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El final de un canalla

Western. Comedia Año 1883. Un grupo de condenados ingresa en la prisión federal de Arizona. Entre ellos está Paris Pitman (Kirk Douglas), un hombre que ha enterrado un botín de medio millón de dólares en el desierto y vive con la obsesión de fugarse para recuperarlos. Con este fin trata de convencer a varios presos para que lo secunden y, al mismo tiempo, intenta ganarse la confianza del nuevo alcaide (Henry Fonda). (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
There was a crooked man es una película engañosa, o más bien francamente extraña puesto que empieza con un tono jocoso y desenfadado que llega a recordar a la gran parodia del Western que nos regaló Mel Brooks; Kirk Douglas es un bribón entrañable, Henry Fonda destila honestidad, los secundarios cómicos son magníficos, la banda sonora alegra el corazón... Pero amigos, estamos hablando de Mankiewicz, hombre de sólida formación intelectual y escasa fe en la humanidad, de modo que como el que no quiere la cosa, va introduciendo elementos desazonadores en la clásica historia de presidiarios y fugas y al final lo que tenemos es un Peckimpah con ganas de coña. Sin revelar mucho más del argumento, la película roza la perfección tanto en su reparto (no sobra ni falta NADIE), en un guión con cantidades industriales de sorna y en una ejecución de gran elegancia y con pocos escrúpulos para mostrar aquello que exige la historia. De hecho, es sorprendente lo poco que le importa a Mankiewicz cualquier tipo de convención previa (estamos hablando de 1970), y no le tiembla el pulso al destrozar el Western clásico al introducir pezones, velados sodomitas y otras cosas que no deben revelarse y que horrorizarían a John Wayne. En resumen, soberbio ejercicio de estilo en el que brillan Douglas y Fonda y que pone a nuestro desencantado director en el olimpo de los Grandes.
Tio Penthal
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22 de agosto de 2011
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ladrón cínico e inteligente (Douglas) es atrapado tras cometer un importante robo en casa de un millonario siendo recluido en una prisión ubicada en pleno desierto, estableciendo allí una rara relación con el alcaide (Fonda) y con la permanente idea de fugarse...
La única incursión del gran Mankiewicz en el western supone uno de los films del género menos convencionales, de mayor originalidad y que más han aportado en la Historia. Para mí prácticamente estamos ante una obra maestra (para muchos incluso de lo mejor de Mankiewicz y eso es mucho decir), una película estupenda en los tres géneros que toca y ensambla el gran guión de David Newman y Robert Rossen: el western, la comedia y el cine carcelario, dando como resultado un film apasionante, originalísimo, en el que un constante cinismo surca toda la trama (con magistral final al respecto), subvertiendo el caracter típico del género, al dotarlo de una amoralidad fulminante y arrolladora en todos sus personajes, para la que el magnífico trazado de toda una fauna de éstos, así como la excelente dirección de actores colaboran en grado superior.
Por encima de cualquier consideración, esta única, divertida e insólita joya de plena madurez, representa uno de los grandes films-isla de la Historia del cine. Y es que como esenciade western, comedia y cine carcelario, el potaje resultante tiene un inesperado sabor a nada visto anteriormente; es un sabor distinto, único y desconocido. Pudiera ser, pues, la culminación de un nuevo género.
kafka
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10 de diciembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
237/06(06/12/16) Notable realización de Joseph Leo Mankiewicz en su penúltima obra, mezcla de modo turbador el western, la comedia negra y el subgénero carcelario, protagonizado por dos titanes, un majestuoso truhán en la figura de Kirk Douglas, y un contenido Henry Fonda, y entre los dos un arrollador tour de forcé, estos acompañados de unos secundarios extraordinarios, Hume Cronyn, Warren Oates, Burgess Meredith, John Randolph, Arthur O'Connell o Alan Hale. Y todo esto con la sólida estructura narrativa del brillante guión original de David Newman y Robert Benton, los dos responsables del libreto de “Bonnie y Clyde”, Penn” (1967). Es un desconcertante film que explora con bisturí envenenado (por serpiente de cascabel) la maldad, las falsas apariencias, la amistad verdadera, la traición, la reinserción social de los presos, y sobre todo el nihilismo, lo hace con sarcasmo, ironía, y mucha mordacidad.

Es una obra hija de su tiempo, entre finales de los 60 y la década de los 70 se comenzaron a realizar películas que desmitificaban el género del oeste, lo retrataban de modo adusto, alejado de la visión del “Sueño Americano” o del enfoque que recreaba el Nacimiento de la Nación USA, lejos de esta mirada idealizada se encontraba la nueva ola de cine revisionista del western, aquí se halla esta historia, relato de un microcosmos de personajes retorcidos, ambiguos, malvados, y sobre todo deliciosamente descritos, matizados, con defectos, convirtiéndolos en muy humanos. La cinta ya te atrapa desde sus créditos iníciales con el tema de Charles Strouse y Lee Adams cantado por Trini Lopez “There Was a Crooked Man”, que infunde un aire distendido y divertido sobre lo que veremos, algo engañoso, tras esto una ágil y humorística presentación de personajes que irán a parar a la prisión, en diferentes situaciones que ya marcan su carácter, entre lo picaresco y lo rastrero. Y llegamos al núcleo que se desarrolla en la prisión, como proyección de nuestra sociedad, con personajes de todas las clases, desembocando en mucho humor ácido, corrosivo, oscuro, son momentos revestidos de mucho cinismo, en lo que es una crítica a nuestra sociedad, haciendo una agria reflexión sobre la difusa línea que hay entre el bien y el mal, a nuestra mojigatería, a nuestro papanatismo, a la hipocresía, a los autoengaños (que nos hacen sentir artificialmente mejor), a la codicia desmesurada, al egoísmo, a los liderazgos populistas, ello sostenido en momentos de gran intensidad, dejando en su jocosidad un poso de amargura y desesperanza en el retrato sombrío de la Condición Humana, la inteligencia es loada por encima del darwinismo físico, y a la vez es utilizada de modo perverso para seducir y manipular a “inocentes”, en una agria deconstrucción de la corrupción moral. Un relato plasmado sobre un universo donde prima la amoralidad y el nihilismo, gobernado por la ambición y la mentira. Todo esto mostrado con diálogos punzantes, agudos, hirientes, ingeniosos, siendo el pilar básico de la historia el duelo entre los dos antagonistas, un enfrentamiento de inteligencias (en cierto modo similar al último film de Mankiewicz, “La huella”), dos tipo con códigos éticos contrapuestos, uno mentiroso y egoísta congénito, y el otro un moralista buenista, pero aliados a la fuerza que hacen saltar chispas de magnetismo en cada entente. Esto desplegado con ritmo trepidante, sabiendo exhibir un abanico de subtextos profundos sobre una patina de humor fresco, fluyendo la acción de modo natural, hasta desembocar en un clímax apoteósico, un circo de varias pistas donde todo discurre aparentemente de modo caótico pero en realidad todas las piezas irán encajando por obra y gracia del sibilino Paris Pitman.

Llama la atención el tratamiento valiente que se da a la homosexualidad, algo no visto en su tiempo, siendo co-protagonistas una pareja de hombres mayores, Dudley y Cyrus, tipos que se notan llevan tiempo juntos y se tienen gran afecto. Asimismo se nos habla del jefe de guardias, Skinner (Bert Freed), es un sádico gay que chantajea sexualmente a los presos, bastante audaz Mankiewicz tocando con naturalidad este controvertido tema para su tiempo.

Tras el mencionado clímax llega un tramo que me resulta impostado, forzado de bajón, no está a la altura del resto, quizás intentando moralizar, lástima que no sepa el realizador acabar su notable film, me extiendo en spoiler.

Kirk Douglas es un Coloso, un Titán, un Ciclón, que arrolla con su poderío y carisma portentoso, desborda la pantalla con su simpatía y don de gentes, en la piel de cualquier otro no podría despertar simpatía este “hijo de puta”, como el mismo se define, un manipulador de sonrisa encantadora, un sibilino, juguetón, egoísta, nihilista, una actuación que desborda vitalidad y magnetismo. Henry Fonda en un rol menos incisivo demuestra su contención, mesura, contemplación, ayudado con una mirada cristalina que expresa casi más que las palabras, manteniendo un duelo con Kirk sustancioso, donde el espectador se lleva el gran premio. Hume Cronyn y John Randolph son una pareja (no se dice, pero trasluce son gays) con sus roces, complementarios, sutilmente se marcan los roles del cuasi-matrimonio, sin caer en la fácil y grotesca caricatura, haciéndolos creíbles en sus conversaciones y discusiones, excelentes. Warren Oates está muy bien como el tipo lacónico y duro que encuentra en la inteligencia de Paris su apoyo, con una mirada manejada con gran habilidad para expresar lo que calla. Burgess Meredith está espléndido como el ajado preso de vuelta de todo. Michael Blodgett hace una buena labor como el inocente perdedor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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31 de enero de 2009
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pena; porque quiere ser una propuesta diferente tomando como marco una historia de western carcelario pero esta película se convierte en una exposición demasiado "naif" en su humor sobre el cine del oeste, sentando las bases de que juega con actores de postín, que no pueden hacer casi nada sobre lo que les han puesto en sus manos.
enyel
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21 de noviembre de 2005
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente y a la vez sorprendente, es este western que como bien dice la opinión de un prestigioso crítico cinematográfico, supone toda una reflexión acerca de la lucha entre el bien y el mal, la honradez y las malas artes, la decencia y la inmoralidad.
Nunca antes Kirk Douglas había estado tan magistralmente malvado, ni tampoco Henry Fonda tan secretamente ambicioso.
Simplemente genial.
Paco
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