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El hombre del traje blanco

Comedia. Ciencia ficción Sydney Stratton (Alec Guinness) es un joven investigador que, tras arduos esfuerzos, consigue inventar un tejido tan revolucionario que no se puede romper ni manchar. Sin embargo, a la alegría inicial pronto le sigue la decepción, pues tanto los empresarios como los trabajadores de la industria textil llegan a un acuerdo para impedir la fabricación y difusión del nuevo tejido. La razón es obvia: los primeros temen la ruina de sus ... [+]
Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
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8
1 de febrero de 2007
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta con un guión muy bueno, retratando la crueldad del capitalismo y la revolución productiva, de una forma bastante diferente a la que solemos estar acostumbrados a leer en los libros de historia. Tiene muchos aspectos interesantes que dan lugar a la reflexión, como la "bondad" de los inventos que mejoran la vida de la gente, el espíritu inventivo del protagonista que no se da por vencido nunca y su motivación por el bien de todos (empezando por él claro), los conflictos de intereses egoístas de las clases, etc etc.
Capitulo aparte la actuación de Sir Guiness que es excepcional y en conjunto forman un filme que es imperdible y muy necesario para cualquier cinéfilo que se precie como tal.
9
21 de abril de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco vi el documental "Obsolescencia programada", en el cual se mencionaba con bastante detalle esta película. Imaginaba entonces que por su trama y la actuación de Alec Guiness podía llevarme una grata sorpresa con ella y no me ha defraudado en absoluto.

Entre toques cómicos y fantásticos se nos presenta un argumento de fondo sobre el que subyacen cuestiones fundamentales.
En sí la película se puede extender mucho más allá de si existe el traje que no se rompa y no se ensucie nunca, sino que desde el punto de vista comercial a la industria no le interesa hacer productos de larga vida útil pues esto nos permitiría escapar del ciclo de consumo con el cual actualmente todavía seguimos produciendo más de lo que se puede consumir y contaminamos el ambiente. De hecho desde hace tiempo existe un enfoque en la industria de hacer productos lo suficientemente "frágiles" para aumentar su rotación, todo ello unido a las mejoras tecnológicas y el gancho de la publicidad/moda.

De esta forma queda ensombrecida cualquier aportación genial como la del protagonista la cual no es adaptable al actual sistema económico en el que cada mochuelo debe seguir en su olivo, es decir, los ricos donde los ricos y los borregos donde los borregos pues siempre hay quien ante su incapacidad de decidir preferirá que les maneje otro.
8
12 de julio de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente film esta cinta inglesa que retrata la historia de un pobre operario de una fábrica téxtil que , a escondidas , y con los recursos de su empresa desarrolla un nuevo tejido irrompible y que repele la suciedad lo cuál a priori es un gran invento pero que va en contra de los intereses creados por la industria téxtil.
Feroz crítica al capitalismo la que refleja esta película de principio a fin poniendo de relieve la sociedad de consumo creada por el capitalismo y alimentada por los diferentes sectores productivos , en este caso , el téxtil ; que en caso de ver comercializado dicho producto vería amenazada su existencia gravemente.
Extrapolable la situación hoy día a la discusión sobre el petróleo y las energías renovables que en algún diálogo de la película se apunta de forma muy puntual pero no vanal.
El film caricaturiza constantemente a los estamentos de la industria (empresarios, trabajadores, sindicatos) de tal forma que da lugar a situaciones hilarantes (la motivación de la huelga de los trabajadores).
Excelentes interpretaciones de su elenco, en especial Alec Guiness que está soberbio, y todo ello aderezado con sus notas de humor british.
Muy recomendable.
8
18 de diciembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sidney Stratton (Alec Guinness) es un químico e inventor que trabaja en el laboratorio de una empresa textil propiedad de Alan Birnley (Cecil Parker) y su hija Daphne (Joan Greenwood), prometida con el jefe de la competencia Michael Corland (Michael Cough) que había tenido a Sidney en su nómina antes de despedirlo por un incidente. Sidney ha conseguido elaborar la fórmula (a veces explosiva) de elaborar un téjido revolucionario irrompible y aislante de la suciedad, por lo que supondría el fin de lavar o comprar más ropa. Con su nuevo traje blanco será el objetivo del interés de los mandamases del gremio y de la admiración de los trabajadores. Pero las consecuencias en la comercialización de la patente en un futuro podrían poner fin a muchos ingresos millonarios por un lado y a la pérdida de empleo por el otro.

La supresión de la lucha de clases es una de las conclusiones directas que se aprecia una vez visionado esta deliciosa comedia de la Ealing, sinónimo de humor inteligente, más cínico imposible. Hay que tener en cuenta que la gris Inglaterra de los años cincuenta cicatrizaba débilmente las heridas de la II Guerra Mundial, hipotecando sus extensiones coloniales en África para contrarestar una progresiva pero lenta mejora en su economía interna.

La Productora Cinematográfica Ealing, nos regaló joyas tipo “Oro en Barras” (1951), o “El Quinteto de la Muerte” (1955), ésta revisitada sin éxito por los hermanos Cohen cuarenta años más tarde pero que nos recordaron, ya de paso, que viejas factorías del humor podían volver a engrasarse, o recordarse.
7
3 de mayo de 2014 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años cincuenta fueron propicios para la comedia británica. Después de la magnífica Kind Hearts and Coronets (Ocho sentencias de muerte, 1949), en la que debutó el brillante Alec Guiness, se abrió una vía para lo que conocemos como las comedias Ealing (pues fue esta la productora de la gran mayoría de estos films) abonaran lo que por otra parte era un terreno bastante árido (Truffaut llegó a decir del cine británico que sólo se podía salvar a Hitchock). Con The Man in the White Suit (El hombre del traje blanco, 1951) Guiness debutaría por primera vez en colaboración con Alexander Mackendrick, otro célebre director que también lo podemos encuadrar dentro de las producciones Ealing y la comedia británica. Etiquetada por algunos como ciencia ficción[1], realmente el calificativo no parece el más adecuado para la película, aunque por temática si podría valer perfectamente.

El hombre del traje blanco es una película que cuenta con un excelente guión, lleno de detalles muy propios del humor más ácido. Guiness interpreta a un científico joven que está desarrollando un experimento que puede suponer un auténtico cambio dentro del mundo textil: Una tela que ni se mancha ni se rompe. Un experimento que si a priori resulta beneficioso para la humanidad, conseguirá unir tanto al proletariado como a los máximos empresarios de las diversas empresas textiles para tratar de que el experimento no salga nunca a la luz. Y es que la película, además de presentar una brillante comedia, muestra también una ingeniosa reflexión. El rechazo de todos los sectores hacía el producto viene llevado por las consecuencias económicas que pudiera suponer semejante invento. ¿Qué iban a hacer los trabajadores si sólo fuera necesario realizar una obra de esta tela por persona? ¿Cómo se enriquecerían los grandes empresarios si no pudieran vender continuamente los productos? Reveladora resulta una de las últimas secuencias, que tiene lugar mientras media ciudad persigue a nuestro protagonista. Este, se encuentra con una vieja lavandera, y le pide ayuda para poder pasar inadvertido delante de la turba, pero la vieja la espeta-¿De qué iba a trabajar yo limpiando ropa, si no se ensuciará nunca más la ropa? Sin duda la película trata magníficamente un tema totalmente de actualidad, ya por aquellos entonces (sólo hace falta ver las comparaciones que se han hecho entre el personaje de nuestra película y el auténtico matemático llamado Alan Turing).

La película se presenta con un magnífico sentido del humor, que es capaz de combinar el tono más popular con la sutil ironía. En las primeras secuencias, la voz en off de la película (sólo aparece en este principio de la película, así como en el final, que por otra parte resulta totalmente enternecedor, mostrándonos a nuestro cabizbajo protagonista saliendo humillado pero para inmediatamente levantar la cabeza para volver a seguir con sus experimentos) nos presenta la premisa del film. Seguramente esta primera parte del film sea la más floja, pues debe presentar a personajes y situaciones. Inmerso en diversos laboratorios se presenta al personaje de Alec Guiness, que busca desesperadamente la fórmula de su invento. Una de las señas Ealing queda patente en la ingenuidad de nuestro personaje, creado totalmente sin malicia. Nuestro científico es un hombre totalmente despreocupado (rechaza el salario llegando a trabajar gratuitamente para la fábrica) que dedica todo su tiempo al deseo que le conmueve. Sin embargo el mundo se pondrá totalmente en su contra, y ni siquiera hace falta que esperemos a que llegue a descubrir su invento para ello. Desde un primer momento, la búsqueda científica se muestra como una acción residual para los jefes de las empresas, que dedican un presupuesto menor a dichas investigaciones (a nuestro protagonista lo despedirán de hecho de su primer trabajo por pedir un valioso material sin tener la aprobación de sus superiores).

Inolvidable resultan ciertas secuencias, como la investigación llevada por Alec Guiness y su ayudante, en la que continuamente producen explosiones con tal de conseguir su experimento. Mackendrick acabará asimilando las continuas explosiones a las trincheras de la primera guerra mundial. Incluso en las persecuciones que tienen lugar durante el final de la película, la película sigue añadiendo gotas de humor. Inolvidable resulta también la banda sonora compuesta por Benjamin Frankel, que une la curiosa melodía que elabora el experimento de Guiness (basada en elementos rítmicos) con otra música más convencional.



[1] Así aparece calificadaen el libro de Dennis Fischer, Science Fiction films directors, 1895-1988, publicado por la editorial MacFarland.

http://neokunst.wordpress.com/2014/05/03/alexander-mackendrick-el-hombre-del-traje-blanco-1951/
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