Obsesión de venganza
1961 

4.9
768
Western
Un sargento de la Unión (Brian Keith) convence a un prófugo para organizar un asalto a un banco. Durante el atraco aparece otro grupo de ladrones con los que se enfrentan. En medio de un terrible tiroteo resulta muerto un chico de nueve años. Afectados por esta muerte, los dos bandidos deciden acompañar a la madre del chico, Kit Tilden (Maureen O'Hara), que quiere enterrar a su hijo junto a su padre en Siringo, una lejana ciudad ahora ... [+]
2 de agosto de 2020
2 de agosto de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
241/01(01/08/20) Errático debut en la dirección de largometraje del gran David Samuel Peckinpah, interesante de ver para los antropólogos del polémico cineasta californiano (entre los que me encuentro), ello por intentar escudriñar en las señas de identidad con las que regaría su gloriosa época dorada (“Duelo en la Alta Sierra”, “Grupo Salvaje”, “Pat Garret & Billy The Kid”, “Quiero la cabeza de Alfredo García”, o “Perros de paja”), pero por calidad este es un film muy pobre. Albert Sidney Fleischman adapta su propia novela homónima, versando sobre un ex oficial del ejército que mata accidentalmente al hijo de una mujer y trata de compensarla escoltándola para llevar al fallecido a través del peligroso territorio indio para enterrarlo junto a su padre, protagonizándola una ‘desubicada’ Maureen O'Hara (que incluso se permite el ‘lujo’ de cantar “Godawful” en los créditos finales) y ‘un hace lo que puede’ Brian Keith, Steve Cochran y Chill Wills. Las manos de Peckinpah estaban atadas por Charles B. Fitzsimon (hermano de Maureen O’Hara), productor de la película, se negó a permitir su director cambiara una palabra del guión, un clásico ‘forever’ los problemas de Bloody Sam con los productores.
Lo bueno es que rascando se hayan algunos elementos esperanzadores, ese mantra cinéfilo peckinpahianio de retratar a perdedores, hay un tramo inicial sugestivo cuando el protagonista salva a uno de sus secuaces de ser ahorcado en una taberna, la llegada al pueblo (con esos niños mascando violencia, tan típico en Peckinpah), la crítica a la religiosidad atacando la hipocresía de los parroquianos que critican a una prostituta que va a la homilía con su hijo, ello teniendo en cuenta que la ‘Iglesia’ es el saloon del pueblo disfrazado de domingo. Tiene a un protagonista enigmático y atormentado que no puede sostener un revolver en la mano para disparar y no se quita el sombrero nunca. Hay un tiroteo donde se produce un hecho valiente para una película, como es que el protagonista mate por accidente a un niño; Pero todos estos recursos prometedores delo inicio se ven atropellados por un desarrollo anárquico, donde los personajes se comportan de modo estrafalario, más que cerebro parece tengan un mono con dos pistolas, solo así se explica su sin sentido de actuaciones. Maureen O´Hara tiene un papel con chicha, una meretriz con un hijo asesinado, que por dignidad desea llevar a enterrar junto a su padre, pero la actriz resulta nada creíble, no te la crees en su aspecto angelical, resulta que le han matado al niño y el que le acompaña es el asesino, pero esto no parece afectarle mucho, se ve a la legua que se enamorará de él, no hay dilemas morales en ella, tiene tiempo para bañarse bucólicamente, donde la cámara la acoge en modo comedia erótica (puaj!). Brian Keith encarna a un pistolero con fantasmas en la mochila, veterano de la guerra civil que busca venganza, y cuando llega al tipo depositario de su ira se lo calla y se alía con él para atracar un banco, ridículo. Unas escenas de tiroteos pésimas, que no hacen alentar al genio tras la mejor balacera de la Historia del Cine en “Wild Bunch”, con una dirección entre lo funcional y lo televisivo, con algunas escenas de noche en las que no se ve nada (fachosas las del robo del caballo a los indios o la del ataque del indio solitario), con un inserto de una subtrama de unos indios ‘camorristas, que de buenas a primeras se convierten en uno para perseguir a los protagonistas no se sabe porque. Una evolución tediosa que desemboca en un rush final inverosímil tirando la mujer y el protagonista de las parihuelas con el niño muerto, pero aún hay más, con un giro final con la reaparición de ciertos personajes que no se entiende para que han retornado, todo un caos, de incoherencias, personajes confusos.
Después de la cancelación de su serie de televisión de 1960 The Westerner Brian Keith fue elegido como el protagonista masculino de The Deadly Companions. Sugirió a Sam Peckinpah (el productor y director de The Westerner) como director de esta película, y el productor Charles B. Fitzsimons aceptó la idea. La película de bajo presupuesto filmada en Arizona fue un proceso de aprendizaje para Peckinpah. Incapaz de reescribir el guión o editar la imagen, Peckinpah prometió no volver a dirigir una película a menos que tuviera el control del guión. En sus memorias 'Tis Herself (2004), Maureen O'Hara se quejó del comportamiento de Peckinpah en el set, diciendo que "no tenía idea de cómo dirigir una película" y que era "una de las personas más extrañas y objetables que yo había trabajado alguna vez con ".
El ex oficial yanqui Yellowleg (Brian Keith) salva a un jugador infiel llamado Turk (Chill Wills) de la soga y junto con el compañero de Turk, Billy (Steve Cochran), se dirigen a Gila City, donde planean robar un banco. Pero otro robo conduce al desastre cuando Yellowleg mata accidentalmente al hijo de la bailarina Kit Tilden (Maureen O'Hara), que sin marido es la mujer de la vergüenza en la ciudad. Declarando que está llevando a su hijo a Siringo en el corazón del país Apache para poder enterrarlo junto al esposo que nadie cree que existe Yellowleg.
El tratamiento de que Yellowleg mate a un niño, y posteriormente su relación la madre del chico, que podría dar para mucha complejidad y hondura de sub textos, es abordado aquí de modo chusco, increíble como de una situación tan dramática se extirpa cualquier capacidad de emoción, para caer en una odisea letárgica pro el desierto. Donde Yellowleg quiere acompañarla por sentimiento de culpa, pero sin embargo lleva con él al tipo que quiere matar para vengarse y al potencial violador de la mujer, todo muy verosímil (puaj!).
Chill Wills como Turk, resulta con una pinta de villano que quizás copió Warren Beatty para su John McCabe de “Los vividores” (1971), con ese aparatoso abrigo de piel de búfalo y el sombrerito hongo. Resulta delirante en su ensoñación de crear una república de esclavos con el dinero que robe.
Lo bueno es que rascando se hayan algunos elementos esperanzadores, ese mantra cinéfilo peckinpahianio de retratar a perdedores, hay un tramo inicial sugestivo cuando el protagonista salva a uno de sus secuaces de ser ahorcado en una taberna, la llegada al pueblo (con esos niños mascando violencia, tan típico en Peckinpah), la crítica a la religiosidad atacando la hipocresía de los parroquianos que critican a una prostituta que va a la homilía con su hijo, ello teniendo en cuenta que la ‘Iglesia’ es el saloon del pueblo disfrazado de domingo. Tiene a un protagonista enigmático y atormentado que no puede sostener un revolver en la mano para disparar y no se quita el sombrero nunca. Hay un tiroteo donde se produce un hecho valiente para una película, como es que el protagonista mate por accidente a un niño; Pero todos estos recursos prometedores delo inicio se ven atropellados por un desarrollo anárquico, donde los personajes se comportan de modo estrafalario, más que cerebro parece tengan un mono con dos pistolas, solo así se explica su sin sentido de actuaciones. Maureen O´Hara tiene un papel con chicha, una meretriz con un hijo asesinado, que por dignidad desea llevar a enterrar junto a su padre, pero la actriz resulta nada creíble, no te la crees en su aspecto angelical, resulta que le han matado al niño y el que le acompaña es el asesino, pero esto no parece afectarle mucho, se ve a la legua que se enamorará de él, no hay dilemas morales en ella, tiene tiempo para bañarse bucólicamente, donde la cámara la acoge en modo comedia erótica (puaj!). Brian Keith encarna a un pistolero con fantasmas en la mochila, veterano de la guerra civil que busca venganza, y cuando llega al tipo depositario de su ira se lo calla y se alía con él para atracar un banco, ridículo. Unas escenas de tiroteos pésimas, que no hacen alentar al genio tras la mejor balacera de la Historia del Cine en “Wild Bunch”, con una dirección entre lo funcional y lo televisivo, con algunas escenas de noche en las que no se ve nada (fachosas las del robo del caballo a los indios o la del ataque del indio solitario), con un inserto de una subtrama de unos indios ‘camorristas, que de buenas a primeras se convierten en uno para perseguir a los protagonistas no se sabe porque. Una evolución tediosa que desemboca en un rush final inverosímil tirando la mujer y el protagonista de las parihuelas con el niño muerto, pero aún hay más, con un giro final con la reaparición de ciertos personajes que no se entiende para que han retornado, todo un caos, de incoherencias, personajes confusos.
Después de la cancelación de su serie de televisión de 1960 The Westerner Brian Keith fue elegido como el protagonista masculino de The Deadly Companions. Sugirió a Sam Peckinpah (el productor y director de The Westerner) como director de esta película, y el productor Charles B. Fitzsimons aceptó la idea. La película de bajo presupuesto filmada en Arizona fue un proceso de aprendizaje para Peckinpah. Incapaz de reescribir el guión o editar la imagen, Peckinpah prometió no volver a dirigir una película a menos que tuviera el control del guión. En sus memorias 'Tis Herself (2004), Maureen O'Hara se quejó del comportamiento de Peckinpah en el set, diciendo que "no tenía idea de cómo dirigir una película" y que era "una de las personas más extrañas y objetables que yo había trabajado alguna vez con ".
El ex oficial yanqui Yellowleg (Brian Keith) salva a un jugador infiel llamado Turk (Chill Wills) de la soga y junto con el compañero de Turk, Billy (Steve Cochran), se dirigen a Gila City, donde planean robar un banco. Pero otro robo conduce al desastre cuando Yellowleg mata accidentalmente al hijo de la bailarina Kit Tilden (Maureen O'Hara), que sin marido es la mujer de la vergüenza en la ciudad. Declarando que está llevando a su hijo a Siringo en el corazón del país Apache para poder enterrarlo junto al esposo que nadie cree que existe Yellowleg.
El tratamiento de que Yellowleg mate a un niño, y posteriormente su relación la madre del chico, que podría dar para mucha complejidad y hondura de sub textos, es abordado aquí de modo chusco, increíble como de una situación tan dramática se extirpa cualquier capacidad de emoción, para caer en una odisea letárgica pro el desierto. Donde Yellowleg quiere acompañarla por sentimiento de culpa, pero sin embargo lleva con él al tipo que quiere matar para vengarse y al potencial violador de la mujer, todo muy verosímil (puaj!).
Chill Wills como Turk, resulta con una pinta de villano que quizás copió Warren Beatty para su John McCabe de “Los vividores” (1971), con ese aparatoso abrigo de piel de búfalo y el sombrerito hongo. Resulta delirante en su ensoñación de crear una república de esclavos con el dinero que robe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El score de Marlin Skiles es uno las inserciones más lamentables que recuerdo desde hace tiempo, colocada a destiempo, música grimante con las secuencias.
La mejor frase del film (un oasis entre la infinita nadería): "No me conoces lo suficiente como para odiarme tanto". (Yellowleg).
Me queda una película recomendable a los que gusten de indagar en los orígenes del gran Peckinpah. Por si sola es una película deslucida. Fuerza y honor!!!
P.D. Una vez que se quita el sombrero Yellowleg y vemos su herida resulta que la montaña ha parido un ratón, pues esperaba algo dantesco y lo que se ve es una cicatriz un poquito alargada.
La mejor frase del film (un oasis entre la infinita nadería): "No me conoces lo suficiente como para odiarme tanto". (Yellowleg).
Me queda una película recomendable a los que gusten de indagar en los orígenes del gran Peckinpah. Por si sola es una película deslucida. Fuerza y honor!!!
P.D. Una vez que se quita el sombrero Yellowleg y vemos su herida resulta que la montaña ha parido un ratón, pues esperaba algo dantesco y lo que se ve es una cicatriz un poquito alargada.
16 de mayo de 2022
16 de mayo de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los primeros tres minutos de, <<COMPAÑEROS MORTALES>>, son bastante dicientes: Sobre los títulos de crédito escucharemos una nostálgica canción, interpretada nada menos que por Maureen O’Hara, cuyo personaje está expresando su soledad con versos de este estilo: “Cada solitario día al despertar / no logro enfrentar mi vacío amanecer / porque sé que mi corazón / ha sido abandonado / Un sueño de amor / fue todo lo que conocí / en ese momento antes / del vacío amanecer”… Ya veremos más adelante a qué hecho corresponde éste triste lamento.
Seguidamente, vemos unas piernas de hombre que ingresan en un salón. El pantalón es azul con ribetes amarillos. También vemos a un hombre colgado cuyos pies reposan sobre un barril a la espera de que éste ruede para que se ahorque. –“¿Está bailando?” -Pregunta el hombre que acaba de entrar mientras observa su espalda. –“Es un jugador de cinco ases”. -Responde el cantinero, indicando sutilmente de quién se trata. El hombre de sombrero y ojos azules sonríe ante la respuesta… y al observar al hombre colgado, advierte en su mano señales de una mordida. Se acerca entonces, le da vuelta y al identificarlo decide salvarlo de la horca.
En lo que sigue, todos estos detalles serán debidamente relacionados… y así comienza el primer largometraje y el primer western que dirigiera, Sam Peckinpah, quien hacía su debut después de haber laborado como director de diálogos, asistente y actor en diversas películas, y tras haber escrito guiones para algunas series de televisión como, “Gunsmoke” y “The Rifleman”, donde alimentó ese gusto por el oeste que le venía de sus antepasados pioneros y ganaderos. Peckinpah, fue hijo de un abogado cowboy y nieto de un congresista y juez de La Corte Suprema.
La idea inicial para ésta película, partió de una novela de, A.S. Fleischman, titulada, “Yellowleg” y publicada en 1960, la cual él mismo trasladó a guion. Al momento de elegir el reparto, se optó enseguida por, Maureen O’Hara y Brian Keith, quienes acababan de ser pareja en, “The Parent Tramp” (David Swift, 1961), una comedia Disney que obtuvo un enorme éxito comercial. Junto a ellos se contrató a, Steve Cochran y a Chill Wills, actor éste que, con su rol de Turkey, se convierte en lo mejor de la película.
Estamos ante otra suerte de road movie, desde el momento en que, Kit Tildon (O’Hara), decide que quiere enterrar a su pequeño hijo junto a su marido, en un pueblo llamado Siringo, pero, al saber que el viaje la obliga a pasar por territorio apache, Yellowleg –responsable accidental de la muerte del chico- desiste del asalto al banco que planeaba con sus compañeros… y los tres acompañarán a la viuda, cada uno con su particular interés.
<<COMPAÑEROS MORTALES>>, resulta un filme muy entretenido, no obstante que el motivo de aquel peligroso viaje resulta bastante absurdo, ya que, al margen de ésto, el personaje de Kit ha dado la idea de ser una mujer inteligente y sensata… ¡además de que tiene carácter! Pero, como dijera, El Principito de Saint-Exupéry, “El tiempo que perdiste por tu rosa, hace que tu rosa sea tan importante”.
Habiendo visto primero su película posterior, “The Ballad of Cable Hogue”, advierto ahora que hay en ella ciertas referencias a ésta película: El condado Gila; el empeño de un hombre mayor en tener el amor que nunca tuvo, mientras consigue redimirse y de paso redimir a una mujer; el ansia de calculada venganza por una ofensa del pasado… e incluso, ese avance hacia el hombre civilizado cuando se comprende que, dar de lo mismo es igualarse con el victimario. ¡Ah!, pero aquí, Peckinpah conservaba aún cierto respeto por los curas.
Título para Latinoamérica: OBSESIÓN DE VENGANZA
Seguidamente, vemos unas piernas de hombre que ingresan en un salón. El pantalón es azul con ribetes amarillos. También vemos a un hombre colgado cuyos pies reposan sobre un barril a la espera de que éste ruede para que se ahorque. –“¿Está bailando?” -Pregunta el hombre que acaba de entrar mientras observa su espalda. –“Es un jugador de cinco ases”. -Responde el cantinero, indicando sutilmente de quién se trata. El hombre de sombrero y ojos azules sonríe ante la respuesta… y al observar al hombre colgado, advierte en su mano señales de una mordida. Se acerca entonces, le da vuelta y al identificarlo decide salvarlo de la horca.
En lo que sigue, todos estos detalles serán debidamente relacionados… y así comienza el primer largometraje y el primer western que dirigiera, Sam Peckinpah, quien hacía su debut después de haber laborado como director de diálogos, asistente y actor en diversas películas, y tras haber escrito guiones para algunas series de televisión como, “Gunsmoke” y “The Rifleman”, donde alimentó ese gusto por el oeste que le venía de sus antepasados pioneros y ganaderos. Peckinpah, fue hijo de un abogado cowboy y nieto de un congresista y juez de La Corte Suprema.
La idea inicial para ésta película, partió de una novela de, A.S. Fleischman, titulada, “Yellowleg” y publicada en 1960, la cual él mismo trasladó a guion. Al momento de elegir el reparto, se optó enseguida por, Maureen O’Hara y Brian Keith, quienes acababan de ser pareja en, “The Parent Tramp” (David Swift, 1961), una comedia Disney que obtuvo un enorme éxito comercial. Junto a ellos se contrató a, Steve Cochran y a Chill Wills, actor éste que, con su rol de Turkey, se convierte en lo mejor de la película.
Estamos ante otra suerte de road movie, desde el momento en que, Kit Tildon (O’Hara), decide que quiere enterrar a su pequeño hijo junto a su marido, en un pueblo llamado Siringo, pero, al saber que el viaje la obliga a pasar por territorio apache, Yellowleg –responsable accidental de la muerte del chico- desiste del asalto al banco que planeaba con sus compañeros… y los tres acompañarán a la viuda, cada uno con su particular interés.
<<COMPAÑEROS MORTALES>>, resulta un filme muy entretenido, no obstante que el motivo de aquel peligroso viaje resulta bastante absurdo, ya que, al margen de ésto, el personaje de Kit ha dado la idea de ser una mujer inteligente y sensata… ¡además de que tiene carácter! Pero, como dijera, El Principito de Saint-Exupéry, “El tiempo que perdiste por tu rosa, hace que tu rosa sea tan importante”.
Habiendo visto primero su película posterior, “The Ballad of Cable Hogue”, advierto ahora que hay en ella ciertas referencias a ésta película: El condado Gila; el empeño de un hombre mayor en tener el amor que nunca tuvo, mientras consigue redimirse y de paso redimir a una mujer; el ansia de calculada venganza por una ofensa del pasado… e incluso, ese avance hacia el hombre civilizado cuando se comprende que, dar de lo mismo es igualarse con el victimario. ¡Ah!, pero aquí, Peckinpah conservaba aún cierto respeto por los curas.
Título para Latinoamérica: OBSESIÓN DE VENGANZA
5 de enero de 2021
5 de enero de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta, primera cinta del maestro Sam Peckinpah, ya lleva el germen de lo que van a ser sus posteriores realizaciones, èpico y burlón, a la vez. Vi su emisión en la televisión, y luego la revisé en un canal de pago, y el cambio fue mucho, mejorando notablemente sobre la primera visión. Esta última subtitulada y con una mejora en la fotografía, por estar restaurada. Los actores cumplen sobradamente.
Al principio, con los títulos vemos los pasajes del cénit de la película, cosa original, se ve en muy pocas películas. Luego vemos niños jugando en la calle, parecido en la escenas de GRUPO SALVAJE. El salón, con su doble utilidad como iglesia, el móvil de la cinta, la muerte del niño con la armónica, toda una delicia en el tratamiento. Nada puede reprocharle, con las murmuraciones, en voz baja a la madre del niño. Las razones de la madre para enterrar a su hijo en un pueblo lejano.
Las relaciones entre los personajes son fluidas y lógicas, así como el desarrollo de los acontecimientos. Sus actuaciones son plenamente creíbles en medio de unos paisajes, dignos de una cinta del lejano oeste, el fotógrafo William H. Clothier, habitual de John Ford, hace un trabajo excelente. La música, simula a la armónica que hacía sonar el niño fallecido al principio de la cinta.
Esa madre con el féretro de su hijo y los tres acompañantes, es por si mismo, todo un hecho fuera de lo normal y muy bien tratado en el film.
Luego en sus siguientes películas mejoraría enormemente este germen de cinta sencilla y con buen hacer y muy buenas intenciones.
Nada se le puede reprochar a esta, la primera película de Sam. Todo un hallazgo a descubrir, y a ver.
Un Sam Peckinpah, sencillo y humilde, pero con muchos valores ocultos, que posteriormente iremos descubriendo.
Al principio, con los títulos vemos los pasajes del cénit de la película, cosa original, se ve en muy pocas películas. Luego vemos niños jugando en la calle, parecido en la escenas de GRUPO SALVAJE. El salón, con su doble utilidad como iglesia, el móvil de la cinta, la muerte del niño con la armónica, toda una delicia en el tratamiento. Nada puede reprocharle, con las murmuraciones, en voz baja a la madre del niño. Las razones de la madre para enterrar a su hijo en un pueblo lejano.
Las relaciones entre los personajes son fluidas y lógicas, así como el desarrollo de los acontecimientos. Sus actuaciones son plenamente creíbles en medio de unos paisajes, dignos de una cinta del lejano oeste, el fotógrafo William H. Clothier, habitual de John Ford, hace un trabajo excelente. La música, simula a la armónica que hacía sonar el niño fallecido al principio de la cinta.
Esa madre con el féretro de su hijo y los tres acompañantes, es por si mismo, todo un hecho fuera de lo normal y muy bien tratado en el film.
Luego en sus siguientes películas mejoraría enormemente este germen de cinta sencilla y con buen hacer y muy buenas intenciones.
Nada se le puede reprochar a esta, la primera película de Sam. Todo un hallazgo a descubrir, y a ver.
Un Sam Peckinpah, sencillo y humilde, pero con muchos valores ocultos, que posteriormente iremos descubriendo.
26 de septiembre de 2024
26 de septiembre de 2024
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Desastroso montaje y música que no encaja con la trama dan como resultado una película confusa. Se advierten ecos del que será el universo peckinpahniano pero influido por las formas del cine clásico. Podría haber sido una buena película del Oeste con sabor clásico si hubiera disfrutado de un montaje decente. Para fans de Maureen O`Hara, mas pelirroja y sensual que nunca, y cantando una canción con una muy notable voz de soprano perfectamente afinada. ¿Por qué no destacar también el hermoso caballo bayo del protagonista?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tampoco se entiende lo bien que se toma la protagonista la muerte de su único hijo.
21 de agosto de 2019
21 de agosto de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta, interesante, magnética, intrigante, arriesgada y poderosa producción de acción en formato de un western dirigido por Sam Peckinpah, sin abusar del empleo de imágenes a cámara lenta y con una historia en la que deja espacio para descubrimientos y retos personales, en el que tres forajidos decididos a robar un banco, ven como tras la muerte del hijo de una mujer, toman la decisión de acompañarla por territorio apache para enterrar al muchacho junto a su padre en otro poblado.
La historia de Compañeros mortales, ofrece a su director la posibilidad de explotar los deseos y pretensiones de un grupo reducido de personajes entre los que pronto se van sucediendo las rivalidades y encontronazos, dejando por el camino buenas sorpresas.
Tiene sus limitaciones y puede que no sea perfecta, pero tampoco necesita serlo para ofrecer una historia interesante y satisfactoria, con un gran trabajo de la pareja protagonista.
Compañeros mortales, queda como un interesante y correcto trabajo en la dirección del gran, Sam Peckinpah, ofreciendo una historia que va tomando forma, en la que las deudas y rencores, dejan espacio para las rivalidades, amistades y conflictos armados.
La historia de Compañeros mortales, ofrece a su director la posibilidad de explotar los deseos y pretensiones de un grupo reducido de personajes entre los que pronto se van sucediendo las rivalidades y encontronazos, dejando por el camino buenas sorpresas.
Tiene sus limitaciones y puede que no sea perfecta, pero tampoco necesita serlo para ofrecer una historia interesante y satisfactoria, con un gran trabajo de la pareja protagonista.
Compañeros mortales, queda como un interesante y correcto trabajo en la dirección del gran, Sam Peckinpah, ofreciendo una historia que va tomando forma, en la que las deudas y rencores, dejan espacio para las rivalidades, amistades y conflictos armados.
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