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Besos robados

Romance. Comedia Continúa el ciclo de Antoine Doinel tras "Los cuatrocientos golpes" y "L'amour à vingt ans". El protagonista (Jean-Pierre Léaud), tras ser expulsado del ejército por insubordinación, visita a su antigua novia, Christine (Claude Jade) cuyo padre le encuentra a Antoine un trabajo temporal como vigilante nocturno de un hotel. Sin embargo, por culpa de un detective privado, pierde el empleo el primer día. Para compensarlo, el detective le ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2005
15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer título de la serie de películas que el maestro francés dedicó al personaje de Antoine Doinel, que empezó en 1959 con 'Los cuatrocientos golpes'. El protagonista ya no es el muchacho problemático de aquella, sinó un joven que se busca la vida como mejor puede (de soldado a detective) pero al que su atracción por todo lo bonito que lleve faldas acaba trayendole problemas.

La mejor comedia de su director donde el humor no lo provocan situaciones retorcidas o momentos ridículos sinó que nace de la propia cotidianidad de los personajes y de las cosas más sencillas. La sencillez con la que Truffaut trata momentos y personajes es ejemplar.
Quirite
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7 de febrero de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
043/05(04/02/10) Nostálgica comedia romántica con el inquebrantable sello Truffaut, una historia que toma por tercera vez al problemático Antoine Doinel (brillante Jean Pierre Leaud en los tres films, actor fetiche de Truffaut), primero fue en ‘Los 400 golpes’, la segunda en el corto ‘L'amour à vingt ans’, incrustado en la cinta ‘L'amour à 20 ans’, y nueve años después de la primera llegamos a esta ‘Besos robados’. En esta tercera comienza con que a este despreocupado y nihilista joven lo han expulsado del ejército, encuentra trabajo en un hotel, del que despiden tras un altercado por un detective, este detective en compensación lo coloca en la agencia detectivesca, donde realiza trabajos de seguimiento e indagaciones, mientras realiza uno en una zapatería se enamora de la deliciosa esposa del dueño Fabienne Tabard (Delphine Seyrig). La cinta se desenvuelve en un clima naif, donde los personajes desprenden superficialidad, presentándonos a toda una galería de personajes excéntricos, donde su tono ligero transmite un humor elegante, en medio de situaciones divertidas refinadas, entiendo yo que queriendo acercarse al estilo exquisito del maestro Lubitsch, donde el romanticismo lo impregna todo, empezando por su enamoradizo protagonista, un inseguro que busca su lugar en el mundo mientras los picores sexuales propios de su juventud le salen a flote. La película posee escenas de un delicadeza dulce, donde los gestos y las miradas denotan ternura, con diálogos brillantes, destacando dos, uno cuando Doinel describe por teléfono a Fabian, maravilloso, el otro cuando Fabian le explica a Doinel la diferencia entre cortesía y tacto, colosal, propio del mejor Lubitsch. Hay una secuencia innecesaria, propia de los dibujos animados pero que a la vez queda muy graciosa, es la de la carta dirigiéndose por un entramado de laberínticas tuberías subterráneas por París hacia su destino, no encaja con la historia pero no estorba. Recomendable obra a los que gusten de buenas comedias románticas. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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22 de abril de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truffaut decidió resucitar a su “alter ego” Antoine Doinel apoyándose en la base de su talento y su naturaleza de autor, el realismo al estilo Renoir, centrado en los pequeños acontecimientos de la vida diaria y en personajes auténticos llenos de vida. Doinel ha crecido y es un joven adulto algo marginal, que se ha adaptado mal a la sociedad. Apenas liberado de la mili, asistimos a sus aventuras y desventuras en el trabajo, el amor y las relaciones sociales, el argumento es simple y lineal, dejando mucho espacio para la improvisación y los detalles autobiográficos de su autor. Truffaut utilizará a menudo este método de “verificación a través de la realidad” para darle consistencia y autenticidad a sus recuerdos.

El rodaje de “Besos robados” (precioso y romántico título), es uno de los periodos más excitantes de la vida de Truffaut, tras ser destituido en febrero el amigo y director de la Cinemateca Francesa, Henri Langlois por una oscura maniobra de André Malraux, entonces Ministro de Cultura, Truffaut encabeza una protesta contra una maniobra que pretende recortar las libertades, nos acercamos a Mayo del 68, Francia sufrirá una revolución cultural y de protesta social contra el régimen autoritario de Charles De Gaulle. Truffaut encabeza una insurrección que afecta al Festival de Cannes de aquel año, dividiendo su tiempo con el rodaje de esta película.

Hasta “Besos robados” su cine seguía los pasos de una modernidad que él había ayudado a imponer, una modernidad prudente, moderada, bajo la influencia de los maestros. Esta película, marca el regreso, sorprendente, a la tradición francesa del vodevil popular, defendido con las actuaciones de los numerosos intérpretes que se reparten los primeros y segundos papeles, pintorescos y truculentos. En esta película Michael Lonsdale y Delphine Seyrig componen unos personajes inolvidables, imprescindibles para el encanto de la película. La mejor comedia de Truffaut, en mi opinión, por la frescura de sus imágenes, por su cotidianidad auténticamente nostálgica y real. Las escenas de amor están llenas de ternura, autenticidad y belleza.
Antonio Morales
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8 de septiembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Besos Robados Truffaut vuelve a interesarse por el destino de su predilecto Antoine Doinel, eterno Jean-Pierre Léaud. El alter ego del director ya es todo un hombre, aunque en el fondo siga siendo el mismo adolescente rebelde, idealista e inmaduro de siempre. Expulsado del ejército, Antoine ejercerá de vigilante nocturno, detective privado, dependiente encubierto y técnico de servicio. Tampoco sus amoríos permanecerán estables, entre la esquivadiza Christine (Claude Jade) y una idealizada Delphine Seyrig cuyas infidelidades a su marido (Michael Lonsdale) emulan a las de El lirio del valle de Balzac. Así, la historia del film es un continuo ir y venir de vivencias y contradicciones en las que trata de encajar un protagonista patoso pero encantador en su inocencia. Al éxito del film contribuyó sin duda la maravillosa partitura de Antoine Duhamel, con el que Truffat volvería a contar para La sirena del Mississippi y Domicilio Conyugal.

A pesar de que algunos consideran que la situación política de Mayo del 68 quedó reflejada en la película, Besos Robados es un film sin excesivas pretensiones, aunque ahí queda el homenaje a Henri Langlois, apartado por el gobierno de De Gaulle de la Cinémathèque Francesa. Truffaut rueda el devenir de su protagonista como una serie de situaciones inconexas que van de lo cotidiano al surrealismo, Antoine frente al espejo, las tostadas del desayuno o un imaginario sistema de correo subterráneo. Pero detrás de esta aparente insustancialidad hay una incuestionable ternura, la del amor entendido como algo inestable, volátil, la eterna nostalgia a la que se refiere la canción de Charles Trenet que abre y cierra la película. Y a tenor del perseguidor de Christine, nunca se es lo suficientemente adulto para no volverse loco por alguien. No cabe duda de que detrás de la cámara de Truffaut había un romántico empedernido.
Keichi
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20 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa apología de la dulce inconsciencia de la juventud, de su inocencia en camino de ser perdida, con el mundo entero como escenario por descubrir , el amor por encontrar y la urgencia por vivir.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kikonazo
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