Red social
2010 

6.8
97,313
Drama
Una noche de otoño del año 2003, Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg), alumno de Harvard y genio de la programación, se sienta delante de su ordenador y empieza a desarrollar una nueva idea: TheFacebook. Lo que comenzó en la habitación de un colegio mayor pronto se convirtió en una revolucionaria red social. Seis años y 500 millones de amigos después, Zuckerberg es el billonario más joven de la historia. Pero a este joven emprendedor el ... [+]
9 de noviembre de 2010
9 de noviembre de 2010
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tengo "Facebook". Reconozco que puede ser una herramienta muy útil para el que lo emplee sabiamente, pero creo que el uso extendido de esta herramienta dista mucho de serlo. Me gusta mi privacidad, creo que bastante controlados estamos ya, para encima someternos voluntariamente y regalar nuestra vida cotidiana y nuestros gustos para estudios de mercado, comprobaciones diversas por parte de las empresas (casi la mitad de éstas reconoce consultarlo a la hora de decidir si contratar o no a alguien para comprobar si su estilo de vida se adecua al "perfil demandado", incluso antes de considerar el currículum vitae) y demás tropelías por parte de entidades vigilantes, tanto privadas como estatales; aparte de que no me gusta nada que devalúe tan alegremente la palabra "amigo", demasiado importante como para ser utilizada a la ligera. “¡Pero así contactas con gente que hace tiempo que no ves!” Si hace tiempo que no los veo, créeme, por algo será… Pero bueno, hablemos de la peli, que para eso estamos.
Si David Fincher continúa como hasta ahora, encadenando un peliculón detrás de otro, se va a convertir, si no lo es ya, en uno de los indiscutibles maestros del cine norteamericano del siglo XXI. Y es que parece empeñado en demostrar que no hay género ni tema que se le resista, forjándose paso a paso una filmografía tan notable como ecléctica; tras aquella agotadora y obsesiva deconstrucción del caso del asesino del zodíaco y de la maravillosa fábula del hombre que nacía viejo para "enjuvenecerse", pues ahora va y nos cuenta cómo comenzó la locura esta del "Facebook".
La historia de un genio friki y los que le rodean, manipulador y manipulado, de la fiebre codiciosa que le corroe destruyendo todo lo que realmente importa a su paso. Una historia que podría ser aburridísima y anodina y que Fincher convierte en fascinante gracias a su manejo de la cámara, la trama, los saltos temporales "rashomonianos" y un acertadísimo casting en el que destaca para mi gusto Andrew Garfield (futuro Spiderman) como el repudiado cofundador Eduardo Saverin. Un relato de ecos faustonianos, de pactos que aportan millonadas y comportan la condenación a la soledad. Creo que es ahí donde reside el gran valor de "La red social", que por mucha tecnología y modernidad que muestre, en el fondo no habla sino de constantes atemporales arraigadas a la naturaleza humana: concretamente la ambición desmesurada y su precio.
Las comparaciones con "Ciudadano Kane" no son casuales, pues al final la impresión que nos da el pobre billonario gilipollas es de patética desolación, sólo que cambiando aquel recóndito "Rosebud", por el obsesivo clickeo en un ordenador portátil, esperando inútilmente una respuesta que se adivina no llegará jamás…
Si David Fincher continúa como hasta ahora, encadenando un peliculón detrás de otro, se va a convertir, si no lo es ya, en uno de los indiscutibles maestros del cine norteamericano del siglo XXI. Y es que parece empeñado en demostrar que no hay género ni tema que se le resista, forjándose paso a paso una filmografía tan notable como ecléctica; tras aquella agotadora y obsesiva deconstrucción del caso del asesino del zodíaco y de la maravillosa fábula del hombre que nacía viejo para "enjuvenecerse", pues ahora va y nos cuenta cómo comenzó la locura esta del "Facebook".
La historia de un genio friki y los que le rodean, manipulador y manipulado, de la fiebre codiciosa que le corroe destruyendo todo lo que realmente importa a su paso. Una historia que podría ser aburridísima y anodina y que Fincher convierte en fascinante gracias a su manejo de la cámara, la trama, los saltos temporales "rashomonianos" y un acertadísimo casting en el que destaca para mi gusto Andrew Garfield (futuro Spiderman) como el repudiado cofundador Eduardo Saverin. Un relato de ecos faustonianos, de pactos que aportan millonadas y comportan la condenación a la soledad. Creo que es ahí donde reside el gran valor de "La red social", que por mucha tecnología y modernidad que muestre, en el fondo no habla sino de constantes atemporales arraigadas a la naturaleza humana: concretamente la ambición desmesurada y su precio.
Las comparaciones con "Ciudadano Kane" no son casuales, pues al final la impresión que nos da el pobre billonario gilipollas es de patética desolación, sólo que cambiando aquel recóndito "Rosebud", por el obsesivo clickeo en un ordenador portátil, esperando inútilmente una respuesta que se adivina no llegará jamás…
24 de octubre de 2010
24 de octubre de 2010
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que David Fincher sabe valorar el trabajo de los guionistas comos e merece. Un buen filme viene de un buen guión. Y Fincher lo sabe. De ahí que su porcentaje de acierto narrativo se esté volviendo intachable.
Al grano: la película - una radiografía de un joven Charles Foster Kane del XXI, un geek antisocial devenido en gurú de la socialización virtual antes de haber siquiera madurado.
Traición, puñaladas traperas, litigaciones, demandas, tráfico de información, amistades destrozada, encidias, corruptelas, éxito apenas digerido, drogas y rock and roll (enorme BSO, por cierto).
¿Resultado? Interesante, verboso (con una velocidad a veces hawksiana), a ratos simplista pese a su densidad (véase cómo se trata el tema de las fiestas en la uni), casi siempre brillante, visualmente contenida (pese a que Finch se permite meter en mitad del metraje una suerte de anuncio de Nike hiperlogrado), bien interpretada (trabajo actoral de chinos), altamente documentada (se nota) y muy representativa de la era que estamos viviendo.
Porque otra cosa no, pero el filme ha surgido en el momento idóneo. No hay duda de eso.
Y el guión (ya lo he dicho) es brillante. Aunque MUY verbal. Pero no toma al público por imbécil mientras logra que no se aburra. Una hazaña hoy en día.
Lo mejor: Los dardos envenenados que se lanzan los personajes entre sí mediante réplicas ingeniosas.
Lo peor: Fotográficamente oscura y a ratos demasiado basada en el plano/contraplano, amén de un tanto espesa y reducible en lo tocante a los aspectos legales.
Conclusión: Aún he de pensar algo más en el filme. Tiene chicha. Que no es poco...
Al grano: la película - una radiografía de un joven Charles Foster Kane del XXI, un geek antisocial devenido en gurú de la socialización virtual antes de haber siquiera madurado.
Traición, puñaladas traperas, litigaciones, demandas, tráfico de información, amistades destrozada, encidias, corruptelas, éxito apenas digerido, drogas y rock and roll (enorme BSO, por cierto).
¿Resultado? Interesante, verboso (con una velocidad a veces hawksiana), a ratos simplista pese a su densidad (véase cómo se trata el tema de las fiestas en la uni), casi siempre brillante, visualmente contenida (pese a que Finch se permite meter en mitad del metraje una suerte de anuncio de Nike hiperlogrado), bien interpretada (trabajo actoral de chinos), altamente documentada (se nota) y muy representativa de la era que estamos viviendo.
Porque otra cosa no, pero el filme ha surgido en el momento idóneo. No hay duda de eso.
Y el guión (ya lo he dicho) es brillante. Aunque MUY verbal. Pero no toma al público por imbécil mientras logra que no se aburra. Una hazaña hoy en día.
Lo mejor: Los dardos envenenados que se lanzan los personajes entre sí mediante réplicas ingeniosas.
Lo peor: Fotográficamente oscura y a ratos demasiado basada en el plano/contraplano, amén de un tanto espesa y reducible en lo tocante a los aspectos legales.
Conclusión: Aún he de pensar algo más en el filme. Tiene chicha. Que no es poco...
18 de octubre de 2010
18 de octubre de 2010
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La red social supone para mí la primera película que veo en el cine en el último mes sin quedarme literalmente dormido, ya que mis anteriores incursiones con lo último de Woody Allen y Julia Roberts terminaron con somnoliento resultado. Con La red social permanecí absorto y atrapado durante dos horas que se hicieron cortísimas, y a pesar de haberme levantado a las 5 (soy uno de los pocos afortunados que trabaja), y a pesar de ser la sesión golfa (es la mejor para disfrutar del cine sin perturbaciones/palomiteros).
A lo que vamos, lo último del gran, perdón, enorme Fincher trata sobre la concepción de una idea o, lo que es lo mismo, la explosión de una de las revoluciones de nuestro tiempo. Cómo una idea se gesta, nace, se hace fuerte y genera la pandemia alrededor del mundo. Aunque esto es lo de menos, ya que por ejemplo a mí Facebook me parece una de las mayores catetadas de la Historia, pero repito, eso es lo de menos. Lo que a mí me alucina es cómo la Historia se abre camino en una época sin calesas, ni caballeros empuñando espadas, ni alquimistas encerrados en una torre, cómo las ideas rompedoras se pueden generar entre cañas, en una tienda de campaña o en la soledad de una habitación y el amparo de un portátil. Las revoluciones son ahora de bits, y ya no se derrama sangre, quizá sí lágrimas. Pero la Historia se sigue abriendo camino y escribiendo sus páginas.
La película es tecnicamente estupenda, con un montaje fantástico viajando en el tiempo para dibujar los acontecimientos a la perfección. todo es creíble, las sensaciones se transmiten, y todo queda redondo. Buenas interpretaciones y banda sonora también. Y secuencias de gran cine, como la carrera de remo, por ejemplo.
Una idea, la de conectar a todo el mundo, que para nuestro protagonista (un espectacular y oscarizable Jesse Eisenberg) nace del amor, la frustración y la soledad; más "amigos" agregados, más soledad, más dinero, más soledad y traiciones, para acabar en la cima del éxito echando de menos a la chica de siempre. La de antes. Como la vida misma.
Una película espectacular e imprescindible. Probablemente la del año.
A lo que vamos, lo último del gran, perdón, enorme Fincher trata sobre la concepción de una idea o, lo que es lo mismo, la explosión de una de las revoluciones de nuestro tiempo. Cómo una idea se gesta, nace, se hace fuerte y genera la pandemia alrededor del mundo. Aunque esto es lo de menos, ya que por ejemplo a mí Facebook me parece una de las mayores catetadas de la Historia, pero repito, eso es lo de menos. Lo que a mí me alucina es cómo la Historia se abre camino en una época sin calesas, ni caballeros empuñando espadas, ni alquimistas encerrados en una torre, cómo las ideas rompedoras se pueden generar entre cañas, en una tienda de campaña o en la soledad de una habitación y el amparo de un portátil. Las revoluciones son ahora de bits, y ya no se derrama sangre, quizá sí lágrimas. Pero la Historia se sigue abriendo camino y escribiendo sus páginas.
La película es tecnicamente estupenda, con un montaje fantástico viajando en el tiempo para dibujar los acontecimientos a la perfección. todo es creíble, las sensaciones se transmiten, y todo queda redondo. Buenas interpretaciones y banda sonora también. Y secuencias de gran cine, como la carrera de remo, por ejemplo.
Una idea, la de conectar a todo el mundo, que para nuestro protagonista (un espectacular y oscarizable Jesse Eisenberg) nace del amor, la frustración y la soledad; más "amigos" agregados, más soledad, más dinero, más soledad y traiciones, para acabar en la cima del éxito echando de menos a la chica de siempre. La de antes. Como la vida misma.
Una película espectacular e imprescindible. Probablemente la del año.
20 de octubre de 2010
20 de octubre de 2010
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que ‘La red social’ (2010) es la ‘Ciudadano Kane’ (1941) del siglo XXI, no tiene nada de descabellado. Carece, eso sí, de la innovación técnica de aquélla. Ésta no ha roto el panorama cinematográfico al estilo ‘Avatar’ (2009), ni falta que le hace. Siempre he pensado que la parte más importante de un film es su historia. Huelga decir que David Fincher y Aaron Sorkin han hecho los deberes en este aspecto, ello pese a que el tema era de una peligrosidad latente. Me explico, el tema facebook, depende cómo se tratase, podía resultar un fiasco escandaloso para la filmografía del reputado cineasta. Esto hubiera sido así si se hubiese decantado por la vía facebook en su dimensión social, esto es, como medio de ligue (sí, imagínense una película de universitarios en celo con la pantalla de ordenador como propulsor de todo) o como medio de control (no imagino a ningún productor metiendo un duro ahí con el fin de subirse al carro de las teorías conspirativas). Alejándose de esta perspectiva, los susodichos guionistas deciden plantearse el proyecto desde un punto de vista tan orsonwelliano como el de relatar, en plan biopic, el auge y la caída (más moral que económica) de un magnate contemporáneo: Mark Zuckerberg.
Como ya hemos dicho, bebe de la fuente de ‘Ciudadano Kane’, en claro homenaje a la misma, estructurándose cuasi del mismo modo. Diría yo que el discípulo supera al maestro. David Fincher nos brinda una versión moderna y acorde al siglo XXI, con una puesta en escena tan llamativa y atractiva como frenética y efectiva. Su poderío visual, su arte de captar imágenes, son el vehículo ideal para meterse de lleno en los entresijos de la construcción de un imperio. Aspectos como la arrogancia, la avaricia, el recelo o el propio desprecio del prójimo, supuran de cada uno de los poros del protagonista, al que cobra vida un sensacional Jesse Eisenberg. Además, el litigio con los creadores de Harvard Connection, pone a tela de juicio la originalidad de su creación, la falta de ética en la misma. Aspecto que resalta todavía más si cabe cuando se aleja del cofundador de la web, Eduardo Saverin, para caer rendido en los brazos de un miserable y osado Justin Timberlake, el Maquiavelo de las comunicaciones, quien da vida al creador de Napster y, por lo visto en el film, uno de los principales apoyos en la extensión universal de Facebook.
Como ya hemos dicho, bebe de la fuente de ‘Ciudadano Kane’, en claro homenaje a la misma, estructurándose cuasi del mismo modo. Diría yo que el discípulo supera al maestro. David Fincher nos brinda una versión moderna y acorde al siglo XXI, con una puesta en escena tan llamativa y atractiva como frenética y efectiva. Su poderío visual, su arte de captar imágenes, son el vehículo ideal para meterse de lleno en los entresijos de la construcción de un imperio. Aspectos como la arrogancia, la avaricia, el recelo o el propio desprecio del prójimo, supuran de cada uno de los poros del protagonista, al que cobra vida un sensacional Jesse Eisenberg. Además, el litigio con los creadores de Harvard Connection, pone a tela de juicio la originalidad de su creación, la falta de ética en la misma. Aspecto que resalta todavía más si cabe cuando se aleja del cofundador de la web, Eduardo Saverin, para caer rendido en los brazos de un miserable y osado Justin Timberlake, el Maquiavelo de las comunicaciones, quien da vida al creador de Napster y, por lo visto en el film, uno de los principales apoyos en la extensión universal de Facebook.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Curioso que la clave de bóveda de toda esta historia sea el propio rencor vengativo de Zuckerberg, un engreído fanfarrón, un frustrado gentleman, un superdotado intelecto, hacia la ruptura de su relación sentimental por parte de su novia, Erica Albright. Será el despecho el que mueva al protagonista a poner los cimientos de facebook a través de facemash. Será el resentimiento de no formar parte de esos clubs elitistas lo que le haga reunirse con los niños de papá (los Winklevoss) de Harvard. Será la envidia que sentirá por Eduardo (por ser admitido en un club también de élite) la que le moverá a construir la nueva Roma de las comunicaciones, traicionando a su mejor amigo y dejando de lado el proyecto acogedor y romántico, para sustituirlo por los Mil millones de dólares. Curioso que, en el fondo, no sea el lucro lo que impulse al muchacho a ello. Ni mucho menos. También curioso que la familia de él ni siquiera sea citada. Podría decirse que lo que le mueve a unir el mundo (a formar Facebook) sale de la fría y gélida existencia en el mismo.
La escena final, tan acorde a las nuevas tecnologías, sustituye la bola de nieve y el vocablo “rosebud” por una invitación en facebook hacia su ex novia. El desalmado Zuckerberg quiere olvidarse así de su mísera existencia, cargada ésta de traiciones, odio, maldades. Cuánto le gustaría volver con ella. Volver a sentir esa calidez, esa felicidad, esa bondad derivada de una vida tan mundana como sencilla. ¿Qué sería hoy de Facebook si ella no hubiese roto con él en aquel local?
La escena final, tan acorde a las nuevas tecnologías, sustituye la bola de nieve y el vocablo “rosebud” por una invitación en facebook hacia su ex novia. El desalmado Zuckerberg quiere olvidarse así de su mísera existencia, cargada ésta de traiciones, odio, maldades. Cuánto le gustaría volver con ella. Volver a sentir esa calidez, esa felicidad, esa bondad derivada de una vida tan mundana como sencilla. ¿Qué sería hoy de Facebook si ella no hubiese roto con él en aquel local?
1 de febrero de 2011
1 de febrero de 2011
20 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Mark Zuckerberg no es muy diferente a la de Yuri Orlov en “El señor de la guerra” o a la de Nick Naylor en “Gracias por fumar”. La principal diferencia estriba en que el todopoderoso creador de facebook no es consciente de las repercusiones que tendrán sus actos mientras que los hombres anteriormente citados si que lo son. Si nos ponemos quisquillosos tengo que reconocer que tampoco las consecuencias son del todo las mismas. Mientras la actividad de un comerciante de armas y de un RRPP de la industria tabaquera desemboca directamente en la muerte física, el señor Zuckerberg contribuye de forma más que notable en la muerte cerebral de sus clientes/usuarios/¿amigos? Además, tiene el agravante de ser el creador de esta droga tan adictiva, mientras que los otros dos personajes se limitan a seguir un negocio ya existente.
Con esto no quiero decir que las redes sociales sean negativas per se, sino que el mal uso que le dan millares, tal vez millones de usuarios alrededor de todo el mundo las convierten en algo pernicioso para la sociedad. Del mismo modo, cuando Edward Maynard inventó el rifle allá por 1851 con el único fin de usarlo para la caza mayor, jamás pensó que serviría como guía para la construcción del rifle (o fusil) de asalto más mortífero de la historia: el AK-47. Con esto quiero decir que, en el devenir de la historia, las intenciones caen en el olvido mientras que las acciones o consecuencias perduran eternamente. Le pese a quién le pese, somos esclavos de nuestras acciones por las consecuencias que provocan.
Sé que mi razonamiento puede resultar polémico para mucha gente, pero me encantaría saber cuantas horas pasan de media los jóvenes de entre 14 y 22 años delante de facebook, tuenti, etc. Creo sinceramente, que con los resultados en la mano mi teoría tendría dónde apoyarse en vez de fundamentarse en puras elucubraciones.
Muchas veces nos reímos de los americanos por lo extrema incultura de la que hacen gala, pero quitémonos la venda, no somos ningún ejemplo para dar lecciones. La juventud prefiere ver las fotos de los amigos de sus amigos antes que ver un documental o “arriesgarse” con la lectura. Si a esto le sumamos la excelsa calidad de nuestra parrilla televisiva apaga y vámonos.
Las sociedades occidentales tendemos a aborregarnos cada vez más y las redes sociales son una de las principales responsables. Alienan al individuo convirtiéndolo en un ser que en lugar de plantearse el porqué de las cosas, las da por sentadas. Desde aquí rompo una lanza en favor de las películas de zombis; creo que dentro de unos años serán la viva imagen de nuestra sociedad.
Mark Zuckerberg es un friki que se escuda en la red para sentirse alguien. Su capacidad para relacionarse con el resto del mundo es casi nula. Es un déspota con tendencias plutócratas. El día que muera en su lápida se podrá leer:
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ “Era tan pobre, que sólo tenía dinero.” ~~~~~~~~~~~~~~~~
Con esto no quiero decir que las redes sociales sean negativas per se, sino que el mal uso que le dan millares, tal vez millones de usuarios alrededor de todo el mundo las convierten en algo pernicioso para la sociedad. Del mismo modo, cuando Edward Maynard inventó el rifle allá por 1851 con el único fin de usarlo para la caza mayor, jamás pensó que serviría como guía para la construcción del rifle (o fusil) de asalto más mortífero de la historia: el AK-47. Con esto quiero decir que, en el devenir de la historia, las intenciones caen en el olvido mientras que las acciones o consecuencias perduran eternamente. Le pese a quién le pese, somos esclavos de nuestras acciones por las consecuencias que provocan.
Sé que mi razonamiento puede resultar polémico para mucha gente, pero me encantaría saber cuantas horas pasan de media los jóvenes de entre 14 y 22 años delante de facebook, tuenti, etc. Creo sinceramente, que con los resultados en la mano mi teoría tendría dónde apoyarse en vez de fundamentarse en puras elucubraciones.
Muchas veces nos reímos de los americanos por lo extrema incultura de la que hacen gala, pero quitémonos la venda, no somos ningún ejemplo para dar lecciones. La juventud prefiere ver las fotos de los amigos de sus amigos antes que ver un documental o “arriesgarse” con la lectura. Si a esto le sumamos la excelsa calidad de nuestra parrilla televisiva apaga y vámonos.
Las sociedades occidentales tendemos a aborregarnos cada vez más y las redes sociales son una de las principales responsables. Alienan al individuo convirtiéndolo en un ser que en lugar de plantearse el porqué de las cosas, las da por sentadas. Desde aquí rompo una lanza en favor de las películas de zombis; creo que dentro de unos años serán la viva imagen de nuestra sociedad.
Mark Zuckerberg es un friki que se escuda en la red para sentirse alguien. Su capacidad para relacionarse con el resto del mundo es casi nula. Es un déspota con tendencias plutócratas. El día que muera en su lápida se podrá leer:
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ “Era tan pobre, que sólo tenía dinero.” ~~~~~~~~~~~~~~~~
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