Shin Godzilla
2016 

5.9
4,405
Ciencia ficción. Acción. Drama. Fantástico
Godzilla, fuerza destructiva insondable para el hombre, resucita en el Tokio de hoy en día para acosar de nuevo a la civilización. Apremiado por la muerte y la desesperación, Japón deberá encontrar el poder para superar este desafío. Primera película de Godzilla realizada en Japón desde "Godzilla: Final Wars" (2004) de Ryuhei Kitamura. Dirigida por Hideaki Anno ("Evangelion") y Shinji Higuchi ("Attack on Titan"). (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2017
7 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que en 1954 la productora Toho estrenara “Gojira” (Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo) hasta la fecha de hoy, son 29 las películas sobre el monstruo atómico que han dependido de dicha productora. Luego está “esa cosa” que hizo Roland Emnerich y también la interesante película de Gareth Edwards del año 2004. Pero en estas dos películas la Toho ni pinchó ni cortó. Y también está la versión americana de la película original que fue mutilada al eliminar cualquier referencia antinuclear, pero esa es otra historia.
No es fácil acceder a absolutamente todo el material pero, desde luego, en las 28 películas anteriores sobre Godzilla, clasificadas en tres series (Shōwa, Heisei y Millenium), se ha podido ver de todo. En general son películas que van desde malas a pasables pero que tienen su aquel, muchas son películas malas que molan. Pero cuando llegó el año 2004, en el cincuenta aniversario de la primera película, la ida de olla ya fue muy considerable. Tanto que han tenido que pasar doce años para que la productora retome al monstruo pero borrando definitivamente todo lo anterior. Porque “Shin Gojira” es un reboot de la película original que inicia una nueva serie, que ya veremos cómo acabará llamándose, y de la que también parece que formará parte la película de animación que se anuncia en este año 2017 a cargo de Kobun Shizuno (Knights of Sidonia).
Para esta re-imaginación de la historia original se ha elegido a Hideaki Anno, responsable de la saga Evangelion (una curiosidad para los fans de Ghibli: Hideaki Anno es el seiyū de Jirô Horikoshi en “Kaze Tachinu”, -El viento se levanta, 2013- de Miyazaki) secundado en la dirección por Shinji Higuchi que es conocido por los malamente pasables live-action de “Ataque a los Titanes” y también de más cine de catástrofes. Las líneas básicas de la historia de la primera película se mantienen aquí, el origen del monstruo es diferente pero su aparición es la misma, pero se abandona toda aquella alegoría del desastre nuclear y de su impacto sobre el Japón. Aquí se utiliza la aparición del monstruo para centrarse en desarrollar, casi exclusivamente, las acciones gubernamentales encaminadas a afrontar la crisis y acabar con la criatura, acciones que están relacionadas con todo el aparato burocrático que los japoneses tienen que solventar antes de poder dar el primer disparo por parte de las fuerzas de autodefensa. Ver a los miembros del gobierno con el mono azul de trabajo por y para el pueblo y la ineptitud que muestran desde un principio no puede sino recordar lo ocurrido tras el desastre de Fukushima consecuencia del tsunami del 2011. Pero la crítica no se queda solo aquí, que también aprovechan bien la ocasión para mostrar su hartazgo respecto de la dependencia militar norteamericana o la injerencia de este país en sus asuntos. Y sutilezas hay pocas y sentido del humor mucho. En el asunto americano no se llega ni de lejos al glorioso extremo mostrado en “The Host” (2016) de Bong Joon-ho, pero tiene su gracia la representante “americana” que mandan al Japón, como también la tiene la mala leche con el destino de final de algunos. El grupo de crisis que se forma para encontrar una solución, que incluye al hombre-toalla, que parece una reivindicación continua del día del orgullo friki, es toda una declaración de intenciones sobre dónde está la verdadera solución al ataque del monstruo.
Ahora bien, todo esto no deja de ser más que una lectura entre líneas pues lo que verdaderamente importa es acabar con Godzilla. Lo que ocurre es que si no entras en todo este desarrollo la película puede resultar pesada en su duración, que Godzilla no sale tanto como pudiera parecer. También ocurría así en la película original donde la falta de ritmo era también muy patente. El homenaje a aquella está por todo del film, desde el principio, que es el mismo hasta que aparecen los rótulos ゴジラ, hasta la utilización de la mítica música de Akira Ifukube pasando por el diseño y movilidad del monstruo. También es cierto que hay alguna licencia no vista antes respecto del monstruo, más concretamente en las mutaciones que sufre o en la forma de utilizar el aliento atómico que tampoco es que moleste. Y también en un plano final de la cola del monstruo que deja qué pensar respecto de lo que pueda venir. Se puede pensar que se ha utilizado mucho cgi y es cierto, pero el monstruo sigue siendo en muchas ocasiones una gran marioneta. En cualquier caso, a pesar de que los efectos cantan en ocasiones (es marca de la casa en las películas de Godzilla) el resultado es más que aceptable en las escenas de acción y destrucción.
En definitiva, un relanzamiento japonés de la que es su franquicia por excelencia que resulta interesante y entretenido.
No es fácil acceder a absolutamente todo el material pero, desde luego, en las 28 películas anteriores sobre Godzilla, clasificadas en tres series (Shōwa, Heisei y Millenium), se ha podido ver de todo. En general son películas que van desde malas a pasables pero que tienen su aquel, muchas son películas malas que molan. Pero cuando llegó el año 2004, en el cincuenta aniversario de la primera película, la ida de olla ya fue muy considerable. Tanto que han tenido que pasar doce años para que la productora retome al monstruo pero borrando definitivamente todo lo anterior. Porque “Shin Gojira” es un reboot de la película original que inicia una nueva serie, que ya veremos cómo acabará llamándose, y de la que también parece que formará parte la película de animación que se anuncia en este año 2017 a cargo de Kobun Shizuno (Knights of Sidonia).
Para esta re-imaginación de la historia original se ha elegido a Hideaki Anno, responsable de la saga Evangelion (una curiosidad para los fans de Ghibli: Hideaki Anno es el seiyū de Jirô Horikoshi en “Kaze Tachinu”, -El viento se levanta, 2013- de Miyazaki) secundado en la dirección por Shinji Higuchi que es conocido por los malamente pasables live-action de “Ataque a los Titanes” y también de más cine de catástrofes. Las líneas básicas de la historia de la primera película se mantienen aquí, el origen del monstruo es diferente pero su aparición es la misma, pero se abandona toda aquella alegoría del desastre nuclear y de su impacto sobre el Japón. Aquí se utiliza la aparición del monstruo para centrarse en desarrollar, casi exclusivamente, las acciones gubernamentales encaminadas a afrontar la crisis y acabar con la criatura, acciones que están relacionadas con todo el aparato burocrático que los japoneses tienen que solventar antes de poder dar el primer disparo por parte de las fuerzas de autodefensa. Ver a los miembros del gobierno con el mono azul de trabajo por y para el pueblo y la ineptitud que muestran desde un principio no puede sino recordar lo ocurrido tras el desastre de Fukushima consecuencia del tsunami del 2011. Pero la crítica no se queda solo aquí, que también aprovechan bien la ocasión para mostrar su hartazgo respecto de la dependencia militar norteamericana o la injerencia de este país en sus asuntos. Y sutilezas hay pocas y sentido del humor mucho. En el asunto americano no se llega ni de lejos al glorioso extremo mostrado en “The Host” (2016) de Bong Joon-ho, pero tiene su gracia la representante “americana” que mandan al Japón, como también la tiene la mala leche con el destino de final de algunos. El grupo de crisis que se forma para encontrar una solución, que incluye al hombre-toalla, que parece una reivindicación continua del día del orgullo friki, es toda una declaración de intenciones sobre dónde está la verdadera solución al ataque del monstruo.
Ahora bien, todo esto no deja de ser más que una lectura entre líneas pues lo que verdaderamente importa es acabar con Godzilla. Lo que ocurre es que si no entras en todo este desarrollo la película puede resultar pesada en su duración, que Godzilla no sale tanto como pudiera parecer. También ocurría así en la película original donde la falta de ritmo era también muy patente. El homenaje a aquella está por todo del film, desde el principio, que es el mismo hasta que aparecen los rótulos ゴジラ, hasta la utilización de la mítica música de Akira Ifukube pasando por el diseño y movilidad del monstruo. También es cierto que hay alguna licencia no vista antes respecto del monstruo, más concretamente en las mutaciones que sufre o en la forma de utilizar el aliento atómico que tampoco es que moleste. Y también en un plano final de la cola del monstruo que deja qué pensar respecto de lo que pueda venir. Se puede pensar que se ha utilizado mucho cgi y es cierto, pero el monstruo sigue siendo en muchas ocasiones una gran marioneta. En cualquier caso, a pesar de que los efectos cantan en ocasiones (es marca de la casa en las películas de Godzilla) el resultado es más que aceptable en las escenas de acción y destrucción.
En definitiva, un relanzamiento japonés de la que es su franquicia por excelencia que resulta interesante y entretenido.
29 de mayo de 2017
29 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este tipo de cine japonés no me acaba de enganchar, hay algo que para mí no funciona, no se su humor, las cosas que le dan importancia que no la tienen, algo que no me deja disfrutarla de verdad. Otra cosa que hecha para atrás es la primera aparición de godzilla, parece muy mal hecho y te corta el rollo. Después ves su evolución y dices bueno va mejorando, pero esa primera impresión te hecha para atrás. Cine para mi gusto regular, un placer y espero sepáis apreciarla mas.
16 de julio de 2017
16 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de Godzilla es hablar de historia del cine japonés, desde que empezó a destruir edificios como quien pisa huevos han pasado más de sesenta años y nunca antes había lucido tan imponente. Tuvo su época dorada entre los sesenta y setenta, y al llegar a mediados de los noventa la Toho, después de un par docenas de entregas optó por dejar de producir películas y vender los derechos a productoras americanas, de ahí salieron dos películas hasta el momento, una muy olvidable en 1998 y otra, algo mejor pero también deficiente en 2014. Y es en 2016 cuando la Toho decide volver a hacer una nueva película del carismático kaiju con el estilo de siempre para gustar a los veteranos y con técnicas modernas para las nuevas generaciones.
Es otro día común y corriente en Japón, una rutinaria reunión del estado de la nación es interrumpida por una colosal y extraña criatura proveniente del mar, destruyendo todo lo que encuentra por su paso.
Los tiempos cambian y lo que antes le daba miedo a la audiencia no significa que ocurra lo mismo en tiempos posteriores. Un gigantesco monstruo destruyendo grandes ciudades es algo terrorífico pero con la reiterada repetición llega la apatía y después la parodia. Y así empieza Shin Godzilla, como si de una comedía se tratara, criticando de paso al sistema político japonés, repleto de protocolos, normas y reuniones que no hacen más que retrasar la toma de decisiones vitales. Y me congratuló al ver que además esta lleno de chistes muy correctos. Pero a lo largo de la película se torna mucho más seria, apartando por completo el humor y centrándose en largas y complicadas conversaciones que no hacen más que despistar al espectador (en especial al no japonés) entre nominaciones a cargos y reuniones internacionales. Pero hablemos del monstruo, en la segunda mitad es espectacular e imponente, pero en la primera... da risa, un diseño muy simple y extraño, no se me escapa que está hecho así expresamente pero la calidad de animación es paupérrima. Compara dos fotogramas de la primera aparición de la criatura y de la última y dime si no son de dos películas distintas separadas por décadas. Ahora bien, cuando veas a la criatura en todo su esplendor alucinarás.
Dirigen dos pesos pesados, Hideaki Anno (Neon Evangelion) que también guioniza y Shinji Higuchi (Attack on Titan), es un homenaje continuo a las películas clásicas tanto en el monstruo creado con CGI pero parece un hombre disfrazado tal y como se hacía antes, y en la banda sonora obra de Shirô Sagisu, utilizando piezas antiguas y creando nuevas de gran calidad. Las escenas de destrucción son impresionantes destacando las dos últimas que conseguirán que no pestañees para no perderte nada, pero da rabia ver como el monstruo participa tan poco en la película, nada más que un puñado de escenas rodeadas por interminables debates que nos obligan a dejar de ver a la criatura a veces durante más de media hora. Es una película muy coral por lo que es difícil destacar a algún intérprete, pero por ahí anda Jun Kunimura conocido por papeles en Kill Bill, Parasyte o The Wailing.
La saga de Godzilla es perfecta para comparar la manera de hacer cine de dos países diferentes, lo que en Estados Unidos es una película de acción y aventuras sin demasiado fundamento, en Japón nos encontramos con una película muy reflexiva y lenta, más pendiente de mostrar la reacción del pueblo japonés ante una catástrofe de tal magnitud que de ver al kaiju en acción, y ya de paso haciéndose un homenaje y criticar a todo el mundo en especial a los americanos y franceses. No se nos escapa la ironía del mensaje intrínseco. Nadie sabe manejar mejor a Godzilla que los japoneses.
http://www.terrorweekend.com/2017/07/shin-godzilla-review.html
Es otro día común y corriente en Japón, una rutinaria reunión del estado de la nación es interrumpida por una colosal y extraña criatura proveniente del mar, destruyendo todo lo que encuentra por su paso.
Los tiempos cambian y lo que antes le daba miedo a la audiencia no significa que ocurra lo mismo en tiempos posteriores. Un gigantesco monstruo destruyendo grandes ciudades es algo terrorífico pero con la reiterada repetición llega la apatía y después la parodia. Y así empieza Shin Godzilla, como si de una comedía se tratara, criticando de paso al sistema político japonés, repleto de protocolos, normas y reuniones que no hacen más que retrasar la toma de decisiones vitales. Y me congratuló al ver que además esta lleno de chistes muy correctos. Pero a lo largo de la película se torna mucho más seria, apartando por completo el humor y centrándose en largas y complicadas conversaciones que no hacen más que despistar al espectador (en especial al no japonés) entre nominaciones a cargos y reuniones internacionales. Pero hablemos del monstruo, en la segunda mitad es espectacular e imponente, pero en la primera... da risa, un diseño muy simple y extraño, no se me escapa que está hecho así expresamente pero la calidad de animación es paupérrima. Compara dos fotogramas de la primera aparición de la criatura y de la última y dime si no son de dos películas distintas separadas por décadas. Ahora bien, cuando veas a la criatura en todo su esplendor alucinarás.
Dirigen dos pesos pesados, Hideaki Anno (Neon Evangelion) que también guioniza y Shinji Higuchi (Attack on Titan), es un homenaje continuo a las películas clásicas tanto en el monstruo creado con CGI pero parece un hombre disfrazado tal y como se hacía antes, y en la banda sonora obra de Shirô Sagisu, utilizando piezas antiguas y creando nuevas de gran calidad. Las escenas de destrucción son impresionantes destacando las dos últimas que conseguirán que no pestañees para no perderte nada, pero da rabia ver como el monstruo participa tan poco en la película, nada más que un puñado de escenas rodeadas por interminables debates que nos obligan a dejar de ver a la criatura a veces durante más de media hora. Es una película muy coral por lo que es difícil destacar a algún intérprete, pero por ahí anda Jun Kunimura conocido por papeles en Kill Bill, Parasyte o The Wailing.
La saga de Godzilla es perfecta para comparar la manera de hacer cine de dos países diferentes, lo que en Estados Unidos es una película de acción y aventuras sin demasiado fundamento, en Japón nos encontramos con una película muy reflexiva y lenta, más pendiente de mostrar la reacción del pueblo japonés ante una catástrofe de tal magnitud que de ver al kaiju en acción, y ya de paso haciéndose un homenaje y criticar a todo el mundo en especial a los americanos y franceses. No se nos escapa la ironía del mensaje intrínseco. Nadie sabe manejar mejor a Godzilla que los japoneses.
http://www.terrorweekend.com/2017/07/shin-godzilla-review.html
28 de julio de 2017
28 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godzilla o Gojira, romanizaciones del nombre original en japonés, al igual que Spiderman con Marvel, vuelve a casa. Esto es a los estudios japoneses Toho que lo estrenaron en la pantalla en 1954 a las ordenes del director Ishiro Honda (1911-93), dentro del género Tokusatsu (de efectos especiales) subgénero Kaiju (monstruos). Desde entonces hasta hoy comparte fama y honores desde el lado oriental con King-Kong quien ostentaba el cetro mundial en solitario desde 1933. Incluso llegaron a encontrarse en el 62.
Esta es su aparición número 31 en la gran pantalla, 29 de ellas de la mano de Toho. El monstruo elevado a la categoría de mito y símbolo inicial de los ataques nucleares que sufrió Japón en la segunda guerra mundial a pasado por todas sus posibilidades dramáticas. Ahora Toho recupera su carácter simbólico para conjugar en él todas las frustraciones de Japón que quedan redimidas en su lucha perenne e infatigable contra el destructor de su imperio perdido. Dicha perdida achacada a las desavenencia entre sus dirigentes y la burocracia esclerótica de su sistema funcionarial político que ya denunciaba Kurosawa en "Vivir", amén de su dependencia de los USA ganadores de la guerra.
Así pues esta nueva versión ambientada en el Tokio actual se tiñe de patriotismo discursivo compartiendo el cincuenta por ciento del metraje con las destrucciones del monstruo donde los efectos especiales se llevan la palma.
Para uno que no es muy fan ni del monstruo ni del género, se deja ver y hasta aburre un poco, aún sospechando que está muy por encima de la media de su franquicia, que como el monstruo seguro que volverá.
Esta es su aparición número 31 en la gran pantalla, 29 de ellas de la mano de Toho. El monstruo elevado a la categoría de mito y símbolo inicial de los ataques nucleares que sufrió Japón en la segunda guerra mundial a pasado por todas sus posibilidades dramáticas. Ahora Toho recupera su carácter simbólico para conjugar en él todas las frustraciones de Japón que quedan redimidas en su lucha perenne e infatigable contra el destructor de su imperio perdido. Dicha perdida achacada a las desavenencia entre sus dirigentes y la burocracia esclerótica de su sistema funcionarial político que ya denunciaba Kurosawa en "Vivir", amén de su dependencia de los USA ganadores de la guerra.
Así pues esta nueva versión ambientada en el Tokio actual se tiñe de patriotismo discursivo compartiendo el cincuenta por ciento del metraje con las destrucciones del monstruo donde los efectos especiales se llevan la palma.
Para uno que no es muy fan ni del monstruo ni del género, se deja ver y hasta aburre un poco, aún sospechando que está muy por encima de la media de su franquicia, que como el monstruo seguro que volverá.
1 de julio de 2020
1 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godzilla (2014), la nueva versión americana del saurio radiactivo dirigida por Gareth Edwards, pese a que levantó cierta polvareda por las escasas apariciones de su monstruo protagonista y otros evidentes errores sí que fue un film que estaba por encima de la media, personal y más en la línea de los clásicos japoneses. Su éxito a nivel mundial provocó que la Toho anunciara, para sorpresa de muchos, que ellos también iban a hacer una nueva entrega de Godzilla. Un film que no tuviera nada que ver con el universo abierto por la última entrega americana. Esto supondría la primera entrega japonesa del monstruo desde el fracaso de Godzilla: Final Wars (2004). Godzilla, por fin, volvía a casa. La primera gran noticia fue cuando se anunció quien iba a encargarse del proyecto. Nada más y nada menos que Hideaki Anno y Shinji Higuchi. Higuchi, maestro de los efectos especiales y responsable de los efectos revolucionarios de la trilogía de los 90 de Gamera, un hombre que ha sabido darle una nueva óptica y modernización a los efectos tradicionales del género. Hideaki Anno es un caso aparte, una figura única e increíblemente personal. Responsable de Neon Genesis Evangelion (1995) serie anime sobre el que se han vertido ríos de tinta y que supuso un antes y un después en el mundo de la animación japonesa, una serie inagotable y fascinante. Sus trabajos tienen un estilo muy peculiar y marcado. Ha dirigido films de imagen real como la interesantísima Ritual (2000). La Toho le propuso el proyecto de Shin Godzilla a Hideaki Anno justo cuando éste estaba pasando por una de sus depresiones tras acabar con Evangelion 3.33 You are not redo (2012), pese a que rechazó inicialmente la oferta, la acabó aceptando al enterarse de que su amigo (desde los años 80) Shinji Higuchi también estaba dentro del proyecto. En palabras de Anno: “encargarse de Shin Godzilla y dejar temporalmente Evangelion, me salvó”.Con estos dos directores al frente, la nueva entrega de Godzilla iba a ser cuanto menos interesante y diferente a lo acostumbrado.
Entrando en materia, Shin Godzilla (2016) me ha roto todos los esquemas. Esta nueva entrega supone muchas particularidades. Un film (por primera vez en la saga) que es un completo reboot que no tiene en cuenta ninguna de sus entregas previas. Japón se enfrenta a la amenaza de Godzilla por primera vez y en la actualidad. Shin Godzilla rompe con los patrones del género y los renueva totalmente en una estrategia arriesgada. Este Godzilla no tiene nada que ver con los anteriores, hecho que espantará o se amará por igual. La trama se inicia con una misteriosa erupción submarina la cual pone en alerta al gobierno japonés quien ve impotente como de la bahía de Tokio aparece una criatura grotesca que empieza a destruirlo todo.
Uno de los puntos más destacables de la presente cinta es que recupera a Godzilla (y de forma más explícita que nunca) como metáfora y simbolismo para retratar los problemas del Japón actual y de su gobierno.
La tragedia de Fukushima en 2011 y la pobre respuesta del gobierno para resolver el desastre sirven de contexto para Shin Godzilla al igual que las bombas de Hiroshima lo hicieron para la original Japón bajo el terror del monstruo (1954). Dicha propuesta hace que el film sea el más político y burocrático de la saga y con mucha diferencia. Parte de culpa de la óptica tan singular del film es obra de Hideaki Anno quien imprime a la presente entrega de sus habituales obsesiones y estilo.
La parte política es el aspecto más arriesgado y peliagudo del film ya que se tiene que poner mucho de tu parte para aceptar si entras o no en el juego que propone el film. Una propuesta que provocará fascinación o rechazo a partes iguales y ya explorada en el Godzilla de 1984 pero llevada, en esta ocasión, al límite. Todo esto hace que un 80% del film está narrado entre pasillos y despachos, con docenas de personajes diferentes disparando diálogos a velocidad de vértigo, a mil planos por segundo e intertítulos por doquier… Un estilo narrativo que el que esté acostumbrado al estilo de Anno aceptará sin demasiados problemas, aunque agobiará al público en general.
Dicha parte política sirve para que el film critique e ironice sin tapujos a la inoperancia del gobierno japonés engullido por la lentitud de la burocracia y repleta de viejos dinosaurios acomodados que mantienen en la sombra a un equipo joven y renovador a los cuales no se les da ninguna oportunidad. Esta crítica provoca que se plasmen momentos calcados a la realidad de 2011 como el del primer ministro japonés anunciando a los medios que la bestia gigantesca no tomará tierra cuando a la vez el monstruo está destruyendo la ciudad. Un aire paródico que rodea tanto a las decisiones políticas como al aspecto de chichinabo de la primera forma de Godzilla y que ocupan la primera parte del film. Una vez llegamos al epicentro del metraje nos adentramos en terrenos cada vez más serios y donde se tratan conceptos fascinantes: pesadillas del pasado, el espíritu del intervencionismo americano, la dependencia de Japón frente a los EEUU... Fukushima, Hiroshima y la posibilidad de la caída de una tercera bomba atómica en Tokyo son temas que aborda el film y resultan apasionantes dejando frases demoledoras en este sentido: “La confianza y orgullo del gobierno imperial japonés provocó la muerte de miles de personas en la II Guerra Mundial”.
Godzilla en este film se aparta de todo lo visto anteriormente (y tras 30 películas se agradece), ya que el monstruo no solo demuestra tener nuevos poderes destructivos (ahora sus rayos radiactivos también le salen de su espalda) sino que va evolucionando a lo largo de la película adoptando diversas formas.
Entrando en materia, Shin Godzilla (2016) me ha roto todos los esquemas. Esta nueva entrega supone muchas particularidades. Un film (por primera vez en la saga) que es un completo reboot que no tiene en cuenta ninguna de sus entregas previas. Japón se enfrenta a la amenaza de Godzilla por primera vez y en la actualidad. Shin Godzilla rompe con los patrones del género y los renueva totalmente en una estrategia arriesgada. Este Godzilla no tiene nada que ver con los anteriores, hecho que espantará o se amará por igual. La trama se inicia con una misteriosa erupción submarina la cual pone en alerta al gobierno japonés quien ve impotente como de la bahía de Tokio aparece una criatura grotesca que empieza a destruirlo todo.
Uno de los puntos más destacables de la presente cinta es que recupera a Godzilla (y de forma más explícita que nunca) como metáfora y simbolismo para retratar los problemas del Japón actual y de su gobierno.
La tragedia de Fukushima en 2011 y la pobre respuesta del gobierno para resolver el desastre sirven de contexto para Shin Godzilla al igual que las bombas de Hiroshima lo hicieron para la original Japón bajo el terror del monstruo (1954). Dicha propuesta hace que el film sea el más político y burocrático de la saga y con mucha diferencia. Parte de culpa de la óptica tan singular del film es obra de Hideaki Anno quien imprime a la presente entrega de sus habituales obsesiones y estilo.
La parte política es el aspecto más arriesgado y peliagudo del film ya que se tiene que poner mucho de tu parte para aceptar si entras o no en el juego que propone el film. Una propuesta que provocará fascinación o rechazo a partes iguales y ya explorada en el Godzilla de 1984 pero llevada, en esta ocasión, al límite. Todo esto hace que un 80% del film está narrado entre pasillos y despachos, con docenas de personajes diferentes disparando diálogos a velocidad de vértigo, a mil planos por segundo e intertítulos por doquier… Un estilo narrativo que el que esté acostumbrado al estilo de Anno aceptará sin demasiados problemas, aunque agobiará al público en general.
Dicha parte política sirve para que el film critique e ironice sin tapujos a la inoperancia del gobierno japonés engullido por la lentitud de la burocracia y repleta de viejos dinosaurios acomodados que mantienen en la sombra a un equipo joven y renovador a los cuales no se les da ninguna oportunidad. Esta crítica provoca que se plasmen momentos calcados a la realidad de 2011 como el del primer ministro japonés anunciando a los medios que la bestia gigantesca no tomará tierra cuando a la vez el monstruo está destruyendo la ciudad. Un aire paródico que rodea tanto a las decisiones políticas como al aspecto de chichinabo de la primera forma de Godzilla y que ocupan la primera parte del film. Una vez llegamos al epicentro del metraje nos adentramos en terrenos cada vez más serios y donde se tratan conceptos fascinantes: pesadillas del pasado, el espíritu del intervencionismo americano, la dependencia de Japón frente a los EEUU... Fukushima, Hiroshima y la posibilidad de la caída de una tercera bomba atómica en Tokyo son temas que aborda el film y resultan apasionantes dejando frases demoledoras en este sentido: “La confianza y orgullo del gobierno imperial japonés provocó la muerte de miles de personas en la II Guerra Mundial”.
Godzilla en este film se aparta de todo lo visto anteriormente (y tras 30 películas se agradece), ya que el monstruo no solo demuestra tener nuevos poderes destructivos (ahora sus rayos radiactivos también le salen de su espalda) sino que va evolucionando a lo largo de la película adoptando diversas formas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El diseño de Godzilla en esta ocasión es radical, monstruoso, demoniaco e irreal. Diseño que ha causado disgusto o fervor a partes iguales y que mira directamente a los orígenes del saurio radiactivo y a una de las primeras ideas de Ishiro Honda y Eiji Tsuburaya en el que se propuso que el cuerpo del monstruo estuviera plagado de cicatrices producidas por la bomba atómica además de un cuello alargado y de una cabeza pequeña como si fuera un hongo atómico para rememorar explícitamente la amenaza de la gran bomba.
Otro motivo que rompe más que nunca con el género es que por primera vez en la historia, Godzilla no es un hombre disfrazado, sino una creación digital realizada de forma impecable. En este sentido los efectos especiales superan todo lo visto anteriormente en la saga llegando a momentos espectaculares (pese a las escenas paródicas, algo risibles, aunque grotescas, de la primera versión de Godzilla atacando la ciudad). La visión de la destrucción en este film consigue que cada plano con los monstruos sea impecable e inéditos en la saga. Desde las primeras escenas de destrucción (calcadas al tsunami de Fukushima), hasta pasar al ataque del Godzilla adulto en Tokyo con las fuerzas de defensa atacando al monstruo con una constante obsesión de retratar la enormidad del monstruo. Punto y aparte es hablar de la escena nocturna del film en Tokyo, absolutamente GLORIOSA y en la que es sin duda la culminación de Godzilla como dios de la destrucción y a 62 años de películas.
A nivel interpretativo ningún actor sobresale excesivamente por encima del resto debido al tratamiento coral del film. Pero podemos destacar a Hiroki Hasegawa como joven político que se enfrenta a la crisis. Satomi Ishihara, interpreta a la representante de EEUU en Japón con un inglés macarrónico y aspiraciones políticas de ciencia ficción (aunque con espectaculares y agradecidos atributos físicos). La música mezcla temas originales de Akira Ifukube (que siempre funcionan como un tiro y resultan emocionantes para el fan), magnificas partituras solemnes con coros angelicales además de otros temas rockeros o electrónicos convirtiéndose en un batiburrillo algo confuso pero estimulante.
El film no esconde guiños a la saga. Los primeros segundos del film son calcados a Japón bajo el terror del monstruo (1954). El logo clásico y original de la Toho que podemos ver al inicio se rehízo para la ocasión. Y se cogen directamente sonidos y scores musicales de la saga dándole un tono extraño y retro. La tercera evolución de Godzilla (en la que es la versión reducida del monstruo) toma el rugido original de Japón bajo el terror del monstruo (1954) además de modernizar la escena del primer ataque de la bestia a Tokyo.
Y llegamos a uno de las aspectos más fascinantes del film y es el personaje del científico Goro Maki (mismo nombre que el periodista de Godzilla de 1984). Personaje que no aparece en todo el film y que parece haberse suicidado al inicio del metraje. Y aquí lanzo una de las teorías del film: ¿El sacrificio/suicidio de Goro Maki es el detonante de la aparición de Godzilla? ¿És el científico uno de los organismos de los que forma parte Godzilla?
Los aspectos negativos del film por supuesto varían en la forma en que entres o no en el juego que proponen Anno e Iguchi. El nivel de información es abrumador y el ritmo del film agobiante para el espectador no preparado por lo que su visionado puede tornarse excesivo y agotador.
En resumen, Shin Godzilla (2016) supone una sorprendente modernización del monstruo y que rompe y renueva los patrones clásicos del género con un ritmo abrumador desde el minuto 1, recuperando poder crítico y metafórico frente a la situación política del Japón actual presentando a un Godzilla totalmente renovado y que vuelve a infundir terror. Una propuesta arriesgada no exenta de puro espectáculo destructivo, critica y parodia política.
(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Otro motivo que rompe más que nunca con el género es que por primera vez en la historia, Godzilla no es un hombre disfrazado, sino una creación digital realizada de forma impecable. En este sentido los efectos especiales superan todo lo visto anteriormente en la saga llegando a momentos espectaculares (pese a las escenas paródicas, algo risibles, aunque grotescas, de la primera versión de Godzilla atacando la ciudad). La visión de la destrucción en este film consigue que cada plano con los monstruos sea impecable e inéditos en la saga. Desde las primeras escenas de destrucción (calcadas al tsunami de Fukushima), hasta pasar al ataque del Godzilla adulto en Tokyo con las fuerzas de defensa atacando al monstruo con una constante obsesión de retratar la enormidad del monstruo. Punto y aparte es hablar de la escena nocturna del film en Tokyo, absolutamente GLORIOSA y en la que es sin duda la culminación de Godzilla como dios de la destrucción y a 62 años de películas.
A nivel interpretativo ningún actor sobresale excesivamente por encima del resto debido al tratamiento coral del film. Pero podemos destacar a Hiroki Hasegawa como joven político que se enfrenta a la crisis. Satomi Ishihara, interpreta a la representante de EEUU en Japón con un inglés macarrónico y aspiraciones políticas de ciencia ficción (aunque con espectaculares y agradecidos atributos físicos). La música mezcla temas originales de Akira Ifukube (que siempre funcionan como un tiro y resultan emocionantes para el fan), magnificas partituras solemnes con coros angelicales además de otros temas rockeros o electrónicos convirtiéndose en un batiburrillo algo confuso pero estimulante.
El film no esconde guiños a la saga. Los primeros segundos del film son calcados a Japón bajo el terror del monstruo (1954). El logo clásico y original de la Toho que podemos ver al inicio se rehízo para la ocasión. Y se cogen directamente sonidos y scores musicales de la saga dándole un tono extraño y retro. La tercera evolución de Godzilla (en la que es la versión reducida del monstruo) toma el rugido original de Japón bajo el terror del monstruo (1954) además de modernizar la escena del primer ataque de la bestia a Tokyo.
Y llegamos a uno de las aspectos más fascinantes del film y es el personaje del científico Goro Maki (mismo nombre que el periodista de Godzilla de 1984). Personaje que no aparece en todo el film y que parece haberse suicidado al inicio del metraje. Y aquí lanzo una de las teorías del film: ¿El sacrificio/suicidio de Goro Maki es el detonante de la aparición de Godzilla? ¿És el científico uno de los organismos de los que forma parte Godzilla?
Los aspectos negativos del film por supuesto varían en la forma en que entres o no en el juego que proponen Anno e Iguchi. El nivel de información es abrumador y el ritmo del film agobiante para el espectador no preparado por lo que su visionado puede tornarse excesivo y agotador.
En resumen, Shin Godzilla (2016) supone una sorprendente modernización del monstruo y que rompe y renueva los patrones clásicos del género con un ritmo abrumador desde el minuto 1, recuperando poder crítico y metafórico frente a la situación política del Japón actual presentando a un Godzilla totalmente renovado y que vuelve a infundir terror. Una propuesta arriesgada no exenta de puro espectáculo destructivo, critica y parodia política.
(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here