Quémese después de leerse
2008 

6.5
53,667
Comedia
Ozzie Cox (John Malkovich) es un agente de la CIA que está escribiendo sus memorias en un CD, pero pierde y va a parar a manos de los empleados de un gimnasio (Brad Pitt y Frances McDormand), gente muy simplona que intenta chantajear a Cox. La CIA acaba interviniendo y el asunto se complica cuando el chico del gimnasio se encuentra con el amante (George Clooney) de la mujer de Cox. Basada en la novela "Burn Before Reading: Presidents, ... [+]
27 de febrero de 2013
27 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: Brad Pitt.
Empecé a ver la película sin esperar demasiado, pero al ver su elenco y su dirección, decidí verla. Me encontré con una mezcla de vidas y de escenarios, siendo al principio la interpretación de Malkovich lo que me hizo estar a punto de no visionarla. Poco a poco y viendo la tónica del film, me fue ganando. La historia esta bien construida, con inesperados giros algo previsible, pero con la sutileza de llevarte poco a poco de la mano.
Al terminar de verla puedes encontrar una trama sencilla que sin darte cuente te hace seguir, al mismo tiempo, las vidas de estos curiosos y creíbles personajes. Ahí es donde quería llegar, los personajes son soberbios:
George Clooney te seduce poco a poco, gracias a su oficio a la hora de conquistar.
John Malkovich deja mucho que desear, comparándolo con otras interpretaciones. Pero se mantiene activamente en su personaje aunque, a veces, esta demasiado griton, algo que me hizo realmente desconectar. Con una colocación vocal dudosa.
Tilda Swinton esta como siempre, dentro de la película pero poco seductora en su interpretación.
Richard Jenkins un personaje secundario, muy bien construido y con ese toque cómico que lo deseas ver mas veces a lo largo del film.
Frances McDormand realmente histriónica en este personaje, creíble y divertido. Te hace adorarla con su sátira e impresionismo que agrega a su personaje.
Brad Pitt el es la película. Viéndolo encuentras una interpretación realmente divertida y bien realizada del actor, una de la mejor de su carrera, quizás porque es imprevisible el personaje creado. Nunca en otra película lo he admirado tanto como en esta, y eso que he visto bastantes.
Para finalizar la película es buena. Consigue empatar la mezcla del principio, con un final bien creado y correctamente cerrado (técnicamente hablando).
Puntuación 7.
Empecé a ver la película sin esperar demasiado, pero al ver su elenco y su dirección, decidí verla. Me encontré con una mezcla de vidas y de escenarios, siendo al principio la interpretación de Malkovich lo que me hizo estar a punto de no visionarla. Poco a poco y viendo la tónica del film, me fue ganando. La historia esta bien construida, con inesperados giros algo previsible, pero con la sutileza de llevarte poco a poco de la mano.
Al terminar de verla puedes encontrar una trama sencilla que sin darte cuente te hace seguir, al mismo tiempo, las vidas de estos curiosos y creíbles personajes. Ahí es donde quería llegar, los personajes son soberbios:
George Clooney te seduce poco a poco, gracias a su oficio a la hora de conquistar.
John Malkovich deja mucho que desear, comparándolo con otras interpretaciones. Pero se mantiene activamente en su personaje aunque, a veces, esta demasiado griton, algo que me hizo realmente desconectar. Con una colocación vocal dudosa.
Tilda Swinton esta como siempre, dentro de la película pero poco seductora en su interpretación.
Richard Jenkins un personaje secundario, muy bien construido y con ese toque cómico que lo deseas ver mas veces a lo largo del film.
Frances McDormand realmente histriónica en este personaje, creíble y divertido. Te hace adorarla con su sátira e impresionismo que agrega a su personaje.
Brad Pitt el es la película. Viéndolo encuentras una interpretación realmente divertida y bien realizada del actor, una de la mejor de su carrera, quizás porque es imprevisible el personaje creado. Nunca en otra película lo he admirado tanto como en esta, y eso que he visto bastantes.
Para finalizar la película es buena. Consigue empatar la mezcla del principio, con un final bien creado y correctamente cerrado (técnicamente hablando).
Puntuación 7.
18 de diciembre de 2013
18 de diciembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las mejores comedias que he visto nunca. No entiendo como la ponían a parir en un foro al que suelo conectarme.
No hay mucho que decir, me encantan los personajes tan tontos que crean los Coen, y ello sumado a la locura que es la película en si, acaba en un estallido de risas del que voy a acordarme mucho tiempo.
No hay mucho que decir, me encantan los personajes tan tontos que crean los Coen, y ello sumado a la locura que es la película en si, acaba en un estallido de risas del que voy a acordarme mucho tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esa conversación final...
22 de octubre de 2014
22 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela “Burn Before Reading: Presidents, CIA Directors, and Secret Intelligence” del ex jefe de la CIA Stansfield Turner, los hermanos Coen (los verdaderos, los que nos gustan, ácidos y sarcásticos), están de vuelta. Los mismos que crearon de la sátira un arte perfecto -y corrosivo- con “Fargo” (1996) y luego con “El Gran Lebowski” (1998), vuelven a la comedia negra tras los incansables elogios por la premiada -y con justa razón- “No Country For Old Men” (2007). Una nueva historia nace en la mente de estos hermanos, que como magos a sus conejos, sacan personajes llenos de realidad y estúpida sensatez. Hablemos de la trama.
Osborne Cox (John Malkovich), experimentado analista de la CIA, es despedido de su cargo debido a su alcoholismo. Katie (Tilda Swinton), su esposa, tiene una aventura a escondidas hace bastante tiempo con Harry Pfarrer (George Clooney), un empleado de gobierno, con quien planea hace bastante tiempo realizar una vida juntos y dejar al rutinario Cox. Al otro lado de la ciudad, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt), ambos empleados de un gimnasio, descubren un CD perdido con importante información codificada que, al parecer, le pertenece a Cox, y deciden sacarle provecho y dinero a la situación. De esta manera, Linda, acostumbrada a citarse con hombres vía chat, podría cumplir su sueño de realizarse una cirugía estética múltiple y ver un poco cambiada su aletargada vida.
Con un reparto de lujo (como ya se habrán dado cuenta), “Quémese Después de Leerse” resulta una evidente crítica al sistema político y organizacional de la Agencia de Investigación más importante del mundo, y a la simpleza con que, en muchos casos, estas entidades operan. Esto para empezar. A través de un humor negro en su estado más puro, los Coen presentan a personajes que claramente son controlados por la obsesión y las ansias de ser mejores, pero con bastante poca inteligencia. Algo que resulta mucho más común que lo que todos podemos creer. Osborne Cox vive engañado por su esposa, y tras ser despedido, su vida pierde tal importancia que decide dedicarse a escribir sus memorias. Harry disfruta trotando y construyendo “innovadores” inventos en el ático de su hogar. Linda, que comienza a vivir su adultez en pleno, vive en su propio mundo, y Chad es el profesor de gimnasia más torpe que haya existido. Entre todos conforman una serie de historias cruzadas, chantajes, traiciones y, principalmente, malas decisiones. A ratos la narración se vuelve algo confusa y disparatada, pero ahí están los genios detrás del guión, para contar una historia con casi cinco actores principales, y salir airosos del intento.
John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “La Sombra de un Vampiro”) y Frances McDormand (“Mississippi en Llamas”, “Fargo”) están sencillamente brillantes interpretando a los personajes principales, faltos de cariño y sentido común. No vamos a descubrir ahora que son dos de los mejores actores del orbe. Hasta la británica Tilda Swinton (“Constantine”, “Las Crónicas de Narnia”) brilla, gracias a su siempre impertérrita actitud y falta de expresividad, pero no poca emotividad. Por otro lado, George Clooney y Brad Pitt ya han demostrado con creces que el humor irónico y la sátira son su fuerte, ya sea trabajando juntos o no. Clooney, tal como en la trilogía de “Ocean’s Eleven”, muestra toda su faceta histriónica con la que se ha ganado papeles impresionantes, mientras que Pitt nos hace recordar al desquiciado Jeffrey Goines en “12 Monos”, con una personalidad hiperquinética, casi al borde de la locura.
La película, como ya es su costumbre en los trabajos de los Coen, no resulta digerible para todo público. Debido a la importancia que asumen los personajes por sobre la historia, es necesario detenerse en sus perfiles, lo que tiende a relentizar la cinta en ciertos pasajes. No es una comedia de gags y risas deschavetadas, es humor lleno de burla. Burla al sistema, burla a los procedimientos y burla a las vidas poco conectadas con la realidad. Difícil de calificar en algún género, esta película negra con gotas de thriller navega por vidas irrelevantes, casi miserables, que se encuentran con nuevos destinos y no tienen las armas para enfrentarlos, a través de una mirada cruda, pero por sobre todo, inteligente.
Al parecer los Hermanos Coen odian al mundo, y odian la estupidez humana. Queridos o rechazados, nos siguen retratando con nuestras virtudes y fracasos, como niños en un mundo para adultos.
---
www.elotrocine.cl
Osborne Cox (John Malkovich), experimentado analista de la CIA, es despedido de su cargo debido a su alcoholismo. Katie (Tilda Swinton), su esposa, tiene una aventura a escondidas hace bastante tiempo con Harry Pfarrer (George Clooney), un empleado de gobierno, con quien planea hace bastante tiempo realizar una vida juntos y dejar al rutinario Cox. Al otro lado de la ciudad, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt), ambos empleados de un gimnasio, descubren un CD perdido con importante información codificada que, al parecer, le pertenece a Cox, y deciden sacarle provecho y dinero a la situación. De esta manera, Linda, acostumbrada a citarse con hombres vía chat, podría cumplir su sueño de realizarse una cirugía estética múltiple y ver un poco cambiada su aletargada vida.
Con un reparto de lujo (como ya se habrán dado cuenta), “Quémese Después de Leerse” resulta una evidente crítica al sistema político y organizacional de la Agencia de Investigación más importante del mundo, y a la simpleza con que, en muchos casos, estas entidades operan. Esto para empezar. A través de un humor negro en su estado más puro, los Coen presentan a personajes que claramente son controlados por la obsesión y las ansias de ser mejores, pero con bastante poca inteligencia. Algo que resulta mucho más común que lo que todos podemos creer. Osborne Cox vive engañado por su esposa, y tras ser despedido, su vida pierde tal importancia que decide dedicarse a escribir sus memorias. Harry disfruta trotando y construyendo “innovadores” inventos en el ático de su hogar. Linda, que comienza a vivir su adultez en pleno, vive en su propio mundo, y Chad es el profesor de gimnasia más torpe que haya existido. Entre todos conforman una serie de historias cruzadas, chantajes, traiciones y, principalmente, malas decisiones. A ratos la narración se vuelve algo confusa y disparatada, pero ahí están los genios detrás del guión, para contar una historia con casi cinco actores principales, y salir airosos del intento.
John Malkovich (“En la Línea de Fuego”, “La Sombra de un Vampiro”) y Frances McDormand (“Mississippi en Llamas”, “Fargo”) están sencillamente brillantes interpretando a los personajes principales, faltos de cariño y sentido común. No vamos a descubrir ahora que son dos de los mejores actores del orbe. Hasta la británica Tilda Swinton (“Constantine”, “Las Crónicas de Narnia”) brilla, gracias a su siempre impertérrita actitud y falta de expresividad, pero no poca emotividad. Por otro lado, George Clooney y Brad Pitt ya han demostrado con creces que el humor irónico y la sátira son su fuerte, ya sea trabajando juntos o no. Clooney, tal como en la trilogía de “Ocean’s Eleven”, muestra toda su faceta histriónica con la que se ha ganado papeles impresionantes, mientras que Pitt nos hace recordar al desquiciado Jeffrey Goines en “12 Monos”, con una personalidad hiperquinética, casi al borde de la locura.
La película, como ya es su costumbre en los trabajos de los Coen, no resulta digerible para todo público. Debido a la importancia que asumen los personajes por sobre la historia, es necesario detenerse en sus perfiles, lo que tiende a relentizar la cinta en ciertos pasajes. No es una comedia de gags y risas deschavetadas, es humor lleno de burla. Burla al sistema, burla a los procedimientos y burla a las vidas poco conectadas con la realidad. Difícil de calificar en algún género, esta película negra con gotas de thriller navega por vidas irrelevantes, casi miserables, que se encuentran con nuevos destinos y no tienen las armas para enfrentarlos, a través de una mirada cruda, pero por sobre todo, inteligente.
Al parecer los Hermanos Coen odian al mundo, y odian la estupidez humana. Queridos o rechazados, nos siguen retratando con nuestras virtudes y fracasos, como niños en un mundo para adultos.
---
www.elotrocine.cl
9 de agosto de 2017
9 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un analista alcohólico de la C.I.A., una pediatra fría y estirada, un marshal cobarde e infiel, una soltera de mediana edad loca por hacerse la cirugía y un entrenador personal con menos cerebro que un mosquito van a acabar protagonizando una serie de intrigas y enredos donde quedarán bien reflejados la falta de ética y moral del ser humano y, sobre todo, su gran estupidez.
La gran mayoría coincide en que a mediados del nuevo siglo la trayectoria de los Coen empezó a resentirse y a poner en juego una calidad hasta entonces intachable; la comedia romántica "Crueldad Intolerable", con la que casi sacrificaron su característico universo inclinándose por un humor mucho más liviano y comercial, y el "remake" tergiversado del clásico británico "El Quinteto de la Muerte" no llegaron a convencer a los críticos ni a los más puristas pese a lograr unos buenos resultados de taquilla.
Por eso mismo "No es País para Viejos" resultó un soplo de aire fresco para Joel y Ethan, quienes recuperaban orgullosos su estilo, y un alivio para los fans, alzándose además con varias nominaciones a los Oscar; aquella fascinante "road movie", que se inscribía entre sus obras más brutales y demoledoras, puso el listón muy alto, por lo que sería muy difícil de superar. Pero esa no fue la intención de los cineastas cuando optaron por regresar al humor más negro con su siguiente trabajo, concebido casi al mismo tiempo que la adaptación de McCarthy y cuyo guión nació del deseo de hacer una comedia con algunos actores en especial; a todas luces, un ejercicio de pura diversión.
Iniciándose con un gran plano del planeta Tierra, lo que ya da la sensación de una vigilancia constante sobre todos los seres por parte de una inteligencia superior, esta historia nos presenta los graves problemas que atraviesa Osbourne Cox al ser retirado de su puesto de analista en la C.I.A. debido a sus problemas de alcoholismo mientras soporta a su esposa Kate, una despreciable mujer que además le engaña con un patético policía judicial llamado Harry. Este ambiente hostil, alimentado de una gran insatisfacción y una tensión en ebullición que a todos amenaza halla el catalizador para finalmente estallar en un CD...
Un simple disco que contiene las memorias de Cox encontrado por dos empleados de un gimnasio que intentan aprovechar la situación sin saber realmente a lo que se enfrentan; de este modo los Coen, a través de un ácido humor negro y recogiendo influencias de la novela "Advise and Consent" de Allen S. Drury (adaptada en 1.962 por Otto Preminger), y del "thriller" clásico de espías, conforman un enrevesado y por momentos estrafalario juego de mentiras, traiciones y manipulaciones donde todos y cada uno de los implicados se perseguirá, vigilará e intentará ejercer su poder y dominio sobre el otro.
Ingeniosa intriga que avanza con sus imprevistos modelándose una atmósfera de conspiración permanente donde los abyectos personajes se cruzarán y verán atrapados en un círculo vicioso de frustración, insatisfacción, estancamiento existencial y desgracia por su manera tan terrible de manejar las situaciones, en un clima de moral sucia donde el Bien no encuentra el menor rincón en el que germinar y no se deja lugar a la inocencia ni a la esperanza, ejemplificando a la perfección los límites que puede alcanzar la idiotez. Por tanto "Quemar Después de Leer" pertenece a ese conjunto de obras "negras" de los Coen gobernadas por el pesimismo y la amargura.
De hecho los elementos, las claves y reflexiones de la trama y el perfil de los protagonistas cuenta con su reflejo o proyección en anteriores títulos, aunque el "noir" de detectives privados y mentiras conyugales de "Sangre Fácil", los conflictos entre gangsters de "Muerte Entre las Flores" y los secuestros y carnicerías en mitad de ninguna parte de "Fargo" sean reemplazados por una retorcida comedia sobre infidelidades, secretos y espías. Las acciones de los personajes, conducidas por la codicia, el odio y la falta de sentido común, derivarán en un inevitable sucesión de tragedias que ocupa la desasosegante y poderosa media hora final.
En ella, cuyo momento "iniciador" es el inesperado encuentro entre Harry y Chad, toda la tensión previamente acumulada llega a la completa desestabilización, acompañada de una irrefrenable espiral de violencia y paranoia, tanto mayor cuanto que los implicados descubran (o crean descubrir) que están siendo realmente vigilados y controlados por una especie de entidad superior invisible. La intensidad y agobio que exuda la atmósfera creada por los Coen es reforzada por la muy estridente banda sonora de Carter Burwell mientras la fotografía de Emmanuel Lubezki (en sustitución de Roger Deakins) se concentra en reflejar con precisión la permanente oscuridad en la que están sumidos el escenario y los personajes.
Personajes que son el paradigma de la imbecilidad, interpretados por un maravilloso elenco que sabe sacar su lado más detestable e insoportable, desde George Clooney y Frances McDormand pasando por la aborrecible Tilda Swinton hasta ese histriónico y simplemente tonto Brad Pitt que por primera vez se ríe a gusto de sí mismo, todos eclipsados por la imponente presencia de un Malkovich chillón, desequilibrado y de lo más hilarante (por patético), sin olvidarnos de los también geniales Richard Jenkins y J.K. Simmons.
Brutal, descarnada y divertida fábula de confabulaciones llena de giros increíbles y demoliciones de su propio argumento. No importa que no sea una obra maestra, lo importante es que los Coen vuelven a pillarnos por sorpresa.
Y, a todo esto, ¿para qué? ¿Para qué esta lucha, para qué tanta destrucción y autodestrucción? La incógnita ante los descabellados hechos desconcierta incluso a la mismísima Inteligencia ("¿qué hemos aprendido?") y no da lugar a la explicación; todo resumido en una magistral conclusión que viene a confirmarnos el sinsentido de la estupidez humana...
La gran mayoría coincide en que a mediados del nuevo siglo la trayectoria de los Coen empezó a resentirse y a poner en juego una calidad hasta entonces intachable; la comedia romántica "Crueldad Intolerable", con la que casi sacrificaron su característico universo inclinándose por un humor mucho más liviano y comercial, y el "remake" tergiversado del clásico británico "El Quinteto de la Muerte" no llegaron a convencer a los críticos ni a los más puristas pese a lograr unos buenos resultados de taquilla.
Por eso mismo "No es País para Viejos" resultó un soplo de aire fresco para Joel y Ethan, quienes recuperaban orgullosos su estilo, y un alivio para los fans, alzándose además con varias nominaciones a los Oscar; aquella fascinante "road movie", que se inscribía entre sus obras más brutales y demoledoras, puso el listón muy alto, por lo que sería muy difícil de superar. Pero esa no fue la intención de los cineastas cuando optaron por regresar al humor más negro con su siguiente trabajo, concebido casi al mismo tiempo que la adaptación de McCarthy y cuyo guión nació del deseo de hacer una comedia con algunos actores en especial; a todas luces, un ejercicio de pura diversión.
Iniciándose con un gran plano del planeta Tierra, lo que ya da la sensación de una vigilancia constante sobre todos los seres por parte de una inteligencia superior, esta historia nos presenta los graves problemas que atraviesa Osbourne Cox al ser retirado de su puesto de analista en la C.I.A. debido a sus problemas de alcoholismo mientras soporta a su esposa Kate, una despreciable mujer que además le engaña con un patético policía judicial llamado Harry. Este ambiente hostil, alimentado de una gran insatisfacción y una tensión en ebullición que a todos amenaza halla el catalizador para finalmente estallar en un CD...
Un simple disco que contiene las memorias de Cox encontrado por dos empleados de un gimnasio que intentan aprovechar la situación sin saber realmente a lo que se enfrentan; de este modo los Coen, a través de un ácido humor negro y recogiendo influencias de la novela "Advise and Consent" de Allen S. Drury (adaptada en 1.962 por Otto Preminger), y del "thriller" clásico de espías, conforman un enrevesado y por momentos estrafalario juego de mentiras, traiciones y manipulaciones donde todos y cada uno de los implicados se perseguirá, vigilará e intentará ejercer su poder y dominio sobre el otro.
Ingeniosa intriga que avanza con sus imprevistos modelándose una atmósfera de conspiración permanente donde los abyectos personajes se cruzarán y verán atrapados en un círculo vicioso de frustración, insatisfacción, estancamiento existencial y desgracia por su manera tan terrible de manejar las situaciones, en un clima de moral sucia donde el Bien no encuentra el menor rincón en el que germinar y no se deja lugar a la inocencia ni a la esperanza, ejemplificando a la perfección los límites que puede alcanzar la idiotez. Por tanto "Quemar Después de Leer" pertenece a ese conjunto de obras "negras" de los Coen gobernadas por el pesimismo y la amargura.
De hecho los elementos, las claves y reflexiones de la trama y el perfil de los protagonistas cuenta con su reflejo o proyección en anteriores títulos, aunque el "noir" de detectives privados y mentiras conyugales de "Sangre Fácil", los conflictos entre gangsters de "Muerte Entre las Flores" y los secuestros y carnicerías en mitad de ninguna parte de "Fargo" sean reemplazados por una retorcida comedia sobre infidelidades, secretos y espías. Las acciones de los personajes, conducidas por la codicia, el odio y la falta de sentido común, derivarán en un inevitable sucesión de tragedias que ocupa la desasosegante y poderosa media hora final.
En ella, cuyo momento "iniciador" es el inesperado encuentro entre Harry y Chad, toda la tensión previamente acumulada llega a la completa desestabilización, acompañada de una irrefrenable espiral de violencia y paranoia, tanto mayor cuanto que los implicados descubran (o crean descubrir) que están siendo realmente vigilados y controlados por una especie de entidad superior invisible. La intensidad y agobio que exuda la atmósfera creada por los Coen es reforzada por la muy estridente banda sonora de Carter Burwell mientras la fotografía de Emmanuel Lubezki (en sustitución de Roger Deakins) se concentra en reflejar con precisión la permanente oscuridad en la que están sumidos el escenario y los personajes.
Personajes que son el paradigma de la imbecilidad, interpretados por un maravilloso elenco que sabe sacar su lado más detestable e insoportable, desde George Clooney y Frances McDormand pasando por la aborrecible Tilda Swinton hasta ese histriónico y simplemente tonto Brad Pitt que por primera vez se ríe a gusto de sí mismo, todos eclipsados por la imponente presencia de un Malkovich chillón, desequilibrado y de lo más hilarante (por patético), sin olvidarnos de los también geniales Richard Jenkins y J.K. Simmons.
Brutal, descarnada y divertida fábula de confabulaciones llena de giros increíbles y demoliciones de su propio argumento. No importa que no sea una obra maestra, lo importante es que los Coen vuelven a pillarnos por sorpresa.
Y, a todo esto, ¿para qué? ¿Para qué esta lucha, para qué tanta destrucción y autodestrucción? La incógnita ante los descabellados hechos desconcierta incluso a la mismísima Inteligencia ("¿qué hemos aprendido?") y no da lugar a la explicación; todo resumido en una magistral conclusión que viene a confirmarnos el sinsentido de la estupidez humana...
1 de agosto de 2018
1 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Coen están sembrados, después de No es país para viejos, llega Quemar después de leer, una auténtica delicia.
Quemar después de leer completa la que se ha venido llamando como la trilogía del idiota – las otras dos Oh, Brother y Crueldad intolerable eran las insulsas e intrascendentes -, dos bodrios sin paliativos, sin ninguna gracia ni nada a lo que agarrarse. Situar esta película junto a esas dos bufonadas es un error.
Quemar después de leer forma parte de esa crítica mordaz y brutal que descuartiza al ser humano a la que a veces nos malacostumbran los Coen, crítica que da rienda suelta a la impotencia, a la pequeñez, al existencialismo desatinado y por supuesto también a la estupidez del hombre.
Quemar después de leer es la necesaria e insuperable segunda parte de Fargo. Allí donde terminaba la majadería y la inutilidad de Steve Buscemi y de William H. Macy empieza la de George Clooney, Brad Pitt y Frances McDormand.
Este tratado sobre la lógica de la estupidez debe su genialidad a un guión que a base de desatinos se vuelve pura coherencia, a unas tramas que cuanto más se tuercen y se lían más lúcidas se nos presentan, y que explotan en toda su irracionalidad consciente y en todo su surrealismo en un memorable final que es el triunfo del absurdo.
Quemar después de leer debería escocernos: hacernos reír, de acuerdo – y lo logra con las paranoias de todos sus protagonistas – para luego recordarnos lo más obvio – como hizo Kubrick en Teléfono rojo volamos hacia Moscú - lo que siempre nos da por olvidar… lo tontos que somos y la vergüenza que damos.
Quemar después de leer completa la que se ha venido llamando como la trilogía del idiota – las otras dos Oh, Brother y Crueldad intolerable eran las insulsas e intrascendentes -, dos bodrios sin paliativos, sin ninguna gracia ni nada a lo que agarrarse. Situar esta película junto a esas dos bufonadas es un error.
Quemar después de leer forma parte de esa crítica mordaz y brutal que descuartiza al ser humano a la que a veces nos malacostumbran los Coen, crítica que da rienda suelta a la impotencia, a la pequeñez, al existencialismo desatinado y por supuesto también a la estupidez del hombre.
Quemar después de leer es la necesaria e insuperable segunda parte de Fargo. Allí donde terminaba la majadería y la inutilidad de Steve Buscemi y de William H. Macy empieza la de George Clooney, Brad Pitt y Frances McDormand.
Este tratado sobre la lógica de la estupidez debe su genialidad a un guión que a base de desatinos se vuelve pura coherencia, a unas tramas que cuanto más se tuercen y se lían más lúcidas se nos presentan, y que explotan en toda su irracionalidad consciente y en todo su surrealismo en un memorable final que es el triunfo del absurdo.
Quemar después de leer debería escocernos: hacernos reír, de acuerdo – y lo logra con las paranoias de todos sus protagonistas – para luego recordarnos lo más obvio – como hizo Kubrick en Teléfono rojo volamos hacia Moscú - lo que siempre nos da por olvidar… lo tontos que somos y la vergüenza que damos.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here