¡Bruja, más que bruja!
27 de enero de 2021
27 de enero de 2021
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18/18(17/01/21) Jocosa astracanada es este film de culto escrito, dirigido y protagonizado por el gran Fernando Fernán Gómez, guionizada en colaboración con Pedro Beltrán (“El extraño viaje” o “Mambrú se fue a la guerra”, la idea era confeccionar una zarzuela que fuera a la vez la escandalosa refutación de todo el género chico, riéndose a la vez de la España Negra mediante la caricaturización de un suceso real (spoiler) y de los musicales, ello haciendo que con letra de los guionistas de vez en cuando los protagonistas se arranquen a cantar en exagerado playback (los gorjeos de la Cohen en una escena son apoteósica prueba de ello) compuesto por Carmelo Bernaola, donde la rima se amontona de modo risible en su descripción de lo que ocurre. Mezclando géneros como es la comedia negra, el drama, y el musical, Fernán-Gómez explicó sobre su película: “Pensé que quedaría muy cómico rodar una película como el neorrealismo italiano, pero en el que la gente cantara de manera tan lírica y ridícula como en la zarzuela. Un musical absolutamente contrario a los norteamericanos”. Destaca por ser la primera ocasión en que Fernán Gómez dirigía para la gran pantalla a quien fuera su pareja, Emma Cohen, tras colaborar conjuntamente en los trabajos para Televisión Española Juan Soldado (1973) y El Pícaro (1974).
Teniendo como eje uno de los mantras del cineasta nacido en Lima como es la deconstrucción de la institución marital, en este caso una historia con efluvios a “El cartero siempre llama dos veces”, sobre un triángulo amoroso donde se mezclan avaricia, celos, infidelidades, embarazos y brujería, teniendo como telón de fondo la España rural, rodada en el post-franquismo esta casa y pueblo son epítome de la España atrasada, la que cree en supercherías, la cainita, la endogámica, la reprimida sexualmente. Desarrollándose de modo inteligente una historia muy sencilla, con toques de humor ingeniosos e imaginativos (ejemplo esa noche con el burro rebuznando a modo de pulsión sexual en la casa, o las escenas de sexo sobre los sacos de harina, con los golpes de polvo estallando a cada empujón fornicador).
Todo enaltecido por unos protagonistas iluminados como son un gran Fernán Gómez como Justino, el hombre mayor casado con una joven, y que no se entera de lo que pasa a su alrededor; Francisco Algora como Juan, el gañán sobrino celoso; una gran Emma Cohen como Mariana, la adúltera joven mencionada; Estela Delgado como Rufa, la áspera criada de la casa que todo lo sabe; y sobre todo una roba escenas Mary Santpere como Tía Larga, sensacional como la ‘bruja’ y alcahueta del título, radiante en su guiñolesco rol cercano a Doña Rogelia.
Como debe, se le puede achacar que va perdiendo fuelle conforme avanza, y eso que no dura mucho, no llega a la hora y media. Estancándose un tanto en su tramo central.
Rodada principalmente en el pueblo de Ledanca, Guadalajara, se localizan varias de las escenas exteriores, así como la plaza, calles adyacentes y el interior de la iglesia, existen localizaciones en el pueblo de Almadrones, Guadalajara, como son el exterior de la iglesia y la escena final con la banda de música. Esto filtrado por la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) que con tonos ocres transmite ese ambiente rural del campo.
«Pensábamos que podía funcionar como melodrama rural tradicional y como una parodia del mismo», comentaba Pedro Beltrán. «Era una acumulación de grosería, desfachatez y zafiedad... Se trata de esperpento puro», zanjaba Beltrán. Juan José Daza, el productor de todo esto, recuerda la primera vez que oyó hablar del proyecto: «Fernando me comentó que venía dándole vueltas a una producción muy loca para la que no encontraba nadie que le prestara dinero. Me pareció una provocación». Daza, que se dedicaba a la exhibición, no se lo pensó dos veces y puso sobre la mesa lo que, más o menos, hacía falta. Con 12 millones de pesetas se apañaron cuatro semanas de rodaje. En taquilla, no fue ni bien ni mal. «Cubrimos gastos», recuerda Daza tras admitir que le costó vender la película: «Los que esperaban una zarzuela al uso se iban escandalizados y los que buscaban otra cosa más intelectual no acertaban a ver más que una zarzuela». De hecho, de las 23 películas que ha firmado Fernán-Gómez, sólo La vida por delante (1958), La venganza de Don Mendo (1961) y Mi hija Hildegart (1977) han resultado rentables. Cuenta el productor que el 10% del presupuesto se lo llevó la escena final: una orquesta en mitad de la nada que interpreta la música de Carmelo Bernaola. La idea era que esta secuencia cerrara un arco figurado que había tenido su presentación justo al inicio de la película. Esta escena perdida (no se llegó a rodar por demasiado costosa) colocaba a los intérpretes en un teatro abarrotado y con el público en pie. Se trataba de poner en primer plano el carácter de representación de la propia representación de lo que iba a contemplar el espectador.
A destacar en lo referente a la puesta en escena la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) captando la esencia del medio rural, de sus campos, sus casonas, sus patios, el blanco de la cal de las fachadas, buen trabajo.
Me queda un degustable film, original y con buenos momentos, enaltecidos por las actuaciones. Fuerza y honor!!!
Teniendo como eje uno de los mantras del cineasta nacido en Lima como es la deconstrucción de la institución marital, en este caso una historia con efluvios a “El cartero siempre llama dos veces”, sobre un triángulo amoroso donde se mezclan avaricia, celos, infidelidades, embarazos y brujería, teniendo como telón de fondo la España rural, rodada en el post-franquismo esta casa y pueblo son epítome de la España atrasada, la que cree en supercherías, la cainita, la endogámica, la reprimida sexualmente. Desarrollándose de modo inteligente una historia muy sencilla, con toques de humor ingeniosos e imaginativos (ejemplo esa noche con el burro rebuznando a modo de pulsión sexual en la casa, o las escenas de sexo sobre los sacos de harina, con los golpes de polvo estallando a cada empujón fornicador).
Todo enaltecido por unos protagonistas iluminados como son un gran Fernán Gómez como Justino, el hombre mayor casado con una joven, y que no se entera de lo que pasa a su alrededor; Francisco Algora como Juan, el gañán sobrino celoso; una gran Emma Cohen como Mariana, la adúltera joven mencionada; Estela Delgado como Rufa, la áspera criada de la casa que todo lo sabe; y sobre todo una roba escenas Mary Santpere como Tía Larga, sensacional como la ‘bruja’ y alcahueta del título, radiante en su guiñolesco rol cercano a Doña Rogelia.
Como debe, se le puede achacar que va perdiendo fuelle conforme avanza, y eso que no dura mucho, no llega a la hora y media. Estancándose un tanto en su tramo central.
Rodada principalmente en el pueblo de Ledanca, Guadalajara, se localizan varias de las escenas exteriores, así como la plaza, calles adyacentes y el interior de la iglesia, existen localizaciones en el pueblo de Almadrones, Guadalajara, como son el exterior de la iglesia y la escena final con la banda de música. Esto filtrado por la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) que con tonos ocres transmite ese ambiente rural del campo.
«Pensábamos que podía funcionar como melodrama rural tradicional y como una parodia del mismo», comentaba Pedro Beltrán. «Era una acumulación de grosería, desfachatez y zafiedad... Se trata de esperpento puro», zanjaba Beltrán. Juan José Daza, el productor de todo esto, recuerda la primera vez que oyó hablar del proyecto: «Fernando me comentó que venía dándole vueltas a una producción muy loca para la que no encontraba nadie que le prestara dinero. Me pareció una provocación». Daza, que se dedicaba a la exhibición, no se lo pensó dos veces y puso sobre la mesa lo que, más o menos, hacía falta. Con 12 millones de pesetas se apañaron cuatro semanas de rodaje. En taquilla, no fue ni bien ni mal. «Cubrimos gastos», recuerda Daza tras admitir que le costó vender la película: «Los que esperaban una zarzuela al uso se iban escandalizados y los que buscaban otra cosa más intelectual no acertaban a ver más que una zarzuela». De hecho, de las 23 películas que ha firmado Fernán-Gómez, sólo La vida por delante (1958), La venganza de Don Mendo (1961) y Mi hija Hildegart (1977) han resultado rentables. Cuenta el productor que el 10% del presupuesto se lo llevó la escena final: una orquesta en mitad de la nada que interpreta la música de Carmelo Bernaola. La idea era que esta secuencia cerrara un arco figurado que había tenido su presentación justo al inicio de la película. Esta escena perdida (no se llegó a rodar por demasiado costosa) colocaba a los intérpretes en un teatro abarrotado y con el público en pie. Se trataba de poner en primer plano el carácter de representación de la propia representación de lo que iba a contemplar el espectador.
A destacar en lo referente a la puesta en escena la cinematografía de Leopoldo Villaseñor (“Jamón, Jamón” o “Tacones lejanos”) captando la esencia del medio rural, de sus campos, sus casonas, sus patios, el blanco de la cal de las fachadas, buen trabajo.
Me queda un degustable film, original y con buenos momentos, enaltecidos por las actuaciones. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
PD. Un sobrino mata a su tío para casarse con su pretendida y luego alega que la culpa es de la hechicera del pueblo, es una historia real, Fernando Fernán Gómez la sacó de los titulares de un periódico.
27 de agosto de 2022
27 de agosto de 2022
0 de -1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven cateto de pueblo (Francisco Algora) se marcha a hacer la mili, dejando a su novia( Enma Cohen) y pidiéndole que lo esperara hasta que volviera, pero ésta no hace caso y se casa con el tío( Fernando Fernán Gómez) de su novio, bastante mayor que ella, pero rico y cacique del pueblo. Al volver el novio de la mili al pueblo, acuerda con su exnovia eliminar a su tío con la ayuda de una bruja del pueblo (Mary Santpere)para poder quedarse con su chica, la que por cierto está embarazada del joven. La película es también de género musical, en concreto zarzuelístico y operistico, con escenas de canto muy cómicas por parte de los personajes. Reseñar la escena de los burros, que provocan la excitacion sexual, la de los sacos echando polvo cuando hacen el amor, la de la sirvienta auto flagelándose, etc etc. Gran papel de la sirvienta del cazique, en su rol de mujer devota y abnegada cristiana. También de la bruja, así cómo de Enma Cohen y Francisco Algora. Neorrealismo italiano en estado puro…Mención especial a Carmelo Bernaola ( El Pícaro) por la música …
26 de noviembre de 2017
26 de noviembre de 2017
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando Fernán Gómez acumuló una abundante filmografía como director, en la que los grandes aciertos (El extraño viaje, Mi hija Hildegart, Viaje a ninguna parte) se codean con enormes disparates alimenticios (Los palomos, Mayores con reparos, La querida). ¡Bruja, más que bruja! se considera una película maldita, ausente de las pantallas durante muchos años, y no es de extrañar. He leído críticas que la califican de desternillante, rompedora, osada y no sé cuántas tonterías más. Es posible que yo esté equivocado, una vez más. El realizador intenta componer una comedia bufa sobre la España profunda en la que mezcla caspa, zarzuela, brujería y drama rural. El resultado es estomagante. El cuadro actoral compite en incompetencia y torpeza. Baste decir que el miembro, con perdón, que sale mejor parado es Mary Santpere, en una divertida pero contenida interpretación. Francisco Algora pone cara de pasmado todo el rato, Fernán Gómez se ríe hasta de su sombra, y los demás hacen lo que pueden. Parece rodada por un principiante, tal vez a propósito, los diálogos son ridículos y las situaciones más tópicas que la bombilla de Raphael.
Nos queda Emma Cohen, nuestra querida musa, con sus preciosos ojos, sus preciosos pechos y su precioso talento echado a perder por culpa del repulsivo sátiro. Francamente, aunque no nos brinda una gran interpretación, es lo mejor de la película.
Para coleccionistas compulsivos del pelirrojo malhablado.
Nos queda Emma Cohen, nuestra querida musa, con sus preciosos ojos, sus preciosos pechos y su precioso talento echado a perder por culpa del repulsivo sátiro. Francamente, aunque no nos brinda una gran interpretación, es lo mejor de la película.
Para coleccionistas compulsivos del pelirrojo malhablado.
30 de mayo de 2017
30 de mayo de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás la mejor película de Fernando Fernán Gómez junto a "El viaje a ninguna parte". Sagaz e inteligente, esta tragicomedia hilarante trata de explicar qué es España, sin nada que envidiar a las mejores obras de Berlanga. Algora, Cohen y Gómez se bastan para crear una película entre ellos. Sus voces, ya lejanas -siempre en el recuerdo-, miradas y acciones, componen una película llena de sarcamos carente de la pretensión de otros directores contemporáneos por contarnos lo mismo. Divertida.
30 de agosto de 2020
30 de agosto de 2020
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Recomendable para rastreadores de rarezas.
Su extravagancia puede que haga gracia sólo a unos pocos, yo me quedo con una impecable fotografía que refleja como pocas veces ese ambiente rural que ya pertenece al pasado y con disfrutar de un reparto (Fernán-Gómez, Cohen , Algora, Sant-Pere) que nos remite a otra época y otros modos de interpretar y hacer cine que ya se ven muy lejanos.
Las escenas musicales son discutibles y responden a un tipo de comicidad que hoy en día no cala en el público, aunque hay un momento con Emma Cohen lanzando gorgoritos zarzueleros interrumpida por el cacareo de las gallinas que es realmente tronchante.
Su extravagancia puede que haga gracia sólo a unos pocos, yo me quedo con una impecable fotografía que refleja como pocas veces ese ambiente rural que ya pertenece al pasado y con disfrutar de un reparto (Fernán-Gómez, Cohen , Algora, Sant-Pere) que nos remite a otra época y otros modos de interpretar y hacer cine que ya se ven muy lejanos.
Las escenas musicales son discutibles y responden a un tipo de comicidad que hoy en día no cala en el público, aunque hay un momento con Emma Cohen lanzando gorgoritos zarzueleros interrumpida por el cacareo de las gallinas que es realmente tronchante.
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