La noche del cazador
1955 

8.1
32,912
Intriga. Drama. Cine negro. Thriller
Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a sus hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado por apoderarse del botín, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2010
26 de abril de 2010
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
El espectador antes de la primera visión de esta joya deberia ser advertido.
Hay películas que requieren de esto, ya sea porque no pertenencen a un género en concreto, ya sean por su arriesgada forma.
Esta en concreto, ha sido catalogada de cine negro, intriga e incluso se la puede encontrar como terror y todo ello lo hay en la cinta, pero su género deberia ser el de cuento de hadas.
Este film es un cuento de hadas, pero sin fantasía, con personajes reales en un mundo real, es curioso que, manteniendo todo lo demás igual, en cuanto se cambia al lobo por un hombre el cuento deje de ser para niños y sea para adultos.
Lo extraordinario y diferente del film, es que su tratamiento visual y su lenguaje sigan la estela de la fantasía, por lo que nos encontramos con una rareza, que nuestra mente no es capaz de catalogar.
Cine negro, terror gótico y de pronto cine amable e incluso familiar, pues todo ello se puede encontrar en la película. Pero hay que darse cuenta de que se trata de un perverso cuento de hadas para niños, visto desde el punto de vista de estos, así que cuando se pasa del ogro al hada buena, en realidad no se ha cambiado de género sino que la película ha seguido su curso natural como fantasía infantil.
Y esta es otra advertencia que ha de realizarse, el cambio de tono que se produce en la película descoloca al espectador que se enfrenta por primera vez a ella, provocando que pueda llegar a despreciar la última parte de la película, siendo ella magnífica, como la anterior, pero no será hasta un nuevo acercamiento a esta en la que se observará su grandeza.
La película como todo cuento infantil nos habla de la vida, la muerte, el sexo (pocas películas han mostrado el deseo sexual femenino como esta) y especialmente el fin de la infancia.
Una grandisima película, que fascina y despista la primera vez que se ve, pero que gana en cada revisado, por lo que es imprescindible verla al menos dos veces.
Hay películas que requieren de esto, ya sea porque no pertenencen a un género en concreto, ya sean por su arriesgada forma.
Esta en concreto, ha sido catalogada de cine negro, intriga e incluso se la puede encontrar como terror y todo ello lo hay en la cinta, pero su género deberia ser el de cuento de hadas.
Este film es un cuento de hadas, pero sin fantasía, con personajes reales en un mundo real, es curioso que, manteniendo todo lo demás igual, en cuanto se cambia al lobo por un hombre el cuento deje de ser para niños y sea para adultos.
Lo extraordinario y diferente del film, es que su tratamiento visual y su lenguaje sigan la estela de la fantasía, por lo que nos encontramos con una rareza, que nuestra mente no es capaz de catalogar.
Cine negro, terror gótico y de pronto cine amable e incluso familiar, pues todo ello se puede encontrar en la película. Pero hay que darse cuenta de que se trata de un perverso cuento de hadas para niños, visto desde el punto de vista de estos, así que cuando se pasa del ogro al hada buena, en realidad no se ha cambiado de género sino que la película ha seguido su curso natural como fantasía infantil.
Y esta es otra advertencia que ha de realizarse, el cambio de tono que se produce en la película descoloca al espectador que se enfrenta por primera vez a ella, provocando que pueda llegar a despreciar la última parte de la película, siendo ella magnífica, como la anterior, pero no será hasta un nuevo acercamiento a esta en la que se observará su grandeza.
La película como todo cuento infantil nos habla de la vida, la muerte, el sexo (pocas películas han mostrado el deseo sexual femenino como esta) y especialmente el fin de la infancia.
Una grandisima película, que fascina y despista la primera vez que se ve, pero que gana en cada revisado, por lo que es imprescindible verla al menos dos veces.
22 de mayo de 2007
22 de mayo de 2007
56 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé que pretendía encontrarme al ver esta película pero definitivamente no fue lo que yo esperaba. Hay decepción después de verla...si, un poco... Hay demasiada expectativa sobre "La Noche del Cazador" ya que la crítica la eleva a categoría de súper clásico y hay tantos y tantos comentarios buenos acerca de ella (en general no solo en filmaffinity). No me parecen comentarios justos, definitivamente esta sobrevalorada.
Hay escenas notables que ya han mencionado antes; la niña cantando, la toma de la rana, alguno que otro plano o secuencia como cuando los niños están contando el dinero pero eso no es suficiente para transformar a esta película en un gran clásico. Así como hay grandes aciertos también hay grandes caídas. La escenografía de cartón (¿que es eso? parecía la escenografía de una película de ed wood) El comienzo del filme ya da un poco de risa, con esos niños saliendo de las estrellas en fundido y luego el monologo del predicador en su coche (el paso del tiempo se hizo sentir con fuerza y crueldad sobre ese comienzo. No ambienta ni posiciona en la historia, da risa) Luego la historia se deja llevar por el peso del relato, me refiero a la trama, que es interesante (me imagino que el libro ha de ser una joya porque la historia es buena) pero nuevamente hay escenas ñoñas, y ultrañoñas como por ejemplo cuando el tío Birdie ve un cadáver en el río. (no se dio mucha maña el personaje del predicador para esconder el cuerpo, si era así de fácil divisarlo) la escena del predicador con los niños en el sótano... que se pretendía... la forma en que escapan y como tropieza el predicador tratando de alcanzarlos, ¿era un chiste, una escena de tom y jerry o que?
A mi parecer hay ciertas escenas que malogran el resultado del filme y opacan las buenas escenas que si tiene, y la intencionalidad de crear una atmósfera a esta historia de suspenso y cine negro del bueno. Lamentablemente uno retiene más las cosas malas y los errores del filme que sus aciertos, y siendo sinceros tiene aciertos pero de ahí ha ser una joya, un clásico de culto... quedo un largo camino por recorrer y el resultado final es simplemente una buena película nada más.
Hay escenas notables que ya han mencionado antes; la niña cantando, la toma de la rana, alguno que otro plano o secuencia como cuando los niños están contando el dinero pero eso no es suficiente para transformar a esta película en un gran clásico. Así como hay grandes aciertos también hay grandes caídas. La escenografía de cartón (¿que es eso? parecía la escenografía de una película de ed wood) El comienzo del filme ya da un poco de risa, con esos niños saliendo de las estrellas en fundido y luego el monologo del predicador en su coche (el paso del tiempo se hizo sentir con fuerza y crueldad sobre ese comienzo. No ambienta ni posiciona en la historia, da risa) Luego la historia se deja llevar por el peso del relato, me refiero a la trama, que es interesante (me imagino que el libro ha de ser una joya porque la historia es buena) pero nuevamente hay escenas ñoñas, y ultrañoñas como por ejemplo cuando el tío Birdie ve un cadáver en el río. (no se dio mucha maña el personaje del predicador para esconder el cuerpo, si era así de fácil divisarlo) la escena del predicador con los niños en el sótano... que se pretendía... la forma en que escapan y como tropieza el predicador tratando de alcanzarlos, ¿era un chiste, una escena de tom y jerry o que?
A mi parecer hay ciertas escenas que malogran el resultado del filme y opacan las buenas escenas que si tiene, y la intencionalidad de crear una atmósfera a esta historia de suspenso y cine negro del bueno. Lamentablemente uno retiene más las cosas malas y los errores del filme que sus aciertos, y siendo sinceros tiene aciertos pero de ahí ha ser una joya, un clásico de culto... quedo un largo camino por recorrer y el resultado final es simplemente una buena película nada más.
28 de enero de 2011
28 de enero de 2011
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Charles Laughton fue la quintaesencia del cine. Desconozco porqué dejó de dirigir tras "La noche del cazador" y menos me lo explico, sabiendo que en su única incursión como director parió esta obra maestra. Lo suyo fue llegar y besar al Santo. Quizás simplemente se le antojó dar un soberana lección de cómo hacer buen cine, en un única entrega, dejar callados a muchos de los cineastas de entonces y quedarse más ancho que pancho. Lo que me pregunto es... ¿Qué hubiera sido del cine si Sir Laughton hubiera continuado dirigiendo? La de joyas que nos hemos perdido...
Pese a ser considerado un precario actor, Mitchum, no se da por vencido arrogándose un papel protagonista de predicador en una interpretación más que destacable. Shelley Winters (estupenda) es la actriz notable. Siendo la "fea" de siempre en las pelis de Kubrick y en la de G. Stevens junto al hermosísimo Monty Clift en "Un lugar en el sol", recupera con toda entereza su estatus de primerísima intérprete. Cada cual de los personajes es imprescindible, desde el viejo tío que pesca en el río hasta la dueña de la tienda donde se emplea la Winters, pasando por los niños y hasta por la muñeca de trapo.
Planos limpios, carismáticos. Todos dicen algo. La inserción de planos entre conversaciones interrumpidas que traen al pueblo al cazador-predicador en un tren violento, arrasa. El ferrocarril, a todo trapo, anuncia que al pueblo llega alguien en busca del botín. Película desbordante de imaginación y creatividad. El plano de la Winters bajo el agua es para echarle una ovación a Sir Laughton y rezarle una novena.
Más magistrales toques de guión. Un verdugo llegando a casa maldiciendo su suerte y pensándose en dejar el trabajo, a lo que su mujer responde: "a ver chico, cada vez que ahorcas a alguien se te antoja dejar de trabajar". La repera. ¿Y lo que se ríe uno con lo que se ríe Laughton del contexto y época de aquellos predicadores que, como Mitchum lobotomizan cerebros, en uso de todas sus arteras mañas? Laughton es británico pero sabe captar esa idiosincrasia y escenificar con dulzura el aciago porvenir de los días de la Gran Depresión.
¿Más? Preciosa banda sonora. El tema principal de los títulos de crédito presagia la maravilla que al espectador se le dispone. ¡Qué gustazo escuchar cantar a Mitchum!
Fundidos a negro cuando el cazador acecha al niño depositario del secreto y banda sonora como recursos explotados por el director para recrear una atmósfera jodida sin necesidad de sobreactuaciones.
Un predicador-cazador reconvertido en un Herodes. El mundo no es para los niños. Los religiosos se obsesionan con el mundano dinero; las personas de a pie se vuelven fanáticos religiosos. Todo porque el bien necesita del mal para ser bien; el mal necesita del bien para ser mal. Y así entrelaza las manos el predicador: derecha-amor; izquierda-odio. Solo una mujer anciana y sabia, le corta el paso a Herodes.
(sigo en el spoiler sin desvelar):
Pese a ser considerado un precario actor, Mitchum, no se da por vencido arrogándose un papel protagonista de predicador en una interpretación más que destacable. Shelley Winters (estupenda) es la actriz notable. Siendo la "fea" de siempre en las pelis de Kubrick y en la de G. Stevens junto al hermosísimo Monty Clift en "Un lugar en el sol", recupera con toda entereza su estatus de primerísima intérprete. Cada cual de los personajes es imprescindible, desde el viejo tío que pesca en el río hasta la dueña de la tienda donde se emplea la Winters, pasando por los niños y hasta por la muñeca de trapo.
Planos limpios, carismáticos. Todos dicen algo. La inserción de planos entre conversaciones interrumpidas que traen al pueblo al cazador-predicador en un tren violento, arrasa. El ferrocarril, a todo trapo, anuncia que al pueblo llega alguien en busca del botín. Película desbordante de imaginación y creatividad. El plano de la Winters bajo el agua es para echarle una ovación a Sir Laughton y rezarle una novena.
Más magistrales toques de guión. Un verdugo llegando a casa maldiciendo su suerte y pensándose en dejar el trabajo, a lo que su mujer responde: "a ver chico, cada vez que ahorcas a alguien se te antoja dejar de trabajar". La repera. ¿Y lo que se ríe uno con lo que se ríe Laughton del contexto y época de aquellos predicadores que, como Mitchum lobotomizan cerebros, en uso de todas sus arteras mañas? Laughton es británico pero sabe captar esa idiosincrasia y escenificar con dulzura el aciago porvenir de los días de la Gran Depresión.
¿Más? Preciosa banda sonora. El tema principal de los títulos de crédito presagia la maravilla que al espectador se le dispone. ¡Qué gustazo escuchar cantar a Mitchum!
Fundidos a negro cuando el cazador acecha al niño depositario del secreto y banda sonora como recursos explotados por el director para recrear una atmósfera jodida sin necesidad de sobreactuaciones.
Un predicador-cazador reconvertido en un Herodes. El mundo no es para los niños. Los religiosos se obsesionan con el mundano dinero; las personas de a pie se vuelven fanáticos religiosos. Todo porque el bien necesita del mal para ser bien; el mal necesita del bien para ser mal. Y así entrelaza las manos el predicador: derecha-amor; izquierda-odio. Solo una mujer anciana y sabia, le corta el paso a Herodes.
(sigo en el spoiler sin desvelar):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esa mujer, anciana pero robusta, como un "árbol fuerte para muchos pajarillos... (porque) todavía (sirve) para algo en este cansado mundo". Pura lírica para sacar a los niños de la depresión y la miseria y sencillamente darles un hogar, lejos, lejos, lejos de los predicadores.
En fin, esta película no puede explicarse ni en una crítica u opinión. Haría falta un ensayo en el que podríamos dilatarnos hasta el hartazgo sobre un prodigio del cine como el que ingenió Charles Laughton.
En fin, esta película no puede explicarse ni en una crítica u opinión. Haría falta un ensayo en el que podríamos dilatarnos hasta el hartazgo sobre un prodigio del cine como el que ingenió Charles Laughton.
25 de mayo de 2010
25 de mayo de 2010
72 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el viajero visita Jerusalén siempre acaba delante del Muro de las lamentaciones, llevado por cientos de recomendaciones de guías de viaje y, normalmente, sumido en la más profunda decepción.
No es más que un montón de piedras apiladas según un orden lógico y de eficiencia mil veces demostrada, que ni tiene la belleza estilizada de la cúpula de La Roca, lógicamente por encima de alli, ni la sobria contundencia del Sagrado Sepulcro, no muy lejano de allá.
¿Cual es su singularidad?: Pues que siempre hay frente al muro una multitud de judíos de moral intachable, rasgándose la camisa y rezando como posesos, por algo que es necesario que te expliquen con muchos detalles para llegar, casi, casi, que a comprender su importancia o la razón de no haber caído en un merecido olvido.
Porque a uno, ignorante de purismos y otras cargas inútiles, tan sólo le parece haber visto una simple pared de piedra viejísima y mal conservada. Pero otros, que resulta que Dios habla por su boca, tienen aquello por la pared maestra que sostiene el mundo. Y no se lo discutas ni te rías, que acabas con las pelotas por corbata.
Aunque ignoro si era judío o no, o si alguna vez viajó a Tierra Santa y, mirando aquellos toscos pedruscos, tuvo la iluminación de cómo conseguir aparecer para siempre en todas las guías de viaje del entendido en cine, lo único que puedo es reconocer que Charles Laughton supo levantar el Muro de las lamentaciones de la Historia del cine.
No es más que un montón de piedras apiladas según un orden lógico y de eficiencia mil veces demostrada, que ni tiene la belleza estilizada de la cúpula de La Roca, lógicamente por encima de alli, ni la sobria contundencia del Sagrado Sepulcro, no muy lejano de allá.
¿Cual es su singularidad?: Pues que siempre hay frente al muro una multitud de judíos de moral intachable, rasgándose la camisa y rezando como posesos, por algo que es necesario que te expliquen con muchos detalles para llegar, casi, casi, que a comprender su importancia o la razón de no haber caído en un merecido olvido.
Porque a uno, ignorante de purismos y otras cargas inútiles, tan sólo le parece haber visto una simple pared de piedra viejísima y mal conservada. Pero otros, que resulta que Dios habla por su boca, tienen aquello por la pared maestra que sostiene el mundo. Y no se lo discutas ni te rías, que acabas con las pelotas por corbata.
Aunque ignoro si era judío o no, o si alguna vez viajó a Tierra Santa y, mirando aquellos toscos pedruscos, tuvo la iluminación de cómo conseguir aparecer para siempre en todas las guías de viaje del entendido en cine, lo único que puedo es reconocer que Charles Laughton supo levantar el Muro de las lamentaciones de la Historia del cine.
26 de diciembre de 2007
26 de diciembre de 2007
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo fuera director de cine, probablemente me aprendería esta película de memoria. Pero como no soy director, sino simple espectador, lo más probable es que no la vuelva a ver. No exactamente porque no me haya gustado, sino más bien porque no me interesa demasiado, que no es lo mismo. No acabo de entender qué sentido tiene hacer un cuento infantil, con un lenguaje infantil, una estructura y unos recursos narrativos infantiles, para conseguir una película que los niños no van a ver, pues, obviamente no es una película apropiada para ellos.
Sin duda, un experimento sorprendente, con imágenes de fuerza tan impactante que parecen querer salirse de la pantalla y con un dominio del lenguaje cinematográfico (o, al menos, de un cierto lenguaje cinematográfico) verdaderamente insuperable. Desde luego, no se puede sino lamentar que este hombre no hiciera más cine. Pero el problema es: ¿a quién diablos va destinado todo esto? ¿A los adultos que pretenden recuperar de algún modo la infancia? No me parece que sea ése el camino. Realmente, no le veo mucha más utilidad que el que pueda tener un ejercicio de estilo, sin duda brillantísimo, pero que, en última instancia, sólo le sirve a su autor y a quienes se conforman con un cierto virtuosismo formal. En cualquier caso, es verdad que resulta difícil olvidar algunas de sus imágenes.
No concuerdo con las generalizadas alabanzas a Robert Mitchum: aun teniendo en cuenta la naturaleza de la película, un poco más de comedimiento y menos desmesura por su parte creo que habrían resultado más efectivos.
En fin, que si hay una película difícil de resumir en un determinado número de estrellas, es ésta. Le he puesto siete, pero tal vez hubiera sido más justo ponerle diez o no ponerle ninguna.
Sin duda, un experimento sorprendente, con imágenes de fuerza tan impactante que parecen querer salirse de la pantalla y con un dominio del lenguaje cinematográfico (o, al menos, de un cierto lenguaje cinematográfico) verdaderamente insuperable. Desde luego, no se puede sino lamentar que este hombre no hiciera más cine. Pero el problema es: ¿a quién diablos va destinado todo esto? ¿A los adultos que pretenden recuperar de algún modo la infancia? No me parece que sea ése el camino. Realmente, no le veo mucha más utilidad que el que pueda tener un ejercicio de estilo, sin duda brillantísimo, pero que, en última instancia, sólo le sirve a su autor y a quienes se conforman con un cierto virtuosismo formal. En cualquier caso, es verdad que resulta difícil olvidar algunas de sus imágenes.
No concuerdo con las generalizadas alabanzas a Robert Mitchum: aun teniendo en cuenta la naturaleza de la película, un poco más de comedimiento y menos desmesura por su parte creo que habrían resultado más efectivos.
En fin, que si hay una película difícil de resumir en un determinado número de estrellas, es ésta. Le he puesto siete, pero tal vez hubiera sido más justo ponerle diez o no ponerle ninguna.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here