Mad Max
6.6
66,778
Acción. Ciencia ficción
En un futuro posnuclear, Max Rockatansky, un policía encargado de la vigilancia de una autopista, tendrá que vérselas con unos criminales que actúan como vándalos, sembrando el pánico por las carreteras. Cuando, durante una persecución, Max acaba con Nightrider, el líder del violento grupo, el resto de la banda jura vengar su muerte. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2007
4 de abril de 2007
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los vándalos se apoderan de la carretera, la gasolina escasea, y el mundo se va al carajo en un futuro no muy lejano, solo dos íntegros policias al volante de un interceptor V8 se interpondrán entre los cada día más salvajes malvados y las gentes de bien.
La historia aquí narrada, es el descendo a los infiernos y la venganza de su protagonista, el ya legendario héroe de acción postapocalíptica Mad Max, encarnado hace ya más de 25 años por nuestro fascistoide y por aquel entonces desconocido amigo Meloncillo (Mel Gibson) en su debut. Max, policía por convicción, luchará desesperadamente por mantener el orden que ha jurado defender, no deteniéndose ni ante el Jinete Nocturno, lo que provocará las iras de los pandilleros y llevará a Max a lo que podríamos llamar destrucción personal.
A producción de tan bajo presupuesto, se le han de reconocer talentosas virtudes: la elección del desierto de Australia para la ambientación del mundo preapocalíptico (en esta entrega aún no ha tenido lugar la guerra que se intuye al comienzo de la siguiente), la perturbadora caracterización de los salvajes de la autopista que dan miedo de verdad, la corruptela generalizada de los supuestos policías, excepto de nuestros héroes, o las angustiosas escenas de ultraviolencia contra los inocentes conductores, violencia explícita por otra parte casi inédita hasta la fecha.
Buen guión, interpretaciones decentes (no se puede pedir más a una ópera prima tanto del director como de su actor principal) y un prólogo a una segunda parte aún más brillante si cabe en la que estalla el universo Mad Max en todo su esplendor. Recomendable para los amantes del cine de acción con memorables y angustiantes escenas (ver spoiler) y clásico que se deja revisitar y que creó su propia estética con clones de más dudosa calidad.
"Eso de ahí dentro ya no es el Ganso"
La historia aquí narrada, es el descendo a los infiernos y la venganza de su protagonista, el ya legendario héroe de acción postapocalíptica Mad Max, encarnado hace ya más de 25 años por nuestro fascistoide y por aquel entonces desconocido amigo Meloncillo (Mel Gibson) en su debut. Max, policía por convicción, luchará desesperadamente por mantener el orden que ha jurado defender, no deteniéndose ni ante el Jinete Nocturno, lo que provocará las iras de los pandilleros y llevará a Max a lo que podríamos llamar destrucción personal.
A producción de tan bajo presupuesto, se le han de reconocer talentosas virtudes: la elección del desierto de Australia para la ambientación del mundo preapocalíptico (en esta entrega aún no ha tenido lugar la guerra que se intuye al comienzo de la siguiente), la perturbadora caracterización de los salvajes de la autopista que dan miedo de verdad, la corruptela generalizada de los supuestos policías, excepto de nuestros héroes, o las angustiosas escenas de ultraviolencia contra los inocentes conductores, violencia explícita por otra parte casi inédita hasta la fecha.
Buen guión, interpretaciones decentes (no se puede pedir más a una ópera prima tanto del director como de su actor principal) y un prólogo a una segunda parte aún más brillante si cabe en la que estalla el universo Mad Max en todo su esplendor. Recomendable para los amantes del cine de acción con memorables y angustiantes escenas (ver spoiler) y clásico que se deja revisitar y que creó su propia estética con clones de más dudosa calidad.
"Eso de ahí dentro ya no es el Ganso"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Particularmente angustiosas son las escenas de la persecución de la familia de Max, destacando el mal rollo que da contemplar como el personaje de la anciana trata de amenazar a Cortauñas (el sustituto de Jinete Nocturno) con una escopeta mientras escapa la mujer, sabiendo que no va a conseguir nada con eso, hecho que se comprueba momentos después en la más impactante y perturbadora escena de la cinta, en la que no se ve nada pero se intuye todo.
Me encanta también la escena de la materialización de ese descenso a los infiernos, representada por el vagabundeo automovilístico y alucinógeno nocturno de Max, tras el cual, cruzará la línea de la ley y emprenderá su venganza.
Me encanta también la escena de la materialización de ese descenso a los infiernos, representada por el vagabundeo automovilístico y alucinógeno nocturno de Max, tras el cual, cruzará la línea de la ley y emprenderá su venganza.
16 de julio de 2013
16 de julio de 2013
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mad Max nos cuenta la historia de un futuro distópico, donde la lucha por la gasolina ha engendrado a unos locos de la carretera y unos agentes de policía que luchan como pueden contra ellos. Hoy, no parece nada muy innovador, pero porque ya ha sido bastante copiado (véase la regulera Doomsday) desde que el director George Miller y su guionista James McCausland encontrasen la fórmula.
Mostrando una economía de recursos (doce semanas de rodaje, 350.000 dólares), pero no obviando la espectacularidad (desde el comienzo, siguiendo al Jinete Nocturno), Mad Max se convierte en una obra con persecuciones trepidantes y una historia de venganza que, aunque típica, nos recuerda el poder de este punto de arranque en el arte.
La película sigue el arquetipo de un western: espacio árido donde un grupo de hombres defiende la frontera del ataque de un grupo de enemigos; aquí unos lunáticos motoristas liderados por Cortauñas (un repulsivo Hugh Keays-Byrne), inspirado en Genghis Khan.
El asesinato de la gente que le importa a Max (un joven Mel Gibson) hará que pierda la cabeza y cruce la línea, dejando atrás la mera justicia y convirtiéndose en alguien tan loco como indica el propio título (o como otros héroes de la ficción, véase Batman). Insisto, si cambiamos un par de conceptos, nos encontramos ante un western que aprovecha el concepto de distopía para remodelar sus bases para un público cansado de las historias de vaqueros, pero no de aquellas de vaqueros que están enmascaradas bajo otro estilo.
La película no pierde el tiempo, sabe la historia que va a contar, pero tras varias escenas inspiradas (como la huida por el bosque), la cinta detona en una venganza llevada en poco tiempo (quizás demasiado). El final es tan atrevido que me atrevo a ponerlo en spoiler. Como conclusión, uno no sabe si, por el bien de ese mundo distópico, lo mejor que le pudo pasar es que Max pierda la cabeza y emplee su “justicia” contra una pandilla de moteros contra los que la ley no ha podido.
Destacar la influencia de Mad Max en el cine (y no solo en el séptimo arte, ya que estamos, también en el cómic. Véase El viejo Logan de Mark Millar y Steve McNiven, que unen a Lobezno con Mad Max y Sin perdón). No se queda solo en el ámbito de Australia, sino que hoy es complicado no imaginarse un mundo postnuclear (donde no se indaga demasiado, solo es el escenario) sin el aspecto de la cinta. Destacar esos policías de cuero que tampoco se diferencian tanto de los pandilleros, anárquicos y lunáticos. Eso sí, como curiosidad, el único que vestía de cuero real era Mel Gibson que era el protagonista, todo ello debido a que el presupuesto no era demasiado alto.
Mad Max se convirtió por derecho propio en una de las mayores muestras de la distopía en el cine, aunque hoy, que la gasolina parece oro, que hay lunáticos en la carretera y gente que se toma la justicia por su mano, no parece más que una adaptación (algo exagerada, por suerte) de nuestro presente.
Crucemos por tanto la autopista como un jinete nocturno, cargado de gasolina y lloremos ante nuestro final.
Mostrando una economía de recursos (doce semanas de rodaje, 350.000 dólares), pero no obviando la espectacularidad (desde el comienzo, siguiendo al Jinete Nocturno), Mad Max se convierte en una obra con persecuciones trepidantes y una historia de venganza que, aunque típica, nos recuerda el poder de este punto de arranque en el arte.
La película sigue el arquetipo de un western: espacio árido donde un grupo de hombres defiende la frontera del ataque de un grupo de enemigos; aquí unos lunáticos motoristas liderados por Cortauñas (un repulsivo Hugh Keays-Byrne), inspirado en Genghis Khan.
El asesinato de la gente que le importa a Max (un joven Mel Gibson) hará que pierda la cabeza y cruce la línea, dejando atrás la mera justicia y convirtiéndose en alguien tan loco como indica el propio título (o como otros héroes de la ficción, véase Batman). Insisto, si cambiamos un par de conceptos, nos encontramos ante un western que aprovecha el concepto de distopía para remodelar sus bases para un público cansado de las historias de vaqueros, pero no de aquellas de vaqueros que están enmascaradas bajo otro estilo.
La película no pierde el tiempo, sabe la historia que va a contar, pero tras varias escenas inspiradas (como la huida por el bosque), la cinta detona en una venganza llevada en poco tiempo (quizás demasiado). El final es tan atrevido que me atrevo a ponerlo en spoiler. Como conclusión, uno no sabe si, por el bien de ese mundo distópico, lo mejor que le pudo pasar es que Max pierda la cabeza y emplee su “justicia” contra una pandilla de moteros contra los que la ley no ha podido.
Destacar la influencia de Mad Max en el cine (y no solo en el séptimo arte, ya que estamos, también en el cómic. Véase El viejo Logan de Mark Millar y Steve McNiven, que unen a Lobezno con Mad Max y Sin perdón). No se queda solo en el ámbito de Australia, sino que hoy es complicado no imaginarse un mundo postnuclear (donde no se indaga demasiado, solo es el escenario) sin el aspecto de la cinta. Destacar esos policías de cuero que tampoco se diferencian tanto de los pandilleros, anárquicos y lunáticos. Eso sí, como curiosidad, el único que vestía de cuero real era Mel Gibson que era el protagonista, todo ello debido a que el presupuesto no era demasiado alto.
Mad Max se convirtió por derecho propio en una de las mayores muestras de la distopía en el cine, aunque hoy, que la gasolina parece oro, que hay lunáticos en la carretera y gente que se toma la justicia por su mano, no parece más que una adaptación (algo exagerada, por suerte) de nuestro presente.
Crucemos por tanto la autopista como un jinete nocturno, cargado de gasolina y lloremos ante nuestro final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER La crudeza de escenas como la muerte del hijo y su madre, resuelta por un plano del zapato y la pelota del crío, saliendo despedidos, es de gran fuerza. Si fue un plano “artístico” o fruto de la falta de presupuesto para hacer algo “gore”, nunca lo sabremos. Preferimos el resultado que se ve en pantalla.
SPOILER: Uno podría pensar que la venganza contra Cortauñas llevaría más tiempo, pero no es así. Es el penúltimo en ser eliminado, contra todo lo esperado. El último es Johnny the Boy (Tim Burns), el tipo que provocó a Ganso y ha mostrado su locura durante toda la película.
Finalmente, suplica, diciendo que es un enfermo, pero Max toma una medida que fue usada también desde el cómic Watchmen hasta en la película Saw: una cierra, una cuenta atrás, gasolina. Otra muestra más de la fuerza de Mad Max.
SPOILER: Uno podría pensar que la venganza contra Cortauñas llevaría más tiempo, pero no es así. Es el penúltimo en ser eliminado, contra todo lo esperado. El último es Johnny the Boy (Tim Burns), el tipo que provocó a Ganso y ha mostrado su locura durante toda la película.
Finalmente, suplica, diciendo que es un enfermo, pero Max toma una medida que fue usada también desde el cómic Watchmen hasta en la película Saw: una cierra, una cuenta atrás, gasolina. Otra muestra más de la fuerza de Mad Max.
3 de agosto de 2012
3 de agosto de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente producción australiana de George Miller, recargada de acción y buenos momentos, con una historia ciertamente buena y con un Mel Gibson pocas veces tan bien visto (por lo general no me gusta, pero aquí esta al nível indicado). La película es un hito y se conviertió de inmediato en uno de esos films que nadie puede dejar de ver. Tristemente la continuación baja un escalón y recayó en una tercer parte mediocre, pero eso ya es parte de otra historia.
11 de junio de 2007
11 de junio de 2007
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta de culto donde la acción viene de la mano de un alto grado de violencia no tan explícita y la velocidad. Así, psicópatas de las carreteras con sus vehículos dan rienda suelta a un espectáculo lleno de vorágine, persecuciones y locura. Y ese ambiente insano tampoco es disipado por la policía, ya que los mismos utilizan métodos pocos convencionales para contrarrestar la delincuencia y la piratería del asfalto.
Se destacan en el filme la curiosa aparición de un jovencito Mel Gibson, encarnando el personaje de un policía trastocado al que poco le importará poner mano dura ante tanto salvajismo reinante. Además hay escenas verdaderamente impactantes, más aun considerando la época de lanzamiento de este filme donde no abundaban ofertas cinematográficas tan perturbadoras desde la chifladura y paranoia que esparcen sus variantes.
Eso sí, su guión es demasiado limitado, donde sólo se dedican a proponer un espectáculo de alto impacto en adrenalina y escenas atropelladas, sin demasiada elaboración ni complejidad en el argumento mas que el entretenimiento que una simple road movie donde predomina la ley del más fuerte puede ofrecer.
Se destacan en el filme la curiosa aparición de un jovencito Mel Gibson, encarnando el personaje de un policía trastocado al que poco le importará poner mano dura ante tanto salvajismo reinante. Además hay escenas verdaderamente impactantes, más aun considerando la época de lanzamiento de este filme donde no abundaban ofertas cinematográficas tan perturbadoras desde la chifladura y paranoia que esparcen sus variantes.
Eso sí, su guión es demasiado limitado, donde sólo se dedican a proponer un espectáculo de alto impacto en adrenalina y escenas atropelladas, sin demasiada elaboración ni complejidad en el argumento mas que el entretenimiento que una simple road movie donde predomina la ley del más fuerte puede ofrecer.
13 de mayo de 2011
13 de mayo de 2011
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor logro de esta peliculilla es dibujar un futuro postapocalíptico desolador y feo donde los haya, y ser capaz de ubicar en él violencia cruda, sucia, real, que incluso acongoja. Tales reclamos antisueño son de los pocos que forman un proyecto con agujeros por los cuatro costados y sin harina en ningún costal:
El argumento es la mayor nimiedad y llaneza imaginable, y sólo se salva de ser nefasto porque, a pesar de la escasez de líneas del guión, no podemos negar que somos humanos y, aunque tontos (y aunque robótico el prota, por mucho que reiterativas escenas traten de indicar lo contrario), somos capaces de empatizar con un hombre en una situación como la que se muestra.
Lástima que tamaña simpleza sea poco más que un pre¿texto? para una peli de acción donde la acción brilla por su mediocridad (coches que chocan a cámara rápida, wow, coches que explotan, WOW, motos que derrapan, SUPERWOW), cosa que, junto al presente desprecio absoluto por los diálogos, hace de Mad Max un filme (además de anticuado ya) seco, seco, con el que sólo se empalmaría un eyaculador precoz.
El argumento es la mayor nimiedad y llaneza imaginable, y sólo se salva de ser nefasto porque, a pesar de la escasez de líneas del guión, no podemos negar que somos humanos y, aunque tontos (y aunque robótico el prota, por mucho que reiterativas escenas traten de indicar lo contrario), somos capaces de empatizar con un hombre en una situación como la que se muestra.
Lástima que tamaña simpleza sea poco más que un pre¿texto? para una peli de acción donde la acción brilla por su mediocridad (coches que chocan a cámara rápida, wow, coches que explotan, WOW, motos que derrapan, SUPERWOW), cosa que, junto al presente desprecio absoluto por los diálogos, hace de Mad Max un filme (además de anticuado ya) seco, seco, con el que sólo se empalmaría un eyaculador precoz.
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