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Corazón rebelde

Drama Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de música country que vive al margen de la sociedad, con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas, miles de millas recorridas y que con frecuencia se refugia en el alcohol. Cuando parece que apenas hay salvación para él, aparece Jean (Maggie Gyllenhall), una reportera que descubrirá quién es el verdadero Bad, al hombre detrás del músico. (FILMAFFINITY)
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4
9 de marzo de 2010
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un árbitro comete un error flagrante y decide compensarlo regalando al equipo perjudicado un penalti inexistente. Así comete dos errores y queda retratado por partida doble. Tan injusta ley no es patrimonio exclusivo del futboleo, también se estila en las academias cinematográficas, que a menudo otorgan merecidos premios a destiempo. Es el caso que nos ocupa.

Bridges es uno de los mejores actores americanos nacidos en los 40. Particularmente, me gusta más que De Niro, que casi siempre hace lo mismo. Él ha sido la principal razón por la que me he dejado caer por esta película. A pesar de que intuía que me iba a tragar la enésima recreación del fracasado con trazas de genio al que las circunstancias jodieron el sueño americano.

Baretos de mala muerte, whisky, desengaños vitales, desgracias a tutiplén y el inevitable romance que nos hace al protagonista un poco más cercano. El Nota, el fumado Lebowski, resulta convincente, su rol de cantante venido a menos está milimétricamente diseñado para su lucimiento. Pero cualquier actor de medio pelo lo hubiese estado. Bridges ha hecho docenas de interpretaciones más inspiradas y complejas que este prototipo country en horas bajas.

No ha habido sorpresa. Justo lo que esperaba, redención y superación. Una lástima. El Nota bien, gracias; el country, muy chulo; el niño, para disecarlo -¿o era un muñeco?-; la película, sin el menor interés. Una de tantas, un anodino telefilm con reparto estelar.
7
5 de marzo de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las horas bajas de una estrella del pasado no es un argumento desconocido en el cine y menos cuando todavía está reciente en la memoria la historia de El luchador, que hizo resurgir de las cenizas, apenas hace un año, a Mickey Rourke. En aquella ocasión, los paralelismos entre su personaje, un jugador de Wrestling en plena decadencia, y su propia experiencia como actor fueron claros. Aquella resurrección cinematográfica bien le mereció un Oscar. Esta vez no estamos frente a un intérprete tocando fondo pero sí ante una carrera, la de Jeff Bridges, que ha pasado injustamente desapercibida a lo largo de los años. Nueva oportunidad de la Academia de Hollywood para redimir sus pecados y nueva estatuilla casi cantada.

Las semejanzas entre El luchador y Crazy heart no terminan aquí. Ambas se centran en protagonistas de glorioso pasado enganchados al alcohol, que se mueven por ambientes sórdidos y que terminan encontrando el apoyo inesperado de bellas y luchadoras mujeres. Las dos nos acercan al corazón de dos hombres torturados por el paso del tiempo, enfrentados a las consecuencias de la mala vida y con atisbos de arrepentimiento. Demasiadas coincidencias como para no pensar, como mínimo, en un plagio creativo.

Sin embargo, esta evidente inspiración no resulta tan condenable una vez comparados los dos filmes. Las interpretaciones de Rourke y de Bridges están a la misma excelente altura, satisfaciendo al espectador de igual forma pero con sus respectivos matices. Mientras en la cinta de Aronofsky nos adentramos en el submundo de la lucha libre, en esta ocasión nos metemos de lleno en el universo desconocido de la música country. Un pretexto que nos sirve de nuevo para conocer más de cerca la América más profunda y real, la que apenas tiene cabida en las cintas que nos llegan de Hollywood.

La historia ha sido mil veces contada y no hace falta ser un lumbreras para vaticinar más o menos por donde deambulará la trama. A pesar de ello, los personajes y sus debilidades logran conmovernos de nuevo. Porque aunque existe un cierto regusto repetitivo, las interpretaciones de Maggie Gyllenhaal y de Jeff Bridges, dotadas de auténtico costumbrismo, siempre se reciben como aire fresco.
8
3 de abril de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para enfrentarse a Corazón rebelde (Crazy heart) hay que tener clara una cosa. La película de Scott Cooper no descubre la pólvora, ni lo pretende. No es el epítome de la originalidad. Es sólo una historia más de tantas que hablan sobre un bala perdida que encuentra el camino de la redención gracias al amor y el sentimiento de culpa.
Sabido y aceptado ésto (y quien no lo acepte mejor que se salga del cine, porque la cosa más convencional y tópica no puede ser), Corazón rebelde se revela como una verdadera sorpresa, una película de esas que no se pueden definir de otra manera que no sea "bonita". Jeff bridges, soberbio de principio a fin, es el principal responsable de hacer que este hombre desastroso, borracho y vividor resulte desde el primero momento encantador y hasta atractivo. Vamos, que no cuesta nada identificarse son él, ni tampoco ver lo mismo que el personaje de Jean ve en él. La acción avanza sin problemas, salvo un pequeño bajoncillo de ritmo que ocurre con la entrada en escena del personaje de Robert Duvall, que bien podría no haber exisitido, porque no aporta nada a la trama. Tampoco dice mucho la sub-trama del hijo perdido de Bad, cliché sentimentalón innecesario (pero bien recurrente en este particular subgénero que es el drama de redección de almas perdidas, al que también pertenece El luchador, de Darren Aronofsky). Pero salvo esas pequeñas cosas, la película es una gozada para ser vista y digerida tranquilamente, disfrutando de su maravillosa banda sonora y de la presencia de Bridges y sus secundarios. Colin Farrell se revela como un gran cantante, y hace desear que su papel hubiese sido más largo (aunque me da que no le debió costar mucho interpretar a Colin Farrell... digo, a Tommy Sweet), y Maggie Gyllenhaal... lo digo cada vez que s eme presenta la oportunidad, pero esta mujer es increíble. Menuda nominación al Oscar más bien dada. Gyllenhaal no sól oes una todoterreno, capaz de moverse en todos los géneros, sino que todo lo hace bien. Aquí vuelve a estar espléndida, transmitiendo las dudas y la angustia de su personaje, totalmente creíble gracias a ella. El porqué aún no se la rifan los estudios o decide hacer cosas como la secuela de Nanny McPhee son dudas que me atormentan.

Lo mejor: Jeff Bridges, Maggie Gyllenhaal y la banda sonora.
Lo peor: El personaje de Robert Duvall sobra, y la trama del hijo de Bad también.
8
8 de marzo de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “Corazón rebelde” de Scott Cooper no cuenta nada nuevo que no hayamos oído o visto ya, pero es el CÓMO lo cuenta lo auténtico y difícil de replicar.

Por un lado la interpretación de un inspiradísimo Jeff Bridges, colosal y en estado de gracia. Por otro lado un planteamiento sobrio y bien resuelto en las distancias cortas por parte de Scott Cooper, que debuta con nota como director. Tampoco es oro todo lo que reluce, hay puntos débiles que no pasan desapercibidos.

Aunque la historia tiene un meritorio mensaje de que es más saludable ver la botella medio lleno que medio vacía (cosa que el protagonista se toma al pie de la letra), lo más notable es la forma de retratar a Bad Blake. Jeff Bridges nos hace vivir y sufrir en sus carnes el declive de un alcoholizado cantante de country en horas bajas (Bad Blake), y nos consigue motivar cuando aparece en escena Jean (Maggie Gyllenhaal), que entrará en su corazón como las grandes baladas, provocando algún desgarro. Scott Cooper hace un análisis psicológico directo y minucioso, con austeridad y sin grandes ambiciones. Y con un final tan vulgar como perfecto para cerrar la obra con nota y credibilidad. El saber ceñirse a la esencia de la historia sin hacer alardes gratuitos es, en estos tiempos, un mérito en sí mismo.

Pero ojo, nada de esto sería posible sin su doble protagonista: Jeff Bridges en el papel de Bad Blake, y Bad Blake reencarnado en un Jeff Bridges que no sólo interpreta al personaje, sino que interpreta con voz propia sus propias canciones. No es de extrañar que Scott Cooperdijera de él: “Cada gesto que hace es sincero, cada cosa que hace es auténtica. Y yo ya sabía que era un músico de talento”.

Pero eso mismo acaba convirtiéndose en uno de los puntos débiles de la película, y es que no hay gran cosa más allá de Jeff Bridges. El resto del reparto, quitando a una Maggie Gyllenhaal correcta, brilla por su ausencia de forma clamorosa. Se echa en falta algo más de riesgo y ambición, algo más de creatividad, en definitiva: algo más de ‘rebeldía’ y menos de ‘corazón’.

No obstante, haciendo honor al protagonista lo justo sería “ver la botella medio llena y no medio vacía”, y sobre todo no quitarle ojo a la magnífica interpretación de Jeff.
7
6 de marzo de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como esta película creo que ya he visto muchas, pero aún así esta tiene algo que la destaca de las demás y es Jeff Bridges, quién con una interpretación tan sencilla y a la vez tan fugaz logra robarte el corazón y te lleva en un viaje dentro de la mente de este hombre tan interesante. Sinceramente no veo a otro actor haciéndolo mejor que él, quizás llegando a ser este el papel de su vida.

La película es un tanto floja, pero esa pegajosa música country y esas simpáticas escenas logra llamarte la atención sin dejarte soltar ningún bostezo.

Sin duda la interpretación del año, ganándole hasta a las chicas, quienes de verdad ninguna logró resaltar.

Recomendada para pasar un buen rato y para observar cómo se interpreta a un personaje de verdad.
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