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El gabinete del Dr. Caligari

Terror Sentado en un banco de un parque, Francis anima a su compañero Alan para que vayan a Holstenwall, una ciudad del norte de Alemania, a ver el espectáculo ambulante del doctor Caligari. Un empleado municipal que le niega al doctor el permiso para actuar, aparece asesinado al día siguiente. Francis y Alan acuden a ver al doctor Caligari y a Cesare, su ayudante sonámbulo, que le anuncia a Alan su porvenir: vivirá hasta el amanecer. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 128
Críticas ordenadas por utilidad
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9
22 de julio de 2008
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, en sus orígenes estuvo influenciado por otras manifestaciones artísticas que le fueron dando consistencia. Una de ellas, fue sin duda la pintura. Fue en Alemania, donde de la simbiosis entre cine y pintura surgieron las bases estéticas de lo que se conoció en el mundo del cine como "expresionismo". Normalmente acompañada dicha estética de historias sacadas de leyendas o cuentos populares germanos. Cuentos de miedo la mayor parte de ellos. Esta estética encajaba perfectamente dentro del cine mudo, consiguiendor con dicha expresividad superar el obstáculo del sonido. Con este film de Robert Wiene se considera el inicio del expresionismo, y en él encontramos pautas que serán comunes al resto de obras circunscritas a este movimiento.

Lo más importante a la hora de valorar este film no es tanto la trama de unos misteriosos asesinatos que tienen relación con un extraño doctor y una de sus atracciones de feria: el sonámbulo Cesare, como su puesta en escena. Evidentemente, la historia de una película realizada hace ya casi 90 años es casi pueril. No hay ningún misterio que resolver, ya que el espectador ve en todo momento toda la historia. Sin embargo, aún hoy, tantas décadas después sigue asombrando su puesta en escena, totalmente rompedora, con unos decorados irreales, casi surrealistas, en los que algunas partes se muestran exageradamente grandes, dando una idea de distorsión (chimeneas enormes, la visión de conjunto del pueblo, como una aglomeración de casas una encima de otra), y un juego de luces y sombras (combinados con el cromatismo de la película), que de alguna forma transmite la visión subjetiva (y enferma) de sus protagonistas, consiguiendo un conjunto tan cercano al surrealismo como del propio expresionismo, y proporcionando una sensación de pesadilla pocas conseguida en una película.

Quizás esta sea una de las primera películas de la historia del cine en la que la técnica está al servicio de una concepción muy concreta de puesta en escena que pretende ser sobretodo subjetiva. La deformidad de los escenarios, no es caprichosa, es cómo lo ven sus protagonistas, sobretodo Cesare (interpretado por Conrad Viedt), debidamente maquillado para dar ese efecto espeluznante (claro que hay que tener en cuenta que se trata de un espectador del año 1919). Es por ello que el film es más valioso por su estética que no por lo que cuenta en sí (al menos visto desde nuestra perspectiva). Y sin duda abrio el camino a una série de películas muy interesantes que aparecieron posteriormente. Sin contar que su influencia se transmitió en muchos cineastas que emigraron que aplicaron muchos de esos hallazgos (el cine negro por ejemplo no sería lo mismo sin ellos). Y más aún, autores como Tim Burton han demostrado en algunas de sus obras la influencia que ha ejercido este film.
9
3 de junio de 2011
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
167/16(19/05/11) Clásico icono del cine mudo, es un punto y aparte en la concepción del Séptimo Arte, un thriller psicológico de terror, considerado el que dio a conocer el expresionismo alemán del que tantos y tantos cineastas han bebido desde entonces. La cinta destaca por su espectacular y llamativa puesta en escena, es el expresionismo alemán en toda su expresión. Su argumento arranca con dos tipos sentados en un banco, uno de ellos, Francis (Friedrich Feher) le cuenta su tormentosa historia al otro, entonces la cinta retrocede al pasado, en Holstenwall hay una feria en la que hay un espectáculo presentado por el Dr. Caligary (Werner Krauss) , tiene en su barraca a un sonámbulo que lleva dormido 25 años, Cesare, que adivina el futuro y para todo el que se lo pregunta es muerte, en el pueblo comienzan a producirse muertes misteriosas y en las que el Dr. Caligary mediante Cesare es el principal sospechoso, Francis investiga al Doctor, pero mientras quien está en peligro es su novia Jane (Lili Dagover). Lo que ha hecho un clásico a esta obra ha sido por un lado su estética visual, creada por los pintores expresionistas Hermann Warm, Walter Röhrig y Walter Reinmann, muy artificial, muy teatral, unos fantasiosos decorados alucinógenos, beben del cubismo, rebosantes de sombras, calles retorcidas, edificaciones puntiagudas, paredes inclinadas, ventanas deformes, maquillaje sobreremarcado, todo con el objetivo de que tanto los escenarios como los actores sean lo más expresivos posibles, para hacerte sentir el inquietante ambiente en que nos movemos, alejado del realismo pero como contrapunto nos someten a un clima opresivo portentoso, es como estar metido en una pesadilla angustiosa, es una alegoría de un universo de locura, el otro pilar es su singular y tenebroso guión, de Carl Mayer (‘El último’ o ‘Amanecer’) y Hans Janowitz, tocando temas tan complejos como los límites de la razón, sumiéndonos en una pesadilla gótica con multitud de lecturas políticas, hay quien ha querido ver un reflejo de una sociedad germana asustada, desquiciada por la post-guerra y de la inestable República de Weimar, el manipulador Caligary sería el Estado y Cesare los ciudadanos obligados a realizar crímenes, incluso se ha querido ver en ella una especie de adelanto de lo que con el nazismo se les venía encima , aderezado todo por una novedad única para su tiempo, hay un prólogo, un flash-back que ocupa la mayor parte del relato y por último un epílogo desconcertante, ‘La vuelta de tuerca’, ‘Un giro final’ que descoloca al que la ve lo deja con la duda, muy inteligente este recurso tan y tan y tan utilizado posteriormente, curiosamente este final fue impuesto por el productor por ser entender que era demasiado ácida la crítica a la sociedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como anécdotas decir que el director elegido para realizar la cinta fue el gran Fritz Lang pero al estar comprometido para hacer en Die Spinnen declinó la oferta y esta pasó a manos de Robert Wiene. Recomendable a todos los que gusten del Gran Cine de los pioneros, los que abrieron puertas que un siglo después se siguen aprovechando. Fuerza y honor!!!
9
21 de agosto de 2008
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso visionar esta película. Tétrica y fantasiosa, relata una historia narrada por un hombre a un amigo suyo. En dicha historia narra los sucesos acaecidos en su pueblo natal durante la feria del año pasado.
Se trata de una película en la que nos encontramos con fondos imposibles dibujados a mano, personajes con los rasgos extremamente exagerados y un guión simple, pero que entraña las bases de muchas películas posteriores. No será impensable encontrar parecidos a películas de directores modernos, como por ejemplo David Lynch, en el filme.
El desarrollo es innovador y, aún a día de hoy, no nota el paso de los años. El empleo de máscaras para simular cambios de plano es algo tosco, pero funciona perfectamente.
Quizá se le puede acusar de un desarrollo un tanto lento al principio que hará desfallecer a los más impacientes pero, lo cierto es que El gabinete del doctor Caligari es una película que nadie debería dejar de ver.
8
20 de mayo de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1920, el fascismo se gestaba en Europa y la semilla ya estaba irrevocablemente sembrada. Una época funesta se iba implantando con pasos de gigante. La era del gran terror del siglo veinte había puesto en marcha su maquinaria y nada la detendría.
Robert Wiene, como otros artistas del celuloide, tuvo bastante de visionario. “El gabinete del doctor Caligari”, una genialidad que catapultó la señal de comienzo del expresionismo alemán, es una pesadilla alegórica acerca del totalitarismo que se cebaría en el continente, haciendo horriblemente lícito y extendido el terrorismo de estado y el sometimiento de las masas sonámbulas, adormecidas.
El doctor Caligari, o sinónimo de poder absoluto absorbido por sus delirios de dominio y destrucción, es el Estado terrorista que hipnotiza a las muchedumbres asustadas, ignorantes y azotadas por la crisis económica, inculcándoles la violencia contra los “inferiores”. Es invariable el encono contra alguna “raza” indeseable que se tacha como inferior, y la incitación al genocidio.
Aunque a escala reducida, el Caligari de Wiene es un prototipo de fascista fanático que odia a sus semejantes y se sirve de sus habilidades manipuladoras para llevar a término sus macabros planes.
Imagino que ya alguien lo habrá mencionado antes, pero la escenografía me recuerda “El grito” de Munch. Esos decorados retorcidos, como de un ensueño agobiante, que siempre parecen a punto de desplomarse, esas líneas arremolinadas, emulan los trazos de un Van Gogh en pleno arrebato de tétrica inspiración, de un Munch transportado por la angustia que lo arrastraba.
Los cambios en los tonos de color artificial añaden enigmáticos toques oníricos, variaciones en el clima que envuelve cada escena. Sepias, verdes, azules, ocres, amplifican el efecto fantasmagórico y misterioso, y acentúan la sensación de hallarse dentro de una fantasía sutilmente terrorífica. El profuso maquillaje de los personajes recalca sus expresiones de miedo, pérdida y locura, y la exageración de los ademanes hace sobrado honor a un movimiento estilístico cinematográfico motivado por la carencia de sonido. Sin voz, los actores tenían carta blanca para amanerar los gestos y las muecas del rostro.
El siniestro Caligari encarna una amenaza real y una figura peligrosa en el período de entreguerras, en un continente debilitado. La figura del inteligente e insidioso déspota que se aprovecha del pueblo dormido para acometer sus apocalípticos objetivos.
Se trata, en efecto, de una película de terror, porque afronta, con esa imaginativa estética que imperó en los años veinte, un tema escalofriante que era totalmente vigente: el ascenso de los regímenes totalitarios que habrían de destrozar cerca de medio mundo.
10
28 de febrero de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Wiene firma su obra maestra con esta película, que en un principio iba a rodar Fritz Lang, y que asienta definitivamente las bases del expresionismo alemán, tratándose por ello de un documento único y capital para el cine como arte.
Wiene busca retratar la Alemania de post-guerra, un lugar sumido en el caos, la vergüenza, y la humillación tras su derrota. Un panorama más propio del de una pesadilla que el mundo real, es por esa razón que Wiene hace uso de unos decorados en los que destacan las formas extrañas como ángulos imposibles, contraste de luces, maquillaje siniestro, interpretaciones exageradas, objetos deformados... como si del interior de una mente retorcida se tratase. Y como si de una pesadilla se tratase nos encontramos con un tal doctor Caligari manejando los hilos de su criatura Cesare para acabar con las vidas inocentes que se le antojan, que no es ni más ni menos que el propio Estado alemán que llevé al país a una guerra absurda y destructiva.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al igual que en otras ocasiones en este género, el director se permite alguna licencia vanguardista (en aquel momento) para sorprender más aún al espectador, y en este caso se trata del "flash-back" con el que el personaje de Francis narra su historia, junto al final, en el que descubrimos que el "flash-back" no ha sido real, sino producto de la enfermedad de Francis que lo tiene recluido en un sanatorio mental.

http://solocinealeman.blogspot.de/
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