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¡Bruja, más que bruja!

Comedia. Drama. Musical En un pequeño pueblo, un joven gañán quiere matar a su tío para disfrutar alegremente con su joven viuda. Pero, para su desgracia, busca la complicidad de una bruja embustera. (FILMAFFINITY)
Críticas 18
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7
20 de septiembre de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Sátira de Fernán Gómez con piezas musicales sobre los intereses del amor y el dinero con un marcado tono picaresco. La composición del melodrama es tan simple como productiva y se reparte en esencia entre cuatro personajes: el Tío Justino (Fernando Fernán Gómez), hombre ya de una cierta edad que pasa por ser la persona más rica del pueblo; Mariana (Emma Cohen) la joven casadera; Juan (Francisco Algora) el gañán recién licenciado del servicio militar y Tía Larga (Mary Santpere), bruja de profesión, embustera por vocación. El argumento lo sustenta, con dimes y diretes, en las distintas formas de beneficio tras conseguir algo pretendido. Una lectura sacada desde la absoluta jocosidad y sin concepto de denuncia, pero no muy alejada de los estándares buscados en muchos ámbitos de la vida real. El primero consigue la admiración de sus adláteres, la segunda la estabilidad y la posición buscada, el tercero el objeto de deseo y la última en cuestión, el vil metal.
La comedia, revestida en la España más mísera y profunda, entona habladurías y acusaciones a través de canciones y una puesta en escena más propia del musical que de la estricta comedia. Sin embargo, no por raras en su ubicación se hacen menos vistosas ni menos descriptivas de la situación puntual, al contrario, subrayan la condición del entorno y de quienes lo protagonizan. Teniendo en todo momento en la memoria presente el reflejo de 'La Celestina', por la mezcla de géneros y de fantasía y realidad, por rebelde para con su propio estilo, por estar llena de contrasentidos, es toda ella inusual, incluso hasta para su época, también por no andarse con remilgos, lo que no impide la función que busca (reír) y seguir admirando la multifuncionalidad, siempre con maestría, de ese genio de las artes escénicas que ya se fue llamado, Fernando Fernán-Gómez.
3
21 de noviembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Es como lo de Larra, Mariano José, que ponía de vuelta y media a esta España nuestra si se terciaba pero, bizarro, se batía con denuedo de todas las formas posibles si venía un extranjero a faltarnos el respeto. Así, defensor a capa y espada de Fernán Gómez y de sus circunstancias, admirador del actor, del director y del escribiente, ávido degustador de La Puerta del Sol, El vendedor de naranjas o El viaje a ninguna parte, no me queda otra ante una revisión que no ha podido ser completa de ¡BRUJA, MÁS QUE BRUJA! sino decir, lastimado, que no encuentro siquiera la sombra del gigante en este juguete de poca monta.
Muy falta, a mi juicio, esta historia. A caballo entre la zarzuela y el sainete, con algo de destape y las sobras de don Mendo, apenas hay nada en la película que no espante.
¡A la mier...!
6
Fernando Fernán Gómez., uno de los artistas más polifacéticos, geniales y multidisciplinares de nuestra cultura, que había firmado obras maestras imperecederas del cine europeo como “El mundo sigue” o “El extraño viaje”, estrena con la libertad desprejuiciada propia de la mejor década de la historia del cine, la de 1970, un auténtico disparate inclasificable, inaudito, inimitable y que no tienen parangón en nuestro cine, salvo con la posterior “Amanece que no es poco” de José Luis Cuerda, con cuyo humor surrealista coincide en numerosos aspectos.

Realmente, la idea de partida es terriblemente peregrina: contar un relato con ciertos tintes neorrealistas en un ambiente rural profundo y salpicarlo de situaciones esperpénticas, surrealistas y, lo que es aún más osado, canciones de zarzuela y opereta creando el musical más iconoclasta que se haya visto y que gira sobre los temas atávicos más propios del género como el amor imposible, el sexo, la sangre, la religión, las supersticiones y la muerte.

Semejante mejunje, con un guión firmado por el propio Fernando Fernán Gómez y Pedro Beltrán, no deja de ser una astracanada excesiva e increíble, no sólo cuando sus garrulos personajes comienzan a cantar con voces líricas, para relatar durante 92 minutos la historia del cacique de un remoto pueblo en 1950, el cual aprovecha que su sobrino se ha ido a hacer la mili para casarse con su novia, mucho más joven que el terrateniente. Cuando el sobrino vuelve de la mili y conoce la noticia, ambos jóvenes tratarán de buscar una salida a semejante situación recurriendo para ello a una bruja y a escondidas de la beata sirvienta de la casa del rico.

Este disparate está interpretado por el propio Fernán Gómez como el cacique, la entonces prolífica Emma Cohen como su joven esposa y Francisco Algora como el sobrino. La sirvienta ultracatólica es encarnada por Estela Delgado, mientras que el personaje más estrambótico de un film esencialmente estrambótico, el de la bruja del título, fue encargado a la siempre solvente Mary Santpere. Casi todos ellos enormemente sobreactuados, como no hubiera podido ser de otra forma en este esperpento mayúsculo que no busca ningún tipo de credibilidad en el espectador.

Interesante dirección de fotografía de colores saturados y zooms por doquier (tan propia del cine setentero) de Leopoldo Villaseñor e incalificable el libreto entre la opereta y la zarzuela que firmara Carmelo Bernaola.
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