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7.2
6,709
8
20 de marzo de 2018
20 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa apología de la dulce inconsciencia de la juventud, de su inocencia en camino de ser perdida, con el mundo entero como escenario por descubrir , el amor por encontrar y la urgencia por vivir.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película arranca con un Doinel al que ya se le ha aplicado la disciplina como terapia de castigo e intento vano de encauzamiento social. El niño que acaba corriendo en "Los 400 golpes" buscando una identidad y una vida que no le termina de llegar, ya ha experimentado el primer amor no correspondido que le hace abandonar esa idea platónica de las relaciones que no viene a ser más que un ideal en su mente de adolescente.
Sus años en el ejército no le han desprovisto de su prisa por vivir, su naturalida y espontaneidad ni de su ansia de libertad.
Así, como un perro que se escapa de la perrera, se lanza corriendo a la vida en busca del placer en las calles de París, encontrando el amor falso y efímero que le proporcionan las prostituras.
Y después...Después toca buscar un lugar en el mundo, un hogar, un amor quizás. Doinel todavía no sabe lo que busca, y mucho menos lo que va a encontrar.
De un modo cómico cuenta sus andanzas en diferentes trabajos, donde su singular personalidad no hará más que complicarle cualquier situación.
Y de fondo Christine, el amor que en un principio le eludirá, pero que acabará encontrando dando lugar a la escena más emotiva de la película, cuando después de acudir a su casa como reparador de Tv, se produce el esperado encuentro entre los dos, en un desayuno en el que las palabras entre ambos sobran, porque basta con las miradas que se cruzan para saber que la relación entre los dos ya está en marcha. Aquí las carreras de Doinel terminan al menos durante un tiempo, porque ha comenzado el simulacro de la relación conyugal.
Otra escena que perdurará en mi retina hasta el final de los tiempos es la de un Doinel que mira delante del espejo repitiendo su nombre, el de Christine y el de la señora Fabienne Tabard hasta la exasperación, en un intento de dar sentido a esos nombres que son sólo palabras que no alacanzan el significado pleno que tienen dentro de la cabeza del protagonista, y que parece no reconocer su propia imagen en el espejo
Sus años en el ejército no le han desprovisto de su prisa por vivir, su naturalida y espontaneidad ni de su ansia de libertad.
Así, como un perro que se escapa de la perrera, se lanza corriendo a la vida en busca del placer en las calles de París, encontrando el amor falso y efímero que le proporcionan las prostituras.
Y después...Después toca buscar un lugar en el mundo, un hogar, un amor quizás. Doinel todavía no sabe lo que busca, y mucho menos lo que va a encontrar.
De un modo cómico cuenta sus andanzas en diferentes trabajos, donde su singular personalidad no hará más que complicarle cualquier situación.
Y de fondo Christine, el amor que en un principio le eludirá, pero que acabará encontrando dando lugar a la escena más emotiva de la película, cuando después de acudir a su casa como reparador de Tv, se produce el esperado encuentro entre los dos, en un desayuno en el que las palabras entre ambos sobran, porque basta con las miradas que se cruzan para saber que la relación entre los dos ya está en marcha. Aquí las carreras de Doinel terminan al menos durante un tiempo, porque ha comenzado el simulacro de la relación conyugal.
Otra escena que perdurará en mi retina hasta el final de los tiempos es la de un Doinel que mira delante del espejo repitiendo su nombre, el de Christine y el de la señora Fabienne Tabard hasta la exasperación, en un intento de dar sentido a esos nombres que son sólo palabras que no alacanzan el significado pleno que tienen dentro de la cabeza del protagonista, y que parece no reconocer su propia imagen en el espejo
7
20 de marzo de 2018
20 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película que nos muestra el auge y el decaimiento del subgénero musical del Glam Rock, que tuvo su epicentro en la Inglaterra de principios de los 70.
El proyecto original iba destinado a ser una biopic sobre la etapa glam de David Bowie, pero por desacuerdo con el músico británico, el director tuvo que recurrir a personajes ficticios pero basados claramente no sólo en el propio Bowie, sino también en otros músicos del movimiento como Igyy Pop.
Quizás porque se desestimó la idea de biopic, se eacerca al movimiento con total libertad, no teniendo la atadura de contar los hechos tal como sucedieron, y haciendo una interpretación libre de lo acontecido en aquella época.
El resultado es una película por momentos muy onírica, tanto en sus imágenes como en su argumento, como sobre todo musical. La producción salva el impedimento de no poder contar con la música original de Bowie con la creación ex profeso de una banda sonora formada por dos supergrupos de músicos de la época del rodaje, dando como resultado una "imitación" del estilo de Bowie en la época de "Ziggy" impecable.
Reflexión sobre el alcance de la cima del éxito y el derrumbe en el mundo musical, con una recreación preciosista del ambiente y los vestuarios. El guión en sí toma tintes surrealistas en ocasiones, pero logra empapar al espectador en un ambiente de sexo drogas y rock and roll que bien podría tratarse de cualquiera de los subgnéneros de la música pop surgidos desde los 60.
El proyecto original iba destinado a ser una biopic sobre la etapa glam de David Bowie, pero por desacuerdo con el músico británico, el director tuvo que recurrir a personajes ficticios pero basados claramente no sólo en el propio Bowie, sino también en otros músicos del movimiento como Igyy Pop.
Quizás porque se desestimó la idea de biopic, se eacerca al movimiento con total libertad, no teniendo la atadura de contar los hechos tal como sucedieron, y haciendo una interpretación libre de lo acontecido en aquella época.
El resultado es una película por momentos muy onírica, tanto en sus imágenes como en su argumento, como sobre todo musical. La producción salva el impedimento de no poder contar con la música original de Bowie con la creación ex profeso de una banda sonora formada por dos supergrupos de músicos de la época del rodaje, dando como resultado una "imitación" del estilo de Bowie en la época de "Ziggy" impecable.
Reflexión sobre el alcance de la cima del éxito y el derrumbe en el mundo musical, con una recreación preciosista del ambiente y los vestuarios. El guión en sí toma tintes surrealistas en ocasiones, pero logra empapar al espectador en un ambiente de sexo drogas y rock and roll que bien podría tratarse de cualquiera de los subgnéneros de la música pop surgidos desde los 60.

6.8
19,258
7
19 de marzo de 2018
19 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso título de Scorsese que he tenido la suerte de ver después de haber visto la mayoría de sus películas, y tener la satisfacción de descubrir como fueron los comienzos de unos de los directores que más admiro.
Para los amantes del cine de Scorsese, encontrarán en Malas Calles detalles que posteriormente marcarán el estilo de la mayor parte de su carrera. Por ejemplo en lo relativo a la temática, ya que nos muestra una serie de personajes de origen italo americano que se mueven al margen de la Ley en Nueva York, con la mafia de fondo (sin ser específicamente una película sobre la mafia) y el dinero y la escala social como objetivo.
Otro detalle que nos brinda esta película, y que Scorsese tomará como parte indispensable en sus obras posteriores, es la importancia de la música a la hora de montar las escenas. Aquí como en otras películas no hay situaciones en las que se nos muestra una actuación en directo, pero la banda sonora es constante y suponen un atractivo más. Quizás en este aspecto, desde mi punto de vista, se nota el principio del director, ya que no logra en el montaje que la música se acople perfectamente en cada escena, quedando en ocasiones un poco en desincronización.
Y otro aspecto más de lo que será su estilo, y para mí lo más destacable, es el efecto que logra con el movimiento de la cámara. Scorsese logra a través de los planos que el espectador se convierta en un personaje más dentro de la película. Así podemos recorrer junto a los protagonistas las calles, siendo testigos de cada escena como si de una situación de la vida cotidiana se tratara, y que más de 40 años después del rodaje, la película quede como un documento precioso de la agitación de las calles y del constante hormigueo de personajes de aquél Nueva York de los años 70.
Además, el buen trabajo de sus actores contribuyen a una sensación de frescura y naturalidad en cada secuencia.
Muy recomendable.
Para los amantes del cine de Scorsese, encontrarán en Malas Calles detalles que posteriormente marcarán el estilo de la mayor parte de su carrera. Por ejemplo en lo relativo a la temática, ya que nos muestra una serie de personajes de origen italo americano que se mueven al margen de la Ley en Nueva York, con la mafia de fondo (sin ser específicamente una película sobre la mafia) y el dinero y la escala social como objetivo.
Otro detalle que nos brinda esta película, y que Scorsese tomará como parte indispensable en sus obras posteriores, es la importancia de la música a la hora de montar las escenas. Aquí como en otras películas no hay situaciones en las que se nos muestra una actuación en directo, pero la banda sonora es constante y suponen un atractivo más. Quizás en este aspecto, desde mi punto de vista, se nota el principio del director, ya que no logra en el montaje que la música se acople perfectamente en cada escena, quedando en ocasiones un poco en desincronización.
Y otro aspecto más de lo que será su estilo, y para mí lo más destacable, es el efecto que logra con el movimiento de la cámara. Scorsese logra a través de los planos que el espectador se convierta en un personaje más dentro de la película. Así podemos recorrer junto a los protagonistas las calles, siendo testigos de cada escena como si de una situación de la vida cotidiana se tratara, y que más de 40 años después del rodaje, la película quede como un documento precioso de la agitación de las calles y del constante hormigueo de personajes de aquél Nueva York de los años 70.
Además, el buen trabajo de sus actores contribuyen a una sensación de frescura y naturalidad en cada secuencia.
Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y bueno, en esta zona dedicada a los que ya han visto la película ( o no la han visto pero no les importa que les adelanten sucesos), me gustaría comentar un par de cosas en relación al argumento.
En primer lugar, que la situación del trío formado por Keitel, De Niro y Amy Robinson me recuerda a otro trío de una película muy posterior, a la formada por Sean Penn, Gary Oldman y Robin Wright en El Clan de los Irlandeses. De hecho creo que queda bastante patente que esta segunda película está más que inspirada en Malas calles. El chico de barrio que tiene la capacidad para ser fuerte y ver la totalidad de la situación que le rodea (Hervey Keitel y Penn), el amigo loco e imprevisible que es víctima absoluta del ambiente de las malas calles, y que sabes que jamás saldrá bien de todo ello (De Niro y Oldman), y la prima/ hermana de este último (Robinson y Wright) que está enamorada del primero, aunque sabe que su amor sólo funcionará fuera del ambiente de esas malas calles, aunque esto será una quimera.
La otra cosa que me gustaría comentar es, en relación a la naturalidad de los actores y las situaciones que comentaba antes, la escena en la que Keitel y Robinson tienen un momento de intimidad en la habitación de un hotel. Me recuerda y mucho a la famosa escena entre Belmondo y Jean Seberg en Al final de la escapada. En general toda la película muestra un ritmo nervioso, casi de improvisación, que en buena parte me recuerdan a Godard y en general a buena parte de la filmografía de la nouvelle vague.
Y bueno, para terminar, comentar la satisfacción que me ha dado en mitad de la película, ver a la encantadora y entrañable madre del director. Fabulosa como siempre aunque solo sean unos segundos.
En primer lugar, que la situación del trío formado por Keitel, De Niro y Amy Robinson me recuerda a otro trío de una película muy posterior, a la formada por Sean Penn, Gary Oldman y Robin Wright en El Clan de los Irlandeses. De hecho creo que queda bastante patente que esta segunda película está más que inspirada en Malas calles. El chico de barrio que tiene la capacidad para ser fuerte y ver la totalidad de la situación que le rodea (Hervey Keitel y Penn), el amigo loco e imprevisible que es víctima absoluta del ambiente de las malas calles, y que sabes que jamás saldrá bien de todo ello (De Niro y Oldman), y la prima/ hermana de este último (Robinson y Wright) que está enamorada del primero, aunque sabe que su amor sólo funcionará fuera del ambiente de esas malas calles, aunque esto será una quimera.
La otra cosa que me gustaría comentar es, en relación a la naturalidad de los actores y las situaciones que comentaba antes, la escena en la que Keitel y Robinson tienen un momento de intimidad en la habitación de un hotel. Me recuerda y mucho a la famosa escena entre Belmondo y Jean Seberg en Al final de la escapada. En general toda la película muestra un ritmo nervioso, casi de improvisación, que en buena parte me recuerdan a Godard y en general a buena parte de la filmografía de la nouvelle vague.
Y bueno, para terminar, comentar la satisfacción que me ha dado en mitad de la película, ver a la encantadora y entrañable madre del director. Fabulosa como siempre aunque solo sean unos segundos.
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