario en relación a nuestras problemáticas (elemento que en el Festival se tiene muy en cuenta al momento de la premiación), si no la construcción de su discurso con los elementos visuales disponibles. Porque yendo a la realidad, el hacer cine sin tener una gran producción detrás, no se basa en el querer hacer, si no en la disponibilidad para hacer. Por ello, para quien escribe, a nivel estético tiene más fuerza la construcción de un film en base a planos estáticos que sean funcionales a lo que se cuentan, que una cámara prodigiosa que realiza movimientos suntuosos por el mero afán de la espectacularidad (sin ir más lejos, la escena en la cancha de Racing de “El secreto de sus ojos”).
Pero empecemos por el principio. ¿De qué va “Alanis”? La trama de la película gira en torno a la protagonista, de nombre homologo al título (interpretado por Sofía Gala), una madre soltera, joven y prostituta que trata de abrirse paso en la sociedad llevando consigo a un hijo de apenas año y medio de edad. Ergo, en la misma no se abarca la problemática en su totalidad, si no en un hecho puntual e igual de reducido a los valores de planos empleados: el desalojo de la protagonista de su vivienda y su consiguiente luchar por conseguir un nuevo espacio que le permita seguir ejerciendo su profesión. Aquí la grandeza de su relato: el no abarcar la problemática en su totalidad, pero si en su complejidad. Y por consecuente, la grandeza del cine como dispositivo comunicacional al actuar como sinécdoque: la parte por el todo.
Es dentro de éste marco que obras tales como “Alanis”, de la directora Anahí Berneri, logran destacar y hacerse un hueco, que de otra manera no tendrían. En ésta película en cuestión lo que destaco no es su valor social o identitario en relación a nuestras problemáticas (elemento que en el Festival se tiene muy en cuenta al momento de la premiación), si no la construcción de su discurso con los elementos visuales disponibles. Porque yendo a la realidad, el hacer cine sin tener una gran producción detrás, no se basa en el querer hacer, si no en la disponibilidad para hacer. Por ello, para quien escribe, a nivel estético tiene más fuerza la construcción de un film en base a planos estáticos que sean funcionales a lo que se cuentan, que una cámara prodigiosa que realiza movimientos suntuosos por el mero afán de la espectacularidad (sin ir más lejos, la escena en la cancha de Racing de “El secreto de sus ojos”).
Pero empecemos por el principio. ¿De qué va “Alanis”? La trama de la película gira en torno a la protagonista, de nombre homologo al título (interpretado por Sofía Gala), una madre soltera, joven y prostituta que trata de abrirse paso en la sociedad llevando consigo a un hijo de apenas año y medio de edad. Ergo, en la misma no se abarca la problemática en su totalidad, si no en un hecho puntual e igual de reducido a los valores de planos empleados: el desalojo de la protagonista de su vivienda y su consiguiente luchar por conseguir un nuevo espacio que le permita seguir ejerciendo su profesión. Aquí la grandeza de su relato: el no abarcar la problemática en su totalidad, pero si en su complejidad. Y por consecuente, la grandeza del cine como dispositivo comunicacional al actuar como sinécdoque: la parte por el todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tal figura retórica no se limita únicamente en el concepto que se pretende plasmar, si no que se refleja en un planteo visual tan potente como temerario. No se hace necesario mostrar una locación en su totalidad para que comprendamos el espacio en que los personajes se mueven, así como tampoco teme al recorte de los mismos fuera del encuadre para que comprendamos su acción, o al empleo del fuera de plano para trasmitirnos lo inquietante de la acción dramática en sí. Ejemplo de ello es al inicio de la película cuando la protagonista trata de bloquear el acceso a su departamento de dos agentes que, haciéndose pasar por clientes, llegan con la intención de clausurarles el negocio. Mientras la acción pasa, de fondo se escuchan los llantos del niño ante la invasión que se está sucediendo en su hogar. De igual manera ocurre cuando el propietario del apartamento decide dejar fuera del mismo a la madre y al hijo tras lo acontecido. Mientras ésta golpea con insistencia la puerta para qué, aunque sea, le deje retirar sus pertenencias, el niño se hace presente mediante sus llantos, sin verse en ningún momento. Mediante tal recurso, sin prostituir el relato o volverlo gratuito en ningún momento, es que la magnitud de los hechos adquiere el dramatismo necesario y da el correlativo golpe de efecto al espectador. Mención especial a la construcción de encuadres mediante el recorte y el uso de espejos con sus correspondientes reflejos en los mismos.
Sin subrayarlo, la directora expone la marginación social a la cual la protagonista está sometida por la simple elección de su profesión. Marginación que se da en el personaje de la tía a la cual acude para que le brinde techo por unos días, en sus colegas callejeras que la persiguen por trabajar en su “territorio”, y a través de la propia clientela (muy bien construida la escena en el telo, con el típico cliente “langa” y merquero, y el consecuente acto qué, mediante el cambio de la tonalidad en los parlamentos que buscan “calentar” al cliente, reflejan la emancipación y la bronca que siente la protagonista hacia aquellos que la tratan como un objeto meramente sexual). En cierto momento de la trama la tía le manifiesta que a ella “solo le gusta trabajar de una cosa”, menospreciándola. Pero hay una realidad que la película no tiene que decirla para que se comprenda, y que tampoco la digo yo, si no que la dice Marta Elisa de León (ex prostituta española) en su correspondiente biografía “Las ocultas”: una vez que una se ve inmersa en el ambiente laboral de la prostitución no existe otra manera en que ésta pueda seguir permitiéndose llevar la vida que lleva sin seguir trabajando en la misma. Más aún cuando no se tienen estudios, y cuando se tiene una criatura a cargo.
Es dentro de la figura de la sinécdoque, de la construcción de los espacios y de los hechos a través de las partes, que se manifiesta el verdadero conflicto de la película: el sitio para el amor que una madre trata de darle a su hijo dentro del contexto en el cual le toca vivir.
https://lanutriacanibal.blogspot.com/
Sin subrayarlo, la directora expone la marginación social a la cual la protagonista está sometida por la simple elección de su profesión. Marginación que se da en el personaje de la tía a la cual acude para que le brinde techo por unos días, en sus colegas callejeras que la persiguen por trabajar en su “territorio”, y a través de la propia clientela (muy bien construida la escena en el telo, con el típico cliente “langa” y merquero, y el consecuente acto qué, mediante el cambio de la tonalidad en los parlamentos que buscan “calentar” al cliente, reflejan la emancipación y la bronca que siente la protagonista hacia aquellos que la tratan como un objeto meramente sexual). En cierto momento de la trama la tía le manifiesta que a ella “solo le gusta trabajar de una cosa”, menospreciándola. Pero hay una realidad que la película no tiene que decirla para que se comprenda, y que tampoco la digo yo, si no que la dice Marta Elisa de León (ex prostituta española) en su correspondiente biografía “Las ocultas”: una vez que una se ve inmersa en el ambiente laboral de la prostitución no existe otra manera en que ésta pueda seguir permitiéndose llevar la vida que lleva sin seguir trabajando en la misma. Más aún cuando no se tienen estudios, y cuando se tiene una criatura a cargo.
Es dentro de la figura de la sinécdoque, de la construcción de los espacios y de los hechos a través de las partes, que se manifiesta el verdadero conflicto de la película: el sitio para el amor que una madre trata de darle a su hijo dentro del contexto en el cual le toca vivir.
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22 de julio de 2024
22 de julio de 2024
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Las interpretaciones no tienden a la estridencia. La protagonista se muestra segura ante la cámara, transmite autenticidad. Me hizo gracia cuando vacila al policía que la está interrogando, diciendo que tuvo a su bebé cuando 'estaba cogiendo y rompió en bolsa'. Todo en este largometraje que apenas pasa de la hora y media es bastante lúgubre, austero, triste, injusto o desagradable. Pero se hace ameno de seguir.
La película enuncia o da a entender lo siguiente:
- Muchas mujeres se dedican a la prostitución de forma voluntaria, la gran mayoría no son esclavas de traficantes de blancas ni están obligadas. Se paga alojamiento a la casera, y en muchos casos cada una fija los servicios que hace.
- La policía, los servicios sociales así como otros organismos estatales no respetan los derechos fundamentales de las trabajadoras sexuales de pisos, y teniendo la enorme hipocresía de decir que lo hacen por su propio bien. Vulneran los domicilios en los que habitan y confiscan sus pertenencias totalmente a capricho, queriendo únicamente oír que son esclavas sexuales para así legitimar su intrusión. Si no lo consiguen, les da igual. Por tanto, no sirven de ayuda, sino todo lo contrario, roban y expolian a un sector de la población en muchas ocasiones marginado e indefenso.
- Si se proviene de un entorno de pobreza, familia desestructurada y no se tiene estudios ni tampoco se ha aprendido un oficio es más probable pasar a ejercer esta innoble profesión. Luego resulta difícil salir de ahí porque el resto de trabajos están muy mal pagados y son asquerosos o difíciles. En este caso vemos como la protagonista pasa de volver a restregar el cagadero de la anciana inválida y de ayudarla a asearse. (Su tía se lo reprocha en lo que la espera: 'No, si ya sé de lo que te gusta trabajar a vos') y prefiere probar prostituirse con algún cliente antiguo.
- Los clientes son desagradables, o viejos estirados u hombres de mediana edad pasados de rosca, que no son depredadores sexuales, pero si un poco gilipollas, en el sentido de que les gusta ponerse de coca y se excitan en el sexo con la violencia verbal.
- Las calles tienen dueñas y si las veteranas (africanas en su mayoría, las más bravas y asilvestradas) van a ir a agredirte si eres una nueva que se pone a ejercer en su zona.
La película enuncia o da a entender lo siguiente:
- Muchas mujeres se dedican a la prostitución de forma voluntaria, la gran mayoría no son esclavas de traficantes de blancas ni están obligadas. Se paga alojamiento a la casera, y en muchos casos cada una fija los servicios que hace.
- La policía, los servicios sociales así como otros organismos estatales no respetan los derechos fundamentales de las trabajadoras sexuales de pisos, y teniendo la enorme hipocresía de decir que lo hacen por su propio bien. Vulneran los domicilios en los que habitan y confiscan sus pertenencias totalmente a capricho, queriendo únicamente oír que son esclavas sexuales para así legitimar su intrusión. Si no lo consiguen, les da igual. Por tanto, no sirven de ayuda, sino todo lo contrario, roban y expolian a un sector de la población en muchas ocasiones marginado e indefenso.
- Si se proviene de un entorno de pobreza, familia desestructurada y no se tiene estudios ni tampoco se ha aprendido un oficio es más probable pasar a ejercer esta innoble profesión. Luego resulta difícil salir de ahí porque el resto de trabajos están muy mal pagados y son asquerosos o difíciles. En este caso vemos como la protagonista pasa de volver a restregar el cagadero de la anciana inválida y de ayudarla a asearse. (Su tía se lo reprocha en lo que la espera: 'No, si ya sé de lo que te gusta trabajar a vos') y prefiere probar prostituirse con algún cliente antiguo.
- Los clientes son desagradables, o viejos estirados u hombres de mediana edad pasados de rosca, que no son depredadores sexuales, pero si un poco gilipollas, en el sentido de que les gusta ponerse de coca y se excitan en el sexo con la violencia verbal.
- Las calles tienen dueñas y si las veteranas (africanas en su mayoría, las más bravas y asilvestradas) van a ir a agredirte si eres una nueva que se pone a ejercer en su zona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- La protagonista se da cuenta de que lo mejor es ir a ejercer un piso. Hay más compañeras y se respira buen rollo, sororidad. La madame no impone condiciones abusivas. Muchas de las chicas son madres solteras, que ejercen de esto para ganarse la vida y cuidar de los hijos pequeños. Los trabajos sin estudios convencionales no permiten conciliar ni alcanzan para alimentar a dos personas.
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