El amanecer de los muertos
6.5
48,528
Terror. Ciencia ficción
Remake del filme de terror de George A. Romero. Una inexplicable plaga ha diezmado la población del planeta, convirtiendo a los muertos en horribles zombies que continuamente buscan carne y sangre humana para sobrevivir. En Wisconsin, un variopinto grupo de personas que han escapado a la plaga, tratan de salvar la vida refugiándose en un centro comercial, donde deben aprender no sólo a protegerse de las hordas de zombies, sino también a convivir. (FILMAFFINITY) [+]
31 de octubre de 2008
31 de octubre de 2008
19 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisión derechista de un clásico izquierdista que subvierte el sulfuroso (e ingenuo) discurso socio-político del original de manera más bien sospechosa. De tal modo que los Eva y Adán interraciales del apocalíptico "ahora" original se transforman aquí en un dúo W.A.S.P. perfectamente rubio. Desde luego también hay pareja interracial, el negro, ella blanca pero no norteamericana sino del Este de Europa que ya se sabe como son, además está embarazada y de semejante unión contra-natura puede nacer únicamente un engendro monstruoso. La pareja salvadora de la humanidad será entonces, coherentemente con el discurso general, un par de jovencitos virginales, blancos por supuesto y bien guapos, que menos, dejando el personaje negro su rol de héroe para reconvertirse en el compañero fiel, fuerte y formal, un "Tio Tom" de guardia. Los contados protagonistas del "Zombi" original son aquí sustituidos por una pléyade de personajes (desde la abuela hasta el malo que se volverá bueno) sin mayor objeto que el "bodycount" que anime la función cada tanto. De igual modo la visión de los zombies no se salva de esta túrmix ideológica y mientras la mirada "romeriana" es siempre compasiva hacia estos simulacros de vida de acerado patetismo, con la consabida crítica al olvido de los muertos y con ello del pasado, las criaturas de Snyder no son más que brutales bestias feroces con capacidades atléticas adquiridas post-mortem que como todo el mundo sabe es durante la putrefacción que los músculos se encuentran en su cenit, a las que hay que apiolar por manadas (con todo resulta esplendido el momento deshumanizador de la azotea en el que se usa como diana a los desorientados zombis). La película aun así no carece de virtudes, centradas sobre todo en su esplendido inicio que te introduce en la historia a empujones y logra captar con garra el clima de caos demencial, pero desaprovecha el genial decorado del centro comercial (que funcionaba en la original como feliz arcadia consumista, como burbuja ajena a todo que sería rota no por los muertos sino por los vivos) y vira rápidamente hacia el (ciertamente musculoso) “survival horror” más aparatoso.
21 de mayo de 2007
21 de mayo de 2007
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zack Snyder debuta en a dirección con un remake innecesario de la obra de Romero.
Siguiendo la estela marcada durante las dos últimas décadas por algunos títulos (La cosa, La mosca, Psicosis, La matanza de Texas), empeñados en remakear las obras más emblemáticas del género de terror, tal vez por falta de ideas, tal vez en un intento por acercar a los más jóvenes viejas cintas de culto, unas veces interesantes revisiones de autor, otras, innecesarias repeticiones, el debutante Zack Snyder retorna con este Amanecer de los muertos a la segunda de las partes que componen la trilogía de zombis dirigida en 1968, 1979 y 1985 por George A. Romero (Night of the Living Dead, Dawn of the Dead, Day of the Dead).
Pocos son los alicientes que contiene esta nueva versión: la elección de un reparto más o menos anónimo (Sarah Polley, la protagonista de Mi vida sin mí, es el rostro más conocido, junto al de los actores Ving Rhames - Pulp Fiction -, Jake Weber, y Mekhi Phifer - 8 mile -), mejores efectos especiales encaminados, sobre todo, a potenciar el gore, ciertas secuencias dirigidas notablemente (la irrupción de la hija en la habitación de los padres y el parto),y el cameo nostálgico de Ken Foree, Scott Reiniger y Tom Savini. El resto, más de lo mismo: nihilismo argumental, número desconcertante de planos y, en definitiva, un llano divertimento que supone un nuevo atentado contra el legado artístico.
A medio camino entre el terror y la ciencia-ficción, en su lacónica desnudez, la película de George A. Romero presentaba un simple esquema como argumento: un ejército de muertos vivientes, despertados por la locura de los hombres y las experiencias bacteriológicas, obligan a una serie de personas a refugiarse en un centro comercial. Hasta aquí ninguna diferencia. El problema viene cuando el remake se olvida de enfocar el terror como un acrecentamiento de la realidad, de que las peripecias responden, como en una novela de Saramago, a criterios sociológicos, y del escrúpulo documental que convierte una macabra epopeya en una pesadilla rosselliniana, y eso que en este caso no existe una carencia de medios y presupuesto. Los zombis de Romero no son extranjeros, sino que somos nosotros mismos, nuestros dobles, nuestras proyecciones. Vagan sin meta, agrupándose cuando ven una presa, rehaciendo mecánicamente los mismos gestos, que se han vuelto absurdos, sin sentido, puesto que ya no necesitan nada de lo que siguen viendo, van directos a por su objeto de consumo, la sangre, su única posibilidad de supervivencia. Sólo sobreviven algunos gestos, última herencia de un condicionamiento moral y social. En definitiva, desaparece t do aquel inconsciente reprimido, secreto, irracional y terrorífico de los Estados Unidos de Nixon y el triunfo de la sociedad de consumo, las crónicas del caos y la destrucción donde los valores tradicionales son pisoteados.
Siguiendo la estela marcada durante las dos últimas décadas por algunos títulos (La cosa, La mosca, Psicosis, La matanza de Texas), empeñados en remakear las obras más emblemáticas del género de terror, tal vez por falta de ideas, tal vez en un intento por acercar a los más jóvenes viejas cintas de culto, unas veces interesantes revisiones de autor, otras, innecesarias repeticiones, el debutante Zack Snyder retorna con este Amanecer de los muertos a la segunda de las partes que componen la trilogía de zombis dirigida en 1968, 1979 y 1985 por George A. Romero (Night of the Living Dead, Dawn of the Dead, Day of the Dead).
Pocos son los alicientes que contiene esta nueva versión: la elección de un reparto más o menos anónimo (Sarah Polley, la protagonista de Mi vida sin mí, es el rostro más conocido, junto al de los actores Ving Rhames - Pulp Fiction -, Jake Weber, y Mekhi Phifer - 8 mile -), mejores efectos especiales encaminados, sobre todo, a potenciar el gore, ciertas secuencias dirigidas notablemente (la irrupción de la hija en la habitación de los padres y el parto),y el cameo nostálgico de Ken Foree, Scott Reiniger y Tom Savini. El resto, más de lo mismo: nihilismo argumental, número desconcertante de planos y, en definitiva, un llano divertimento que supone un nuevo atentado contra el legado artístico.
A medio camino entre el terror y la ciencia-ficción, en su lacónica desnudez, la película de George A. Romero presentaba un simple esquema como argumento: un ejército de muertos vivientes, despertados por la locura de los hombres y las experiencias bacteriológicas, obligan a una serie de personas a refugiarse en un centro comercial. Hasta aquí ninguna diferencia. El problema viene cuando el remake se olvida de enfocar el terror como un acrecentamiento de la realidad, de que las peripecias responden, como en una novela de Saramago, a criterios sociológicos, y del escrúpulo documental que convierte una macabra epopeya en una pesadilla rosselliniana, y eso que en este caso no existe una carencia de medios y presupuesto. Los zombis de Romero no son extranjeros, sino que somos nosotros mismos, nuestros dobles, nuestras proyecciones. Vagan sin meta, agrupándose cuando ven una presa, rehaciendo mecánicamente los mismos gestos, que se han vuelto absurdos, sin sentido, puesto que ya no necesitan nada de lo que siguen viendo, van directos a por su objeto de consumo, la sangre, su única posibilidad de supervivencia. Sólo sobreviven algunos gestos, última herencia de un condicionamiento moral y social. En definitiva, desaparece t do aquel inconsciente reprimido, secreto, irracional y terrorífico de los Estados Unidos de Nixon y el triunfo de la sociedad de consumo, las crónicas del caos y la destrucción donde los valores tradicionales son pisoteados.
7 de abril de 2006
7 de abril de 2006
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si juntamos zombis, se producen disparos, se mejora el argumento, si se mezcla todo esto se obtiene una obra de arte del género zombi.
Calidad: 7.5 con diálogos del director mientras empieza la película.
Entretenimiento: 8.5 muy entretenida, no defrauda.
Global : 8 muy superior a Resident Evil en casi todo.
Calidad: 7.5 con diálogos del director mientras empieza la película.
Entretenimiento: 8.5 muy entretenida, no defrauda.
Global : 8 muy superior a Resident Evil en casi todo.
26 de febrero de 2006
26 de febrero de 2006
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sin duda la mejor película de zombies hasta la fecha. El director Zack Snyder nos sorprende con una película que no tenía mucho presupuesto en un principio y supo sacarle todo su jugo. A los que les guste las películas de este género se las recomiendo.
15 de diciembre de 2009
15 de diciembre de 2009
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto la película por la curiosidad de ver qué es lo que había hecho Zack Snyder metiéndose en semejante berenjenal. Y una vez vista me quedo con la capacidad y la versatilidad que demuestra este director, a pesar de haber hecho sólo tres películas. Creo que esto es lo principal, porque bueno, le queda algo apañado y tal, pero este caso particular reúne todo lo peor de este género de cine, en el que por estar todo tan trillado es complicado ofrecer algo nuevo. Es el típico grupo de supervivientes heroicos y valientes en el típico mundo infestado de muertos vivientes que no pueden pensar, con los típicos romances facilones que surgen en medio de toda esa tensión insoportable. Y éste es el típico argumento, con el baño de sangre y de vísceras correspondiente. Fuera queda la secuencia en la que el director cambia la banda sonora de miedo a una canción tipo Beach Boys, en la que aparecen los personajes metidos en el centro comercial pasándoselo en grande. (Esto sí que se me escapa; no sé si es en plan burla y coña, de lo contrario menudo pegote). Parece que Snyder pretende, sobre todo al principio de la película, darle un cierto tono trascendental a esa destrucción de la sociedad (los ejemplos los tenemos en la conversación que mantiene el policía con el novio de la rusa en los baños, o en el discurso apocalíptico que aparece en la televisión de los seguratas, o en los mismos créditos del principio, donde se mezclan imágenes de disturbios reales con los ficticios producidos por los zombies). Como reflexión puede ser interesante, pero se diluye y ahí se queda. Así que nada, por pasar el rato y por ver que hay madera.
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