Este tipo de filmes se les recuerdan con cierto cariño por lo que significaron en su época, claro que analizados desde su calidad intrínseca quedan como muy débiles tanto desde el argumento como desde su débil puesta en escena.
Este filme expone el choque de culturas, donde el americano debe ir a combatir a Tailandia con todas las de perder y con el terreno embarrado de tantas trampas y corrupción imperantes.
El filme despliega una historia de venganza muy simplista, donde también hay tiempo para el amor y para algunos toques cómicos.
La película busca evidentemente las emociones fáciles a través de un relato simple y tosco, donde una situación tremendamente shockeante generará un hambre descomunal de revancha, un bestial e inhumano entrenamiento en pos de la superación personal que busca el vehemente desahogo en el combate decisivo.
Cinta efectista y limitada al excite con las luchas cuerpo a cuerpo bien coreografiadas que aprovechan a un Jean-Claude Van Damme en excelente estado físico y aun salvaje Tong Po como impactante contrapunto.
Con un lineamiento narrativo similar al de un videojuego, con la venganza como motor que moviliza las intenciones, con situaciones desbordantes de fanfarronería y simplismos argumentales que se alejan de cualquier lógica... se despliega una cinta de acción que se valora más con el corazón que con la neuronas.

Esta película debería ser obligatoria para todos los chavales, digamos, de trece a dieciocho años. No, no pongáis esa expresión de horror. Cierto que hay mucha sangre, mucha violencia y varios comportamientos delictivos, pero eso es lo de menos, porque lo prioritario en «Kickboxer» son valores como la voluntad, el esfuerzo, el sacrificio, la lealtad, el honor y el amor, principios que encarna como un auténtico héroe el fenomenal Jean-Claude Van Damme.

Así que deberíamos quitarnos esos prejuicios y esas delicadezas respecto a lo que los adolescentes pueden o no pueden ver y fijarnos en lo que verdaderamente ofrece una historia, lo que enseña y lo que alienta. Estoy segura de que Jean-Claude Van Damme sufriendo como el que más, dejándose la piel en un entrenamiento que perfectamente podría ser una tortura para muchos de nosotros y luchando contra la mayor representación del mal, es una buena motivación para cualquiera. Además, es que todo lo que envuelve a «Kickboxer» es una paranoia que alucina, un tributo a lo ancestral, a la magia de los antepasados, a la conexión con los animales, al espíritu del hombre que se eleva en medio de la naturaleza frondosas y rodeado de deidades. Van Damme se adentra en el mito del Muay Thai, que no parece ni un deporte, sino un culto, una forma de vida, un secreto que se practica en cuevas subterráneas y con cristales en los puños. ¿Esto es serio?, se preguntarán algunos. Yo qué sé, pero ¿importa?

«Kickboxer» es un espectáculo de artes marciales y de poderío físico, con un Van Damme que hace lo que sabe hacer y nos deja boquiabiertos. Banda sonora de la época, lo cual es un gustazo, alternada con cortes instrumentales de Paul Hertzog, que es otro gustazo. El maestro Xian es simpatiquísimo y la chica se enamora de Van Damme en cuestión de minutos, lo cual es lo más comprensible del mundo, y más con esos besos que le da en la oscuridad y enseñando musculatura. Memorable el bailecito que se marca en el bar y esas camisetas de tirantes tipo maya que le quedarían horribles a cualquier hombre y que sólo Van Damme por ser Van Damme puede lucir sin quedar hortera.

Grande Jean Claude y grande la película, y los demás que digan lo que quieran.

Podremos fliparlo viendo esos helicópetoros en Apocalypse Now, escuchar la voz de Marlon Brando en El Padrino, pasar miedo con la niña del Exorcista, llorar con el final de Luces de la ciudad, reirnos con La vida de Brian, emocionarnos con Senderos de Gloria, alucinar con Jack Nicholson en El resplandor...

Pero nunca podremos fliparlo tanto como con el baile de Van Damme to pedo en Kickboxer. Simplemente espectacular.

Esta es una de las películas míticas del actor belga Jean-Claude Van Damme, y las razones son que es de sus inicios, y quien la veía flipaba con la gran habilidad de Van Damme.
La estructura de la película no es nada novedosa pero tiene un buen ritmo, se hace muy entretenida; las peleas son bastante buenas y tiene bastantes pero bien dosificadas, sin llegar a cansar; tiene paisajes muy bonitos; algunos puntos de humor son bastante buenos; los actores hacen una labor correcta, y tanto Van Damme como el resto (a destacar un gran villano, Tong Po) son muy carismáticos.
Por lo tanto, la película vale la pena para pasar un muy buen rato. De las más entretenidas de Van Damme.

Eran otros tiempos, otra estética, yo un niño adolescente, abundaban las películas de artes marciales, disfruté con ella como lo que era, viéndola muchas veces, esta película otorgó gloria a su protagonista, e hizo que sus fieles todavía hoy esperen algun producto suyo como el de sus inicios... algo cuasi imposible, su declive cinematográfico de los últimos años ha sido incipiente; para algun actor como este, del que he sido ferviente seguidor, no le vendría mal que introdujesen la jubilación forzosa en la profesión.

Dolor, entrenamiento, sufrimiento, más entrenamiento, disciplina, y victoria, las claves de cualquier disciplina marcial, y si cabe deportiva, todas ellas se comprenden en el film.