El hombre del traje blanco
1951 

7.0
2,649
Comedia. Ciencia ficción
Sydney Stratton (Alec Guinness) es un joven investigador que, tras arduos esfuerzos, consigue inventar un tejido tan revolucionario que no se puede romper ni manchar. Sin embargo, a la alegría inicial pronto le sigue la decepción, pues tanto los empresarios como los trabajadores de la industria textil llegan a un acuerdo para impedir la fabricación y difusión del nuevo tejido. La razón es obvia: los primeros temen la ruina de sus ... [+]
3 de diciembre de 2017
3 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como anota alguno de los interesantes críticos, es una comedia que se valoriza día por día pues el tema adquiere mayor actualidad a medida que la ciencia avanza. Lo que podría ser ciencia ficción hoy es realidad palpable.
Pero no solo lo es porque hoy los laboratorios puedan llegar a lo que plantea el hilo conductor de la película, un hilo indestructible e inmanchable, sino porque también muestra los líos económicos y sociales que ello desencadena.
Antes de anotar mi observación sobre el guión en la zona spoiler, vale la pena destacar la parte técnica y actoral de la película, pues la hacen agradable e invitan a no despabilarse.
Pero parece que el director o el guionista se arrepintieron de la magna obra que podrían haber tenido si buscan otro final menos convencional.
Pero no solo lo es porque hoy los laboratorios puedan llegar a lo que plantea el hilo conductor de la película, un hilo indestructible e inmanchable, sino porque también muestra los líos económicos y sociales que ello desencadena.
Antes de anotar mi observación sobre el guión en la zona spoiler, vale la pena destacar la parte técnica y actoral de la película, pues la hacen agradable e invitan a no despabilarse.
Pero parece que el director o el guionista se arrepintieron de la magna obra que podrían haber tenido si buscan otro final menos convencional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desenlace es harto forzado. Cómo así que a un científico de la talla del que muestran no se le hubiera ocurrido probar esa faceta que llevó a que el hilo perdiera su encanto.
Lo que creo es que guionista y director no quisieron llevar hasta el punto final el lío que hay detrás de los avances científicos: quién compra y quién vende en una sociedad donde todo puede ser hecho de manera tan buena que no necesite reemplazo. Más aún si quien hace el asunto es una máquina, como también empieza a ser real.
Lo que creo es que guionista y director no quisieron llevar hasta el punto final el lío que hay detrás de los avances científicos: quién compra y quién vende en una sociedad donde todo puede ser hecho de manera tan buena que no necesite reemplazo. Más aún si quien hace el asunto es una máquina, como también empieza a ser real.
3 de octubre de 2020
3 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es muy buena, mitad comedia con momentos muy cómicos, mitad ciencia ficción. Es antigua pero trata un tema siempre actual: El progreso y el interés empresarial y social. Una invención y la evolución no es siempre buena, depende del punto de vista desde el que se observa.
"Obi-Wan Kenobi" es en esta película un inventor obsesionado por crear la tela perfecta que no se ensucie ni se rompa, algo increible!. La actuación de Alec Guiness me ha gustado mucho por la humildad, la ingenuidad de su personaje y su visión desinteresada totalmente sobre su "invento"
"Obi-Wan Kenobi" es en esta película un inventor obsesionado por crear la tela perfecta que no se ensucie ni se rompa, algo increible!. La actuación de Alec Guiness me ha gustado mucho por la humildad, la ingenuidad de su personaje y su visión desinteresada totalmente sobre su "invento"
20 de febrero de 2022
20 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está visto que la censura en España no podía permitir ciertas cosas. En una escena, una trabajadora sermonea a su compañero, que tiene altas expectativas, porque "es un infeliz que vive en un mundo de fantasía". En la versión original, "es un explotado en el sistema capitalista".
Pero aún con censura, la crítica al sistema capitalista, a los empresarios voraces y clasistas, pero también a los trabajadores aborregados, es evidente. El científico inventor, por su parte, sólo tiene en mente el éxito de su invento, sin tener en cuenta las consecuencias. Cuántos científicos dedicados, por ejemplo, al desarrollo de armamento están reflejados también en el protagonista!
Además de este mensaje, la película es entretenida. Pero el humor es un poco simplón, vista en la actualidad, con escenas como la de los empresarios persiguiendo al protagonista alrededor de una habitación.
Pero aún con censura, la crítica al sistema capitalista, a los empresarios voraces y clasistas, pero también a los trabajadores aborregados, es evidente. El científico inventor, por su parte, sólo tiene en mente el éxito de su invento, sin tener en cuenta las consecuencias. Cuántos científicos dedicados, por ejemplo, al desarrollo de armamento están reflejados también en el protagonista!
Además de este mensaje, la película es entretenida. Pero el humor es un poco simplón, vista en la actualidad, con escenas como la de los empresarios persiguiendo al protagonista alrededor de una habitación.
17 de agosto de 2021
17 de agosto de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
398/08(13/08/21) Atractivo film británico creado por esa grandiosa compañía que fue los Ealing Studios (“Kind Hearts and Coronets” de 1949, “Passport to Pimlico” de 1949, “Whisky Galore!” de 1949, “The Lavender Hill Mob” de 1951, “The Titfield Thunderbolt” de 1953, o “The Ladykillers” de 1955), ácida comedia que en su fondo deja una profunda reflexión sobre el capitalismo y como se mueve el mundo, ello en una vitriólica crítica al sistema, que no deja títere con cabeza, nadie se salva, y nos viene a decir que no hay soluciones fáciles a dilemas enormes.
Dirige Alexander Mackendrick, con guión propio junto a Roger MacDougall (“Operación Robinson”), y John Dighton (“Ocho sentencias de muerte”), libreto este nominado al Oscar (perdió ante el de “The Bad and the Beautiful”), en un relato con marcas de la casa, en lo que es un hombre contra el mundo, una oda al individualismo como espoleta para cambiar la sociedad, soñadores con ansias de cambiar el mundo. En esta ocasión es una versión edulcorada del clásico ‘Mad Doctor’, pulida por la Magna figura del gran Alec Guiness, que borda a su rol de científico obsesionado hasta la patología con crear un tejido irrompible y no ensuciable, y esto es el McGuffin para la reflexión sobre la importancia para nuestra sociedad de que los productos tengan caducidad para que las empresas funciones (este invento causa enorme malestar tanto en empresarios como en los sindicatos, que ven esto como algo tóxico para su trabajo), o las bondades de esto para que los menos pudientes tengan menos carencias, estableciendo un debate moral donde precisamente el director termina no mojándose y dejando al espectador de juez único, tratándolo de adulto sobre donde se encuentra realmente el bien común, un equilibrio que la humanidad lleva buscando la eternidad y un día (Esto me recuerda a otra cinta, como es la infravalorada de Coppola con “Tucker” de 1988, en este caso era un auto el centro).
Y en medio este tipo ingenuo, una especie de Quixote que lucha contra los molinos de viento de esta sociedad obtusa (o no), pero puro de corazón que solo ansía el triunfo de su creación, ello sin pensar en las consecuencias que conllevaría (buenas o malas, eso que lo dirima el visionador). Todo esto desarrollado con aires de humor suave, nunca de sonrisa, más bien de mueca.
En la muy industrial y cuasi-dickensiana ciudad de Manchester, pasada por su Skyline por multitud de chimeneas humeantes de fábricas se desarrolla este punzante film. En una de estas, en el inicio el Sr. Birnley (Cecil Parker) realiza un recorrido por su fábrica textil hoy, pero cuando llega al laboratorio hay un rompecabezas esperando a todos. No importa con quién hablen, no pueden encontrar a nadie que pueda explicar qué es la colección de tubos, viales, frascos y dispositivos electrónicos que se esconde en este rincón (ello con un sonido peculiar), y llamar a los otros científicos para investigar obtiene respuestas como si pensaran que era de otra persona investigar. La hija de Birnley, Daphne (Joan Greenwood), está allí con él, y ve a un tipo furtivo que ha notado el alboroto, es un medroso Sidney Stratton (Alec Guiness), científico furtivo que intenta crear algo nuevo y revolucionario.
La primera parte me resulta algo lenta, contada resulta mucho mejor que vista, hay una buena presentación de personajes, de caracteres, jocosa la puesta en escena de los tubos de ensayo humeantes y burbujeantes con su sonido particular (añadido a la banda sonora por Benjamin Frankel con elementos rítmicos) pero una vez has visto al ingenuo e idealista científico aparatoso que en su devenir (por encontrar lo imposible) explota su laboratorio una y otra vez (pareciendo alegoría de las dos Guerras Mundiales), todo esto se estira sin mucho sentido, en un bucle que te aleja un poco, parece alargado sin nada que aportar.
Es en la segunda parte donde la película coge impulso y deja al espectador pensando sobre lo que pueden suponer los avances cuando aparece el Traje Blanco fosforescente. El humor ácido lo inunda todo con ese correr de la voz del invento, y como pone en pie de guerra a empresarios poderosos (epítome caricaturesco el anciano con gran abrigo que apenas puede andar sin ayuda), y los beligerantes sindicatos, aparentemente enfrentados, pero al final unidos por un mismo objetivo, en lo que es una socarronería sagaz socio-política, todo ello con ironía y cinismo, donde la individualidad de este inventor queda en una acto de valentía contra el mundo y por el mundo.
Todo ello desarrollado con humor fino muy inglés, ingenioso e inteligente en su devenir, con un rush final muy deudor del slapstick del cine mudo. Hasta desembocar esa divertida persecución nocturna (sensacional como se juega con la turba cuasi-linchadora persiguiendo a una especie de Luz de Neón en medio de la noche, por callejuelas oscuras, sobre todo esto gracias a la fenomenal cinematografía del tri-oscarizado Douglas Slocombe: “Raiders of the Lost Ark”, “Julia” y “Travels with My Aunt”, con esa luminosidad que deriva en confusiones de sombras durante la persecución final, recordándome a la langiana “M, el vampiro de Dusseldorf”) son realmente efectivos en ese encuentro catárquico de Stratton con una con una vieja lavandera, y le pide ayuda para poder pasar inadvertido delante de la turba, esta le espeta: ‘De qué iba a trabajar yo limpiando ropa, si no se ensuciará nunca más la ropa?’. Para después llegar al clímax, que me recuerda en cierta medida a “La Guerra de los Mundos”. Para terminar con un notable epílopgo (spoiler).
Me ha sido flojo e innecesaria la subtrama romántica de Stratton, un triángulo cuasi-amoroso, por un lado con una obrera Bertha (Vida Hope), y por otra con la hija del jefe Daphne (Joan Greenwood), está metido esto con calzador; También cabe achacarle que le falta algo de mala leche.
Dirige Alexander Mackendrick, con guión propio junto a Roger MacDougall (“Operación Robinson”), y John Dighton (“Ocho sentencias de muerte”), libreto este nominado al Oscar (perdió ante el de “The Bad and the Beautiful”), en un relato con marcas de la casa, en lo que es un hombre contra el mundo, una oda al individualismo como espoleta para cambiar la sociedad, soñadores con ansias de cambiar el mundo. En esta ocasión es una versión edulcorada del clásico ‘Mad Doctor’, pulida por la Magna figura del gran Alec Guiness, que borda a su rol de científico obsesionado hasta la patología con crear un tejido irrompible y no ensuciable, y esto es el McGuffin para la reflexión sobre la importancia para nuestra sociedad de que los productos tengan caducidad para que las empresas funciones (este invento causa enorme malestar tanto en empresarios como en los sindicatos, que ven esto como algo tóxico para su trabajo), o las bondades de esto para que los menos pudientes tengan menos carencias, estableciendo un debate moral donde precisamente el director termina no mojándose y dejando al espectador de juez único, tratándolo de adulto sobre donde se encuentra realmente el bien común, un equilibrio que la humanidad lleva buscando la eternidad y un día (Esto me recuerda a otra cinta, como es la infravalorada de Coppola con “Tucker” de 1988, en este caso era un auto el centro).
Y en medio este tipo ingenuo, una especie de Quixote que lucha contra los molinos de viento de esta sociedad obtusa (o no), pero puro de corazón que solo ansía el triunfo de su creación, ello sin pensar en las consecuencias que conllevaría (buenas o malas, eso que lo dirima el visionador). Todo esto desarrollado con aires de humor suave, nunca de sonrisa, más bien de mueca.
En la muy industrial y cuasi-dickensiana ciudad de Manchester, pasada por su Skyline por multitud de chimeneas humeantes de fábricas se desarrolla este punzante film. En una de estas, en el inicio el Sr. Birnley (Cecil Parker) realiza un recorrido por su fábrica textil hoy, pero cuando llega al laboratorio hay un rompecabezas esperando a todos. No importa con quién hablen, no pueden encontrar a nadie que pueda explicar qué es la colección de tubos, viales, frascos y dispositivos electrónicos que se esconde en este rincón (ello con un sonido peculiar), y llamar a los otros científicos para investigar obtiene respuestas como si pensaran que era de otra persona investigar. La hija de Birnley, Daphne (Joan Greenwood), está allí con él, y ve a un tipo furtivo que ha notado el alboroto, es un medroso Sidney Stratton (Alec Guiness), científico furtivo que intenta crear algo nuevo y revolucionario.
La primera parte me resulta algo lenta, contada resulta mucho mejor que vista, hay una buena presentación de personajes, de caracteres, jocosa la puesta en escena de los tubos de ensayo humeantes y burbujeantes con su sonido particular (añadido a la banda sonora por Benjamin Frankel con elementos rítmicos) pero una vez has visto al ingenuo e idealista científico aparatoso que en su devenir (por encontrar lo imposible) explota su laboratorio una y otra vez (pareciendo alegoría de las dos Guerras Mundiales), todo esto se estira sin mucho sentido, en un bucle que te aleja un poco, parece alargado sin nada que aportar.
Es en la segunda parte donde la película coge impulso y deja al espectador pensando sobre lo que pueden suponer los avances cuando aparece el Traje Blanco fosforescente. El humor ácido lo inunda todo con ese correr de la voz del invento, y como pone en pie de guerra a empresarios poderosos (epítome caricaturesco el anciano con gran abrigo que apenas puede andar sin ayuda), y los beligerantes sindicatos, aparentemente enfrentados, pero al final unidos por un mismo objetivo, en lo que es una socarronería sagaz socio-política, todo ello con ironía y cinismo, donde la individualidad de este inventor queda en una acto de valentía contra el mundo y por el mundo.
Todo ello desarrollado con humor fino muy inglés, ingenioso e inteligente en su devenir, con un rush final muy deudor del slapstick del cine mudo. Hasta desembocar esa divertida persecución nocturna (sensacional como se juega con la turba cuasi-linchadora persiguiendo a una especie de Luz de Neón en medio de la noche, por callejuelas oscuras, sobre todo esto gracias a la fenomenal cinematografía del tri-oscarizado Douglas Slocombe: “Raiders of the Lost Ark”, “Julia” y “Travels with My Aunt”, con esa luminosidad que deriva en confusiones de sombras durante la persecución final, recordándome a la langiana “M, el vampiro de Dusseldorf”) son realmente efectivos en ese encuentro catárquico de Stratton con una con una vieja lavandera, y le pide ayuda para poder pasar inadvertido delante de la turba, esta le espeta: ‘De qué iba a trabajar yo limpiando ropa, si no se ensuciará nunca más la ropa?’. Para después llegar al clímax, que me recuerda en cierta medida a “La Guerra de los Mundos”. Para terminar con un notable epílopgo (spoiler).
Me ha sido flojo e innecesaria la subtrama romántica de Stratton, un triángulo cuasi-amoroso, por un lado con una obrera Bertha (Vida Hope), y por otra con la hija del jefe Daphne (Joan Greenwood), está metido esto con calzador; También cabe achacarle que le falta algo de mala leche.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El clímax con Sidney tras ser ‘aleccionado por la lavandera’, este es acorralado por sus perseguidores, entonces al intentar agarrarlo el traje blanco se deshace en jirones de algodón, la alegría entre sus captores el inmensa, Sidney queda cariacontecido, triste y en gayumbos. Todos lo miran entonces en silencio, y alguien le ofrece un chaquetón para abrigarse. Esto es lo que me refiero como final tipo “La Guerra de los Mundos”, es el tiempo el que acaba con el ‘problema’.
Estimulante epílogo: El derrotado Sidney sale despedido de la fábrica, cabizbajo anda, pero tras mirar unas notas descubre algo y vuelve a sonreír cual si hubiera descubierto la solución al problema y lo vemos alejarse estilo de muchos films de Chaplin.
Mi visión es que nos cueste o no hay que adaptarse a los nuevos tiempos, si no la imprenta no hubiera emergido, pues acabó con los ‘copistas a mano’, el tren nunca hubiera llegado, por que podría haber sido el fin de las diligencias, la tele no hubiera llegado, pues se suponía el fin de la radio y el cine, y así muchos más inventos.
Me queda una comedia amable, inteligente, que te deja pensando (eso no está mal), aunque con una primera parte baja de ritmo. Fuerza y honor!!!
Estimulante epílogo: El derrotado Sidney sale despedido de la fábrica, cabizbajo anda, pero tras mirar unas notas descubre algo y vuelve a sonreír cual si hubiera descubierto la solución al problema y lo vemos alejarse estilo de muchos films de Chaplin.
Mi visión es que nos cueste o no hay que adaptarse a los nuevos tiempos, si no la imprenta no hubiera emergido, pues acabó con los ‘copistas a mano’, el tren nunca hubiera llegado, por que podría haber sido el fin de las diligencias, la tele no hubiera llegado, pues se suponía el fin de la radio y el cine, y así muchos más inventos.
Me queda una comedia amable, inteligente, que te deja pensando (eso no está mal), aunque con una primera parte baja de ritmo. Fuerza y honor!!!
26 de marzo de 2024
26 de marzo de 2024
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Un químico altruista llamado Sidney Stratton: Alec Guinness crea una tela que resiste el desgaste y las manchas como una bendición para la humanidad, pero las grandes empresas y los trabajadores se dan cuenta de que deben evitarla por razones económicas y del trabajo. Sin embargo, lo que no se espera es la persecución que se enfrenta el científico. Y es que el invento supone una revolución, después de que empresarios y trabajadores tomaran conciencia de la gran crisis que esto podría suponer para la industria textil. ¿Deberían dejarlo jugar... o deberían encerrarlo? Primero... ¡Explosiones! ¡Entonces éxito! Entonces ¡Caos!. Guinness ha vuelto... ¡haciendo maravillas con Wile, Whimsey e Wit!
Segunda película de Alexander Mackendrick -después de su ópera prima Whiskey a go go! (1949)- y su primer trabajo con Guinness como estrella; se trata de una sátira social sobre los intereses económicos de la industria y las consecuencias de los avances tecnológicos, que fue nominada al Oscar al mejor guión en 1952.
La película resulta ser una de las principales de la legendaria producción de Ealing, ofreciendo además un agudo retrato de una comunidad trabajadora y empresarial observada desde una perspectiva esencialmente maliciosa. Está lleno de múltiples estrategias, engaños, personajes estereotipados y situaciones cómicas en el esfuerzo de las personas por evitar que nuestro protagonista desarrolle el peculiar e irrompible traje.
Hay una crítica a los intereses económicos y sociales que se unen a raíz del invento: nuestro protagonista descubre un tejido innovador que ni se desgasta ni mancha y todos intentan poner freno a este gran invención. La cinta es una crítica al mundo industrial que plantea cuestiones como la ambición de los fabricantes, la inestabilidad laboral y la precariedad del trabajo. Y las consecuencias negativas que trae consigo cualquier avance tecnológico, temas que van aumentando a medida que crece el ritmo vertiginoso de la película hasta culminar con una conclusión apoteósica en la que la sorpresa está servida. La estrella Alec Guinness da una muy buena actuación interpretando un humilde inventor que desarrolla una tela que nunca se ensucia ni se desgasta. Alec Guinness realizó el truco de bajar por el costado de la mansión. Un técnico lo convenció de que la cuerda de piano que lo sostenía no se rompería, ya que sólo la cuerda de piano que estuviera torcida sería propensa a romperse. Cuando llegó a unos cuatro pies del suelo, el cable se rompió. Guinness está acompañado por un gran elenco de apoyo. Están interpretados por varios rostros británicos conocidos, tales como: Joan Greenwood, Cecil Parker, Michael Gough, Ernest Thesiger, Howard Marion-Crawford, Duncan Lamont, Miles Malleson, entre otros.
La película se basó libremente en una obra de Roger MacDougall que nunca se había producido en el escenario en el momento en que se hizo la película. MacDougall estaba muy descontento con él y se lo mostró a su primo, el director de cine Alexander Mackendrick; este último sugirió que podría funcionar mejor como película, y también recomendó muchos cambios en la historia y los personajes principales. Los dos hombres colaboraron en la película y también incorporaron a un tercer escritor que también hizo varios cambios. Después del considerable éxito de la película, se representó la original de MacDougall (no en Londres), pero sin éxito.
Una película fundamental de la Ealing, una producción que también fue muy influyente en el cine europeo, muchos films muestran claras reminiscencias a esta compañía esencial del cine británico. La cinta fue dirigida competentemente por Alexandre Mackendrick. La segunda película de Mackendrick es una brillante comedia británica nominada a Mejor Película Británica en los Premios BAFTA de 1950. Muestra algunos de los aspectos más relevantes de la comedia británica de mediados del siglo XX. MacKendrick dirigió películas excelentes; ya que debutó en 1949 con el clásico de comedia de Ealing ¨Whisky Galore!. Y siguió filmando: ¨El hombre del traje blanco¨, ¨La 'Maggie'¨, ¨Sammy Going South¨, ¨A High Wind in Jamaica¨, ¨Sweet Smell of Success¨ y su gran éxito ¨Ladykillers¨ (1955). ) que ha sido votada como una de "Las 50 mejores comedias de todos los tiempos". "Esta película 'El hombre del traje blanco' atraerá a los aficionados a la comedia británica. Calificación: Mejor que la media, vale la pena verla.
Segunda película de Alexander Mackendrick -después de su ópera prima Whiskey a go go! (1949)- y su primer trabajo con Guinness como estrella; se trata de una sátira social sobre los intereses económicos de la industria y las consecuencias de los avances tecnológicos, que fue nominada al Oscar al mejor guión en 1952.
La película resulta ser una de las principales de la legendaria producción de Ealing, ofreciendo además un agudo retrato de una comunidad trabajadora y empresarial observada desde una perspectiva esencialmente maliciosa. Está lleno de múltiples estrategias, engaños, personajes estereotipados y situaciones cómicas en el esfuerzo de las personas por evitar que nuestro protagonista desarrolle el peculiar e irrompible traje.
Hay una crítica a los intereses económicos y sociales que se unen a raíz del invento: nuestro protagonista descubre un tejido innovador que ni se desgasta ni mancha y todos intentan poner freno a este gran invención. La cinta es una crítica al mundo industrial que plantea cuestiones como la ambición de los fabricantes, la inestabilidad laboral y la precariedad del trabajo. Y las consecuencias negativas que trae consigo cualquier avance tecnológico, temas que van aumentando a medida que crece el ritmo vertiginoso de la película hasta culminar con una conclusión apoteósica en la que la sorpresa está servida. La estrella Alec Guinness da una muy buena actuación interpretando un humilde inventor que desarrolla una tela que nunca se ensucia ni se desgasta. Alec Guinness realizó el truco de bajar por el costado de la mansión. Un técnico lo convenció de que la cuerda de piano que lo sostenía no se rompería, ya que sólo la cuerda de piano que estuviera torcida sería propensa a romperse. Cuando llegó a unos cuatro pies del suelo, el cable se rompió. Guinness está acompañado por un gran elenco de apoyo. Están interpretados por varios rostros británicos conocidos, tales como: Joan Greenwood, Cecil Parker, Michael Gough, Ernest Thesiger, Howard Marion-Crawford, Duncan Lamont, Miles Malleson, entre otros.
La película se basó libremente en una obra de Roger MacDougall que nunca se había producido en el escenario en el momento en que se hizo la película. MacDougall estaba muy descontento con él y se lo mostró a su primo, el director de cine Alexander Mackendrick; este último sugirió que podría funcionar mejor como película, y también recomendó muchos cambios en la historia y los personajes principales. Los dos hombres colaboraron en la película y también incorporaron a un tercer escritor que también hizo varios cambios. Después del considerable éxito de la película, se representó la original de MacDougall (no en Londres), pero sin éxito.
Una película fundamental de la Ealing, una producción que también fue muy influyente en el cine europeo, muchos films muestran claras reminiscencias a esta compañía esencial del cine británico. La cinta fue dirigida competentemente por Alexandre Mackendrick. La segunda película de Mackendrick es una brillante comedia británica nominada a Mejor Película Británica en los Premios BAFTA de 1950. Muestra algunos de los aspectos más relevantes de la comedia británica de mediados del siglo XX. MacKendrick dirigió películas excelentes; ya que debutó en 1949 con el clásico de comedia de Ealing ¨Whisky Galore!. Y siguió filmando: ¨El hombre del traje blanco¨, ¨La 'Maggie'¨, ¨Sammy Going South¨, ¨A High Wind in Jamaica¨, ¨Sweet Smell of Success¨ y su gran éxito ¨Ladykillers¨ (1955). ) que ha sido votada como una de "Las 50 mejores comedias de todos los tiempos". "Esta película 'El hombre del traje blanco' atraerá a los aficionados a la comedia británica. Calificación: Mejor que la media, vale la pena verla.
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