Red social
2010 

6.8
97,301
Drama
Una noche de otoño del año 2003, Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg), alumno de Harvard y genio de la programación, se sienta delante de su ordenador y empieza a desarrollar una nueva idea: TheFacebook. Lo que comenzó en la habitación de un colegio mayor pronto se convirtió en una revolucionaria red social. Seis años y 500 millones de amigos después, Zuckerberg es el billonario más joven de la historia. Pero a este joven emprendedor el ... [+]
13 de noviembre de 2010
13 de noviembre de 2010
51 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y si encima lo rueda el señor Fincher con guión de Aaron Sorkin, pues mejor que mejor. Marcará un hito en la historia del cine. Ya lo creo. Y en materia de publicidad encubierta también. La próxima peli, que nos la cuenten sobre el secreto de la fórmula de coca-cola y que la ruede Tim Burton, no te jode.
8 de julio de 2011
8 de julio de 2011
41 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escena inicial, núcleo de la película: Erica Albright versus Mark Zuckerberg.
Acelerado (y acerado) diálogo ella-él, plano-contraplano.
Sirve para retratarle como un ‘asshole’. Traducido suavemente, un cretino [sin suavidad, gilipollas].
—No eres idiota, Mark. Es peor…
**
Estamos en Harvard, otoño de 2003. Para decirlo en clave universitaria, el drástico dictamen de la chica será la tesis a desarrollar por la película, mediante flashbacks desplegados desde dos procesos judiciales.
**
Harvard, el mundo de los clubs, las fraternidades. El culto a lo exclusivo.
**
Con las demoledoras calabazas a cuestas, Zuckerberg no ceja. En su obstinación, no entiende a qué vienen.
Sigue engreído. Y ahora, desafiante.
Obsesionado con la vida social, pero para cotillearla por Internet.
**
Aprendiz de brujo informático, tiene armas para su plan.
Hay que estar atentos: diálogos a toda pastilla (y alcohol), ultrarrápidos, densos, técnicos.
Desplazar la experiencia de la vida social a la Red.
Facebook para ligar. A ver si así…
Revuelo en Harvard. 22.000 entradas en 2 horas.
**
Cielos, me han cerrado mi blog.
Tu jodido blog.
**
El maldito nerd contra los gemelos Winklevoss, harvardianos clásicos, caballerosos sportsmen, elegantes remeros, casi petimetres, con inflexible código de honor… ¡Chorradas!
**
Los nuevos empresarios en chanclas y bermudas.
El éxito a cualquier precio. Aun traicionando a socios o vendiendo a la madre.
**
Nuestro tiempo, aunque cabree a unos cuantos.
**
Estrenos TV con tema candente, vivito y coleando.
**
Las mujeres, meras groupies arrimadas al triunfo que más calienta.
Excepto Erica, la dadora de calabazas, la autoridad:
—No eres idiota, Mark. Es peor…
Acelerado (y acerado) diálogo ella-él, plano-contraplano.
Sirve para retratarle como un ‘asshole’. Traducido suavemente, un cretino [sin suavidad, gilipollas].
—No eres idiota, Mark. Es peor…
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Estamos en Harvard, otoño de 2003. Para decirlo en clave universitaria, el drástico dictamen de la chica será la tesis a desarrollar por la película, mediante flashbacks desplegados desde dos procesos judiciales.
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Harvard, el mundo de los clubs, las fraternidades. El culto a lo exclusivo.
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Con las demoledoras calabazas a cuestas, Zuckerberg no ceja. En su obstinación, no entiende a qué vienen.
Sigue engreído. Y ahora, desafiante.
Obsesionado con la vida social, pero para cotillearla por Internet.
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Aprendiz de brujo informático, tiene armas para su plan.
Hay que estar atentos: diálogos a toda pastilla (y alcohol), ultrarrápidos, densos, técnicos.
Desplazar la experiencia de la vida social a la Red.
Facebook para ligar. A ver si así…
Revuelo en Harvard. 22.000 entradas en 2 horas.
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Cielos, me han cerrado mi blog.
Tu jodido blog.
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El maldito nerd contra los gemelos Winklevoss, harvardianos clásicos, caballerosos sportsmen, elegantes remeros, casi petimetres, con inflexible código de honor… ¡Chorradas!
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Los nuevos empresarios en chanclas y bermudas.
El éxito a cualquier precio. Aun traicionando a socios o vendiendo a la madre.
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Nuestro tiempo, aunque cabree a unos cuantos.
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Estrenos TV con tema candente, vivito y coleando.
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Las mujeres, meras groupies arrimadas al triunfo que más calienta.
Excepto Erica, la dadora de calabazas, la autoridad:
—No eres idiota, Mark. Es peor…
11 de enero de 2011
11 de enero de 2011
54 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Harto de que el teléfono no pare de sonar? ¿Hasta los pelos de fiestorros? ¿Aburrido de que las fraternidades Pi-Beta-Kappa, Las-Nenas-Thetas y Los-Machos-Alfa no dejen de echarte cartitas por debajo de la puerta para invitarte a sus selectos clubs?
¡La solución está al alcance! No hay más que crear una red asocial. En ella mostraremos la información más cutre acerca de sus miembros. Por ejemplo, si tienen granos, si tienen tendencia a la aerofagia, si padecen de halitosis, si tienen mal pronto cuando están de mala leche, si les huelen los pies, si insultan a todo quisqui cuando conducen, cómo despellejan a las chicas o los chicos cuando éstos no están presentes…
Garantizamos que perderéis a todos vuestros amigos/colegas/conocidos en menos de diez minutos, las fraternidades os harán la cruz, los chicos o las chicas os detestarán. No os llamará ni el tato. Seréis los más impopulares de la Uni a la velocidad del rayo.
No tenéis más que aceptar la invitación y… A partir de ese momento, disfrutaréis de una paz sobrenatural. Y dispondréis de tiempo sobrado para esas aficiones a las que no os podíais dedicar a causa de tanto éxito social. Y hasta… ¡Podréis estudiar! Sí, eso que echabais tanto de menos entre juergas y orgías, ya se os había olvidado lo que era coger un libro… ¡Ahora será vuestra oportunidad para desempolvar los viejos tomos arrumbados y estrenar las neuronas!
No dejéis pasar la oportunidad. Uníos a nuestra red asocial…
Y ya, coñas aparte, siento tanta tirria hacia lo que muestra esta película, el prota me cae fatal, nunca he participado en Facebook ni lo haré, el lenguaje informático chupi-guay me cansa, y el elitismo exacerbado que parece ser que chorrea de Harvard y sus fraternidades me la trae flojísima. ¿Redes sociales? Se puede vivir sin ellas. Sí, lo he comprobado. Es posible la vida más allá de la cresta de la ola internauta.
Supongo que con mis credenciales me lloverían las invitaciones de las prestigiosas asociaciones de Harvard y similares. ¡Qué ilu! Eso sí, yo no estudié en la privada, mis papás no están forrados, no pertenecí a ningún club y no me confeccionan la ropa en los sastres, modistos y boutiques más chic. Creo que no tendrán en cuenta unos detalles tan nimios a la hora de admitirme. Y cuando esté hasta el gorro de tanta vida social, entonces… ¡Me apuntaré a la red asocial!
Pufff, un pestiño de película. Qué pesadez. Comprendo que resulte de rabiosa actualidad por el tema que trata, he oído por ahí algún comentario favorable sobre ella de gente en cuyo criterio suelo confiar, y que me despertó el gusanillo, pero… Definitivamente, el “Feisbú” no está hecho para mí.
¡La solución está al alcance! No hay más que crear una red asocial. En ella mostraremos la información más cutre acerca de sus miembros. Por ejemplo, si tienen granos, si tienen tendencia a la aerofagia, si padecen de halitosis, si tienen mal pronto cuando están de mala leche, si les huelen los pies, si insultan a todo quisqui cuando conducen, cómo despellejan a las chicas o los chicos cuando éstos no están presentes…
Garantizamos que perderéis a todos vuestros amigos/colegas/conocidos en menos de diez minutos, las fraternidades os harán la cruz, los chicos o las chicas os detestarán. No os llamará ni el tato. Seréis los más impopulares de la Uni a la velocidad del rayo.
No tenéis más que aceptar la invitación y… A partir de ese momento, disfrutaréis de una paz sobrenatural. Y dispondréis de tiempo sobrado para esas aficiones a las que no os podíais dedicar a causa de tanto éxito social. Y hasta… ¡Podréis estudiar! Sí, eso que echabais tanto de menos entre juergas y orgías, ya se os había olvidado lo que era coger un libro… ¡Ahora será vuestra oportunidad para desempolvar los viejos tomos arrumbados y estrenar las neuronas!
No dejéis pasar la oportunidad. Uníos a nuestra red asocial…
Y ya, coñas aparte, siento tanta tirria hacia lo que muestra esta película, el prota me cae fatal, nunca he participado en Facebook ni lo haré, el lenguaje informático chupi-guay me cansa, y el elitismo exacerbado que parece ser que chorrea de Harvard y sus fraternidades me la trae flojísima. ¿Redes sociales? Se puede vivir sin ellas. Sí, lo he comprobado. Es posible la vida más allá de la cresta de la ola internauta.
Supongo que con mis credenciales me lloverían las invitaciones de las prestigiosas asociaciones de Harvard y similares. ¡Qué ilu! Eso sí, yo no estudié en la privada, mis papás no están forrados, no pertenecí a ningún club y no me confeccionan la ropa en los sastres, modistos y boutiques más chic. Creo que no tendrán en cuenta unos detalles tan nimios a la hora de admitirme. Y cuando esté hasta el gorro de tanta vida social, entonces… ¡Me apuntaré a la red asocial!
Pufff, un pestiño de película. Qué pesadez. Comprendo que resulte de rabiosa actualidad por el tema que trata, he oído por ahí algún comentario favorable sobre ella de gente en cuyo criterio suelo confiar, y que me despertó el gusanillo, pero… Definitivamente, el “Feisbú” no está hecho para mí.
20 de octubre de 2010
20 de octubre de 2010
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustan las modas. No me gustan las tendencias que marcan el estilo de vivir, vestir, hablar, actuar dentro de las sociedades. No me gusta chatear. No me gusta el Facebook, ni ninguna red social del mundo. No me gustaba que mi querido David Fincher hiciese una película sobre el fenómeno de moda a nivel mundial. No me gusta la imagen de héroes que se le da a niños americanos de 17 años que hablan con ese desparpajo y chulería en una reunión con magnates de la informática. Está todo un poco exagerado. Se nos intenta hacer creer que los creadores de Napster y de Facebook han llegado a ser multimillonarios y mundialmente conocidos por impresionar a una chica. Y no es así del todo.
Sin embargo he de decir que la película se salva por un buen guión y por centrarse en otra serie de valores, nada virtuales, como son la amistad, la integridad, la pérdida de la inocencia, y del amor. De cómo un chavalillo que es más raro que un perro verde cambia a su único amigo y apoyo confidente de la universidad por quinientos millones de amigos virtuales a los que ni conoce. Porque no nos engañemos. Sabemos que Margarita López (amiga de Facebook) es Guatemalteca, tiene 24 años, estudia filología española, está soltera, le gusta la música y los libros y pasear por el parque en primavera. Pero nada de eso sirve para crear una amistad. No sabemos casi nada de ella. El contacto físico, la palabra hablada, las anécdotas contadas durante un café o una cerveza, las confidencias contadas en una noche donde se han tomado unas copas de más, el pedirle un favor y que te lo conceda... Todo eso es fomentar y crear una amistad. Con el tiempo. No chateando. De ahí que me parece que Fincher ha querido hacer esta película, no para encumbrar al creador de Facebook, si no para hablar de las carencias de ciertas personas a relacionarse en el mundo real.
Estoy yendo a un gimnasio todas las mañanas y me sorprende que al no conocer a nadie personalmente, nadie se saluda, no se dan los buenos días al entrar o salir del vestuario. Probablemente, si me abriese una cuenta en Facebook, muchos de ellos podrían ser mis "amigos". Así, cuando alguien me preguntase por la calle de qué conozco a aquel tipo, podría decirle: va al mismo gimnasio que yo y es mi amigo en Facebook, pero aún no hemos cruzado una sola palabra más. Triste.
Sin embargo he de decir que la película se salva por un buen guión y por centrarse en otra serie de valores, nada virtuales, como son la amistad, la integridad, la pérdida de la inocencia, y del amor. De cómo un chavalillo que es más raro que un perro verde cambia a su único amigo y apoyo confidente de la universidad por quinientos millones de amigos virtuales a los que ni conoce. Porque no nos engañemos. Sabemos que Margarita López (amiga de Facebook) es Guatemalteca, tiene 24 años, estudia filología española, está soltera, le gusta la música y los libros y pasear por el parque en primavera. Pero nada de eso sirve para crear una amistad. No sabemos casi nada de ella. El contacto físico, la palabra hablada, las anécdotas contadas durante un café o una cerveza, las confidencias contadas en una noche donde se han tomado unas copas de más, el pedirle un favor y que te lo conceda... Todo eso es fomentar y crear una amistad. Con el tiempo. No chateando. De ahí que me parece que Fincher ha querido hacer esta película, no para encumbrar al creador de Facebook, si no para hablar de las carencias de ciertas personas a relacionarse en el mundo real.
Estoy yendo a un gimnasio todas las mañanas y me sorprende que al no conocer a nadie personalmente, nadie se saluda, no se dan los buenos días al entrar o salir del vestuario. Probablemente, si me abriese una cuenta en Facebook, muchos de ellos podrían ser mis "amigos". Así, cuando alguien me preguntase por la calle de qué conozco a aquel tipo, podría decirle: va al mismo gimnasio que yo y es mi amigo en Facebook, pero aún no hemos cruzado una sola palabra más. Triste.
16 de octubre de 2010
16 de octubre de 2010
27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay directores con los que sabes que siempre vas a obtener el premio, que nunca fallan y que si en cierto momento acusan una etapa "inferior", seguirán siendo capaces de ofrecer algo interesante o con valores suficientes como para justificar un visionado. En el caso de David Fincher, su único "bajón" lo experimentó con la modesta pero vibrante "Panic Room" (2002). Al margen, ha entregado buenas películas (The Game), otras notables (Zodiac, Fight Club) y un par de obras maestras (Seven, Benjamin Button). "The Social Network" se engloba en el segundo grupo pero de buscar puntos medios, estaría más cerca del tercero que del primero.
Todo elogio es poco para hablar de la octava película de uno de los escasos realizadores norteamericanos que poseen suficiente destreza como para moverse de un género a otro y mantener sus códigos intactos. En este caso, posiblemente hablemos de su película más modesta a nivel técnico, una historia narrada con gran sobriedad y sin florituras más allá de una escena determinada que es ya marca de la casa (cierta competición), que aboga en todo momento por esta frialdad, si se quiere usar ese adjetivo, para narrar la historia real (aunque por supuesto, no se ciñe a los hechos al 100%) de Mark Zuckerberg y el resto de cerebritos que sacaron adelante, de una forma u otra, un imperio como lo es Facebook.
Fincher respeta en todo momento el sobresaliente guión de Aaron Sorkin (que adapta entre otras la novela "The Accidental Billionaires" de Ben Mezrich) y se limita, como gran narrador, a no entorpecer el ritmo del film con divismos o excesos. Sobriedad en las formas, para una argumento tremendamente ambicioso no tanto por las personas que se reflejan en la película, sino por el valor como lección humana que posee el film. Amistad, traición, ambición y muchísimas otras cosas, adheridas a la personalidad de cada ser humano, aparecen en algún momento de la película encajando como un guante. Ayuda y mucho el brillante montaje de Kirk Baxter y Angus Wall, que hace funcionar la trama a varios tiempos abriendo y cerrando la historia por varios frentes sin que se resienta la narración. Jeff Cronenweth, director de fotografía que ya trabajase con Fincher en The Fight Club, completa un equipo técnico de primera división, en el que sería injusto no incluir la impecable banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross.
(sigue en la zona de "spoiler", sin ningún tipo de destripes sobre el argumento)
Todo elogio es poco para hablar de la octava película de uno de los escasos realizadores norteamericanos que poseen suficiente destreza como para moverse de un género a otro y mantener sus códigos intactos. En este caso, posiblemente hablemos de su película más modesta a nivel técnico, una historia narrada con gran sobriedad y sin florituras más allá de una escena determinada que es ya marca de la casa (cierta competición), que aboga en todo momento por esta frialdad, si se quiere usar ese adjetivo, para narrar la historia real (aunque por supuesto, no se ciñe a los hechos al 100%) de Mark Zuckerberg y el resto de cerebritos que sacaron adelante, de una forma u otra, un imperio como lo es Facebook.
Fincher respeta en todo momento el sobresaliente guión de Aaron Sorkin (que adapta entre otras la novela "The Accidental Billionaires" de Ben Mezrich) y se limita, como gran narrador, a no entorpecer el ritmo del film con divismos o excesos. Sobriedad en las formas, para una argumento tremendamente ambicioso no tanto por las personas que se reflejan en la película, sino por el valor como lección humana que posee el film. Amistad, traición, ambición y muchísimas otras cosas, adheridas a la personalidad de cada ser humano, aparecen en algún momento de la película encajando como un guante. Ayuda y mucho el brillante montaje de Kirk Baxter y Angus Wall, que hace funcionar la trama a varios tiempos abriendo y cerrando la historia por varios frentes sin que se resienta la narración. Jeff Cronenweth, director de fotografía que ya trabajase con Fincher en The Fight Club, completa un equipo técnico de primera división, en el que sería injusto no incluir la impecable banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross.
(sigue en la zona de "spoiler", sin ningún tipo de destripes sobre el argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La labor de los actores es también digna de mención. Eisenberg sigue demostrando que es una de las promesas en firma del cine americano, Garfield (a quien le perjudica enormemente un horrible doblaje al castellano, dicho sea de paso) sigue escalando posiciones y Timberlake simplemente deslumbra. No tanto por su calidad como actor sino porque sencillamente nadie esperaba que fuese capaz de interpretar con tanta convicción aún cuando no es ni mucho menos un actor excepcional. La lista de secundarios es larga y no hace falta mencionarlos: todo en "The Social Network" funciona como global, casi como una metáfora no exenta de ironía de lo que realmente es Facebook: simple, atractivo, de fácil acceso y al mismo tiempo complejo e intrincado. El juego de espejos que se establece al contar la historia en dos etapas, cerrándose con dos minutos finales de puro cine, no hace más que dejar claro que Fincher sabe lo que se hace, que mientras se siga rodeando de profesionales (técnicos, intérpretes) sus producciones seguirán volando a gran altura.
"The Social Network" no es 'la peli del feisbuk', es una historia de ambición, de amistad y de perseguir los sueños. También de traición, del valor humano y de muchos otros temas tan universales, y tan de actualidad, como la vida misma. Divertida*, irónica y peligrosamente entretenida, pero al mismo tiempo algo cruel, es ésta una crónica negrísima y un canto a hacer lo que queramos sin imponernos limitaciones. Otra joya más para la filmografía de un director irrepetible, una película tan humilde y al mismo tiempo apasionada que sólo puede recibirse con un sonoro aplauso, o un click de ratón dirigido hacia el botón de "me gusta" en tu cuenta del Facebook. Fantástica.
P.D: Viéndola no dejaba de pensar en películas como "The Insider" (Michael Mann, 1999), "Boogie Nights" (Paul Thomas Anderson, 1997) o, por supuesto, "Citizen Kane" (Orson Welles, 1941). Es mucho decir, pues las tres son -como poco- notables. Pero "The Social Network" no les va a la zaga.
*La parte de la gallina es, sencillamente, brillante.
"The Social Network" no es 'la peli del feisbuk', es una historia de ambición, de amistad y de perseguir los sueños. También de traición, del valor humano y de muchos otros temas tan universales, y tan de actualidad, como la vida misma. Divertida*, irónica y peligrosamente entretenida, pero al mismo tiempo algo cruel, es ésta una crónica negrísima y un canto a hacer lo que queramos sin imponernos limitaciones. Otra joya más para la filmografía de un director irrepetible, una película tan humilde y al mismo tiempo apasionada que sólo puede recibirse con un sonoro aplauso, o un click de ratón dirigido hacia el botón de "me gusta" en tu cuenta del Facebook. Fantástica.
P.D: Viéndola no dejaba de pensar en películas como "The Insider" (Michael Mann, 1999), "Boogie Nights" (Paul Thomas Anderson, 1997) o, por supuesto, "Citizen Kane" (Orson Welles, 1941). Es mucho decir, pues las tres son -como poco- notables. Pero "The Social Network" no les va a la zaga.
*La parte de la gallina es, sencillamente, brillante.
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