Soñadores
7.0
32,637
Drama
París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2006
31 de agosto de 2006
36 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es más pretenciosa que cuando Jesús Gil quería presentarse a presidente del gobierno.
Yo me estoy pensando de verdad qué mola más, si ser como estos chavales, tan cultos y tan modernos, o como Luke Skywalker.
Aquí pasa como en todos lados que si te pasas de listo (en este caso de culto, bohemio, inadaptado, ...) llegas a parecer gilipollas (en este caso PRETENCIOSO).
Yo me estoy pensando de verdad qué mola más, si ser como estos chavales, tan cultos y tan modernos, o como Luke Skywalker.
Aquí pasa como en todos lados que si te pasas de listo (en este caso de culto, bohemio, inadaptado, ...) llegas a parecer gilipollas (en este caso PRETENCIOSO).
16 de febrero de 2009
16 de febrero de 2009
48 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a suspender a esta cinta, porque sería un falso si dijese que no me ha provocado un cierto impacto. Y que una película te provoque una reacción, buena o mala, es lo mínimo a lo que debe aspirar. Ahora bien, la impresión que me ha causado ha sido de rechazo y de desagrado, casi de repulsa, y no es culpa mía, sino del director, que parece haberse propuesto convertirse en el cineasta más escatológico de todos los tiempos.
Pero lo que me disturba de verdad no es la coprofagia y la pornografía que manchan todo el filme, sino el insoportable marxismo implícito en su mensaje. ¿Cuándo se van a convencer de que esa gente que fumaban cigarritos de colores, llevaban boinas rojas, montaban en bici por París y se ponían a discutir sobre cine clásico y arte 'pop' mientras se toman un croissant, o sobre las teorías revolucionarias del (asesino de masas) MAO TSE DONG y sobre la injusta situación del proletariado mientras eligen una botella de Chateau del 53 de la bodega de sus papás, no eran más que unos flipados burgueses e hipócritas carentes de identidad, de valores éticos mínimos y en definitiva, de humanidad? En fin, no creo que por ponerse una banderita soviética y tirarle guijarros a la policía se merezcan que les dediquen tantas películas.
Pero lo que me disturba de verdad no es la coprofagia y la pornografía que manchan todo el filme, sino el insoportable marxismo implícito en su mensaje. ¿Cuándo se van a convencer de que esa gente que fumaban cigarritos de colores, llevaban boinas rojas, montaban en bici por París y se ponían a discutir sobre cine clásico y arte 'pop' mientras se toman un croissant, o sobre las teorías revolucionarias del (asesino de masas) MAO TSE DONG y sobre la injusta situación del proletariado mientras eligen una botella de Chateau del 53 de la bodega de sus papás, no eran más que unos flipados burgueses e hipócritas carentes de identidad, de valores éticos mínimos y en definitiva, de humanidad? En fin, no creo que por ponerse una banderita soviética y tirarle guijarros a la policía se merezcan que les dediquen tantas películas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La cosa empieza inocentemente con un par de tetillas en la pantalla; luego se sube de tono con algún que otro desnudo integral; pero definitivamente el asunto se pervierte del todo en cuanto la colega le exige a su hermano que se masturbe delante de ella y más tarde cuando el hermano obliga al amigo a trincarse a su hermana mientras él se fríe unos huevitos como si nada, por no hablar de que luego le examine el chirri para ver si tiene sangre, y los dos que acaban de fornicar en el suelo de la cocina se restriegan esa misma sangre por la cara mientras se enrollan.
Sinceramente, no sé a dónde deben conducir esa serie de guarradas sin sentido, excepto cuando lo único que se busca es incomodar al personal (o excitar, dependiendo del espectador).
Y claro, luego me acordé de EL úLTIMO TANGO EN PARíS, que no es otra cosa que eso: burradas que se disfrazan de genialidades vanguardistas.
Ah, me encanta le escena en la que los padres (padrazos, mejor dicho) se los encuentran despelotados y durmiendo juntos a los tres, y en vez de molerlos a palos (como harían los cabrones de nuestros padres) les dejan debajo del vino un cheque para que no les falte chocolate que fumar.
Sinceramente, no sé a dónde deben conducir esa serie de guarradas sin sentido, excepto cuando lo único que se busca es incomodar al personal (o excitar, dependiendo del espectador).
Y claro, luego me acordé de EL úLTIMO TANGO EN PARíS, que no es otra cosa que eso: burradas que se disfrazan de genialidades vanguardistas.
Ah, me encanta le escena en la que los padres (padrazos, mejor dicho) se los encuentran despelotados y durmiendo juntos a los tres, y en vez de molerlos a palos (como harían los cabrones de nuestros padres) les dejan debajo del vino un cheque para que no les falte chocolate que fumar.
16 de mayo de 2015
16 de mayo de 2015
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asombrosa película. Obra total, abismal.
Una declaración de amor al cine y una certera y descreída radiografía política. Un canto emocionado a la juventud y una mirada escéptica a casi todo: la familia, el sexo, la amistad, el amor, los ideales... Una visión global sobre una época mítica, clave, y una observación microscópica sobre tres seres en medio de la nada. Un retrato íntimo y un aluvión de citas. Un tratado sobre el cuerpo humano y una cruda puesta en escena. Belleza y crueldad, sabiduría e inocencia. Un dejarse llevar, un vagabundeo culto y primitivo, una colisión de cosas tan diversas como un huevo frito y el libro rojo de Mao. Juegos prohibidos y Janis Joplin. Un escándalo y una maravilla.
La historia es sencilla. Un norteamericano (no es casualidad; el contraste entre el "nuevo mundo" y la vieja Europa) en París conoce a dos "siameses" (gemelos; se juega con esa ambigüedad, que son en verdad la misma cosa, separados pero juntos en esencia, comparten una misma alma) que pertenecen a la "masonería de los cinéfilos". Él es inocente y casto, sencillo y buen chico. Ellos son complejos y difusos, extravagantes y turbios. Él, juicioso y sensato, ellos, decadentes y lunáticos. Todos aman el cine por encima de todas las cosas. Y... ellos le enseñan, le educan, le prueban, le escrutan y valoran. Y... él agradece, corresponde, sigue, cree, admira, idolatra, ama. Juntos forman una Banda aparte, un trio armónico y cósmico. Pero... el paraíso siempre es perdido y él acaba descubriendo el juego, que todo solo era eso, un juego de niños asustados, refugiados, amurallados tras miles de películas, libros y músicas, contra/tras/frente a la realidad; dos hermanos abandonados por sus padres que se protegieron mutuamente y se escondieron del mundo con su amor fou, transgresor y virginal, que fingieron sofisticación y misterio para ocultar su terror y total incapacidad, sus caprichos e inutilidades, lo poco dotados que estaban para la vida, pero que llegados a un punto, la inevitable edad adulta, se vieron demasiado solos y con nuevas necesidades, o más acuciantes si cabe, sí, sexuales sobre todo, y buscaron un juguete, un instrumento que mediara entre los dos, que les permitiera hacer cosas que ellos dos solos no se atrevían, traspasar barreras, superar ciertos tabús, avanzar, crecer, y se fijaron en ese chico solitario tan majo y lo convirtieron en su rehén, lo secuestraron para su causa sin dudar porque, después de hacerle un detenido examen (esa estupenda escena del mechero en la que deslumbra a toda la familia por su originalidad e inteligencia es un buen ejemplo), se dieron cuenta de que era el adecuado, ya que a ellos no les valía cualquiera, pero este lo tenía todo, belleza, sensibilidad, desvalimiento, inseguridad, timidez, bondad, cultura, tiempo, afinidades..., e hicieron con él lo que quisieron, lo utilizaron a fondo, lo exprimieron como a un limón...,
Una declaración de amor al cine y una certera y descreída radiografía política. Un canto emocionado a la juventud y una mirada escéptica a casi todo: la familia, el sexo, la amistad, el amor, los ideales... Una visión global sobre una época mítica, clave, y una observación microscópica sobre tres seres en medio de la nada. Un retrato íntimo y un aluvión de citas. Un tratado sobre el cuerpo humano y una cruda puesta en escena. Belleza y crueldad, sabiduría e inocencia. Un dejarse llevar, un vagabundeo culto y primitivo, una colisión de cosas tan diversas como un huevo frito y el libro rojo de Mao. Juegos prohibidos y Janis Joplin. Un escándalo y una maravilla.
La historia es sencilla. Un norteamericano (no es casualidad; el contraste entre el "nuevo mundo" y la vieja Europa) en París conoce a dos "siameses" (gemelos; se juega con esa ambigüedad, que son en verdad la misma cosa, separados pero juntos en esencia, comparten una misma alma) que pertenecen a la "masonería de los cinéfilos". Él es inocente y casto, sencillo y buen chico. Ellos son complejos y difusos, extravagantes y turbios. Él, juicioso y sensato, ellos, decadentes y lunáticos. Todos aman el cine por encima de todas las cosas. Y... ellos le enseñan, le educan, le prueban, le escrutan y valoran. Y... él agradece, corresponde, sigue, cree, admira, idolatra, ama. Juntos forman una Banda aparte, un trio armónico y cósmico. Pero... el paraíso siempre es perdido y él acaba descubriendo el juego, que todo solo era eso, un juego de niños asustados, refugiados, amurallados tras miles de películas, libros y músicas, contra/tras/frente a la realidad; dos hermanos abandonados por sus padres que se protegieron mutuamente y se escondieron del mundo con su amor fou, transgresor y virginal, que fingieron sofisticación y misterio para ocultar su terror y total incapacidad, sus caprichos e inutilidades, lo poco dotados que estaban para la vida, pero que llegados a un punto, la inevitable edad adulta, se vieron demasiado solos y con nuevas necesidades, o más acuciantes si cabe, sí, sexuales sobre todo, y buscaron un juguete, un instrumento que mediara entre los dos, que les permitiera hacer cosas que ellos dos solos no se atrevían, traspasar barreras, superar ciertos tabús, avanzar, crecer, y se fijaron en ese chico solitario tan majo y lo convirtieron en su rehén, lo secuestraron para su causa sin dudar porque, después de hacerle un detenido examen (esa estupenda escena del mechero en la que deslumbra a toda la familia por su originalidad e inteligencia es un buen ejemplo), se dieron cuenta de que era el adecuado, ya que a ellos no les valía cualquiera, pero este lo tenía todo, belleza, sensibilidad, desvalimiento, inseguridad, timidez, bondad, cultura, tiempo, afinidades..., e hicieron con él lo que quisieron, lo utilizaron a fondo, lo exprimieron como a un limón...,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
hasta le obligaron a que la desvirgara porque a ellos les dio miedo llegar a tanto, y él se presto encantado, agradecido, alucinado ante su suerte, el síndrome de Estocolmo, pero fue ganando en conocimiento y seguridad, se cayó el velo, y se les enfrentó y denunció, y ellos le dejaron claro que le apreciaban, pero que no formaba parte de su núcleo esencial, y aun así siguieron jugando hasta que volvieron los padres y ella por fin de golpe todo lo entendió, que su tiempo infantil había acabado y que tarde o temprano tendrían que afrontar la vida y... no, mejor acabar de una vez por todas, suicidarse y de repente..., milagro cinematográfico como pocos se han visto, el exterior, la Gran Historia, se cuela en el interior, la Intrahistoria, en la pequeña aventura del trío, y esa piedra rompe los cristales y rompe la película de paso, la parte por la mitad con un golpe de genialidad, esa realidad de mayo del 68 que estaba pasando durante su encierro, de la que los hermanos, especialmente él, no querían saber nada (la escena en la que huye de un compañero cuando este le reclama su presencia activa es muy significativa) a pesar de sus continuos discursos políticos (como le hace ver con lucidez Pitt durante la conversación sobre Mao y el futuro), pues bien, a partir de ahí cambia la situación radicalmente y salen a la calle y se produce el momento definitivo, el enfrentamiento crucial, final, cuando se desvela la evidente tesis de la historia, que en realidad todos esos ideales revolucionarios, todo ese deseo de violencia y cambio, todas esas barricadas no eran más que el miedo de unos niños de papá, una gran impostura, y que el de fuera, el extranjero, el voyeur o mirón, el que actuaba como director de cine (en otra conversación lo comentan), es el que acaba descubriendo la verdad, que esa revolución equivalía a temor y, como consecuencia inevitable, destrucción, y ahí ya se aúnan todos los elementos planteados anteriormente, culminan con sentido y hermosura, necesariamente. Ellos seguirán eternamente inmaduros, peleando con la policía, él, en cambio, se retirará desencantado, tendrá que vivir más solo, sin mitos y mentiras.
Esta historia tan perfecta también puede dar lugar a confusiones e incomprensiones, debido a sus muchos desvíos y cambios de ritmo, a sus giros y citas. Lo que comienza como una elegía de ciertos valores y algunas edades, pasa a un ensayo crispado y crudamente sexual sobre un encierro y una pareja con un tercero de invitado, para cerrar con reflexión histórico política muy desencantada y autocrítica (Bertolucci formó parte de esa generación) que no suele gustar tanto, mucho más el masaje y baño. Y por el camino hay muchos cebos o trampas que pueden despistar al personal; desde los continuos y maravillosos homenajes al cine hasta los numerosos desnudos, tan naturales como poco habituales en el reprimido cine comercial, por no hablar de las sangres, incestos y masturbaciones que pueden espantar a los más finos o pacatos. Pero si lo miramos sin prejuicios y con curiosidad, esta variedad y riesgo, esta generosidad y promiscuidad es un enorme regalo, por su mucha inteligencia, brillantez, honestidad y certeza; y por toda la música y el cine que lleva dentro; por Dylan, Piaf, Morrison; Bresson, la Garbo, Keaton... Y qué momentos: la carrera, el baile de la Venus rubia, la de Milo, la muerte en Scarface...
Podría haberse quedado en un simple recuerdo nostálgico e idealizado de Bertolucci, unas bonitas memorias de juventud. Y lo es, aunque solo en ciertos aspectos (su devoción cinéfilo-cultural, su celebración de la belleza física y del Juego como sentido), ya que al mismo tiempo, y eso es lo milagroso, más soterradamente primero y claramente al final, es un ejercicio de implacable crítica. Y esa mezcla imposible de cantar de gesta y sátira, de emoción sensible y frío análisis, de sentimientos y pensamientos, de memoria y ficción, de sueños y pesadillas, convierten esta historia en una obra maestra apabullante.
Esta historia tan perfecta también puede dar lugar a confusiones e incomprensiones, debido a sus muchos desvíos y cambios de ritmo, a sus giros y citas. Lo que comienza como una elegía de ciertos valores y algunas edades, pasa a un ensayo crispado y crudamente sexual sobre un encierro y una pareja con un tercero de invitado, para cerrar con reflexión histórico política muy desencantada y autocrítica (Bertolucci formó parte de esa generación) que no suele gustar tanto, mucho más el masaje y baño. Y por el camino hay muchos cebos o trampas que pueden despistar al personal; desde los continuos y maravillosos homenajes al cine hasta los numerosos desnudos, tan naturales como poco habituales en el reprimido cine comercial, por no hablar de las sangres, incestos y masturbaciones que pueden espantar a los más finos o pacatos. Pero si lo miramos sin prejuicios y con curiosidad, esta variedad y riesgo, esta generosidad y promiscuidad es un enorme regalo, por su mucha inteligencia, brillantez, honestidad y certeza; y por toda la música y el cine que lleva dentro; por Dylan, Piaf, Morrison; Bresson, la Garbo, Keaton... Y qué momentos: la carrera, el baile de la Venus rubia, la de Milo, la muerte en Scarface...
Podría haberse quedado en un simple recuerdo nostálgico e idealizado de Bertolucci, unas bonitas memorias de juventud. Y lo es, aunque solo en ciertos aspectos (su devoción cinéfilo-cultural, su celebración de la belleza física y del Juego como sentido), ya que al mismo tiempo, y eso es lo milagroso, más soterradamente primero y claramente al final, es un ejercicio de implacable crítica. Y esa mezcla imposible de cantar de gesta y sátira, de emoción sensible y frío análisis, de sentimientos y pensamientos, de memoria y ficción, de sueños y pesadillas, convierten esta historia en una obra maestra apabullante.
21 de septiembre de 2005
21 de septiembre de 2005
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ya no se te ocurren ideas, solo bazofia pseudo-estética-esquelética
cuando el compromiso ocupa sus días en lugares lejanos
y solo tú mano izquierda que antes se levantaba en puño, ahora escribe
arrogantes, pretenciosos, inocuos, reverentes y conformistas guiones, debes darte cuenta
de que ha llegado el The End.
El ultimo emperador era una mierda pretenciosa, pero una mierda pretenciosa buena perfecta en
su estética y narración.
Esto intenta ser mierda de enfant terrible y se queda en hez de burgués pro revolucionario.
cuando el compromiso ocupa sus días en lugares lejanos
y solo tú mano izquierda que antes se levantaba en puño, ahora escribe
arrogantes, pretenciosos, inocuos, reverentes y conformistas guiones, debes darte cuenta
de que ha llegado el The End.
El ultimo emperador era una mierda pretenciosa, pero una mierda pretenciosa buena perfecta en
su estética y narración.
Esto intenta ser mierda de enfant terrible y se queda en hez de burgués pro revolucionario.
16 de noviembre de 2013
16 de noviembre de 2013
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo director famoso y con éxitos notables como 'El último tango en París', 'El último emperador' o 'Belleza robada' tiene una legión de mitómanos a los que les parece una genialidad cada defecación que excreta.
Aquí nos presenta a tres adolescentes idealistas en posesión de la verdad absoluta. Dos de ellos son hermanos con jueguecitos sexuales entre ellos. Esa es la parte morbosa. Luego llega un americano que involucran en sus juegos y con él llega la discordia.
De trasfondo, el mayo del 68, por situarla en alguna parte en el tiempo, nostálgico para aquellos académicos hollywoodienses que pasasen parte de sus años de universitarios en París (los ricos de la época). De todas formas, ese trasfondo es totalmente prescindible en la historia. Sólo está ahí para soltar algunas frases grandilocuentes, pedantes e inconexas sobre revolución, el comunismo, el fascismo y lucha de clases. Un sinsentido.
Otro tema cansino es poner a los protagonistas como cinéfilos frikis que se saben de memoria cada escena de los clásicos de los años 30. Películas que ya sólo recuerdan esos mismos académicos que he nombrado (yo sólo he reconocido 'Freaks' de Tod Browning). Cansa hasta el hastío.
Los actores son tan malos que no sirven ni para freír un huevo. Literalmente.
La única parte positiva de esta película es Eva Green, que ilumina cada escena en cuanto aparece, ya sea desnuda o vestida con transparencias. Tiene una cara bonita y un cuerpo delgado, pero con las caderas marcadas y pechos generosos. Bertolucci no escatima en enseñarlo, lo cual es de agradecer. Ella es todo el erotismo y la belleza que pueda tener esta película. Todo lo demás es paja. Bertolucci no hace nada para conseguir un ambiente más seductor que ayude en este sentido. Es Eva. Sólo Eva.
Aquí nos presenta a tres adolescentes idealistas en posesión de la verdad absoluta. Dos de ellos son hermanos con jueguecitos sexuales entre ellos. Esa es la parte morbosa. Luego llega un americano que involucran en sus juegos y con él llega la discordia.
De trasfondo, el mayo del 68, por situarla en alguna parte en el tiempo, nostálgico para aquellos académicos hollywoodienses que pasasen parte de sus años de universitarios en París (los ricos de la época). De todas formas, ese trasfondo es totalmente prescindible en la historia. Sólo está ahí para soltar algunas frases grandilocuentes, pedantes e inconexas sobre revolución, el comunismo, el fascismo y lucha de clases. Un sinsentido.
Otro tema cansino es poner a los protagonistas como cinéfilos frikis que se saben de memoria cada escena de los clásicos de los años 30. Películas que ya sólo recuerdan esos mismos académicos que he nombrado (yo sólo he reconocido 'Freaks' de Tod Browning). Cansa hasta el hastío.
Los actores son tan malos que no sirven ni para freír un huevo. Literalmente.
La única parte positiva de esta película es Eva Green, que ilumina cada escena en cuanto aparece, ya sea desnuda o vestida con transparencias. Tiene una cara bonita y un cuerpo delgado, pero con las caderas marcadas y pechos generosos. Bertolucci no escatima en enseñarlo, lo cual es de agradecer. Ella es todo el erotismo y la belleza que pueda tener esta película. Todo lo demás es paja. Bertolucci no hace nada para conseguir un ambiente más seductor que ayude en este sentido. Es Eva. Sólo Eva.
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