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Muertos de risa

Comedia Nino y Bruno son dos famosos humoristas de los años setenta que, a lo largo de los años, han ido forjando un odio mutuo que, en parte, ha sido la base sobre la que han cimentado su éxito. Una gala de Nochevieja en televisión, que supondrá el final para el dúo, es el momento a partir del cual la historia se remonta a sus orígenes. (FILMAFFINITY)
Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
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5
30 de marzo de 2010
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es una especie de Forrest Gump en clave de comedia negra y a la española, by Álex de la Iglesia.

Se rememoran los años setenta, con sus canciones de Nino Bravo, sus camisas solapón de fantasía, sus patillones, su horrendo papel pintado de colorín. Y también los ochenta, con su golpe de estado, su espantosa música tecno-leches, sus calvos con coletilla. Terminando la historia en los noventa, con sus olimpiadas, y donde ya se hace peligrosilla la obsesiva rivalidad entre los dos protagonistas.

La idea es muy buena, y la ambientación también. Pero el guión gira constantemente sobre la misma idea, lo que termina haciendo la peli algo pesada.

La curiosidad sobre el argumento decae en los primeros minutos, en los que ya se cuenta hasta qué punto se odian los personajes. A partír de ahí, el resto es marear la perdiz.

Bien Santiago Segura, encaja las tortas con una elegancia llamativa.

Algo sí que te ríes, aunque no sea para morírse.
6
9 de septiembre de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los problemas de esta película es que la vendieron como algo que no era. Uno veía el colorista cartel, la presencia de Segura y Wyoming, el video musical promocional de Qué pasa contigo tío, y te contaban que era la historia retro de un dúo humorístico español al estilo de Martes y Trece, y claro, uno esperaba una película...graciosa.

Sí, sabíamos que la dirigía Álex de la Iglesia, e incluso creo que había leído que era de humor negro y que los dos personajes acababan odiándose, es más, supongo que la palabra "Muertos" en el título podría dar alguna pista. Pero el caso es que el poco humor que pueda haber en la película es muy, muy negro. Negrísimo.

Entonces ¿qué es? ¿Un drama? Pues tampoco exactamente, ya que como drama es algo superficial. La palabra "esperpento" es lo que mejor la define. Las situaciones son grotescas, esperpénticas, un punto surrealistas...más que verdaderamente graciosas.

Por más que se trate de una película sobre perdedores creo que falta algo de alegría. Por más que otras visiones del pasado se excedan con la luz aquí De la Iglesia se excede con las sombras. Yo pensaba que iba a ver una película sobre dos amigos que realizaban un número cómico y acababan enfrentados el uno al otro, y lo que vi fue a un par de canallas que se hacen todo tipo de putadas , siempre que tienen oportunidad. Esperaba un desarrollo, una progresión en cómo cambiaba la actitud entre los dos. Y, sí, la hay, pero consistía en que empezaban como unos cabrones y terminaban como unos locos psicóticos y sumamente peligrosos.

Así que cuando vi la película la primera vez me pareció una mierda. Me decepcionó como a Pablo Kurt. La progresión dramática y la comicidad se reducían a que uno de los personajes le daba bofetadas a otro. La empatía con los personajes era prácticamente imposible. El reflejo de una época y un tipo de humor más ingenuo o de los coloristas videoclips y programas de televisión de antaño era prácticamente nulo.

Pensando en ella luego y al volver a verla en televisión creo que en el esperpento y la crueldad de algunas escenas es donde se encuentra parte de la "gracia" del asunto. La dirección de Álex de La Iglesia es notable en este aspecto, especialmente en la parte final, cuando los personajes se vuelven más psicóticos.

En cuanto a las actuaciones, alguien ha dicho que El gran Wyoming no es actor, pero yo creo que se come con patatas a Segura, e incluso llega a dar verdadero miedo (algo que, pese a su peculiar cara, nunca pensé que daría el señor Wyoming) y hay una escena en particular que sí se grabó en mi retina por lo tenebrosa y absurda que es.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me refiero a la parte en la que Bruno, con una mano de cartón piedra gigantesca, tortura al pobre sustituto de Nino en una habitación repleta de pintadas delirantes. Esto y el último minuto son los momentos más destacados de una comedia sin mucho humor.
7
30 de enero de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El seiscientos, la legión, el Un, Dos, Tres, Chicho Ibáñez Serrador, Kiko Ledgard, los calzoncillos Abanderado, los grises, Nino Bravo, el destape, la Transición, Uri Geller y José María Iñigo, Gaby, Fofó y Miliki, Freixenet, Azul y Negro, Verano Azul, el VHS, el bombero torero, Montxo Borrajo, Josema, Víctor Manuel, Massiel, Bigote Arrocet, el 23-F, los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, Carabanchel…
Muertos de risa es una comedia gamberra, salvaje y disparatada que le sirve de excusa a Alex de la Iglesia para hacer desfilar por la pantalla nuestra historia desde los setenta hasta principios de los noventa. Y como telón de fondo, esa España cainita en la que siempre reinarán el odio y la envidia.
5
16 de octubre de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra vez parte Álex de la Iglesia de un planteamiento argumental original, rico y que asegura a la vez un éxito comercial. Pero otra vez desfallece esa idea inicial en una segunda parte de película ("El día de la bestia" sería una obra maestra sino fuera por sus últimos veinte minutos) atropellada y mal construida, en este caso concreto, exagerada en la metáfora precisamente expuesta en las carnes de Nino y Bruno, Bruno y Nino, dos humoristas de la España casposa, hortera y "kitsch", dos seres que alcanzarán cotas de éxito popular muy grandes en base a un humor zafio, simplón, y que guardan la clave de su triunfo en que realmente se odian. Quiere ser (y es en la primera parte de película, la desarrollada en los 70) una obra de humor muy hispano, esperpéntico pero también ácido, crítico pero no revanchista con el putrefacto pozo franquista. Todo se queda, sin embargo, a medias, en pura lluvia incontrolada, a veces fina -al principio-, a veces muy gruesa -al final-, sin que la tormenta y los relámpagos alcancen a estallar y se logren los resultados esperados, el caudal de sólo lo percibido pero no bien mostrado. Peca De la Iglesia en esa errónea segunda parte de su gusto por la acción y los guiños al cine fantástico. No valen, no encajan en el conjunto por culpa, principalmente, de un guión algo desmañado y muy irregular.
Santiago Segura y Wyoming están idóneos y a sus anchas aquí, eso sí es verdad. Son lo mejor dentro de la medianía de un film que pudo ser mejor y que roza ser alineable, por momentos, con el "Airbag" de Bajo Ulloa, en su caótica parte final.
11 de mayo de 2011
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de Alex de La Iglesia que se estrelló contra su título, contra su propia campaña de promoción, contra la desafortunada interpretación de uno de sus protagonistas que no es otro que el Gran Wyoming, pero que sobretodo se estrello contra su propio objetivo, contra esas generaciones a las que iba dirigida, esas generaciones que vieron morir al caudillo, la transición, el golpe de estado y la loca carrera durante los ochenta para ponernos al día después de una histórica siesta de 40 años, y que vieron todo eso a través de esa caja. Esa caja, que con muy poco respeto, todos la llamamos tonta porque nos olvidamos de que es un mero entretenimiento y caemos en el error de hacerle demasiado caso.

Su director, de forma grotesca y caricaturesca, nos muestra lo que éramos y en lo que nos fuimos convirtiendo durante esos años, a través de una pareja de humoristas al uso, de aquellas que fueran tan populares en los años ochenta. Alex de la Iglesia se mofa de todo eso, se ríe de todos esos acontecimientos televisados que nos dieron de mamar, y lo hace porque entiende que es parte de él y esta en su derecho de señalar con el dedo y decirnos, “fíjense de lo que nos reíamos hace unos pocos años”. Para la mayoría, esto fue intolerable, preferían quedarse con su propia perspectiva de la historia, querían ver a dos personajes de moda enlazando gags durante toda la película, nunca los trapos sucios de una realidad que en el fondo no tiene ni puñetera gracia porque nos da la sensación de que se ríe de nosotros, de nuestra historia. ¿Pero no es precisamente ahí donde reside la esencia de lo que llaman “humor negro”?

Supongo que no es fácil asimilar que ver un gran pecho femenino en una gala de fin de año fuese un fenómeno social o que tuviesen cabida sketch en televisión en los que se trataba de hacer reír con frases como “…mi marido me pega...”, cosas que en el siglo XXI o son ignoradas por saturación o que nadie se atrevería hacer porque seria lapidado públicamente. Pero cosas, que a mi me hace gracia recordar, y que me hacen pensar en como hemos avanzado, para bien o para mal, pero avanzado al fin y al cabo porque retroceder es imposible y si no te lo crees, mira el reloj y el calendario.

En definitiva, Muertos de risa es una película muy personal de Alex de la Iglesia que solo unos pocos apreciamos y que si viste la teta de Sabrina y creciste con las insufribles nocheviejas de “martes y trece” después del gran sketch de las empanadillas puede que la disfrutes. Jamás recomendaría esta película a los nacidos a partir de 1988 aproximadamente, porque a mi juicio, no entenderán casi nada.
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