Magical Girl
7.1
27,027
Drama. Thriller
Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre ... [+]
20 de octubre de 2014
20 de octubre de 2014
34 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigue buscando. Sigue rascando. Sigue llorando. Insistir, chantajear o dar pena, son algunos de los trucos más fáciles y comunes para conseguir lo que se desea. Satisfacer la demanda ya es más difícil. La responsabilidad del mago va más allá de sacar el conejo de la chistera cuando se le exige. No todos tienen entre las manos el poder suficiente para realizar el truco perfecto: dividir el cuerpo de un espontáneo del público puede acabar en tragedia, si no se ha practicado lo suficiente. Luis no ha practicado lo suficiente. Se lanza a la aventura de intentar conseguir el sueño de Alicia, su hija. Una niña con leucemia que quiere ser una magical girl. Y eso, en la vida real, es muy caro. En la búsqueda desesperada por ganar dinero, Luis se cruza con Bárbara, y de esta manera improvisará un truco chapucero que acabará salpicando sangre.
A Carlos Vermut, director de “Magical Girl”, le pasa lo mismo que a su protagonista Luis. No porque sea chapucero. Es un ilusionista en potencia. Lo tiene todo preparado para que esta película sea un golpe maestro. Minuciosamente hilado. Elementos como la banda sonora, dejarán al espectador tremendamente fascinado (el uso del sonido llama poderosamente la atención, por su simbolismo y poética en el tratamiento). Hay escenas que golpean directamente a los sentidos, sin atravesar ningún filtro. Diálogos cargados de sinceridad y críticos con la actualidad. Escenarios y secuencias bellísimas, que Vermut dirige con su batuta mágica. El joven cineasta ha ganado la Concha de Oro a la mejor película y director en el último Festival de San Sebastián. Se ha ganado a la crítica. Se lo merece. Pero. Pero Vermut (permítase la comparación desde mi humilde punto de vista) es como Harry Potter recién llegado a Hogwarts. Sorprende, todos lo quieren y lo esperan después de que su ópera prima “Diamond Flash” dejara a muchos con las ganas de otro encuentro. Vermut encabeza la expedición junto a nuevos directores en busca de la senda olvidada del cine español, esa que se desvía hacia el cine de autor y que pocos en nuestro país han sabido explotar.
A Carlos Vermut le queda mucho por mostrar. “Magical girl” entusiasma, pero no es redonda. Su misterio es un canto a la sutileza más despiadada: aquella que golpea desde el silencio interior las miserias de cada uno. Sutileza que finalmente queda rota de una manera, para algunos, magistral. En mi caso, no termina de arrastrarme, a pesar de haberlo esperado con ganas. “Magical girl” pretende cerrar el círculo y a la vez dejarlo abierto. Quizás de forma artificiosa, quizás como tenía que ser. En todo caso, el espectador más exigente deberá seguir buscando y seguir esperando la evolución de esta nueva promesa de la magia negra.
lauracarneros.wordpress.com
A Carlos Vermut, director de “Magical Girl”, le pasa lo mismo que a su protagonista Luis. No porque sea chapucero. Es un ilusionista en potencia. Lo tiene todo preparado para que esta película sea un golpe maestro. Minuciosamente hilado. Elementos como la banda sonora, dejarán al espectador tremendamente fascinado (el uso del sonido llama poderosamente la atención, por su simbolismo y poética en el tratamiento). Hay escenas que golpean directamente a los sentidos, sin atravesar ningún filtro. Diálogos cargados de sinceridad y críticos con la actualidad. Escenarios y secuencias bellísimas, que Vermut dirige con su batuta mágica. El joven cineasta ha ganado la Concha de Oro a la mejor película y director en el último Festival de San Sebastián. Se ha ganado a la crítica. Se lo merece. Pero. Pero Vermut (permítase la comparación desde mi humilde punto de vista) es como Harry Potter recién llegado a Hogwarts. Sorprende, todos lo quieren y lo esperan después de que su ópera prima “Diamond Flash” dejara a muchos con las ganas de otro encuentro. Vermut encabeza la expedición junto a nuevos directores en busca de la senda olvidada del cine español, esa que se desvía hacia el cine de autor y que pocos en nuestro país han sabido explotar.
A Carlos Vermut le queda mucho por mostrar. “Magical girl” entusiasma, pero no es redonda. Su misterio es un canto a la sutileza más despiadada: aquella que golpea desde el silencio interior las miserias de cada uno. Sutileza que finalmente queda rota de una manera, para algunos, magistral. En mi caso, no termina de arrastrarme, a pesar de haberlo esperado con ganas. “Magical girl” pretende cerrar el círculo y a la vez dejarlo abierto. Quizás de forma artificiosa, quizás como tenía que ser. En todo caso, el espectador más exigente deberá seguir buscando y seguir esperando la evolución de esta nueva promesa de la magia negra.
lauracarneros.wordpress.com
16 de noviembre de 2014
16 de noviembre de 2014
65 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser muy breve.
Voy a mil por hora este mes en Cineuropa Compostela viendo de todo, sobre todo lo que quiero, lo que puedo después y lo que me dejan si acabo el día con ánimos. Quien se fíe de mi criterio, hará bien o no, o lo que le plazca.
Magical girl: es pura pedantería. Es un complejo tras otro, es una copia, repetición, imitación. Es un director sin experiencia alguna cuyas dolencias se perciben desde que nos presenta una historia con un personaje, en concreto el padre, inerte, más inerte que su propia hija enferma de leucemia. Lo demás es abominable. No hay razones, sólo pretextos, señuelos y trucos.
Es alguien que quiere jugar a dramatizar psicológicamente con el espectador y que utiliza el cáncer, el sadomasoquismo o algo peor a lo bestia, para sojuzgarnos y hacernos cómplices de algo absurdo, terrible, sin guión, sin madurez, sin intérpretes a la altura, con tres localizaciones (2 y media en el portal del padre) y sin más sentido que tratar al espectador como un aunténtico ser endeble y sin criterio.
Es además un señor que no tiene idea de cine, es inexperto, pero que está aprendiendo. Eso sí, pretende aprender a lomos de los pura sangre... Eso es falta de humildad señor Vermut. Reléase la carta de Kurosawa a Bergman y por lo demás, take it easy.
Un poquito de humildad. No todos estamos tocados por el don de la genialidad pero con esfuerzo, tiempo y experiencia quizás.
Vermut puede ser alguien importante en unos cuantos años. Por ahora, hace honor a su apellido... para el Domingo después de la verbena.
Voy a mil por hora este mes en Cineuropa Compostela viendo de todo, sobre todo lo que quiero, lo que puedo después y lo que me dejan si acabo el día con ánimos. Quien se fíe de mi criterio, hará bien o no, o lo que le plazca.
Magical girl: es pura pedantería. Es un complejo tras otro, es una copia, repetición, imitación. Es un director sin experiencia alguna cuyas dolencias se perciben desde que nos presenta una historia con un personaje, en concreto el padre, inerte, más inerte que su propia hija enferma de leucemia. Lo demás es abominable. No hay razones, sólo pretextos, señuelos y trucos.
Es alguien que quiere jugar a dramatizar psicológicamente con el espectador y que utiliza el cáncer, el sadomasoquismo o algo peor a lo bestia, para sojuzgarnos y hacernos cómplices de algo absurdo, terrible, sin guión, sin madurez, sin intérpretes a la altura, con tres localizaciones (2 y media en el portal del padre) y sin más sentido que tratar al espectador como un aunténtico ser endeble y sin criterio.
Es además un señor que no tiene idea de cine, es inexperto, pero que está aprendiendo. Eso sí, pretende aprender a lomos de los pura sangre... Eso es falta de humildad señor Vermut. Reléase la carta de Kurosawa a Bergman y por lo demás, take it easy.
Un poquito de humildad. No todos estamos tocados por el don de la genialidad pero con esfuerzo, tiempo y experiencia quizás.
Vermut puede ser alguien importante en unos cuantos años. Por ahora, hace honor a su apellido... para el Domingo después de la verbena.
15 de noviembre de 2014
15 de noviembre de 2014
43 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece una película nefasta. Y para el que piense que es porque no veo cine o porque no me gusta el cine español o algo así, no es cierto, veo muchísimo cine y el español me suele gustar mucho. Es pretenciosa en el planteamiento, el guión, los planos, todo y, sin embargo, lo único que me llega es que la historia es una sandez que aburre muchísimo. Es una pena que nadie vaya al cine a gastar 9€ y 2 horas y pico de su tiempo en ver esto. Y que tenga semejante calificación en esta web me choca muchísimo.
24 de octubre de 2014
24 de octubre de 2014
36 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seis y cuarto de la tarde. Después de haber estado vagando desorientada entre calles que, juraría, estaban sudando tanto o más que yo, crucé la puerta de la sala 5 de los Babel con una frase en la cabeza: “¿Me quieres, aunque sea mucho?”, y decidí, justo al sentarme en la butaca, que me iba a dejar guiar; seguiría a Vermut por cualquier rincón que me señalase, le permitiría sorprenderme de la misma forma en que lo consiguió su superhéroe aquella tarde en la que solamente esperaba poder tener dos horas de procrastinación. Y lo hice, confié en él. Confié en Carlos, y salí ganando.
Desde el primer plano intuí que aquella no era una cinta corriente. La distancia entre los personajes, la altura de sus miradas, los movimientos de sus manos, la modulación de sus voces; la colocación de los objetos, el color de la ropa, la luz de la habitación. Todo tenía un sentido, todo daba información, no sobraba nada, y el resto del metraje me dio la razón. A diferencia de lo que pude apreciar en Diamond Flash, el peso de cuyo guion recae, con diferencia, en los diálogos –lo cual no resta méritos a lo que Vermut fue capaz de “parir” con a penas 20.000€ en el bolsillo–, Magical Girl encuentra el perfecto equilibrio entre técnica y narrativa. Esta vez, tanto la cámara como los personajes giran en torno al conflicto central, justo lo contrario que sucedía con el secuestro de Alba que nos contaba la opera prima del director. Así, Cada evento, cada acción, cada palabra y cada objeto conviven para construir la red en la que Luis (Luis Bermejo), Bárbara (Bárbara Lennie) y Damián (José Sacristán) se ven atrapados, y la importancia de cada uno de estos elementos es tal que el más mínimo cambio es capaz de generar consecuencias irreparables.
Llegados a este punto, debo aplaudir el ejercicio de autoconocimiento al que Vermut parece someternos, y es que cualquier espectador puede sentir frustración al presenciar algunas de las escenas. Para mí, es un juego. La película nos ofrece la información justa y necesaria para transmitir lo que el director nos quiere contar; no peca ni de falta ni de exceso. Teniendo en cuenta esta premisa, la curiosidad, e incluso morbosidad, de las personas del público puede quedar al descubierto si, por ejemplo, entienden como necesario que se muestre aquello que sucede tras “la puerta del lagarto negro”, o como innecesario el desnudo de Bárbara. La producción habla por sí misma: Todo lo que ves, tanto en contenido y forma, es lo que quiere ser contado.
Retomando el hilo, cuando la trama comenzaba a edificarse fotograma tras fotograma, en mi cabeza se empezaba a discernir el recuerdo de una cinta. La congoja que la más humana de las desesperaciones que demostraban Luis, Bárbara y Damián conseguía producirme, me resultaba una sensación más que familiar. Y es que la historia bebe directamente del conflicto de Dancer in the Dark (Lars von Trier, 2000): El deseo de Luis por curar la enfermedad de su hija Alicia, el tesón de Bárbara por ocultar un doloroso secreto y la firmeza con la que Damián está dispuesto a proteger a Bárbara son comparables a la lucha que Selma llevó a cabo por evitarle la ceguera a su hijo Gene; se trata de relaciones que ponen a prueba el límite humano entre la razón y el instinto, entre cabeza y corazón, y que terminan por corromper a todo aquel que se deja envolver por ellas. Del mismo modo, la forma en la que Luis traiciona y condena a Bárbara para siempre solo por contentar a su hija recuerda a cómo Bill transformó la vida de Selma en un infierno para poder seguir consintiendo los caprichos de su mujer.
(Continúa en 'spoiler' por falta de espacio)
Desde el primer plano intuí que aquella no era una cinta corriente. La distancia entre los personajes, la altura de sus miradas, los movimientos de sus manos, la modulación de sus voces; la colocación de los objetos, el color de la ropa, la luz de la habitación. Todo tenía un sentido, todo daba información, no sobraba nada, y el resto del metraje me dio la razón. A diferencia de lo que pude apreciar en Diamond Flash, el peso de cuyo guion recae, con diferencia, en los diálogos –lo cual no resta méritos a lo que Vermut fue capaz de “parir” con a penas 20.000€ en el bolsillo–, Magical Girl encuentra el perfecto equilibrio entre técnica y narrativa. Esta vez, tanto la cámara como los personajes giran en torno al conflicto central, justo lo contrario que sucedía con el secuestro de Alba que nos contaba la opera prima del director. Así, Cada evento, cada acción, cada palabra y cada objeto conviven para construir la red en la que Luis (Luis Bermejo), Bárbara (Bárbara Lennie) y Damián (José Sacristán) se ven atrapados, y la importancia de cada uno de estos elementos es tal que el más mínimo cambio es capaz de generar consecuencias irreparables.
Llegados a este punto, debo aplaudir el ejercicio de autoconocimiento al que Vermut parece someternos, y es que cualquier espectador puede sentir frustración al presenciar algunas de las escenas. Para mí, es un juego. La película nos ofrece la información justa y necesaria para transmitir lo que el director nos quiere contar; no peca ni de falta ni de exceso. Teniendo en cuenta esta premisa, la curiosidad, e incluso morbosidad, de las personas del público puede quedar al descubierto si, por ejemplo, entienden como necesario que se muestre aquello que sucede tras “la puerta del lagarto negro”, o como innecesario el desnudo de Bárbara. La producción habla por sí misma: Todo lo que ves, tanto en contenido y forma, es lo que quiere ser contado.
Retomando el hilo, cuando la trama comenzaba a edificarse fotograma tras fotograma, en mi cabeza se empezaba a discernir el recuerdo de una cinta. La congoja que la más humana de las desesperaciones que demostraban Luis, Bárbara y Damián conseguía producirme, me resultaba una sensación más que familiar. Y es que la historia bebe directamente del conflicto de Dancer in the Dark (Lars von Trier, 2000): El deseo de Luis por curar la enfermedad de su hija Alicia, el tesón de Bárbara por ocultar un doloroso secreto y la firmeza con la que Damián está dispuesto a proteger a Bárbara son comparables a la lucha que Selma llevó a cabo por evitarle la ceguera a su hijo Gene; se trata de relaciones que ponen a prueba el límite humano entre la razón y el instinto, entre cabeza y corazón, y que terminan por corromper a todo aquel que se deja envolver por ellas. Del mismo modo, la forma en la que Luis traiciona y condena a Bárbara para siempre solo por contentar a su hija recuerda a cómo Bill transformó la vida de Selma en un infierno para poder seguir consintiendo los caprichos de su mujer.
(Continúa en 'spoiler' por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La estética sobria, gélida y oscura de la película, que en ocasiones me engulló como si de una pesadilla se tratara, en contraste con la inocencia y, a veces, excentricidad que transmiten las constantes alusiones al anime japonés, conforman una atmósfera de perversión que consiguió aflorar en mí una sensación de desconcierto que solo podía ligar con la locura. Los dibujos colgados en las paredes de la habitación de Alicia –o debería decir Yukiko–, ella misma bailando el “Sa Ra Sa Ra” al principio, el “Sailor Moon” que puede leerse en una botella de ginebra, de nuevo Yukiko abriendo el clímax de la película con el “Sa Ra Sa Ra”… Algo parecido es lo que logra la opera prima de Satoshi Kon, Perfect Blue (1997), que además de compartir trama con Magical Girl –conflictos que corrompen–, da comienzo con su protagonista Mima interpretando el mismo “Angel of love” que anticipa un asesinato en la mitad del metraje.
Otro contraste distinto es el que emplea Vermut para conseguir producir carcajadas unánimes ante un argumento tan oscuro como el suyo. Con algunos brotes de humor negro, entendí que Vermut jugaba –de nuevo– a estirar los límites dramáticos de la misma forma en que lo hizo en Diamond Flash, en la que se arriesgó, literalmente, hasta el final del metraje. Esta vez, el director parece retarse a sí mismo a conseguir mantener la tensión dramática de las escenas ante inoportunas e inesperadas pero verosímiles situaciones que el espectador, instintivamente, relaciona con situaciones cómicas. Me sorprendí; Vermut, casi con sorna, sale victorioso.
En todo este engranaje, no pude dejar de atisbar cómo el director había encontrado lugar para incluir su crítica particular a la política cultural y educativa española. A pesar de ser explícito, no desarrolla los puntos, sino que deja ideas contundentes en el aire que invitan a ser reflexionadas: Las facilidades para entrar en el grado de magisterio, los masivos despidos de docentes o cómo la forma pesa más que el contenido de los productos culturales. Pero también hay cabida para añadir una buena dosis de feminismo, y es que Vermut empieza a dibujarse como uno de los directores que mejor construye a los personajes femeninos, algo que personalmente ya intuí en su primera película, y siguiendo el sistema anterior, obliga a nuestras cabezas a reflexionar sobre los privilegios que algunos maridos se otorgan con respecto a sus esposas o a romper estereotipos de sexualidad sin tan siquiera desarrollar los temas.
Ocho y media de la tarde. Con una sonrisa en la boca que el resultado del último clímax fue incapaz de borrar, y con el “Sa Ra Sa Ra” resonando en mi cabeza junto a Alicia ya convertida en Magical Girl Yukiko, salí de la sala 5 de los Babel con una frase en la cabeza: “¿Cómo puede valer lo mismo La Colmena que un manual de carpintería?”, y decidí, justo al sentarme en el asiento del autobús, que volvería a confiar en Carlos una y otra vez.
Otro contraste distinto es el que emplea Vermut para conseguir producir carcajadas unánimes ante un argumento tan oscuro como el suyo. Con algunos brotes de humor negro, entendí que Vermut jugaba –de nuevo– a estirar los límites dramáticos de la misma forma en que lo hizo en Diamond Flash, en la que se arriesgó, literalmente, hasta el final del metraje. Esta vez, el director parece retarse a sí mismo a conseguir mantener la tensión dramática de las escenas ante inoportunas e inesperadas pero verosímiles situaciones que el espectador, instintivamente, relaciona con situaciones cómicas. Me sorprendí; Vermut, casi con sorna, sale victorioso.
En todo este engranaje, no pude dejar de atisbar cómo el director había encontrado lugar para incluir su crítica particular a la política cultural y educativa española. A pesar de ser explícito, no desarrolla los puntos, sino que deja ideas contundentes en el aire que invitan a ser reflexionadas: Las facilidades para entrar en el grado de magisterio, los masivos despidos de docentes o cómo la forma pesa más que el contenido de los productos culturales. Pero también hay cabida para añadir una buena dosis de feminismo, y es que Vermut empieza a dibujarse como uno de los directores que mejor construye a los personajes femeninos, algo que personalmente ya intuí en su primera película, y siguiendo el sistema anterior, obliga a nuestras cabezas a reflexionar sobre los privilegios que algunos maridos se otorgan con respecto a sus esposas o a romper estereotipos de sexualidad sin tan siquiera desarrollar los temas.
Ocho y media de la tarde. Con una sonrisa en la boca que el resultado del último clímax fue incapaz de borrar, y con el “Sa Ra Sa Ra” resonando en mi cabeza junto a Alicia ya convertida en Magical Girl Yukiko, salí de la sala 5 de los Babel con una frase en la cabeza: “¿Cómo puede valer lo mismo La Colmena que un manual de carpintería?”, y decidí, justo al sentarme en el asiento del autobús, que volvería a confiar en Carlos una y otra vez.
8 de julio de 2015
8 de julio de 2015
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver la película me he quedado flipando. ¿En serio a esta peli le han dado tantos premios y la ponen por las nubes?
Será que no estoy muy al tanto de lo que sucede en cine español de hoy en día. Será que es una respuesta a infinidad de cuestiones que se me han pasado por alto mientras vivo mi vida fuera de los círculos cinemátográficos. Quizás en estos tiempos el cine ya no va de contar historias concentradas, con detalles que muestren que hay una reflexión profunda sobre lo que esas historias dicen de los terrícolas. A lo mejor es que ahora lo que está bien visto es coger un tópico tras otro y ponerlos juntos a ver que pasa. Supongo que consiste en hacer un collage de escenas, situaciones y personajes cascados y sacarlos de su contexto, a ver que pasa. Todo ello aderezado, eso sí, con imagen en HD y con una buena banda sonora. La cosa es redonda si tienes amigos influyentes que te vendan bien tu peli. Bueno, si consiste en eso yo también le doy un 10, porque eso lo ha hecho perfectamente.
Pero el caso es que a mi no me convence nada. De hecho creo que el único consuelo que puede tener el director es que hay pelis peores. En fin, que no, que esta peli no se salva por mucha referencia cinematográfica superficial ni por muy buenos que sean Bach, Erik Satie y Manolo Caracol. De todos modos os habéis pasado los de las críticas exageradamente buenas, sois unos pesados.
Será que no estoy muy al tanto de lo que sucede en cine español de hoy en día. Será que es una respuesta a infinidad de cuestiones que se me han pasado por alto mientras vivo mi vida fuera de los círculos cinemátográficos. Quizás en estos tiempos el cine ya no va de contar historias concentradas, con detalles que muestren que hay una reflexión profunda sobre lo que esas historias dicen de los terrícolas. A lo mejor es que ahora lo que está bien visto es coger un tópico tras otro y ponerlos juntos a ver que pasa. Supongo que consiste en hacer un collage de escenas, situaciones y personajes cascados y sacarlos de su contexto, a ver que pasa. Todo ello aderezado, eso sí, con imagen en HD y con una buena banda sonora. La cosa es redonda si tienes amigos influyentes que te vendan bien tu peli. Bueno, si consiste en eso yo también le doy un 10, porque eso lo ha hecho perfectamente.
Pero el caso es que a mi no me convence nada. De hecho creo que el único consuelo que puede tener el director es que hay pelis peores. En fin, que no, que esta peli no se salva por mucha referencia cinematográfica superficial ni por muy buenos que sean Bach, Erik Satie y Manolo Caracol. De todos modos os habéis pasado los de las críticas exageradamente buenas, sois unos pesados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Resumen de la peli.
Línea 1: Una niña enferma tiene un padre que quiere darle lo que ella quiera.
Línea 2: Mujer manipuladora con problemas psicológicos.
Línea 3: Hombre mayor anteriormente manipulado y encarcelado gracias a la mujer.
Elemento cohesivo: Celo comprado en un todo a cien.
Además añades algo de rollo japonés, de enfermedad terminal, de paro, de porno/sado oscuro y de "al final todos muertos".
Todo sin pasarse demasiado, a ver si los personajes van a parecer algo más que peones de tu peli tan guay y resultar convincentes.
Línea 1: Una niña enferma tiene un padre que quiere darle lo que ella quiera.
Línea 2: Mujer manipuladora con problemas psicológicos.
Línea 3: Hombre mayor anteriormente manipulado y encarcelado gracias a la mujer.
Elemento cohesivo: Celo comprado en un todo a cien.
Además añades algo de rollo japonés, de enfermedad terminal, de paro, de porno/sado oscuro y de "al final todos muertos".
Todo sin pasarse demasiado, a ver si los personajes van a parecer algo más que peones de tu peli tan guay y resultar convincentes.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here