Perros de paja
7.4
23,242
Drama. Thriller
El astrofísico americano David Sumner (Hoffman) se traslada a vivir al pueblo de su mujer, en Gran Bretaña. Es un hombre reservado y tímido que vive absorto en sus investigaciones y procura evitar cualquier disputa. Sin embargo, la violencia de ciertos individuos del pueblo llega a tal extremo que Sumner, situado entre la espada y la pared, reacciona con las mismas armas que sus agresores para defender a su mujer y su hogar... Obra ... [+]
26 de marzo de 2010
26 de marzo de 2010
55 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un lugar en las islas británicas donde la consanguineidad ha hecho estragos. Todos sus habitantes son una pandilla de degenerados. Ellos, una caterva de salidos que en lugar de pensar con la materia gris lo hacen con la materia rosa, la que va por dentro del escroto. Ellas, unas calentorras zorritas que gustan de recibir su merecido, las muy pu... Sarna con gusto no pica, dicen. Pues bien, en tan pintoresco paraje recala una no menos pintoresca pareja formada por un astrofísico americano con pinta de panoli y su atraciva mujercita, oriunda del lugar, para más señas.
Este retrógrado y simplista planteamiento, que al mismísimo Sáenz de Heredia le hubiera parecido anticuado, es sin embargo celebrado mayoritariamente, por lo que veo, como obra de culto por la simple razón de venir firmado por Peckinpah, autor de westerns notables pero también de apologías gratuitas e infumables de la violencia como la cinta que nos ocupa. Donde esté una buena escopeta, que se quite el álgebra, y tira más pelo de coño que carreta de bueyes. Eso por supuesto.
La misoginia del director nunca se reveló tan burda. Presenta a la mujer, en especial al personaje de Susan George como un compendio de tres elementos básicos: poco cerebro, un par de tetas, y una surtida gama de gemidos -o histéricos alaridos, según la ocasión. Hoffman tampoco sale muy bien parado, aunque al final acaba sacando el genio. Como para no ponerse de mala hostia, con el coñazo que dan las gaitas y las risitas del gilipollas caza ratas.
Todo son tópicos y muchas situaciones están tan exageradas que resultan ridículas. El montaje no ayuda demasiado. Su supuesto dinamismo sólo me transmite pomposidad y y efectismo zafio. Y eso que me gusta Peckinpah. Malos y buenos son grotescos, caricaturas de personalidades anormales, en todos los sentidos. El más creíble es el tonto del pueblo, al que Warner presta su habitual cara de pasmado.
Ya lo dice el refrán, el hombre se hace a palos, y la mujer a empujones.
Este retrógrado y simplista planteamiento, que al mismísimo Sáenz de Heredia le hubiera parecido anticuado, es sin embargo celebrado mayoritariamente, por lo que veo, como obra de culto por la simple razón de venir firmado por Peckinpah, autor de westerns notables pero también de apologías gratuitas e infumables de la violencia como la cinta que nos ocupa. Donde esté una buena escopeta, que se quite el álgebra, y tira más pelo de coño que carreta de bueyes. Eso por supuesto.
La misoginia del director nunca se reveló tan burda. Presenta a la mujer, en especial al personaje de Susan George como un compendio de tres elementos básicos: poco cerebro, un par de tetas, y una surtida gama de gemidos -o histéricos alaridos, según la ocasión. Hoffman tampoco sale muy bien parado, aunque al final acaba sacando el genio. Como para no ponerse de mala hostia, con el coñazo que dan las gaitas y las risitas del gilipollas caza ratas.
Todo son tópicos y muchas situaciones están tan exageradas que resultan ridículas. El montaje no ayuda demasiado. Su supuesto dinamismo sólo me transmite pomposidad y y efectismo zafio. Y eso que me gusta Peckinpah. Malos y buenos son grotescos, caricaturas de personalidades anormales, en todos los sentidos. El más creíble es el tonto del pueblo, al que Warner presta su habitual cara de pasmado.
Ya lo dice el refrán, el hombre se hace a palos, y la mujer a empujones.
26 de agosto de 2008
26 de agosto de 2008
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una verdadera pelicula de testosterona , con la que muchos hombres nos podremos sentimos identificados (que no digo que no pueda ser disfrutada por mujeres ni que muchas mujeres también se puedan sentir también identificadas, ni mucho menos). No puedo dejar de acordarme del colegio y de las típicas peleas porque no-se-quién se ha metido con tu madre o te ha dicho no-se-qué; no podías dejar que invadiesen lo que es tuyo, no te podías dejar avasallar. Con el tiempo, las ofensas que nos afectan son distintas y cada vez menos, pero ciertas veces sentimos ese mismo sentimiento y esa necesidad de "marcar tu territorio". Esto es un verdadero análisis de la naturaleza del hombre, de las inseguridades y miedos que realmente llevan a la violencia y son inherentes a la misma (la gente no se pelea porque sí y de repente, la violencia se gesta a través del miedo a una amenaza y son las situaciones límite las que nos llevan a realmente plantar cara a esa amenaza con la decisión y el valor del que está acorralado y no puede escapar).
Por desgracia, podría tomarse como un alegato al derecho a portar armas de fuego o a la violencia como único método para solcionar conflictos, argumentando que las amenazas pueden venir en cualquier momento y de cualquier lado. Sólo espero que nadie extraiga una conclusión tan simplista, pobre y maniqueísta de esta gran obra maestra, de este excelente estudio de la naturaleza humana, de este intenso y atemporal "western" del gran maestro que es Peckinpah.
I love Peckinpah.
Por desgracia, podría tomarse como un alegato al derecho a portar armas de fuego o a la violencia como único método para solcionar conflictos, argumentando que las amenazas pueden venir en cualquier momento y de cualquier lado. Sólo espero que nadie extraiga una conclusión tan simplista, pobre y maniqueísta de esta gran obra maestra, de este excelente estudio de la naturaleza humana, de este intenso y atemporal "western" del gran maestro que es Peckinpah.
I love Peckinpah.
3 de abril de 2014
3 de abril de 2014
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incontestable oda a la violencia de un director que supo mostrarla y manejarla de manera inconfundible para darle un sentido y una justificación a pesar de sus excesos, críticas recibidas e inimitables recreaciones.
Sam Peckinpah consiguió sumergirnos en las profundidades de los instintos humanos más primitivos y salvajes cuyo resultado final es la destrucción por completo de la escasa inocencia que pudieran tener los personajes, así como la propia dignidad y condición humana que nos hace distanciarnos aunque solo sea un poco de cualquier animal de carroña.
La película rezuma en todo momento una tensión que va in crescendo con cada gesto, cada mirada, cada segundo de silencio que bien pudieran ser eternos para quien los sufre. Celos, provocaciones y el siempre presente orgullo son los ingredientes de esta obra y que cuya mezcla da como resultado el sufrimiento, el drama, el abuso, el ridículo y hasta un constante humor de lo más ácido.
Con un final histriónico e irremediablemente brutal en su desenlace, uno puede apreciar la valentía de un trabajo bien hecho e insuperable en su forma y significado. Puro Peckinpah.
Sam Peckinpah consiguió sumergirnos en las profundidades de los instintos humanos más primitivos y salvajes cuyo resultado final es la destrucción por completo de la escasa inocencia que pudieran tener los personajes, así como la propia dignidad y condición humana que nos hace distanciarnos aunque solo sea un poco de cualquier animal de carroña.
La película rezuma en todo momento una tensión que va in crescendo con cada gesto, cada mirada, cada segundo de silencio que bien pudieran ser eternos para quien los sufre. Celos, provocaciones y el siempre presente orgullo son los ingredientes de esta obra y que cuya mezcla da como resultado el sufrimiento, el drama, el abuso, el ridículo y hasta un constante humor de lo más ácido.
Con un final histriónico e irremediablemente brutal en su desenlace, uno puede apreciar la valentía de un trabajo bien hecho e insuperable en su forma y significado. Puro Peckinpah.
12 de enero de 2010
12 de enero de 2010
33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de culto y hay que luchar contra esa visión. Lo que realmente nos ofrece la película es una sucesión de actos inverosímiles e increibles, así como unas actuaciones no pobres, sino confusas. la actriz principal no logra transmitir nada mas que confusión. No se sabe si esta excitada, triste asustada, envalentonada... esto resta mucho a una película que no tiene mucho que ofrecer salvo saber en que momento y contra quién se usará la trampa para osos.
El uso de la música molesta más que inquietar y las motivaciones de los personajes asombra por lo estúpidas y previsibles.
Muy sobrevalorada por quienes creen ver un relato sobre el miedo, la pasión y la naturaleza humana y sus límites.
En su época pudo escandalizar por su violencia pero hoy en día ver a Dustín Hoffmann pegar con un palo queda más falso que un episodio de los Power Rangers
El uso de la música molesta más que inquietar y las motivaciones de los personajes asombra por lo estúpidas y previsibles.
Muy sobrevalorada por quienes creen ver un relato sobre el miedo, la pasión y la naturaleza humana y sus límites.
En su época pudo escandalizar por su violencia pero hoy en día ver a Dustín Hoffmann pegar con un palo queda más falso que un episodio de los Power Rangers
9 de agosto de 2012
9 de agosto de 2012
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película atrapa desde el principio, te sumerge en una atmósfera densa que huele a vileza, abyección, cerveza amarga y sudor rancio. La agresividad latente se puede masticar y augura un desenlace inequívocamente trágico. El ritmo es ágil, supongo que propiciado por un montaje –para unos, acertado, para otros, no tanto, según veo– que ofrece una sucesión rápida, casi violenta, de un plano tras otro. La cámara, además, juega con mucha habilidad. Todo va “in crescendo” y tú ya estás dentro de la historia antes siquiera de poder parpadear. La banda sonora es buena, si bien no siempre me parece que esté insertada de manera adecuada, vamos, que hay momentos de gran tensión en los que la música que acompaña invita a pensar en una campiña bucólica, y eso no me cuadra. No obstante, diría que, en general, “Perros de paja” destila maestría.
Con todo lo anteriormente dicho, y con la salvedad ocasional de la banda sonora, uno se preguntará: ¿y tras tanto halago, por qué racanear a la hora de puntuarla? Pues porque hay algunos puntos en los que la historia, a mi parecer, chirría. Para argumentarlo, creo que es mejor que pasemos al spoiler, donde hablaré de la “ira de los mansos” y de otras cuestiones que no me convencen, aunque no por este orden.
Con todo lo anteriormente dicho, y con la salvedad ocasional de la banda sonora, uno se preguntará: ¿y tras tanto halago, por qué racanear a la hora de puntuarla? Pues porque hay algunos puntos en los que la historia, a mi parecer, chirría. Para argumentarlo, creo que es mejor que pasemos al spoiler, donde hablaré de la “ira de los mansos” y de otras cuestiones que no me convencen, aunque no por este orden.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Empezaré con la escena de la violación doble que, de tanta ambigüedad, una llega a dudar de si es o no una violación. Ahora quiere, ahora no; ahora se defiende, ahora se deja; ahora le rechaza, ahora le acaricia apasionadamente; ahora sufre, ahora disfruta… ¿En qué quedamos? Da la sensación de que el director nos dice: “Que sí, que la violan, pero es que ella es un poco zorra y hasta le gusta”. Una violación es una violación, señores, y pocas ambigüedades caben en ello. Se trata de un acto horrible para la persona que lo sufre, al margen de si a la muchacha le gusta poner caliente al personal enseñando las bragas sin venir a cuento o paseándose en pelotas frente a una ventana donde se apostan un puñado de machos cargados de testosterona. Ser una calientapollas no justifica ser violada, por mucho que, en semejante contexto, sea una invitación a que ocurra algo semejante. Ni siquiera en el caso de que uno de los violadores sea un antiguo amante (¿y qué?, ¿eso da algún derecho o atenúa la situación?) Lo siento pero esto me huele a misoginia galopante, o tal vez a ignorancia.
De ahí pasamos a que ella acaba de ser violada, y él ni se entera. Digo yo que una mujer “recién violada” es una mujer rota, e imagino que debe ser muy difícil no derrumbarse ante el marido que acaba de llegar…
Y por último, la metamorfosis de él (que, por cierto, no sabe nada del tema de la violación), la llamada “ira de los mansos” a la que tanto hay que temer, pues cuando a un hombre pacato, tranquilo y apocado, se le lleva al límite, éste puede explotar y transformarse en una bomba que estalla y saca toda la presión contenida, sin racionalidad alguna. Dicha irracionalidad es la que convierte al manso en alguien tan peligroso, pues no piensa, sólo actúa, movido por un instinto animal que no mide consecuencias. Y eso es lo que no me cuadra en este manso, pues una vez ha explotado, sigue utilizando una mente fría capaz de crear estrategias con el objetivo de defenderse, por ejemplo, poner a calentar agua para utilizarla más tarde contra el enemigo. Yo acepto que el hombre pacífico se vuelva loco y arremeta contra todo, pero no que en semejante trance sea capaz de planificar sus actos.
Todo lo que expongo, a mi entender, convierte a esta película en una obra rodada con oficio y que, sin embargo, me resulta inverosímil.
De ahí pasamos a que ella acaba de ser violada, y él ni se entera. Digo yo que una mujer “recién violada” es una mujer rota, e imagino que debe ser muy difícil no derrumbarse ante el marido que acaba de llegar…
Y por último, la metamorfosis de él (que, por cierto, no sabe nada del tema de la violación), la llamada “ira de los mansos” a la que tanto hay que temer, pues cuando a un hombre pacato, tranquilo y apocado, se le lleva al límite, éste puede explotar y transformarse en una bomba que estalla y saca toda la presión contenida, sin racionalidad alguna. Dicha irracionalidad es la que convierte al manso en alguien tan peligroso, pues no piensa, sólo actúa, movido por un instinto animal que no mide consecuencias. Y eso es lo que no me cuadra en este manso, pues una vez ha explotado, sigue utilizando una mente fría capaz de crear estrategias con el objetivo de defenderse, por ejemplo, poner a calentar agua para utilizarla más tarde contra el enemigo. Yo acepto que el hombre pacífico se vuelva loco y arremeta contra todo, pero no que en semejante trance sea capaz de planificar sus actos.
Todo lo que expongo, a mi entender, convierte a esta película en una obra rodada con oficio y que, sin embargo, me resulta inverosímil.
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