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Uno, dos, tres

Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
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9
11 de junio de 2005
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No os fiéis de los que os digan que las mejores de Billy Wilder son "El apartamento" y "Con faldas y a lo loco" (que a mí me encantan, ojo). Naturalmente, podéis coincidir con esa opinión, pero antes tenéis que ver todas por vosotros mismos. A mí ésta me ha parecido la mejor del director.

Es gamberra, inteligente, cáustica y, sobre todo, desternillante. Hay muchos momentos y personajes cojonudos: la escena de los comunistas babeando al ver bailar a una mujer, el eficiente ex-oficial alemán, el joven Otto, McNamara (todo lo soluciona con tres decisiones)... En fin, la lista de elogios es tan extensa como elementos tiene la película.
6
28 de diciembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
28/12/2011 NOTA 7/10

El maestro del humor y una de sus obras dulzonas. La película destaca por un ritmo frenético, una velocidad que te hace estar muy despierto. Esto hace que sea muy entretenida y se pase el tiempo volando. Los chistes y gags son innumerables, aunque algunos repetitivos dejen de hacer gracia, no resultan empalagosos. Está genialmente tratada la guerra fría de esa manera tan cómica. Al final, el gran Wilder consigue arremeter contra los dos imperios, de una manera sutil, criticando desde la parodia al imperialismo y a las niñas de papá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Genial el plan que traza el encargado para que los comunistas detengan a Otto.

-La manera de torturarle, con música americana, muy gracioso.

-Al final se crea un grandísimo embolico con los sastres, el conde, el catering, etc...

-Los policías buscando a una rubia con los pechos tatuados (y registran a la gordita).

13 de abril de 2020 6/10
No recordaba absolutamente nada de esta película, tan solo a la velocidad que fue rodada. Parece que está puesta para que pase muy deprisa y es histriónica. Rodada en plena inspiración compositiva de Wilder, en sus mejores años, aquí se atreve con un tema escabroso como es la Guerra Fría, y enclava la historia en una multinacional americana (Coca Cola) en pleno Berlín, tratando de expandirse por la Unión Soviética.

Para ello, hace referencias a innumerables acontecimientos de aquellos años, como Sputnik, Gagarin. Castro, Kennedy, etc…, siendo muy crítico sobre el comunismo mostrando sus carencias y puntos débiles. De otro modo, a los americanos les habría costado un poco más su visión. De hecho, no se llevó ningún Óscar porque, para los yankees, “bromas, las justas”.
10
30 de diciembre de 2007
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás la guerra fría fue retratada con tanto sentido del humor, ni las frases fueron dichas tan rápidamente como en UN, DOS, TRES.
Wilder consiguió con esta película hacer llegar a un gran número de personas lo que sucedía en el Berlín de la posguerra. La eterna lucha entre el capitalismo y el comunismo jamás fue tan divertida.
Absolutamente imprescindible.
3
18 de mayo de 2014
26 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo mejor es que tenía un día de perros y por eso esta película de Billy Wilder, que creía propicia para alegrarme la tarde, me ha dejado chafada. O será que no, que es cosa de Wilder y no de mi mal humor.

«1, 2, 3» me la pusieron en mi clase de alemán como documento de una época y una cultura, pero lo cierto es que poco tiene de sensato esta parodia en la que apenas puedes sonreírte en un par de veces. El fallo es que los rasgos que se eligen, las características que se destacan de uno y otro lado, no crean una caricatura acertada, simpática, incisiva, inteligente y aguda. ¿Qué es eso de que no haya mujeres guapas en la Alemania oriental? ¿Qué trama es esa de los tres comunistas, que más estúpidos no pueden ser? ¿Con qué cara nos dice Wilder que las mujeres occidentales somos (o eran) así de frívolas, atontadas, cornudas e interesasdas?; vaya forma tan fina que tiene la secretaria de prostituirse. El comunista-idealista que lleva doscientos libros de equipaje (ya me gustaría a mi ver qué clase de libros son), es lo contrario al capitalista-ambicioso, que en occidente no somos tan cultos. Hacer gracia con la militarización de los alemanes, con su pasado de nazismo... delicado, ¿no? Puede hacerse, claro que puede hacerse, pero para ello hay que tener una visión más amplia de la Historia, no quedarse reducido a estereotipos vagos y no fiables; ser más arriesgado, más valiente, más divertido. El sentido del humor es un don, no una decisión.

La peli, que presume de ritmo, es muy pesada. El ritmo no es que muchos hablen mucho a la vez, ni que haya mucha gente en un mismo espacio. No ocurre nada relevante en una hora, y cuando empieza a ocurrir te vas dando cuenta de lo tonto que es todo y de lo mal que le van a ir las cosas a esa descerebrada de Scarlett y su querido Otto. Se supone que lo gracioso radica en ello, en juntar dos extremos, pero es que el guión se equivoca al retratar unos personajes tan inconscientes, sin motivo alguno, además, y ante cuyo futuro fracaso que prevemos aunque el final sea un happy ending, no podemos reírnos.

James Cagney posiblemente sea lo mejor de la película, con un personaje que nunca llega a caerte del todo bien. Crítica para nada imparcial y humor sin frescura ni perdurabilidad en una comedia olvidable.
10
1 de mayo de 2008
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder volvía a sus orígenes para contarnos una historia en clave de comedía ácida como sólo él sabía hacerlo. Ya el título es una declaración de principios. "Uno, dos, tres", representaba la forma enérgica que tienen los jefes de dirigir las empresas (uno esto, dos, aquello, tres lo otro....), y el film es el reflejo enérgico de ese tipo de órdenes. El film empieza en Berlin, prácticamente después de la II Guerra Mundial, donde James Cagney interpreta a un ambicioso directivo de la famosa empresa Coca-Cola, que ve su destino como un castigo, y que como cualquier tipo ambicioso que se precie aspira a un puesto mejor. Sin embargo, la díscola hija del jefe de la compañía lo puede hechar todo a rodar cuando se enamora de un joven e idealista comunista.

Como en todas las películas de Wilder, el sólido guión es la base sobre la cual se articula toda la película, manteniendo un ritmo frenético durante todo el metraje que va "in crescendo" hasta un final de vértigo que empieza cuando el joven deja embarazada a la hija del mandamás el cual está a punto de llegar a Berlín.

Aunque el film tiene un claro tono de comedia, subyace por debajo esa acidez y ese humor corrosivo que caracterizaron a Wilder. El trasfondo es una visión de los dos mundos contrapuestos que iban a dividir el planeta en aquello que se llamó "el telón de acero". No hay nada que represente al capitalismo que la Coca-Cola. Tanto la hija del jefe es como el joven comunista, son dos símbolos del capitalimo y del socialismo, ambos jóvenes e inocentes que se dejan seducir por las aparentes bondades de ambos sistemas económicos. Y al mismo tiempo manipular. Aquí es donde entra el ambicioso personaje de James Cagney el cual no duda en hacer lo que sea por evitar el escandalo que su jefe se entere que su hija se ha enamorado de un comunista (aunque explicado en clave de comedia), para posteriormente arreglarlo y maquillarlo todo para quedar bien y conseguir ese ansiado traslado.

Tras las risas y carcajadas de las situaciones, se esconde un análisis preciso de ambos sistemas económicos, y el hecho que al final el joven comunista acabe en el lado capitalista no es más que lógica conclusión del enfrentamiento entre capitalismo y comunismo. Algo que ya Wilder nos mostró varías décadas antes de que sucediera. Evidentemente, la sociedad de consumo ofrece muchas más posibilidades que la restrictiva (e idealista) sociedad comunista. Y conste que Wilder no hace apología del capitalismo, ya que esto es asumido con una cierta amargura por el cineasta. El último fotograma (que no voy desvelar) lo deja bien claro.

Excelentes interpretaciones (impresionante Cagney en un registro alejado de los arquetipos que había interpretado), excelente guión y excelente dirección. Wilder nos ofrece otra de sus grandes comedias, no tan famosa como otras a la misma altura.

Una película que se podría mostrar en los colegios cuando tocase explicar el capitalismo y el socialismo.
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