Emilia Pérez
5.9
13,249
Thriller. Musical. Drama
Rita Mora Castro es una infravalorada abogada mexicana de un gran bufete que un día recibe una oferta inesperada: ayudar a un temido jefe de un cartel, Juan 'Manitas' del Monte, a retirarse de su negocio y desaparecer para siempre convirtiéndose en la mujer que él siempre ha soñado ser: Emilia Pérez. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2025
28 de enero de 2025
5 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amada por el continente europeo y americano, pero que ha hecho enfurecer a todo México, Emilia Pérez se ha convertido en uno de los casos más escandalosos al momento de hacer una película relacionada con una problemática bastante severa en un país como México. No debería sorprender la forma en que Jaques ha representado el país porque es una película que se basa en la perspectiva que tiene Europa sobre Latinoamérica. Algo que coincide bastante con la perspectiva que tiene Estados Unidos sobre México y por eso es bastante divisoria. Para los ojos de Estados Unidos y Europa, esta es una muy buena película porque encaja con la perspectiva que ellos tienen sobre México. Para los habitantes de México, por otro lado, no cabe duda de que esta fue la peor manera de retratar el país por varias razones.
En primer lugar, la película no tiene una mala dirección y tiene una calidad visual estable. Mantiene la visión sombría y exótica que tiene México en otras películas. Aun con un guion simple que trato de emular una telenovela se puede procesar sin problema. Lo que ha sacado bastante al público latinoamericano de contexto fue la participación de personas con distintos acentos. Tanto los diálogos como las letras de algunas canciones hay frases muy extrañas y el uso de varios acentos hace la experiencia más extraña todavía. Para alguien que no esté familiarizado con el dialecto mexicano, puede dejarlo pasar, aunque existen algunos errores de ortografía en los diálogos. Los diálogos de Selena Gomez son lo que más escándalo provocaron y hay que admitir que su acento hace que sus diálogos sean extraños e hilarantes. El personaje que ella interpreta fue reescrita como una mexicana-americana y parece que eso fue para no darle a Selena el tiempo suficiente para practicar mejor la pronunciación. Por lo general, no siempre hace falta ser de tal nacionalidad para interpretar un personaje extranjero porque hay casos como Bedazzled en la que Brendan Fraser pudo decir sus diálogos en español con bastante fluidez. Pero en el caso de Emilia Pérez, lo más conveniente hubiese sido involucrar más personas de México o gente que fuera capaz de replicar el acento muchísimo mejor.
Lo que genera puntos de vista diferentes es la historia de Emilia Pérez y su transición. Al principio lo conocemos como un narcotraficante que ha cometido atrocidades, pero quiere abandonar esa vida para renacer como una mujer. Durante su nueva etapa, vemos que quiere hacer el bien ayudando a las mujeres de los desaparecidos. Se trata de una historia de redención que de por sí es buena y coincide con la idea de que cualquier persona que haya cometido un acto terrible puede tener una segunda oportunidad. Lo único que la película no explica del todo es la razón por la que Manitas quiere abandonar el mundo del narcotráfico. Debió haber sucedido algo para que se haya dado cuenta de que sus acciones eran erróneas y que lo motive a abandonar su vieja vida para empezar de nuevo. Manitas no da una explicación de lo que hizo querer cambiar de vida más allá de su deseo de querer ser mujer. La transición de Manita se podría interpretar una metáfora sobre la transformación de un ser despreciable a un ser purificado porque Manitas ahora como Emilia Pérez se ha vuelto alguien dispuesto a hacer un bien en la comunidad. Se puede ver que quiere purgar sus pecados, aunque de los cuatro años que estuvo desaparecido no se sabe sobre como su perfil como persona fue mejorando. Como una historia de redención es bastante buena a pesar de que se podría haber dado más detalles. Pero lo que choca para la audiencia de Latinoamérica es la forma que involucra los problemas reales que sufre México y otros países latinoamericanos. También hay mención hacia la corrupción gubernamental en un número musical, pero sin detallar mucho. Es sabido que el cartel ha estado involucrado en los casos de desapariciones y el narcotráfico ha sido la causa principal de que México sufra un alto índice de violencia. Que la película nos presente a un narcotraficante que ha causado tragedias, cambiando de repente y ayudando a las personas que ha perjudicado al punto de convertirse en una santa, no sorprende que los mexicanos hayan tomado eso como una blasfemia. Se entiende el enojo en ese aspecto, pero México es un mundo aparte para Estados Unidos y Europa. Además, la guerra contra el narcotráfico fue una de las causas que ha hecho que Latinoamérica se ganara una cierta reputación para el resto del mundo.
Pareciera que lo que Jacques quiso hacer fue usar una fórmula similar a las películas de Disney al incluir números musicales compuestos por Camille. La música es bastante buena y las secuencias no están mal, aunque los números musicales son breves. La película no calificaría exactamente como un musical porque la música y el canto no tiene mucha relevancia en la película como cualquier musical. Al igual que con las películas de Disney, los números musicales no opacan toda la película. Emilia Pérez es más bien un thriller dramático al 85% y algunas canciones parecían querer aplicar un toque humorístico.
Para terminar, la película tiene buen potencial y si se hubiesen corregido cosas como el elenco y los diálogos, se hubiera dejado de lado los conflictos de México y se hubiese agregado un poco más de desarrollo en el personaje del título, sería una película bastante buena. No hay que esperar que Europa o Estados Unidos hagan una representación muy fiel de México porque no coincide con la visión que ellos tienen. Siempre va a ser de acuerdo a la perspectiva que ellos tienen sobre México y es algo que debe tenerse en cuenta. La película al final es disfrutable desde la perspectiva de ellos o por tener algo hilarante, pero no es recomendable para la audiencia mexicana. Más sabiendo por la manera en que trata las problemáticas que México aún sigue enfrentando. Lo ideal sería verla como una película de ficción al típico estilo de Hollywood. Mi calificación final para esta película es un 8/10.
En primer lugar, la película no tiene una mala dirección y tiene una calidad visual estable. Mantiene la visión sombría y exótica que tiene México en otras películas. Aun con un guion simple que trato de emular una telenovela se puede procesar sin problema. Lo que ha sacado bastante al público latinoamericano de contexto fue la participación de personas con distintos acentos. Tanto los diálogos como las letras de algunas canciones hay frases muy extrañas y el uso de varios acentos hace la experiencia más extraña todavía. Para alguien que no esté familiarizado con el dialecto mexicano, puede dejarlo pasar, aunque existen algunos errores de ortografía en los diálogos. Los diálogos de Selena Gomez son lo que más escándalo provocaron y hay que admitir que su acento hace que sus diálogos sean extraños e hilarantes. El personaje que ella interpreta fue reescrita como una mexicana-americana y parece que eso fue para no darle a Selena el tiempo suficiente para practicar mejor la pronunciación. Por lo general, no siempre hace falta ser de tal nacionalidad para interpretar un personaje extranjero porque hay casos como Bedazzled en la que Brendan Fraser pudo decir sus diálogos en español con bastante fluidez. Pero en el caso de Emilia Pérez, lo más conveniente hubiese sido involucrar más personas de México o gente que fuera capaz de replicar el acento muchísimo mejor.
Lo que genera puntos de vista diferentes es la historia de Emilia Pérez y su transición. Al principio lo conocemos como un narcotraficante que ha cometido atrocidades, pero quiere abandonar esa vida para renacer como una mujer. Durante su nueva etapa, vemos que quiere hacer el bien ayudando a las mujeres de los desaparecidos. Se trata de una historia de redención que de por sí es buena y coincide con la idea de que cualquier persona que haya cometido un acto terrible puede tener una segunda oportunidad. Lo único que la película no explica del todo es la razón por la que Manitas quiere abandonar el mundo del narcotráfico. Debió haber sucedido algo para que se haya dado cuenta de que sus acciones eran erróneas y que lo motive a abandonar su vieja vida para empezar de nuevo. Manitas no da una explicación de lo que hizo querer cambiar de vida más allá de su deseo de querer ser mujer. La transición de Manita se podría interpretar una metáfora sobre la transformación de un ser despreciable a un ser purificado porque Manitas ahora como Emilia Pérez se ha vuelto alguien dispuesto a hacer un bien en la comunidad. Se puede ver que quiere purgar sus pecados, aunque de los cuatro años que estuvo desaparecido no se sabe sobre como su perfil como persona fue mejorando. Como una historia de redención es bastante buena a pesar de que se podría haber dado más detalles. Pero lo que choca para la audiencia de Latinoamérica es la forma que involucra los problemas reales que sufre México y otros países latinoamericanos. También hay mención hacia la corrupción gubernamental en un número musical, pero sin detallar mucho. Es sabido que el cartel ha estado involucrado en los casos de desapariciones y el narcotráfico ha sido la causa principal de que México sufra un alto índice de violencia. Que la película nos presente a un narcotraficante que ha causado tragedias, cambiando de repente y ayudando a las personas que ha perjudicado al punto de convertirse en una santa, no sorprende que los mexicanos hayan tomado eso como una blasfemia. Se entiende el enojo en ese aspecto, pero México es un mundo aparte para Estados Unidos y Europa. Además, la guerra contra el narcotráfico fue una de las causas que ha hecho que Latinoamérica se ganara una cierta reputación para el resto del mundo.
Pareciera que lo que Jacques quiso hacer fue usar una fórmula similar a las películas de Disney al incluir números musicales compuestos por Camille. La música es bastante buena y las secuencias no están mal, aunque los números musicales son breves. La película no calificaría exactamente como un musical porque la música y el canto no tiene mucha relevancia en la película como cualquier musical. Al igual que con las películas de Disney, los números musicales no opacan toda la película. Emilia Pérez es más bien un thriller dramático al 85% y algunas canciones parecían querer aplicar un toque humorístico.
Para terminar, la película tiene buen potencial y si se hubiesen corregido cosas como el elenco y los diálogos, se hubiera dejado de lado los conflictos de México y se hubiese agregado un poco más de desarrollo en el personaje del título, sería una película bastante buena. No hay que esperar que Europa o Estados Unidos hagan una representación muy fiel de México porque no coincide con la visión que ellos tienen. Siempre va a ser de acuerdo a la perspectiva que ellos tienen sobre México y es algo que debe tenerse en cuenta. La película al final es disfrutable desde la perspectiva de ellos o por tener algo hilarante, pero no es recomendable para la audiencia mexicana. Más sabiendo por la manera en que trata las problemáticas que México aún sigue enfrentando. Lo ideal sería verla como una película de ficción al típico estilo de Hollywood. Mi calificación final para esta película es un 8/10.
15 de diciembre de 2024
15 de diciembre de 2024
21 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Los caminos del narco Manitas del Monte y la abogada Rita Moro convergen contra todo pronóstico: ella está muy frustrada por dedicar su tiempo a un sistema legal podrido y machista, y él necesita a alguien con talento, energía y discrección. Los secuaces de Manitas se encargan sutilmente de reunirles, y Rita acepta una misión tan peculiar como bien pagada: ha de ayudar a que el capo de la droga cumpla su más anhelado deseo: transicionar para convertirse en mujer.
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Más correcto sería, en este caso, titular el epígrafe con un «¿Cómo me auto-convencí para verla?».
Cuando unas semanas atrás, en la previa de no sé qué película, emergió el trailer de ‘Emilia Pérez’, su atmósfera me atrajo. Y al director le tengo en alta estima. Pero una vez que la cinta llegó a la cartelera, todo lo que leí sobre ella me repelía, empezando por su género musical, y continuando por los adjetivos de excesiva, disparatada o caótica que se repetían en las críticas. Por eso no me dolió no verla en el fin de semana de su estreno, y podía haberla dejado pasar, pero esta semana tampoco venía cargada de propuestas estimulantes, así que terminé dándole una oportunidad a Emilia. Eso sí, entraba a la sala con todas las alarmas activadas, y las garras prestas para despellejar lo que pensaba que iba a ser una ida de olla pretenciosa.
DESDE MI PUNTO DE VISTA
Nadie me pide, ni espera, mis críticas cinematográficas. Es por ello que solo acudo aquí a formalizarlas cuando el cuerpo, tras los títulos de crédito, me lo demanda. Por tanto, si estoy tecleando sobre ‘Emilia Pérez’ significa que mis temores eran infundados. Vaya que si lo eran…
Conocí a Jacques Audiard con su ‘Dheepan’, ganadora de la Palma de Oro, pero cuando me sedujo verdaderamente fue con su ‘París, distrito 13’. Visto lo visto, quizá cometí un error al descartar, entre medias, su incursión en el mundo del western, e ignorar ‘Los hermanos Sisters’. Fiel a su particular métrica, el veterano cineasta francés estrenaba película en 2024, como hace cada tres años. Cannes, que le tiene en alta estima, le hizo hueco en su sección oficial, y le terminó obsequiando el Premio del Jurado.
Todo remaba, pues, a favor de darle una oportunidad a esta cinta. Pero claro, quien escribe no es que no se cuente entre el ejército de fans de los musicales, sino que los detesta enfermizamente. Mi sensibilidad cinéfila se irrita ante todo lo que quiebre el realismo de la narración, y por ende me enervan las secuencias oníricas, paso olímpicamente de los estrenos sobrenaturales o super-heroicos, y huyo aceleradamente, pese a su prestigio, del realismo mágico. En coherencia, cuando los personajes de una película se ponen a cantar y bailar sin venir a cuento, todas mis neuronas espectadoras se rebrincan. No hace mucho que, pese a mi fobia, consentí en ver la segunda parte de Joker, por confianza ciega en Todd Phillips tras su extraordinaria obra original; el resultado de mi osadía fue un considerable cabreo durante la proyección, y un hondo resquemor con el cineasta.
Como el humano es el único animal que tropieza una y otra vez con la misma piedra, negocié con mi parte más cuadriculada, y logré convencerla de arriesgar una vez más con un musical, y ver ‘Emilia Pérez’. Lo peor que podía pasarme eran dos horas de tortura, tampoco era para tanto…
Audiard, entre cuyas virtudes no se incluye la prudencia, tarda apenas unos segundos de metraje en poner a prueba mi resiliencia, y pronto vemos a Zoe Saldaña participar en una coreografía callejera que desafía las más elementales reglas de la coherencia narrativa. Pero hete aquí que no me desquicio. Primero, porque me había cargado de mentalización; y segundo, porque la escena no me chirría tanto como cuando la pareja protagonista de ‘La la land’ se sube encima del coche en la primera secuencia de aquello (para mí, también la última, no llegué más allá). Entiendo que el magnetismo de la intérprete, cuya carrera demasiado mainstream apenas he seguido, juega un papel decisivo para rebajar mi urticaria. Pero no solo; el factor clave es que Audiard sí que logra imbricar las interrupciones musicales en el hilo narrativo de la película, y eso hace que no se me corte el rollo con cada cancioncita. En esa primera, comparto el cabreo de esa abogada que acaba de recibir la orden de alegar suicidio como causa de la muerte de una mujer asesinada por su marido.
Tal es el éxito del director que, conforme avanza la película, no me tomo las canciones como un peaje, una amarga pastilla que he de deglutir; para mi más escandalizada sorpresa, hasta me apetecen. Juro que esto jamás me había sucedido… Especialmente, me llegan a la pupila dos de los interludios musiciales: en lo visceral, el de Zoe Saldaña en plena cena de recaudación de fondos, ciscándose en la madre de la jauría de hijoeputas que, trajeados, limpian sus sucias conciencias acudiendo a la llamada de ‘La lucecita’; y aún más adentro me penetra la letanía interpretada por Emilia Pérez en la que le canta al amor, y sobre todo a la importancia de la identidad, al sufrimiento inherente a quien no puede expresarse como es. Espero que la potencia de la escena haya servido para que se atragante en su butaca alguna de las feministas excluyentes que celebró a voz en grito la reciente amputación, decidida en cierto congreso, de dos de las siglas integrantes del indivisible término LGTBIQ+…
Los caminos del narco Manitas del Monte y la abogada Rita Moro convergen contra todo pronóstico: ella está muy frustrada por dedicar su tiempo a un sistema legal podrido y machista, y él necesita a alguien con talento, energía y discrección. Los secuaces de Manitas se encargan sutilmente de reunirles, y Rita acepta una misión tan peculiar como bien pagada: ha de ayudar a que el capo de la droga cumpla su más anhelado deseo: transicionar para convertirse en mujer.
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Más correcto sería, en este caso, titular el epígrafe con un «¿Cómo me auto-convencí para verla?».
Cuando unas semanas atrás, en la previa de no sé qué película, emergió el trailer de ‘Emilia Pérez’, su atmósfera me atrajo. Y al director le tengo en alta estima. Pero una vez que la cinta llegó a la cartelera, todo lo que leí sobre ella me repelía, empezando por su género musical, y continuando por los adjetivos de excesiva, disparatada o caótica que se repetían en las críticas. Por eso no me dolió no verla en el fin de semana de su estreno, y podía haberla dejado pasar, pero esta semana tampoco venía cargada de propuestas estimulantes, así que terminé dándole una oportunidad a Emilia. Eso sí, entraba a la sala con todas las alarmas activadas, y las garras prestas para despellejar lo que pensaba que iba a ser una ida de olla pretenciosa.
DESDE MI PUNTO DE VISTA
Nadie me pide, ni espera, mis críticas cinematográficas. Es por ello que solo acudo aquí a formalizarlas cuando el cuerpo, tras los títulos de crédito, me lo demanda. Por tanto, si estoy tecleando sobre ‘Emilia Pérez’ significa que mis temores eran infundados. Vaya que si lo eran…
Conocí a Jacques Audiard con su ‘Dheepan’, ganadora de la Palma de Oro, pero cuando me sedujo verdaderamente fue con su ‘París, distrito 13’. Visto lo visto, quizá cometí un error al descartar, entre medias, su incursión en el mundo del western, e ignorar ‘Los hermanos Sisters’. Fiel a su particular métrica, el veterano cineasta francés estrenaba película en 2024, como hace cada tres años. Cannes, que le tiene en alta estima, le hizo hueco en su sección oficial, y le terminó obsequiando el Premio del Jurado.
Todo remaba, pues, a favor de darle una oportunidad a esta cinta. Pero claro, quien escribe no es que no se cuente entre el ejército de fans de los musicales, sino que los detesta enfermizamente. Mi sensibilidad cinéfila se irrita ante todo lo que quiebre el realismo de la narración, y por ende me enervan las secuencias oníricas, paso olímpicamente de los estrenos sobrenaturales o super-heroicos, y huyo aceleradamente, pese a su prestigio, del realismo mágico. En coherencia, cuando los personajes de una película se ponen a cantar y bailar sin venir a cuento, todas mis neuronas espectadoras se rebrincan. No hace mucho que, pese a mi fobia, consentí en ver la segunda parte de Joker, por confianza ciega en Todd Phillips tras su extraordinaria obra original; el resultado de mi osadía fue un considerable cabreo durante la proyección, y un hondo resquemor con el cineasta.
Como el humano es el único animal que tropieza una y otra vez con la misma piedra, negocié con mi parte más cuadriculada, y logré convencerla de arriesgar una vez más con un musical, y ver ‘Emilia Pérez’. Lo peor que podía pasarme eran dos horas de tortura, tampoco era para tanto…
Audiard, entre cuyas virtudes no se incluye la prudencia, tarda apenas unos segundos de metraje en poner a prueba mi resiliencia, y pronto vemos a Zoe Saldaña participar en una coreografía callejera que desafía las más elementales reglas de la coherencia narrativa. Pero hete aquí que no me desquicio. Primero, porque me había cargado de mentalización; y segundo, porque la escena no me chirría tanto como cuando la pareja protagonista de ‘La la land’ se sube encima del coche en la primera secuencia de aquello (para mí, también la última, no llegué más allá). Entiendo que el magnetismo de la intérprete, cuya carrera demasiado mainstream apenas he seguido, juega un papel decisivo para rebajar mi urticaria. Pero no solo; el factor clave es que Audiard sí que logra imbricar las interrupciones musicales en el hilo narrativo de la película, y eso hace que no se me corte el rollo con cada cancioncita. En esa primera, comparto el cabreo de esa abogada que acaba de recibir la orden de alegar suicidio como causa de la muerte de una mujer asesinada por su marido.
Tal es el éxito del director que, conforme avanza la película, no me tomo las canciones como un peaje, una amarga pastilla que he de deglutir; para mi más escandalizada sorpresa, hasta me apetecen. Juro que esto jamás me había sucedido… Especialmente, me llegan a la pupila dos de los interludios musiciales: en lo visceral, el de Zoe Saldaña en plena cena de recaudación de fondos, ciscándose en la madre de la jauría de hijoeputas que, trajeados, limpian sus sucias conciencias acudiendo a la llamada de ‘La lucecita’; y aún más adentro me penetra la letanía interpretada por Emilia Pérez en la que le canta al amor, y sobre todo a la importancia de la identidad, al sufrimiento inherente a quien no puede expresarse como es. Espero que la potencia de la escena haya servido para que se atragante en su butaca alguna de las feministas excluyentes que celebró a voz en grito la reciente amputación, decidida en cierto congreso, de dos de las siglas integrantes del indivisible término LGTBIQ+…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Más allá de su componente musical, y de mis inevitables desviaciones hacia lo político, ‘Emilia Pérez’ relata una historia poderosa, con hondos giros tanto narrativos como formales. Quien escribe sobre esta película experimentó, hace ya unos cuantos años, un importante cambio físico, aunque no conllevara intervención quirúrgica, sino mero esfuerzo dietético-deportista. Recuerdo que una amiga que me vio tras mucho tiempo se interesó por saber a qué había respondido mi determinación adelgazante. Su sabia tesis era que el cambio físico no es sino una consecuencia de una mutación personal. Y tenía toda la razón… Por eso, en su transición, Manitas del Monte se deja por el camino mucho más que un apéndice colgante. En su rotunda forma de Emilia, el antiguo narco es una persona diametralmente opuesta, capaz de empatizar tanto con los familiares de sus antiguas víctimas que ahora dedica sus energías a la reparación. Por muy radical que sea el giro, lo compro.
Como también me encaja la encarnación de lo que decía T. S. Eliot, que el río está dentro de nosotros (‘the river is within us‘). Y así, las aguas de Manitas vuelven a su cauce cuando Jessi pretende llevarse con ella a sus hijos, únicos motivos por los que Emilia había abandonado la seguridad europea para regresar a México asegurando ser una familiar acaudalada. Su ternura muta en crueldad, y desencadena un desenlace para la película que vuelve a suponer todo un cambio de rasante, uno más en esta camaleónica historia, hasta desembocar en el catártico final procesional que le pone broche.
Cuán injusto era, en fin, el escepticismo que me acompañaba al entrar a la sala. Las dos horas de proyección son un disfrute sensorial, y el poso que me deja ‘Emilia Pérez’ va más lejos del que suele provocarme un buena rato de cine. Pocas veces he sentido tan nítidamente durante un visionado que lo que estaba contemplando se va a convertir en una película de culto.
Solo puedo utilizar una palabra para valorar mi decisión de confiar en Audiard: ¡Bingo!
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2024/12/15/critica-de-cine-emilia-perez
Como también me encaja la encarnación de lo que decía T. S. Eliot, que el río está dentro de nosotros (‘the river is within us‘). Y así, las aguas de Manitas vuelven a su cauce cuando Jessi pretende llevarse con ella a sus hijos, únicos motivos por los que Emilia había abandonado la seguridad europea para regresar a México asegurando ser una familiar acaudalada. Su ternura muta en crueldad, y desencadena un desenlace para la película que vuelve a suponer todo un cambio de rasante, uno más en esta camaleónica historia, hasta desembocar en el catártico final procesional que le pone broche.
Cuán injusto era, en fin, el escepticismo que me acompañaba al entrar a la sala. Las dos horas de proyección son un disfrute sensorial, y el poso que me deja ‘Emilia Pérez’ va más lejos del que suele provocarme un buena rato de cine. Pocas veces he sentido tan nítidamente durante un visionado que lo que estaba contemplando se va a convertir en una película de culto.
Solo puedo utilizar una palabra para valorar mi decisión de confiar en Audiard: ¡Bingo!
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2024/12/15/critica-de-cine-emilia-perez
14 de octubre de 2024
14 de octubre de 2024
10 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas proyectadas en el Festival de San Sebastián fue sin lugar a dudas el último film de Jacques Audiard, una original e inusual historia de cambio de sexo a modo de musical con un capo narcotraficante como protagonista. Una idea loca que consigue entusiasmar.
Rita es una abogada avispada, pero infravalorada que trabaja en un buen bufete, un día recibe una oferta inesperada, un cartel muy temido mexicano apodado «Manitas»quiere reunirse con ella para proponerle desaparecer y dejar el negocio. Para ello necesita cambiar de identidad y de género, algo que siempre ha soñado, así se convertirá en Emilia Pérez.
Para escapar a su pasado y con la ayuda de esta abogada buscarán al mejor cirujano plástico muy en secreto para realizar la operación. La madrileña Karla Sofia Gascon hace un tremendo papel y captura perfectamente la melancolía que supondrá esta transformación y alejarse de sus seres queridos. Zoe Saldaña y Selena Gomez como la abogada y la esposa del capo completan el reparto.
Audiard combina perfectamente este drama criminal con números musicales a cargo de Camille y Clément Ducol consiguiendo momentos preciosos de reflexión muy bien insertados en la historia. También se aleja de las salvajadas que protagonizo este sangriento capo para centrarse en la redención, es la primera vez que el director afronta un musical, pero es un realizador muy versátil, ya que ha tocado muchos palos en títulos destacadísimos como «Un profeta», «Los hermanos Sisters», «De óxido y hueso» o «Dheepan» con la que gano la palma de Oro en Cannes en 2015.
Puede ser que contenga algunos tramos algo artificiales, sobre todo cuando se acerca nuevamente a su familia como una tía lejana, pero no hay que olvidar que estamos ante un film y hay que conseguir darle la emoción e intriga necesaria para conseguir que el espectador se meta de lleno en esta original historia o fábula contemporánea.
Una maravillosa forma de ver este mundo loco a manos de un cineasta que no hay que perderle de vista nunca, y estar pendientes de todo lo que haga.
Destino Arrakis.com
Rita es una abogada avispada, pero infravalorada que trabaja en un buen bufete, un día recibe una oferta inesperada, un cartel muy temido mexicano apodado «Manitas»quiere reunirse con ella para proponerle desaparecer y dejar el negocio. Para ello necesita cambiar de identidad y de género, algo que siempre ha soñado, así se convertirá en Emilia Pérez.
Para escapar a su pasado y con la ayuda de esta abogada buscarán al mejor cirujano plástico muy en secreto para realizar la operación. La madrileña Karla Sofia Gascon hace un tremendo papel y captura perfectamente la melancolía que supondrá esta transformación y alejarse de sus seres queridos. Zoe Saldaña y Selena Gomez como la abogada y la esposa del capo completan el reparto.
Audiard combina perfectamente este drama criminal con números musicales a cargo de Camille y Clément Ducol consiguiendo momentos preciosos de reflexión muy bien insertados en la historia. También se aleja de las salvajadas que protagonizo este sangriento capo para centrarse en la redención, es la primera vez que el director afronta un musical, pero es un realizador muy versátil, ya que ha tocado muchos palos en títulos destacadísimos como «Un profeta», «Los hermanos Sisters», «De óxido y hueso» o «Dheepan» con la que gano la palma de Oro en Cannes en 2015.
Puede ser que contenga algunos tramos algo artificiales, sobre todo cuando se acerca nuevamente a su familia como una tía lejana, pero no hay que olvidar que estamos ante un film y hay que conseguir darle la emoción e intriga necesaria para conseguir que el espectador se meta de lleno en esta original historia o fábula contemporánea.
Una maravillosa forma de ver este mundo loco a manos de un cineasta que no hay que perderle de vista nunca, y estar pendientes de todo lo que haga.
Destino Arrakis.com
1 de diciembre de 2024
1 de diciembre de 2024
10 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene un argumento fuera de lo común, es un musical sobre el narcotráfico y la violencia criminal en México, sobre la condición trans y es a la vez un melodrama sentimental. Son temas que no parecen que se puedan tratar en un film musical, pero creo que el resultado ha sido satisfactorio.
Al principio no veía claro de que iba la historia pero una vez que entré en el juego que propone el argumento disfruté de ella.
Los números musicales son muy espectaculares y están muy relacionados con el argumento, los actores son muy buenos, sobre todo la actriz española Karla Sofía Gascón que nos da muchas sorpresas con su personaje.
Una película especial que sorprende.
Al principio no veía claro de que iba la historia pero una vez que entré en el juego que propone el argumento disfruté de ella.
Los números musicales son muy espectaculares y están muy relacionados con el argumento, los actores son muy buenos, sobre todo la actriz española Karla Sofía Gascón que nos da muchas sorpresas con su personaje.
Una película especial que sorprende.
5 de diciembre de 2024
5 de diciembre de 2024
10 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jacques Audiard nos ofrece una obra que desafía las convenciones cinematográficas al fusionar géneros tan diversos como el musical, el thriller y el drama en un relato marcado por la identidad de género, el crimen y el anhelo de redención. Ambientada en el México contemporáneo, la película se destaca por su valentía temática, una puesta en escena fascinante y actuaciones memorables que dan vida a un guion cargado de emociones y giros inesperados.
La trama se centra en Juan "Manitas" Del Monte, un jefe de cártel que, cansado de su vida violenta, planea una transformación radical: dejar atrás su vida criminal y convertirse en Emilia, la mujer que siempre realmente ha sido. Este conflicto interno se cruza con la historia de Rita, una abogada talentosa pero desencantada, interpretada con intensidad por Zoe Saldaña, que ve en el caso de Manitas una oportunidad para redimir su propio camino.
La elección de Jacques Audiard de usar el musical como medio para explorar estos temas no es casual; las canciones funcionan como monólogos interiores que revelan los deseos y conflictos más profundos de los personajes. A través de estas secuencias musicales, trasciende el drama tradicional y ofrece una experiencia sensorial que subraya tanto la belleza como la tensión de la narrativa.
Karla Sofía Gascón brilla en su interpretación de Emilia, capturando con autenticidad el complejo viaje emocional de un personaje que lucha por reconciliar su identidad de género con su oscuro pasado. La transición de Manitas a Emilia no se limita a lo físico; es un acto de liberación emocional que impregna cada escena de la película.
Zoe Saldaña, por su parte, aporta profundidad y vulnerabilidad a Rita, una mujer atrapada entre su moralidad y la necesidad de sobrevivir en un sistema corrupto. La dinámica entre ambos personajes es el corazón de la película, y su relación evoluciona de un contrato frío a una conexión que trasciende las barreras del juicio y el miedo.
Es un espectáculo que mezcla lo sombrío del thriller con la exuberancia de los musicales. Las escenas ambientadas en el submundo del crimen mexicano están llenas de sombras y contrastes, mientras que las secuencias musicales inundan la pantalla de color, simbolizando la libertad y el deseo de los personajes por escapar de sus jaulas personales.
La música, compuesta específicamente para la película, es un elemento narrativo clave. Cada número musical está cuidadosamente diseñado para reflejar el estado emocional de los personajes y avanzar en la trama. Audiard demuestra un dominio impresionante al equilibrar estos tonos contrastantes sin que la película pierda coherencia.
Es una película que se arriesga y gana. Jacques Audiard demuestra una vez más su capacidad para reinventar el lenguaje cinematográfico, entregando una obra que conmueve, sorprende y deja una huella duradera. Se posiciona como un triunfo audaz que mezcla géneros para contar una historia profundamente humana, más allá de su espectacularidad visual y musical.
La trama se centra en Juan "Manitas" Del Monte, un jefe de cártel que, cansado de su vida violenta, planea una transformación radical: dejar atrás su vida criminal y convertirse en Emilia, la mujer que siempre realmente ha sido. Este conflicto interno se cruza con la historia de Rita, una abogada talentosa pero desencantada, interpretada con intensidad por Zoe Saldaña, que ve en el caso de Manitas una oportunidad para redimir su propio camino.
La elección de Jacques Audiard de usar el musical como medio para explorar estos temas no es casual; las canciones funcionan como monólogos interiores que revelan los deseos y conflictos más profundos de los personajes. A través de estas secuencias musicales, trasciende el drama tradicional y ofrece una experiencia sensorial que subraya tanto la belleza como la tensión de la narrativa.
Karla Sofía Gascón brilla en su interpretación de Emilia, capturando con autenticidad el complejo viaje emocional de un personaje que lucha por reconciliar su identidad de género con su oscuro pasado. La transición de Manitas a Emilia no se limita a lo físico; es un acto de liberación emocional que impregna cada escena de la película.
Zoe Saldaña, por su parte, aporta profundidad y vulnerabilidad a Rita, una mujer atrapada entre su moralidad y la necesidad de sobrevivir en un sistema corrupto. La dinámica entre ambos personajes es el corazón de la película, y su relación evoluciona de un contrato frío a una conexión que trasciende las barreras del juicio y el miedo.
Es un espectáculo que mezcla lo sombrío del thriller con la exuberancia de los musicales. Las escenas ambientadas en el submundo del crimen mexicano están llenas de sombras y contrastes, mientras que las secuencias musicales inundan la pantalla de color, simbolizando la libertad y el deseo de los personajes por escapar de sus jaulas personales.
La música, compuesta específicamente para la película, es un elemento narrativo clave. Cada número musical está cuidadosamente diseñado para reflejar el estado emocional de los personajes y avanzar en la trama. Audiard demuestra un dominio impresionante al equilibrar estos tonos contrastantes sin que la película pierda coherencia.
Es una película que se arriesga y gana. Jacques Audiard demuestra una vez más su capacidad para reinventar el lenguaje cinematográfico, entregando una obra que conmueve, sorprende y deja una huella duradera. Se posiciona como un triunfo audaz que mezcla géneros para contar una historia profundamente humana, más allá de su espectacularidad visual y musical.
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