A la hora señalada
8.0
28,821
Western. Intriga
Will Kane (Gary Cooper), el sheriff del pequeño pueblo de Hadleyville, acaba de contraer matrimonio con Amy (Grace Kelly). Los recién casados proyectan trasladarse a la ciudad y abrir un pequeño negocio; pero, de repente, empieza a correr por el pueblo la noticia de que Frank Miller (Ian MacDonald), un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para ... [+]
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
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Hay películas que se convierten en clásicos por su impacto en el cine, y Solo ante el peligro es una de ellas. Lo que hace especial a este western no es solo su historia, sino la forma en que está contada. Rodada en tiempo real, cada minuto que pasa se siente en la pantalla, aumentando la tensión hasta el inevitable desenlace. Es un reloj de arena cinematográfico en el que el tiempo se agota mientras el protagonista espera, y esa espera se hace insoportable.
Gary Cooper está inmenso. Su interpretación de un sheriff abandonado por su pueblo lo convierte en un héroe solitario que crece con cada escena. No hay grandes discursos ni exageraciones, solo la mirada de un hombre que sabe que el deber está por encima del miedo. A su lado, Grace Kelly aporta delicadeza a un personaje que, aunque inicialmente parece fuera de lugar, juega un papel clave en la historia. Pero lo que más rabia da es la cobardía de todo el pueblo. Esa sensación de impotencia ante la indiferencia de los demás es lo que hace que la película trascienda el género.
La canción High Noon de Tex Ritter es otro de los grandes aciertos. Es de esas melodías que se quedan en la cabeza, y no es difícil imaginar a la gente saliendo del cine silbándola. Su letra y tono melancólico refuerzan la sensación de abandono y desesperanza que recorre toda la historia, convirtiéndose en un símbolo inseparable del film.
Más allá de ser un gran western, Solo ante el peligro es una crítica a la cobardía y la complacencia, un reflejo del miedo a posicionarse cuando más se necesita. Su trasfondo sobre la caza de brujas de McCarthy le da una lectura más profunda que sigue vigente hoy. Un clásico que no pierde fuerza con los años y que sigue siendo una lección de cine en cada visionado.
Gary Cooper está inmenso. Su interpretación de un sheriff abandonado por su pueblo lo convierte en un héroe solitario que crece con cada escena. No hay grandes discursos ni exageraciones, solo la mirada de un hombre que sabe que el deber está por encima del miedo. A su lado, Grace Kelly aporta delicadeza a un personaje que, aunque inicialmente parece fuera de lugar, juega un papel clave en la historia. Pero lo que más rabia da es la cobardía de todo el pueblo. Esa sensación de impotencia ante la indiferencia de los demás es lo que hace que la película trascienda el género.
La canción High Noon de Tex Ritter es otro de los grandes aciertos. Es de esas melodías que se quedan en la cabeza, y no es difícil imaginar a la gente saliendo del cine silbándola. Su letra y tono melancólico refuerzan la sensación de abandono y desesperanza que recorre toda la historia, convirtiéndose en un símbolo inseparable del film.
Más allá de ser un gran western, Solo ante el peligro es una crítica a la cobardía y la complacencia, un reflejo del miedo a posicionarse cuando más se necesita. Su trasfondo sobre la caza de brujas de McCarthy le da una lectura más profunda que sigue vigente hoy. Un clásico que no pierde fuerza con los años y que sigue siendo una lección de cine en cada visionado.
11 de marzo de 2025
11 de marzo de 2025
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Ha sido un tanto discutida la idea central de la película, el individuo ante la masa, o el último hombre con un par frente a un puñado de cagones que no mueven un dedo y ponen todo género de excusas; la crítica social resulta devastadora y no deja títere con cabeza, recorriendo el pobre Gary Cooper (festiva de pucheros el suyo, por cierto) en su angustiada búsqueda de ayuda todos los grupos sociales.
Se topa con la envidia personal (el niñato), el puro interés económico (el recepcionista), la supuesta democracia que tapa las vergüenzas de cada uno, aliada con la religión (los de la iglesia)... finalmente los únicos que muestran simpatías son un niño, un borracho, una mujerona mexicana, los seres inocentes y puros, en definitiva. Sin embargo, frente a un discurso facilón de elegir entre cobarde vivo y valiente muerto, creo que hay algo más; el héroe americano que hace lo correcto, que antepone el interés general antes que el suyo propio, aunque el pueblo no merezca algo así... es humano, siente la soledad y el temor. No existe el auténtico coraje salvo cuando previamente uno ha estado acojonado hasta las trancas.
No señor, nada de héroes crepusculares. Nada del pistolero solitario que sigue su propia ley y nada más. Al final, la chapa es lo de menos. Tras lo que parece un ataque lleno de bilis contra una colectividad cobarde, late una auténtica, urgente y genuina preocupación por el cuerpo social, por la responsabilidad ciudadana. Pues una comunidad es algo más que una simple agrupación de vecinos, es la firme voluntad de permanecer unidos frente a cualquier adversidad. Y nuestro héroe toma el camino del absurdo para reivindicar este valor, por el que tal vez merezca la pena morir, olvidado por puro utilitarismo.
Lo demás es conocido de sobra; implacable dominio del tempo narrativo (horas que parecen siglos), relojes por todas partes, un montaje final (la llegada de Miller y el posterior duelo) de escuela y de infarto (aunque la pelea en el granero con el chaval puede ser algo cutre)... hay algo incluso de desesperante cuento kafkiano en todo esto (increíble que lo dejen tan solo al tipo). Y la música de Tiomkin, por supuesto, con el repetitivo y magnífico tema central.
Se topa con la envidia personal (el niñato), el puro interés económico (el recepcionista), la supuesta democracia que tapa las vergüenzas de cada uno, aliada con la religión (los de la iglesia)... finalmente los únicos que muestran simpatías son un niño, un borracho, una mujerona mexicana, los seres inocentes y puros, en definitiva. Sin embargo, frente a un discurso facilón de elegir entre cobarde vivo y valiente muerto, creo que hay algo más; el héroe americano que hace lo correcto, que antepone el interés general antes que el suyo propio, aunque el pueblo no merezca algo así... es humano, siente la soledad y el temor. No existe el auténtico coraje salvo cuando previamente uno ha estado acojonado hasta las trancas.
No señor, nada de héroes crepusculares. Nada del pistolero solitario que sigue su propia ley y nada más. Al final, la chapa es lo de menos. Tras lo que parece un ataque lleno de bilis contra una colectividad cobarde, late una auténtica, urgente y genuina preocupación por el cuerpo social, por la responsabilidad ciudadana. Pues una comunidad es algo más que una simple agrupación de vecinos, es la firme voluntad de permanecer unidos frente a cualquier adversidad. Y nuestro héroe toma el camino del absurdo para reivindicar este valor, por el que tal vez merezca la pena morir, olvidado por puro utilitarismo.
Lo demás es conocido de sobra; implacable dominio del tempo narrativo (horas que parecen siglos), relojes por todas partes, un montaje final (la llegada de Miller y el posterior duelo) de escuela y de infarto (aunque la pelea en el granero con el chaval puede ser algo cutre)... hay algo incluso de desesperante cuento kafkiano en todo esto (increíble que lo dejen tan solo al tipo). Y la música de Tiomkin, por supuesto, con el repetitivo y magnífico tema central.
16 de marzo de 2025
16 de marzo de 2025
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High Noon. En español, 'Solo ante el peligro' y 'A la hora señalada'. Clásico western de 1952, dirigido por el maestrísimo Fred Zinnemann con la producción de Stanley Kramer y Carl Foreman, autor del guion este último, quien se inspiró en su propia soledad a la hora de comparecer ante el comité inquisidor del macartismo y su cacería de brujas el año anterior.
Es curioso que esta película sea un paradigma del cine gringo, pues fue dirigida por un polaco. Y es paradójico que sea una metáfora del macartismo, pues la protagoniza un delator de comunistas o simpatizantes con el comunismo: Gary Cooper
Cooper encabeza un reparto en el que destaca la presencia de la mexicana Kati Jurado y la debutante Grace Kelli.
Fotografía en blanco y negro. Música opresiva. Errores de continuidad…
Historia muy simple y esquemática, narrada en 84 minutos: El mejor "guardián del orden" que ha tenido un pueblucho rascuache contrae matrimonio y entrega su placa sin saber que, justo en ese momento, unos pistoleros esperan en la estación del tren el regreso de un matón recién indultado para vengarse tanto del sheriff que lo arrestó como del juez que lo condenó; este último huye y, al pedir ayuda, el sheriff retirado tiene un desencuentro con la cobardía unánime del pueblo. Son horas de tensión, casi en tiempo real.
La película parece un peldaño para Zinnemann, que al año siguiente dirigió 'De aquí a la eternidad', muy superior en todos los sentidos, y 24 años después la mejor película, no sólo de su carrera, sino inclusive del cine universal: 'Julia' (1977), basada en un relato entre ficticio y autobiográfico de Lillian Hellman, quien colaboró en el guión. La escritora también se negó a delatar el "comunismo" de nadie ante el comité macartista y después denunció la cobarde abyección de Joligud en su libro 'Tiempo de canallas'.
'Infierno de cobardes' (Clint Eastwood, 1973) podría ser una continuación como ajuste de cuentas con High Noon. Un hecho curioso es que John Wayne protestó en su momento por el comportamiento de los héroes en ambas películas.
Es curioso que esta película sea un paradigma del cine gringo, pues fue dirigida por un polaco. Y es paradójico que sea una metáfora del macartismo, pues la protagoniza un delator de comunistas o simpatizantes con el comunismo: Gary Cooper
Cooper encabeza un reparto en el que destaca la presencia de la mexicana Kati Jurado y la debutante Grace Kelli.
Fotografía en blanco y negro. Música opresiva. Errores de continuidad…
Historia muy simple y esquemática, narrada en 84 minutos: El mejor "guardián del orden" que ha tenido un pueblucho rascuache contrae matrimonio y entrega su placa sin saber que, justo en ese momento, unos pistoleros esperan en la estación del tren el regreso de un matón recién indultado para vengarse tanto del sheriff que lo arrestó como del juez que lo condenó; este último huye y, al pedir ayuda, el sheriff retirado tiene un desencuentro con la cobardía unánime del pueblo. Son horas de tensión, casi en tiempo real.
La película parece un peldaño para Zinnemann, que al año siguiente dirigió 'De aquí a la eternidad', muy superior en todos los sentidos, y 24 años después la mejor película, no sólo de su carrera, sino inclusive del cine universal: 'Julia' (1977), basada en un relato entre ficticio y autobiográfico de Lillian Hellman, quien colaboró en el guión. La escritora también se negó a delatar el "comunismo" de nadie ante el comité macartista y después denunció la cobarde abyección de Joligud en su libro 'Tiempo de canallas'.
'Infierno de cobardes' (Clint Eastwood, 1973) podría ser una continuación como ajuste de cuentas con High Noon. Un hecho curioso es que John Wayne protestó en su momento por el comportamiento de los héroes en ambas películas.
8 de mayo de 2025
8 de mayo de 2025
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Desde su estreno, High Noon se impuso como algo más que un simple western. Bajo su apariencia de relato clásico del Lejano Oeste (el sheriff solo contra el peligro, el reloj avanzando, el duelo inevitable) se esconde una de las parábolas políticas más potentes del cine estadounidense. Una crítica directa, seca y sin concesiones al clima de miedo y delación que se vivía en plena Guerra Fría, cuando el macartismo transformó a Estados Unidos en un país donde la sospecha era más poderosa que la ley.
No es casual que la verdadera alma del proyecto fuera Carl Foreman, guionista y productor (aunque luego borrado de los créditos por razones políticas). Foreman escribió High Noon mientras era acechado por el Comité de Actividades Antiamericanas, que en esos años devoraba carreras, amistades y reputaciones con la frialdad de una máquina de guerra. Hollywood, que entonces vivía bajo la sombra de las listas negras, convirtió la sospecha en norma y el miedo en herramienta de control. Foreman no solo contó esa historia: la vivió. No pudo asistir siquiera a la postproducción de la película. Su nombre fue tachado, y su carrera, saboteada. Su socio, Stanley Kramer (progresista, sí, pero también pragmático) prefirió salvar su pellejo y dejarlo atrás.
Por eso High Noon no es simplemente la historia de un sheriff abandonado por todos antes del enfrentamiento. Es la metáfora amarga del intelectual aislado, del profesional acosado, del ciudadano traicionado por su comunidad. El pueblo que no quiere problemas, que mira hacia otro lado, que pide al héroe que se vaya "por el bien de todos", se convierte en símbolo de esa América pasiva que permitió la caza de brujas con su silencio. La valentía aquí no está en desenfundar rápido, sino en quedarse cuando todos se han ido.
La puesta en escena refuerza esa angustia: el tiempo real que avanza, los planos cerrados, los rostros que se cierran. La tensión no viene del peligro físico, sino del abandono moral. Gary Cooper, con su mirada cansada y su paso lento, encarna a la perfección a ese hombre que sabe que está solo, pero que no huye. No porque espere ganar, sino porque huir sería perderse a sí mismo.
High Noon es, en definitiva, un western político en su forma más pura. Una película que denuncia sin sermonear, que incomoda sin levantar la voz. Una obra que entendió antes que muchos que el verdadero peligro no viene del forastero armado, sino del vecino que calla. Porque a veces, el enemigo no está fuera… sino en el silencio de los que deberían haber hablado.
No es casual que la verdadera alma del proyecto fuera Carl Foreman, guionista y productor (aunque luego borrado de los créditos por razones políticas). Foreman escribió High Noon mientras era acechado por el Comité de Actividades Antiamericanas, que en esos años devoraba carreras, amistades y reputaciones con la frialdad de una máquina de guerra. Hollywood, que entonces vivía bajo la sombra de las listas negras, convirtió la sospecha en norma y el miedo en herramienta de control. Foreman no solo contó esa historia: la vivió. No pudo asistir siquiera a la postproducción de la película. Su nombre fue tachado, y su carrera, saboteada. Su socio, Stanley Kramer (progresista, sí, pero también pragmático) prefirió salvar su pellejo y dejarlo atrás.
Por eso High Noon no es simplemente la historia de un sheriff abandonado por todos antes del enfrentamiento. Es la metáfora amarga del intelectual aislado, del profesional acosado, del ciudadano traicionado por su comunidad. El pueblo que no quiere problemas, que mira hacia otro lado, que pide al héroe que se vaya "por el bien de todos", se convierte en símbolo de esa América pasiva que permitió la caza de brujas con su silencio. La valentía aquí no está en desenfundar rápido, sino en quedarse cuando todos se han ido.
La puesta en escena refuerza esa angustia: el tiempo real que avanza, los planos cerrados, los rostros que se cierran. La tensión no viene del peligro físico, sino del abandono moral. Gary Cooper, con su mirada cansada y su paso lento, encarna a la perfección a ese hombre que sabe que está solo, pero que no huye. No porque espere ganar, sino porque huir sería perderse a sí mismo.
High Noon es, en definitiva, un western político en su forma más pura. Una película que denuncia sin sermonear, que incomoda sin levantar la voz. Una obra que entendió antes que muchos que el verdadero peligro no viene del forastero armado, sino del vecino que calla. Porque a veces, el enemigo no está fuera… sino en el silencio de los que deberían haber hablado.
5 de septiembre de 2013
5 de septiembre de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía muchas ganas de ver este superclásico, imperecedero, etc, etc. Una de esas películas que te quedan por ver y que hay que ver sí o sí.
Bueno, pues el caso es que me ha decepcionado bastante. No es que esté mal ni mucho menos, le reconozco muchos méritos, pero no me ha enganchado. Será el momento en el que la he visto, las condiciones (en casa, no de tirón, algo difícil con las obligaciones familiares y laborales, etc.), pero el caso es no me ha enganchado.
La historia me parece simple y vista mil veces, ya sé que soy un sacrílego pero es así. Y ya sé que eso no tiene por qué ser un obstáculo, he visto muchas películas que me han encantado a pesar de que la historia en sí misma la has visto mil veces.
Reconozco que la fotografía es estupenda, la música magnífica y la interpretación contenida de Gary Cooper con esos magistrales primeros planos es genial.
Pero no, no me ha enganchado. Es lo que hay.
Aun así, recomendada para todo el mundo que no la haya visto, seguro que la disfrutan más que yo.
Bueno, pues el caso es que me ha decepcionado bastante. No es que esté mal ni mucho menos, le reconozco muchos méritos, pero no me ha enganchado. Será el momento en el que la he visto, las condiciones (en casa, no de tirón, algo difícil con las obligaciones familiares y laborales, etc.), pero el caso es no me ha enganchado.
La historia me parece simple y vista mil veces, ya sé que soy un sacrílego pero es así. Y ya sé que eso no tiene por qué ser un obstáculo, he visto muchas películas que me han encantado a pesar de que la historia en sí misma la has visto mil veces.
Reconozco que la fotografía es estupenda, la música magnífica y la interpretación contenida de Gary Cooper con esos magistrales primeros planos es genial.
Pero no, no me ha enganchado. Es lo que hay.
Aun así, recomendada para todo el mundo que no la haya visto, seguro que la disfrutan más que yo.
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