Haz click aquí para copiar la URL

Climax

Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
6
23 de marzo de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partido de la jornada. Los noventa minutos más los tres de descuento del mismo se desarrollaron así.

Primero de todo, el tiempo de añadido aconteció nada más empezar la contienda: el árbitro, un tal Gaspar, que parecía un tanto excéntrico en sus ademanes y demasiado gesticulante, se quiso hacer notar. Por lo demás, el encuentro comenzó trepidante, con unas incursiones por las bandas sonoras muy poderosas y un control del juego aéreo y a ras de suelo más que destacados. La presentación de los jugadores (de nuevo la megafonía los presentó a destiempo y en plena disputa) fue también muy vistosa y aplaudida. Los himnos sonaron en pleno partido. Había pausas de hasta veinte o más minutos, lo cual los protagonistas del choque parecía que agradecían. La mayoría, no todos, aprovecharon de hecho para avituallarse y reponer fuerzas en alguna de aquellos recesos. Por lo demás, los primeros cuarenta y cinco minutos consiguieron atrapar la atención de unos espectadores (el partido se disputó a puerta cerrada) que desde sus casas (nos consta) se lo estaban pasando pipas facundo (palomiteros, comepipas, aquí era el todo vale). El estilo de juego que implantaron ambas plantillas, compuestas a partes equitativas por chicos y chicas, se entremezclaban en un puro júbilo compartido, una comunión perfecta llena de amor, deleite y gozo para los sentidos y una armonía fascinante, casi irreal. Pura entelequia. Aquello hasta se parecía a una coreografía. Unas formaciones de ensueño. Un auténtico Dream Team.

Y por fin llegó el merecido descanso, al que los veintidós (los números aquí danzan todo el rato) empezaban a dar muestras de cierto agotamiento.

Un poco fundidos en negro.

Irían ganándose todos (vale la paradoja) dos o tres a cero.

La segunda mitad parecía que se iba a desarrollar por los mismo derroteros. Pero en un momento dado, hubo cambios. El público (nos consta) no entendió alguno de los mismos, quizá realizados a destiempo y sin venir a cuento, dado el buen nivel de las actuaciones individuales y colectivas. Y de repente, y siempre con la conveniencia del ínclito señor colegiado, comenzó un juego subterráneo y poco vistoso. Tal cual, porque llegaron a fundirse los plomos del terreno de juego y apenas había visibilidad. El referee, sin embargo, dio la orden de continuar, hecho que puso de los nervios a los presentes, además de a los amantes del fair play y del jogo bonito y ortodoxo. No había, a todo esto, más que jugadores patrios, muy patrios según rezaban las fichas repartidas al inicio del encuentro con la adición de dos refuerzos foráneos, los cuales, debido a su lógica falta de adaptación a sus compañeros, tenían claros problemas de comunicación. Así, cuando se torció definitivamente el acuerdo tácito de juego de toque y de baile de claqué, comenzó el tiempo de las marrullerías, de entradas realmente muy feas y de una serie de agresiones que para el señor árbitro no merecieron siquiera una mera amonestación verbal. Hubo protestas varias y notorias, pero el señor de negro (que actuaba sin jueces asistentes y no tenía un pelo de tonto) daba a entender de esta manera que quería quedar bien con ambos equipos. Aquí paz y después gloria, se infería con su declaración de intenciones a la segunda hora de dirigir la contienda. Quizá lo que quería era evitar que le tacharan de beneficiar a nadie.

Pero paz, lo que se dijo paz, no vio un servidor. Lo que antes del descanso había sido cerebro y sensatez se había convertido en un peligroso correcalles donde tenía cabida el todo vale y nadie podía estar a salvo de la quema. Tal cual, de nuevo. Suponemos que por algún extraño tipo de combustión espontánea una de las jugadoras se salvó afortunadamente por los pelos de salir chamuscada. Pero la cosa de las llamas no pasó, en ese sentido, a mayores. Sí a algún menor, a lo que parece, se trata de un niño que se ocupaba de algún tipo de labor de apoyo y utillería y que era muy querido por todos los jugadores. Desgraciada noticia que todavía, a estas horas, no ha quedado esclarecida para evitar lo que los expertos dan en llamar como enojoso spoiler, la verdadera tragedia que, según esas mismas fuentes, supone un demoledor fenómeno desgraciadamente corriente en nuestros días. “Dios no lo quiera (y cito) que nadie cometa ese horrendo spoiler”.

El partido ya, como cabía esperar, pasó a un plano más que secundario. El árbitro no daba señales de vida, incluso las informaciones que nos llegaron tiraban por el mismo camino: el irresponsable habría desaparecido. El descontrol fue tal que resultaba baladí, sin nadie que forzara la decisión, decidir la suspensión del encuentro. El instinto decía que sí, que aquello no debía continuar disputándose. Pero siguió, vaya que siguió, más que nada en aras del supuesto espectáculo. Y fue eso, el instinto, precisamente, lo que acabó por liquidar un acontecimiento que empezó siendo deportivo y acabó como el rosario de la aurora. A más de uno le dieron quebraderos de cabeza. Y a otros, de algún que otro hueso. El parte de heridos y bajas sólo lo podría saber el acta de un partido que nunca debió acabar así, si es que alguien redactó el acta, si es que hubo guión en todo esto. Todo para más inri, a tenor de los buenos síntomas que los protagonistas habían mostrado al inicio del choque. Un climax desolador.

En fin, amigos, real como la vida misma.

Última hora: nos informan de que las autoridades han decidido que todos los integrantes de las dos plantillas pasen el preceptivo control antidopaje. Y el árbitro también.
1
10 de febrero de 2019
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayyyyyyyy ayyyy que engendro de película. No, si la fotografía es la polla, y los números de baile muy chulis, los actores? lo dan todo en las conversaciones de besugo y todo lo demás.
Pero, señor Noe, hasta aquí hemos llegado. Vale que me costó un horror acabar Enter the Void y Love ni me gustó ni me desagrado. Lo seguía desde Irreversible por ser una peli rompedora y desgarradora pero es que aquí no encuentro ni pies ni cabeza. Y me jode, porque tenía las expectativas por las nubes. To dios versando las maravillas de esta barca de seres despreciables, (vale, que sí, que todos hemos leído a Sartre, pero nos resistimos a creer que tor mundo e malo) esto es un desastre muy bonito. Pero desastre a fin de cuentas.
Absurda e infumable. Ahora si Le sirve a usted para darse cuenta que satanás vive entre nosotros. Pues ole.
2
11 de febrero de 2019
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que el pobre Noé está atrapado en una manera de hacer cine que ya no produce ninguna sorpresa. La produjo "Irreversible". "Irreversible" tenía momentos brutales, aunque es una película vacía que no aguanta un segundo visionado. Una película que incluso puede llegar a ser mala si se ve dos veces. Esta, en cambio, se ve que es mala desde el principio. Intenta ser moderno, supongo que intenta llamar la atención, sorprender, romper..., pero a mí me aburrió sobremanera. Creo que todos los críticos que aplauden están haciendo el ridículo. A lo mejor es que ellos también quieren parecer modernos, críticos abiertos a otras formas... ¡Puaj!
12 de octubre de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más chocante con cada nuevo trabajo del autor de 'Love' o 'Irreversible' es que, sin hacerle ascos a su ociosa voluntad de romper con la convencionalidad, al invertir la cronología de sus guiones -aquí más sutil, limitándose a usar el final como prólogo, con un metraje restante totalmente lineal-, su as en la manga continúe siendo el de recrearse con secuencias de un subrayado espíritu lisérgico, macabro y tremebundo en lo visual -eso es marca de la casa- y, para la ocasión, rematarlas con un final comparable a una atracción de la casa de los horrores.
Que sus protagonistas dejen aflorar sus instintos más retorcidos y violentos, liberados bajo el efecto del LSD que alguien ha vertido en su sangría, no deja de ser la excusa idónea para generar un clímax expositivo de calculada anarquía, ante la batuta -deliberadamente confusa, jugando al despiste- de Gaspar Noé, empeñado en orquestar 90 minutos de planos-secuencia mareantes donde nos muestra lo estimulante que puede ser ir hasta las cejas, bailar hasta la extenuación y arrimar la cebolleta con el primer cuerpo sudoroso que se te ponga por delante. Y no adelanto más, para no chafaros un par de sorpresas. Eso sin obviar los momentos de propina donde Noé, dialéctica mediante, e inmerso en el corazón de la juerga que precede al desastre, se molesta en radiografiar la personalidad de todas sus criaturas, con un olfato para la broma que para sí hubiesen deseado los autores de la ya lejana 'La Fiesta' (2002, Manuel Sanabria & Carlos Villaverde).
Es como si uno de los capítulos en la saga juvenil 'Step Up' -sin prescindir de las obligatorias coreografías horteras- estuviese dirigido por el propio Noé, y lo hubiese ambientado en el mismísimo Rectum, aquel refinado club clandestino de 'Irreversible' donde sus socios departían cordialmente, follaban y, si surgía la ocasión, se inflaban a hostias. 'Clímax' (2018, Gaspar Noé) es una noche de música electrónica, alaridos de horror y sexo que no olvidarás en lo que te resta de vida. Con todo lo bueno (y malo) que eso conlleva.
1
24 de noviembre de 2023
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La juventud se siente fascinada por el sexo, las drogas y la violencia. La buena noticia es que tiene cura. La madurez es aquel momento de serenidad clarividente en el que superamos las idioteces y nos damos cuenta de que la vida es otra cosa. Todos maduramos menos Gaspar Noé.

Gaspar Noé nos quiere convencer de que el ser humano se mueve por instintos de violencia y muerte. La gran arrogancia del director es presentar su cine como La Verdad en mayúsculas. Una experiencia extrema por encima de las convenciones morales.

Si el sensacionalismo es un defecto, el gran acierto de Noé es transformarlo en virtud. El universo visual del director se construye desde las estrategias sensacionalistas de la publicidad. Noé no es tanto un narrador como un publicista provocador. Sus películas son como largos anuncios llenos de rótulos, advertencias alarmistas y mensajes directos al espectador.

En "Climax" unas grandes letras interrumpen el metraje para avisarnos de que la vida es insustancial y que la muerte es una situación extraordinaria. Una apología en toda regla de la pulsión de muerte. Pero el gran defecto de Gaspar Noé no es su deprimente tendencia suicida sino su forma de llegar a ella. Por encima de la locura, lo que destaca en sus películas es la torpeza narrativa. En su escalada hacia la neurosis colectiva el director se olvida de la verosimilitud. En "Climax" los bailarines invitados a esa fiesta infernal discuten sin mucha causa ni sentido. No se entienden los motivos del pifostio que organizan, pero da igual, lo que importa es el impacto de unas imágenes más caóticas que La Tomatina de Buñol.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para