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Adiós a Las Vegas

Romance. Drama Ben Sanderson (Nicolas Cage), un guionista alcohólico, acaba de perder su trabajo en Hollywood debido a que sus problemas con la bebida afectan a su rendimiento. Sin amigos y sin familia, decide ir a Las Vegas con el propósito de beber hasta morir. Nada más llegar a la ciudad, conoce a Sera (Elisabeth Shue), una atractiva prostituta que trabaja en la calle de la que se queda prendado. (FILMAFFINITY)
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1
19 de mayo de 2010
55 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
... Y aquí se juntan las dos cosas.

Alcoholismo.

Hace un puñado de años trabajaba cara al público. En aquella ocasión descubrí que bregar con un borracho es de las cosas más coñazos a las que se pueda enfrentar una persona que esté fresca. Cuando él lo está, y tú no, no encuentras divertido lo que él sí.
Es por ello que no se me va la mano puntuando una peli de alcohólicos por el simple hecho de tenerlos en fila, ya que yo el cine lo veo estando más fresco que una rosa. Quiero decir, el hecho de que el protagonista vaya toda la película con una cogorza de campeonato no es motivo suficiente para enzarzarla. Aparte, tiene que ser buena por sí misma. Un claro ejemplo de buen cine de alcohólicos; Días sin huella. Un ejemplo de cine malo; Leaving Las Vegas.


Jazz.

Cuando una peli lleva por banda sonora el Jazz, o derivados, suele salir a relucir aquello de ¡¡magnífica banda sonora!!. Pues mire usted... a mí no me lo parece. El jazz puede que sea estupendo en otro ámbito, pero al cine no le va (a menos que sea la biografía de un músico de aquella calaña). La banda sonora se usa para dar más fuerza a lo que se nos muestra y así conseguir transmitir al cien por cien lo pretendido. Cuando una cinta lleva el horrible jazz por estandarte, te lo meten en todo tipo de escenas, ya sean dramáticas, eróticas o cómicas. A mi eso no me transmite. Lo único que consigue son las ganas de no seguir derramado en mi sofá. Lo siento pero no puedo. No soporto las películas con jazz. Me taladran el cerebro.




Y pobre de mi, compré el periódico dominical contento, viendo que Leaving las Vegas tenía tan buena reputación. Sin pararme a pensar que iba de un tío abrazado a su botella al son del jazz, motivos suficiente para esa engañosa buena reputación. Y yo voy y pico... parezco nuevo.
Leaving Las Vegas me resultó tan espantosa que estoy dispuesto a regalar al dvd al primero que lo solicite*




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* no se admite devoluciones.
7
7 de enero de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leaving las Vegas (Leaving las Vegas, 1995) es la película más galardonada del cineasta británico Mike Figgis. Gracias a este filme consiguió colocar su nombre en Hollywood, aunque no renuncio a su esencia y en posterioridad seguiría trabajando en los márgenes cinematográficos, buena muestra de ello son filmes como Love Live Long (Love Live Long, 2008) o Suspension of Disbelief (Suspension of Desbelief, 2012) dos filmes que como podemos ver por su título, nunca se estrenaron comercialmente en España.

De hecho, los métodos alternativos de Mike Figgis ya se pueden comprobar en Leaving las Vegas, un filme que en ocasiones puede parecer a ojos del espectador un tanto amateur. No es para menos, pues la película fue rodada con una cámara de 16 milímetros, y el equipo de rodaje no tenía ni licencias ni permisos cuando se trasladó a las mismas Vegas para rodar[1]. Debido a esto, los actores se metieron en más de un lío durante el rodaje.

La película adapta la obra de John O’Brien, quien se suicidó poco tiempo después de que se iniciara el rodaje. De una personada atormentada como este escritor, sale una adaptación atormentada, que tiene en común el mismo eje con la obra literaria: La bajada a los mismos infiernos. La película nos presenta a una pareja que se conoce por azares del destino y que comparten la misma exclusión de la sociedad.

Nicolas Cage interpreta a un alcohólico que decide suicidarse mediante un consumo excesivo de esta bebida. Se encuentra en la fase más destructora de la drogadicción, y en la película lo vemos pasar por diversos deliriums tremens. En el prólogo del filme (que va desde el principio del filme hasta que aparecen los títulos de crédito) observamos que nuestro protagonista parece haber perdido a su familia y su vida se encuentra a la deriva.

Y sin embargo, el personaje de Nicolas Cage resulta aún así algo entrañable. Algo de carisma de su antigua vida persiste aún en su figura. No podemos dejar de recordar aquel plano en que Mike Figgis nos muestra la foto de la antigua vida del personaje (sentado con su familia y sonriendo) quemándose como símbolo de la nueva etapa autodestructiva que se abre.

Por otra parte, el personaje que interpreta Elisabeth Sue (quien por cierto, al contrario que su compañero masculino, no ganó el Oscar por su interpretación) nos muestra una cara igual de degradada que la del personaje masculino, pero en su versión femenina. Al igual que el personaje de Nicolas Cage, nuestra protagonista se encuentra en una situación en los márgenes de la sociedad. Resulta ser una prostituta, algo tan odiable para la sociedad en la que se desenvuelve (para muestra la secuencia en la que se insinúa a un hombre casado y este reacciona violentamente) como el alcoholismo que profesa su compañero.

Leaving las Vegas retrata la maravillosa conexión entre dos seres que se ven perdidos en un mar tormentoso. La mejor reivindicación posible que hace el filme es no compadeciéndose de ellos con una falsa resignación, sino mostrándolos tal y como son.

Leaving las Vegas puede leerse también como la inversión de películas comerciales como Pretty Women (Pretty Women, 1990)[2]. En nuestro filme también existe una relación entre un hombre y una prostituta, pero no se establece siguiendo los cánones comerciales y convencionales (y totalmente idealizados). Y aún así, el acercamiento que hace el filme a este sector (oculto) de la sociedad, resulta mucho más realista que cualquier otro filme. No hay una edulcoración en la concepción de los personajes, que son mostrados con todas sus sombras.

La fotografía que firma Declan Quinn resulta perfecta. A Priori puede parecer que el Amateurismo juega en contra del filme, pero lo cierto es que Leaving las Vegas juega con esta baza durante todo el momento. Por un lado la fotografía del filme nos sume en la oscuridad, que se relaciona temáticamente con el mismo proceso de degradación que sufren los dos protagonistas principales. Esto a su vez contrasta con la fotografía de la propia ciudad, Las Vegas, que aparece reproducida en todo su esplendor (decadencia). Luces de Neón y carteles luminosos son la ambientación perfecta de la corrupción moral en la que se encuentran nuestros protagonistas. El Infierno alcanza unas cotas tangibles mediante la fotografía, que se encarga de hacer visible.

[1] Roger Ebert, Las Grandes películas: Volumen 2, Ed. Ma Non Troppo, Barcelona 2005, pp. 218

[2] Kirby Farrell, Post-traumatic Culture: Injury and Interpretation in the Nineties, Ed. John Hopkins university Press, Londres 1998, pp.277

http://neokunst.wordpress.com/2015/01/07/leaving-las-vegas-1998/
8
9 de marzo de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de “Ghost Rider” y demás bazofia y antes de cubrirse de tantas capas de botox, había un gran actor que nos dejó esta joya para que sus detractores más amnésicos pudieran deleitarse con una interpretación apoteósica, en la que cualquiera que sea el adjetivo que prefiera utilizarse para describirla, será indecible.

Mike Figgis nos maravilla en el que posiblemente sea el mejor trabajo de su carrera, con una historia de amor tan atípica y hermosa, como cruel y descarnada. Una historia en la que su dúo protagonista consigue elevarla a un nivel superior.

Inmortalizado el pobre diablo Ben Sanderson (Nicolas Cage) en su descenso a los infiernos. “No recuerdo si empecé a beber porque me dejó mi mujer, o si mi mujer me dejó porque empecé a beber”. “En Los Ángeles solía quedarme sin alcohol porque como no miraba el reloj me cerraban la tienda”.

Ahora muchos años después de verla por primera vez, no recuerdo si me gustaba tanto Nicolas Cage porque salía en esta película, o esta película me gustaba tanto porque salía Nicolas Cage. ¡Actorazo!

“Leaving Las Vegas”. ¡Hasta el título es perfecto!
3
7 de junio de 2009
31 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leaving Las Vegas es uno de los mayores rollos que he visto nunca. Lenta y aburrida, excepto un corto intervalo antes del final, en que aparece la ternura de la pareja, y una bonita música que acompaña, pero enseguida otra vez vuelve a decaer. Lo que pasa es que aunque no me guste una película, me quedo a verla hasta el final (excepto las que he intentado ver de Almodóvar; la tortura de esas asquerosidades, tan aclamadas por la crítica, es tan grande, que no puedo soportar llegar hasta el final, abandono a la mitad), por gusto de ver cómo termina.

Y un rato después de verla, he entrado a FilmAffinity a ver las notas que le ponía la gente (estando seguro de que la más alta sería un 3) y leer sus críticas... imagínense cuál sería mi sorpresa, cuando veo unas notas tan altas, que la nombraron la mejor película del año (no la peor), y que, por la mala actuación de Nicolas Cage, le premiaron nada menos que con un Oscar... estoy en estado de shock...
3
22 de mayo de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me hizo aburrida e interminable a pesar de que no es una cinta de un metraje excesivo (1 hora 44'), tan así que sólo la pude visionar en 3 partes. Desde el primer fotograma nos dejan en claro que el personaje de Cage es un alcohólico perdido con un objetivo claro: morir, y esto no cambia en lo más mínimo hasta el final. El desarrollo es plano, no hay climax ni una evolución aunque sea mínima de los personajes. Toda la película es una descripción de la situaciones de la vida cotidiana (por supuesto conflictivas) en las que el borrachín se vé envuelto. Para saber cómo es un borracho y qué problemáticas atraviesa a la hora de desenvolverse en un mundo de "sobrios", no necesitaba ver una película supuestamente de "culto", pues todos conocemos a alguien hundido en la bebida.

La fotografía es interesante y la actuación de Cage, aceptable, sin que a mi entender haya sido digna de un Oscar pues en ocasiones es inverosímil: hay escenas en las que aparece demasiado lúcido para tratarse de un tipo que se ha bebido dos litros de vodka. La banda sonora jazzera, que tiene la intención de otorgarle melancolía y "clase" al relato, no hace más que incrementar el aburrimiento, la monotonía y la falta de ritmo. Convincente Shue en su papel de prostituta harta de la soledad afectiva y de las vejaciones propias de su profesión.

En definitiva, producto sobrevaloradísimo y aburrido como el que más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me conmovieron los "despertares" de un Cage absolutamente desvastado por la resaca, las convulsiones y preso de la obligación de beber inmediatamente para "postergar" las secuelas del alcohol agarrándose otra cruda. Triste realidad de quienes son víctimas del flagelo del alcohol.
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