El ocaso del samurái
2002 

7.6
5,605
Drama. Romance
Japón, mediados del siglo XIX. Seibei Iguchi es un samurái de bajo rango que trabaja como burócrata. Viudo, vive con sus dos hijas, a las que adora, y con una madre ya senil, por lo que se ve obligado a hacer otros trabajos para poder sacarlas adelante. Una nueva oportunidad se presenta en su vida cuando se entera de que Tomoe, su amor de siempre, se ha divorciado de su cruel marido. Sin embargo, el rígido código de honor de los ... [+]
15 de febrero de 2010
15 de febrero de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya quisiera Tarantino (al que aprecio y mucho) haber conseguido con sus Kill Bill unos personajes tan intensos y tan de verdad con los de esta película. Ya quisiera Yamada haber conseguido una fotografía tan impresionante con la del americano.
Sin embargo para mí lo importante son las historias, y el guión del japonés es, pese a ser tremendamente simple, mucho más narrativo y esto se agradece y mucho. La película no deja de crecer y aunque arranca algo lenta va ganando en intensidad.
Sin embargo para mí lo importante son las historias, y el guión del japonés es, pese a ser tremendamente simple, mucho más narrativo y esto se agradece y mucho. La película no deja de crecer y aunque arranca algo lenta va ganando en intensidad.
9 de enero de 2023
9 de enero de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
393/05(05/12/21) Penetrante drama Jidaigeki que he revisionado con motivo del 20 aniversario del estreno (02/11/2002), en su momento lo vi y me resultó todo un hallazgo cargado de poesía y de fuerza emocional, con unos personajes maravillosamente delineados, y dos décadas después no ha perdido un ápice de su frescura sugestiva. Co-escrita y dirigida por Yoji Yamada, ambientada en el Japón de mediados del siglo XIX, unos años antes de la Restauración Meiji, sigue la vida de Seibei Iguchi, samurái de bajo rango empleado como burócrata, con bajos ingresos, se las arregla para llevar una vida feliz con sus hijas y su madre senil, tras perder a su esposa por enfermedad, una visión lejos de la épica de estos guerreros míticos, el revisionismo desmitificador en el crepúsculo de este modo de vida regido por el Bushido. El relato se inspiró en 3 novelas de Shuuhei Fujisawa, "Tasagoro Seibei", "Chikkou Shiatsu" y "Iwaibito Sukehaehi".
La acción tiene lugar a mediados del XIX, en una provincia del norte de Japón. Narrada por boca de la hija menor, joven en la película pero anciana en la banda sonora, recuerda con amor a su padre explica la historia de Seibei Iguchi (Hiroyuki Sanada), samurái de condición humilde, que para atender a su esposa enferma de tisis contrajo deudas (incluso tuvo que vender su katana larga, que ha sustituido por una de madera), que ha de pagar trabajando denodadamente como contable de una empresa, cuidando su tierra a la salida del trabajo y confeccionando jaulas para insectos y pájaros por la noche. Cuida de sus dos hijas, Kayama (Miki Ito) e Ito (Erina Hashiguchi) y de su madre enferma. Su amiga de la infancia, Tomoe (Rie Miyazawa), se divorcia del marido Tayotaro Iinuma (Ren Osugi), violento y alcohólico, al que Seibei se ha de enfrentar en sustitución del hermano de Tomoe, poco hábil en los duelos.
Una historia deliciosamente intimista que sirve para reflejar la deconstrucción de un Japón que estaba en plena revolución del tiempo feudal con la consecuencia de la decadencia de los samuráis desde la Era Edo a la instauración de la Era Meiji, donde la Paz dejó sin trabajo a estos nobles paladines, las ancestrales tradiciones dejaban paso al ‘progreso’. UN mundo de pobreza imperante, reflejado en ese rio que de vez en cuando vemos con cadáveres de gente que ha muerto por hambre. Historia que muestra la dignidad, nobleza, honor y orgullo de un hombre, frente a su sentido del deber.
Asistimos durante la mayor parte del metraje a la exposición del costumbrismo más rutinario del protagonista, su resignación a su frugal vida, no aspirando a más, impregnando de cariño a su madre, e hijas, a las que intenta dar educación avanzada a su tiempo para mujeres, "Si el mundo cambia… sobrevivirán de alguna manera". Los compañeros del trabajo se ríen de él por su modo de vida de asceta. Para cuando llega la catarsis, con la entrada en la casa de una vieja amiga de la infancia de Seibei, lo que hace que el apagado tipo vuelva a ilusionarse con la vida, desarrollando un dulce pero no sensiblero romance con Tomoe, sin besos, sin tocarse, solo en base a miradas, a gestos sutiles al comportamiento. Vuelve a dar luz al hogar manteniendo una tierna relación con las hijas a las que cuida cuando él está en el trabajo, también hace las tareas domésticas. Y entonces por defender el honor de Tomoe, Seibei debe hacer salir al samurái que lleva dentro para enfrentarse a un fanfarrón, ello en un duelo brillante en su ejecución, y en la humildad del protagonista que peleará con una espada de madera contra el arrogante ex de Tomoe, ello en un lar bucólico. Fenomenal ejecución movimientos. Esto hace que Tomoe se sienta más aprecio por Seibei, pero él no da importancia al duelo, y pretende mantenerlo en secreto pero los rumores vuelan. Le surge la oportunidad de rehacer su vida con Tomoe por intermediación del hermano de ella, y vuelve a aflorar la humildad de Seibei, su Don del sacrificio por los demás. Hasta que en el tramo final el duelo con la katana de madera hace que sea llamado para una misión a vida o muerte, donde su sentido del deber será más fuerte que sus ideas. Y llegamos con ello a la estremecedora secuencia en que Tomoe viste de modo ritual a Seibei de samurái para un enfrentamiento que se prevé letal. Con una conversación entre ambos trémula, que pone el bello de punta. Para desembocar en el clímax de la pelea contra el samurái rebelde Yogo (notable Min Tanaka) que se ha negado a hacer el seppuku, llegando a esa entrada de la casa de este con un cuerpo muerto en su puerta que lo cobardes guardias que impiden la huida no han recogido. Con el preámbulo formidablemente fotografiado dentro de la vivienda del renegado, con claras influencias al final de “Apocalipsis Now”. Acabando al película y dejándote pensativo y melancólico.
Hiroyuki Sanada está brillante como el protagonista, conmovedor, lacónico, cada vez que habla sentencia con su naturalidad, con la forma de expresarse con su mirada, con lo que no dice y se intuye entre líneas, muy bueno; Rie Miyazawa como Tomoe, el amor de la infancia de Seibei, da una actuación entrañable, con sutilidad, con unos ojos que encandilan, con un lenguaje gestual muy expresivo; Y entre ambos una química que traspasa la pantalla, un romance que nos cala en su pureza de sentimientos, y deseamos que puedan sortear los obstáculos para que puedan estar juntos.
La acción tiene lugar a mediados del XIX, en una provincia del norte de Japón. Narrada por boca de la hija menor, joven en la película pero anciana en la banda sonora, recuerda con amor a su padre explica la historia de Seibei Iguchi (Hiroyuki Sanada), samurái de condición humilde, que para atender a su esposa enferma de tisis contrajo deudas (incluso tuvo que vender su katana larga, que ha sustituido por una de madera), que ha de pagar trabajando denodadamente como contable de una empresa, cuidando su tierra a la salida del trabajo y confeccionando jaulas para insectos y pájaros por la noche. Cuida de sus dos hijas, Kayama (Miki Ito) e Ito (Erina Hashiguchi) y de su madre enferma. Su amiga de la infancia, Tomoe (Rie Miyazawa), se divorcia del marido Tayotaro Iinuma (Ren Osugi), violento y alcohólico, al que Seibei se ha de enfrentar en sustitución del hermano de Tomoe, poco hábil en los duelos.
Una historia deliciosamente intimista que sirve para reflejar la deconstrucción de un Japón que estaba en plena revolución del tiempo feudal con la consecuencia de la decadencia de los samuráis desde la Era Edo a la instauración de la Era Meiji, donde la Paz dejó sin trabajo a estos nobles paladines, las ancestrales tradiciones dejaban paso al ‘progreso’. UN mundo de pobreza imperante, reflejado en ese rio que de vez en cuando vemos con cadáveres de gente que ha muerto por hambre. Historia que muestra la dignidad, nobleza, honor y orgullo de un hombre, frente a su sentido del deber.
Asistimos durante la mayor parte del metraje a la exposición del costumbrismo más rutinario del protagonista, su resignación a su frugal vida, no aspirando a más, impregnando de cariño a su madre, e hijas, a las que intenta dar educación avanzada a su tiempo para mujeres, "Si el mundo cambia… sobrevivirán de alguna manera". Los compañeros del trabajo se ríen de él por su modo de vida de asceta. Para cuando llega la catarsis, con la entrada en la casa de una vieja amiga de la infancia de Seibei, lo que hace que el apagado tipo vuelva a ilusionarse con la vida, desarrollando un dulce pero no sensiblero romance con Tomoe, sin besos, sin tocarse, solo en base a miradas, a gestos sutiles al comportamiento. Vuelve a dar luz al hogar manteniendo una tierna relación con las hijas a las que cuida cuando él está en el trabajo, también hace las tareas domésticas. Y entonces por defender el honor de Tomoe, Seibei debe hacer salir al samurái que lleva dentro para enfrentarse a un fanfarrón, ello en un duelo brillante en su ejecución, y en la humildad del protagonista que peleará con una espada de madera contra el arrogante ex de Tomoe, ello en un lar bucólico. Fenomenal ejecución movimientos. Esto hace que Tomoe se sienta más aprecio por Seibei, pero él no da importancia al duelo, y pretende mantenerlo en secreto pero los rumores vuelan. Le surge la oportunidad de rehacer su vida con Tomoe por intermediación del hermano de ella, y vuelve a aflorar la humildad de Seibei, su Don del sacrificio por los demás. Hasta que en el tramo final el duelo con la katana de madera hace que sea llamado para una misión a vida o muerte, donde su sentido del deber será más fuerte que sus ideas. Y llegamos con ello a la estremecedora secuencia en que Tomoe viste de modo ritual a Seibei de samurái para un enfrentamiento que se prevé letal. Con una conversación entre ambos trémula, que pone el bello de punta. Para desembocar en el clímax de la pelea contra el samurái rebelde Yogo (notable Min Tanaka) que se ha negado a hacer el seppuku, llegando a esa entrada de la casa de este con un cuerpo muerto en su puerta que lo cobardes guardias que impiden la huida no han recogido. Con el preámbulo formidablemente fotografiado dentro de la vivienda del renegado, con claras influencias al final de “Apocalipsis Now”. Acabando al película y dejándote pensativo y melancólico.
Hiroyuki Sanada está brillante como el protagonista, conmovedor, lacónico, cada vez que habla sentencia con su naturalidad, con la forma de expresarse con su mirada, con lo que no dice y se intuye entre líneas, muy bueno; Rie Miyazawa como Tomoe, el amor de la infancia de Seibei, da una actuación entrañable, con sutilidad, con unos ojos que encandilan, con un lenguaje gestual muy expresivo; Y entre ambos una química que traspasa la pantalla, un romance que nos cala en su pureza de sentimientos, y deseamos que puedan sortear los obstáculos para que puedan estar juntos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que nadie espere por lo del título, que haya mucha acción, muchas peleas, solo hay dos secuencias de acción y son resueltas con un realismo crudo ambas (uno bellamente filmado a orillas de un río y el otro en el interior sombrío de una casa), maravillosamente coreografiadas en su función de emitir veracidad alejada de rimbombantes acrobacias. La cinta tierne uno de sus fuertes en los vigorosos diálogos, en la voz en off queda realce poético a la historia, y sobre todo a lo bien definidos que están los protagonistas, a la humanidad que transpiran, todo en un devenir con aires elegiacos. Filmado todo con una delicadeza y poder lírico sensacional, destilando humanismo.
Parte del poder dramático fenomenal de este film proviene de la prodigiosa labor en la cinematografía de Naganuma Mutsuo (Zatoichi) con claro sabor pictórico, rodando en interiores con escasa luz, con predominio de claroscuros, emitiendo la tristeza inherente del desarrollo del metraje, en tonos macilentos, preciosas en este sentido la secuencia en que Tomoe viste a Seibei para el duelo, y sobre todo la secuencia en la tenebrosa vivienda del rebelde. Así como en exteriores rodando son cielos grises sin apenas verse el sol, creando secuencias tan bellas como la del duelo a orillas del rio, o a la poética de los dos amigos pescando en el rio, transmitiendo el mminimalismo que desprende la historia.
Spoiler:
Momentos recordables: Cuando en medio de una inspección a los almacenes el Señor del castillo reprende a Seibei por su vestimenta y olor corporal. Ll tío de Seibei le recuerda: "Hace solo una generación, se habría pedido hara-kiri". Su tío le aconseja que se vuelva a casar, que consiga otro trabajador en la casa para preparar las comidas y lavar la ropa; El duelo contra el ex marido de Tomoe, con ese giro impactante de que Seibei peleará con una espada de madera para no matar a su contrincante, lo que enfurece aún más a su rival, acabando el entente con un fabuloso movimiento giro y salto de Seibei que hace le de una estocada a su oponente que lo deja vahído; La conversación de Seibei con su amigo donde este le pide se case con su hermana, y Seibei renuncia por sentir no tener suficie4nte dinero para hacerla feliz; Cuando Tomoe va a casa de Seibei a vestirlo para el duelo. Él abre su corazón y dice estar arrepentido de haber renunciado a casarse con ella y le pide matrimonio, pero ella le dice que ya contraído compromiso, y nos sentimos hundidos con Seibei; La conversación que Seibei tiene con su oponente final Yogo en la semioscuridad, donde el rebelde le espeta a Seibei que si es el chico de los recados, y le dice que él también lo fue, y tras lo que en medio de un tomar un te (con un macabro adimento) relata su infortunio de ronin; El duelo salvaje y muy realista, donde la espada corta de Seibei termina por ser la ventaja, pues Yogo en un movimiento clava su katana en el techo lo que hace dar ventaja a Seibei que lo mata; La vuelta al hogar tras el duelo ( me recuerda a la de Rob Roy en el film protagonizado por Liam Neeson), maguyllado, con su katana de bastón, y cuiando llega a su casa le espera Tomoe y sus hijas, la mujer nos dice la hija en off se casó con él y vivieron felices… el tiempo que estuvieron juntos.
Film que ganó 12 Premios de la Academia Japonesa sin precedentes, incluyendo Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actriz y Mejor Guión. nominado para el Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera (perdió ante la canadiense “Las Invasiones Bárbaras”).
Me queda un muy notable film, de los que cala en su poder de emocionar y empatizar con sus protagonistas. Gloria Ucrania!!!
Parte del poder dramático fenomenal de este film proviene de la prodigiosa labor en la cinematografía de Naganuma Mutsuo (Zatoichi) con claro sabor pictórico, rodando en interiores con escasa luz, con predominio de claroscuros, emitiendo la tristeza inherente del desarrollo del metraje, en tonos macilentos, preciosas en este sentido la secuencia en que Tomoe viste a Seibei para el duelo, y sobre todo la secuencia en la tenebrosa vivienda del rebelde. Así como en exteriores rodando son cielos grises sin apenas verse el sol, creando secuencias tan bellas como la del duelo a orillas del rio, o a la poética de los dos amigos pescando en el rio, transmitiendo el mminimalismo que desprende la historia.
Spoiler:
Momentos recordables: Cuando en medio de una inspección a los almacenes el Señor del castillo reprende a Seibei por su vestimenta y olor corporal. Ll tío de Seibei le recuerda: "Hace solo una generación, se habría pedido hara-kiri". Su tío le aconseja que se vuelva a casar, que consiga otro trabajador en la casa para preparar las comidas y lavar la ropa; El duelo contra el ex marido de Tomoe, con ese giro impactante de que Seibei peleará con una espada de madera para no matar a su contrincante, lo que enfurece aún más a su rival, acabando el entente con un fabuloso movimiento giro y salto de Seibei que hace le de una estocada a su oponente que lo deja vahído; La conversación de Seibei con su amigo donde este le pide se case con su hermana, y Seibei renuncia por sentir no tener suficie4nte dinero para hacerla feliz; Cuando Tomoe va a casa de Seibei a vestirlo para el duelo. Él abre su corazón y dice estar arrepentido de haber renunciado a casarse con ella y le pide matrimonio, pero ella le dice que ya contraído compromiso, y nos sentimos hundidos con Seibei; La conversación que Seibei tiene con su oponente final Yogo en la semioscuridad, donde el rebelde le espeta a Seibei que si es el chico de los recados, y le dice que él también lo fue, y tras lo que en medio de un tomar un te (con un macabro adimento) relata su infortunio de ronin; El duelo salvaje y muy realista, donde la espada corta de Seibei termina por ser la ventaja, pues Yogo en un movimiento clava su katana en el techo lo que hace dar ventaja a Seibei que lo mata; La vuelta al hogar tras el duelo ( me recuerda a la de Rob Roy en el film protagonizado por Liam Neeson), maguyllado, con su katana de bastón, y cuiando llega a su casa le espera Tomoe y sus hijas, la mujer nos dice la hija en off se casó con él y vivieron felices… el tiempo que estuvieron juntos.
Film que ganó 12 Premios de la Academia Japonesa sin precedentes, incluyendo Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actriz y Mejor Guión. nominado para el Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera (perdió ante la canadiense “Las Invasiones Bárbaras”).
Me queda un muy notable film, de los que cala en su poder de emocionar y empatizar con sus protagonistas. Gloria Ucrania!!!
11 de mayo de 2008
11 de mayo de 2008
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de este film hará suponer a muchos que se trata de una película donde la katana tendrá una presencia continua, pero no es así. El Ocaso del Samurai es una película dramática que nos narra de manera lenta pero brillante la desafortunada vida de un viudo samurai de bajo rango, donde el salario es el baremo de la jerarquía. Nuestro protagonista, Seibei Iguchi, que debe mantener a dos hijas y a una madre senil con un escaso sueldo de 50 kokus, se reencontrará con su amor de siempre, Tomoe, divorciada de un marido alcohólico.
La película obtuvo 13 premios de la Academia del Cine de Japón, y fue candidata al Óscar en el 2003. Lamentablemente las distribuidoras españolas despreciaron esta cinta por considerarla poco comercial, apostando por películas basura de rápido consumo. Esta película habla de la familia, del honor, del amor, del deber, valores en los que Seibei deposita la felicidad, muy lejos de la espada, a pesar de ser muy diestro en su uso.
‘El Ocaso del Samurái’ es una buena película para disfrutar con los cinco sentidos. No recomendada para adolescentes mononeuronales a los que recomiendo películas como Ghost Rider o la película de los Power Rangers.
La película obtuvo 13 premios de la Academia del Cine de Japón, y fue candidata al Óscar en el 2003. Lamentablemente las distribuidoras españolas despreciaron esta cinta por considerarla poco comercial, apostando por películas basura de rápido consumo. Esta película habla de la familia, del honor, del amor, del deber, valores en los que Seibei deposita la felicidad, muy lejos de la espada, a pesar de ser muy diestro en su uso.
‘El Ocaso del Samurái’ es una buena película para disfrutar con los cinco sentidos. No recomendada para adolescentes mononeuronales a los que recomiendo películas como Ghost Rider o la película de los Power Rangers.
30 de diciembre de 2009
30 de diciembre de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seibei tiene varios trabajos.
Seibei tiene unos jefes a los que agarraría por el cuello más de una vez.
Seibei tiene dos hijas a las que educa lo mejor que puede. También tiene una espada corta porque tuvo que empeñar la suya.
Seibei tiene una gran cabeza, pero no tiene un buen trabajo. Seibei es un gran guerrero, aunque ni quiere serlo, ni tiene un cargo y un sueldo que lo represente.
Seibei no tiene dinero, no se ducha, no tiene apenas amigos, no va de putas con sus colegas, no bebe sake, ni tiene una rica mujer, la gente le ve como un desdichado.
Seibei tiene familia, tiene cojones, tiene palabra, una mujer que le quiere, otra que le quiso, y lo daría todo por los suyos, se considera un hombre afortunado. Seibei es el verdadero samurai.
Seibei tiene unos jefes a los que agarraría por el cuello más de una vez.
Seibei tiene dos hijas a las que educa lo mejor que puede. También tiene una espada corta porque tuvo que empeñar la suya.
Seibei tiene una gran cabeza, pero no tiene un buen trabajo. Seibei es un gran guerrero, aunque ni quiere serlo, ni tiene un cargo y un sueldo que lo represente.
Seibei no tiene dinero, no se ducha, no tiene apenas amigos, no va de putas con sus colegas, no bebe sake, ni tiene una rica mujer, la gente le ve como un desdichado.
Seibei tiene familia, tiene cojones, tiene palabra, una mujer que le quiere, otra que le quiso, y lo daría todo por los suyos, se considera un hombre afortunado. Seibei es el verdadero samurai.
28 de febrero de 2007
28 de febrero de 2007
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy un gran conocedor del cine japonés clásico. Es una asignatura pendiente. Así que no sé si esta película tiene algo que ver con esas películas de los años 40 y 50.
Lo que sí sé es que durante dos horas me trasladé a otra época y a otro lugar, y me deje invadir por una historia donde el valor, la honestidad y el amor son sus ejes principales.
Yoji Yamada cuenta la historia de un hombre que ha decidido renunciar a su condición de valeroso samurai para atender a su familia. Narra además la relación que este samurai entabla con una amiga de la infancia, relación que acabará desembocando en una preciosa historia de amor. Y lo hace todo con un sentido de la elegancia y del clasicismo absolutamente maravillosa, combinándolo con una puesta en escena de gran belleza.
El ocaso del samurai es radicalmente distinta a las ultimas (y excelentes) películas de Zhang Yimou. Quizás, por su ritmo, no guste a todo el mundo pero quien la sepa disfrutar se encontrará con una película que le tocará el corazón.
Lo que sí sé es que durante dos horas me trasladé a otra época y a otro lugar, y me deje invadir por una historia donde el valor, la honestidad y el amor son sus ejes principales.
Yoji Yamada cuenta la historia de un hombre que ha decidido renunciar a su condición de valeroso samurai para atender a su familia. Narra además la relación que este samurai entabla con una amiga de la infancia, relación que acabará desembocando en una preciosa historia de amor. Y lo hace todo con un sentido de la elegancia y del clasicismo absolutamente maravillosa, combinándolo con una puesta en escena de gran belleza.
El ocaso del samurai es radicalmente distinta a las ultimas (y excelentes) películas de Zhang Yimou. Quizás, por su ritmo, no guste a todo el mundo pero quien la sepa disfrutar se encontrará con una película que le tocará el corazón.
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