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La noche del cazador

Intriga. Drama. Cine negro. Thriller Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
Críticas 232
Críticas ordenadas por utilidad
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6
8 de marzo de 2010
28 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no estoy en absoluto de acuerdo con las críticas que hablan de obra maestra o gran clásico del género. Pese a no ser un film en absoluto aburrido, no llega casi en ningún momento a emocionarme ni a transmitirme ese supuesto miedo o sensación de malestar que se supone era la intención del genial actor (aquí sólo director) Charles Laughton.

No me creo casi ninguna interpretación, salvo algunos momentos brillantes de Mitchum, y los diálogos no dejan de ser bastante infantiles y caducos....por no hablar de las flojas escenas de acción.

Por todo lo que había escuchado a lo largo de los años, me esperaba una película mucho más dura, oscura e impactante, y al final me encuentro con una historia, cuento, fábula o como quieran llamarlo, que no traspasa el límite de lo interesante a lo genial ni por asomo.



Lo mejor: la maravillosa ambientación y la fotografía, con excelentes decorados.

Lo peor: esa sensación de que algo va a pasar y al final compruebas que no, la trama te deja a medias, casi casi frío.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La parte final en casa de la buena samaritana resulta frustrante, no puede ser tomada en serio. El interés que hasta entonces tenía la película se pierde casi por completo.
8
28 de agosto de 2008
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película curiosa, original y atrevida que plantea una idiosincrasia o personalidad perfectamente posible, la de un predicador evangélico, a la vez asesino de mujeres, ladrón, y ¿cómo no? amante fervoroso del "money" (dinero). Todo hecho con gran temperamento creativo, muy bien filmado, mejor conducido y desarrollado, sabiendo lograr un continua impresión de pavor e interés por cada tramo de la historia.

No falta tensión, sospecha, temor, persecusión y algún que otro susto psicológico.

Robert Mitchum, evidentemente ha dejado hitos magníficos de interpretaciones contrapuestas a lo largo de su carrera. Por ejemplo, he aquí su excelente hacer metiéndose de lleno en este personaje religioso enajenado y a la par asesino inmisericorde de víctimas débiles, que tiene su contrario o contrapuesto en el papel de maestro noble, sereno, culto, amante, sacrificado incluso por la persona que lo traiciona, en el filme "La hija de Ryan" de David Lean, G.B., 1970.

"La noche del cazador" es una película que puede considerarse con toda razón como una pieza notable, por su manera magistral de crear esa atmósfera cinematográfica donde los espectadores pierden la paz y se sienten sobresaltados, nerviosos, pasmados ante el espanto, y todo a base de una historia cuyo foco principal parte de la vieja sabiduría según la cual las apariencias engañan y a la gente no hay que juzgarla por su palabras sagradas o condición superficialmente respetable sino por sus hechos.

¡Ojo con el cristiano, con el religioso, con la persona cuya boca habitualmente está llena de Dios; pero que paralelamente siempre luce ávido por descubrir "dónde está el dinero"!

Fej Delvahe
9
11 de julio de 2008
25 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aplicándole los visos de un tétrico cuento de los que tanto fascinan a los niños y que al mismo tiempo les provocan pesadillas, Charles Laughton dirigió este complejo drama de suspense, cargado de una perversidad encarnada por un Robert Mitchum que podría ser una combinación de Barba Azul y de Herodes.
En su única película como director, Laughton echó los restos tanto técnicamente como narrativamente. La fotografía es impecable y audaz, con unos planos aéreos embriagadores, vistas nocturnas con cielos plagados de estrellas enormes y cercanas, unos primeros planos abundantes en mostrar detalles del paisaje de una forma casi plástica, armoniosa y poética. Y también escenas de perturbadora y paradójica belleza, como esa escena del fondo del río que provoca escalofríos. Nunca abandona al espectador cierto aire de irrealidad, de atmósfera de cuento con ecos siniestros que suenan como una canción anunciadora de muerte, desgranada en la voz sibilina de un hombre que disfraza su maldad con una suntuosa piel de cordero.
La narración nos hace llegar el terror de los niños atrapados. Ante la ceguera de unos adultos, empezando por su propia madre y continuando por el resto del vecindario, cuyo sexto sentido está tan atrofiado que es incapaz de percibir la malignidad del monstruo, un niño se hace increíblemente fuerte. Fuerte para mantener un juramento que anuncia una amenaza inminente. Fuerte para proteger con la suya la vida de su hermana pequeña. Fuerte para aceptar la ausencia de su padre. Fuerte para sobrellevar la debilidad de su madre. Fuerte para sobreponerse al yugo cruel de un padrastro que posee una visión muy peculiar de su misión divina en la Tierra. Fuerte para soportar la pérdida y el miedo. Y fuerte para luchar hasta el final sin rendirse.
El terrible drama de unos niños abandonados a su suerte ante la ceguera ajena, amenazados por una codicia implacable que tiene el porte de Robert Mitchum, su rostro severo, sus dedos tatuados con las palabras antagónicas "Amor" y "Odio" y una silueta que se alzará desde las tinieblas del infierno para perseguirlos sin tregua.
Con toda su carga de abismal oscuridad, referencias bíblicas y acerado análisis, es éste uno de los cuentos más bellamente narrados en la pantalla.
Bienvenidos a las más recurrentes pesadillas infantiles...
2
19 de octubre de 2009
54 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me me cabe en la cabeza su valoración. Menos mal que Charles Laughton se retiró después de dirigir esta aburridísima cinta de malo malísimo contra los buenos católicos que defienden las buenas costumbres y la moral justa. Para mí Mitchum no actúa, sufre, aunque lo peor de todo es aguantar a los siguientes protagonistas con más minutos, dos niños a cual más repelente.

La historia es inverosímil, lo vemos todos. ¿Le cabe en la cabeza a alguien que esos dos niños se escapen de un expresidiario que se las habrá tenido con lo peor de lo peor? No he podido evitar darme cuenta de que no había nada que pudiera pasar realmente, todo, un suceso tras otro es tan imposible como inaguantable para mi raciocinio: ni la viuda se casaría con un tío así de repente, ni existe una mujer que "recoge" niños así por las buenas que bajan por el río (los lava y les da de comer así por las buenas), ni mucho menos el mensaje es válido. ¿Cómo es posible enunciar que los niños lo aguantan todo? No sólo no lo suscribo sino que lo niego, los niños son frágiles y débiles, por ahí sí que no paso. Nada, no le veo nada, ni me ha transmitido miedo Mitchum ni me gustan las moralinas. Sólo rescataría de la quema total algún ejemplo de buena fotografía, pero no se me ocurre recomendarla.

Así que ahí se quedará, en el olvido, desde luego.
10
24 de noviembre de 2011
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad imaginada se forma a base de premisas dispuestas en un todo coherente. En los sueños se carece de coherencia ya que todo es susceptible de transformarse. En esta película de pesadillas y miedos atávicos, de esos miedos que los niños presienten de forma innata y que la madurez difumina, es lógico que la percepción de la realidad se distorsione. Por eso exigirle nitidez formal a esta película carece de sentido, como esperar realismo en un retrato de Picasso.

El icono cinematográfico del tatuaje amor/odio en los nudillos del falso predicador subraya la dualidad de la película. Aparte de la eterna lucha del bien (Lillian Gish/Rachel) contra el mal (Robert Mitchum/Harry Powell), destaca el antagonismo entre los niños y los adultos. Los niños son las principales víctimas del mundo creado por los adultos. Por ello abundan las situaciones de desamparo infantil a lo largo del metraje. Libres de prejuicios y con mirada inocente, los niños advierten la maldad que los adultos justifican o ignoran. La distancia que separa ambos mundos queda ilustrada en la escena del juicio a Harry Powell, mientras el niño se niega a señalar al asesino de su madre, los adultos se organizan para el linchamiento.

A parte de otras dualidades presentes en un segundo plano: hombre/mujer, fe/fanatismo, ciudad/campo, es singular el tratamiento dado al día y a la noche. Las secuencias que transcurren de día tienen un tratamiento realista y bucólico. De inusitada belleza resultan las imágenes del cadáver en el fondo del rio, más fascinantes que aterradoras. A la luz del día la maldad del falso predicador resulta más burda y menos amenazante. En donde la película logra una sugestión visual poco común es en las secuencias nocturnas. El mundo de la oscuridad, de los terrores infantiles, está filmado con un despliegue artístico de sombras y contraluces inspirado en el expresionismo alemán y apoyado por la deformación de las arquitecturas, que confiere una sensación entre siniestra e ilusoria. En este marco el mal recrudece su aspecto más perturbador e inquietante. La huída rio abajo consigue una mágica evocación de los cuentos infantiles, con desconcertantes primeros planos de la fauna nocturna: cazadores y presas, que también forman parte de esos cuentos: el sapo, la araña, el zorro, la lechuza, el conejo.

En un mundo de miseria y desesperanza Robert Mitchum encarna al mal en toda su extensión, capaz de tomar cualquier forma: el lobo con piel de cordero. El arma más simple, en este caso una navaja, es suficiente para llevar a cabo sus fines. Capaz de retorcer la palabra sagrada para justificarse, pronuncia una de las frases más lapidarias contra el cinismo de las religiones “la salvación es cosa del último minuto”. El magnetismo que el mal ejerce sobre nosotros está plasmado en la influencia que Harry Powell logra sobre el único personaje que está dejando atrás la infancia: la muchacha mayor bajo la protección de la humanitaria Rachel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El cine cuenta con magníficas óperas primas que anticipan el talento creativo de su autor, pero pocas pueden otorgar la inmortalidad cinematográfica: “Ciudadano Kane”, “La canción del camino” y “La noche del cazador” encabezan el selecto grupo.
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