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Alexander Nevsky

Drama. Aventuras Siglo XIII. Relato épico sobre el príncipe Alexander Nevsky, que defendió victoriosamente el norte de Rusia del ataque de los teutones: la batalla se libró sobre la superficie helada del lago Peipus. También tuvo que hacer frente a la invasión de Rusia por el ejército mongol dirigido por Gengis Khan. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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9
21 de octubre de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, Adolf Hitler, subió al poder en Alemania al convertirse en canciller imperial en el año 1933, y luego, Führer (líder) en 1934, su régimen totalitario expandió enseguida una larga sombra de terror, primero por toda Europa, y luego, en el resto del mundo. Como era de esperar, la Unión Soviética tampoco fue ajena a esta sensación de peligro y la nación, en pleno, comenzó a prepararse para poder asumir, de la manera más eficaz, una agresión que se presentía muy cerca.

Lo primero, fue elevar el ánimo de las fuerzas militares de toda la nación y consolidar en ellos un patriotismo que los dispusiera a luchar hasta la muerte contra cualquier agresión foránea. En este sentido y siguiendo la inolvidable frase de Lenin que decía: “De todos los artes, para nosotros el cine es el más importante”, se decidió hacer entonces un filme épico, heroico y bien impactante, que cumpliera con el propósito antes enunciado; y con tal fin, se eligió como personaje al legendario príncipe Aleksandr Nevski (1220-1263), quien, con el más alto heroísmo, comandara la lucha contra la invasión teutónica en el siglo XIII.

La dirección se encargó al ya célebre, Sergei M. Eisenstein, y con un guion escrito por Pyotr Pavlenko y el propio Eisenstein, se sacó adelante una monumental obra que sería muy bien acogida en la URSS y en el resto del mundo.

Varias cosas curiosas se dieron en el proceso: Se eligió como protagonista a Nikolai Cherkasov un reconocido actor de teatro y cine, quien, por entonces, era también diputado del Soviet Supremo. Al igual que Eisenstein, también él recibiría, luego, la Orden de Lenin y el premio Artista del Pueblo. Se llamó a Sergei Prokofiev para que compusiera una partitura, que resultó majestuosa, y al final, Eisenstein optó por excluir los efectos de sonido y prefirió que fuesen los acordes orquestales los que complementaran las acciones.

Y fíjense bien: Con plena conciencia, Eisenstein se apropió de las palabras que dijera Stalin, con posterioridad al estreno de “Octubre”, en las que reclamaba “un cine comprensible para las mayorías”, y aquí, se deshizo del montaje intelectual con imágenes asociativas que caracterizara a sus películas anteriores e hizo un filme de connotada belleza plástica; en impecables sets y un lujoso vestuario; con un efectivo manejo de las escenas de masas; con fuertes sentimientos patrióticos, toques de humor y un cálido romance a bordo… y con la posibilidad de que la historia fuera plenamente comprendida hasta por el más humilde de los obreros.

Para levantar el ánimo de los combatientes, se incluyen también unas agradables canciones patrióticas, y de cabo a rabo el filme se hace muy grato de ver, mientras Rusia luce como un país precioso al que los mongoles, los tártaros, los teutones ¡cristianos!… y hasta los nazi-fascistas, han intentado invadir -en vano- a lo largo de la historia. Por eso, quedan resonando las palabras de Aleksandr Nevski: “Los que vengan blandiendo la espada, por la espada perecerán”.

Reconocimiento para la impecable cinematografía de Eduard Tissé y para las actuaciones de Andrei Abrikosov (Gavrilo); Dimitri Orlov como el maestro Ignat; y Valentina Ivashova, quien luce encantadora representando a Olga Danilovna, la doncella guerrera de Novgorod.
3
5 de marzo de 2013
17 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y ni siquiera lo es. Agitprop, propaganda comunista, digo. Esto es nacionalismo rancio sin más.
No es una buena película, ni aún poniéndola en su contexto (1938) o viniendo de quien viene. Personajes no ya planos, sino meros arquetipos: los alemanes, malos malísimos e inhumanizados, con esos cascos que ocultan su rostro, rodeados de cruces. Los rusos, variados tipos pero, en fin, rusos, por lo que todos buenos. Los ricos un poco menos, los campesinos y la gente del partido... digo, los nobles, un poco más. Y por encima de ellos el gran líder, o sea, Stalin, quiero decir... Alexander Nevsky. Ese ser infalible de cuya boca no salen sino sentencias cargadas de razón, valentía y humildad. Pero por encima incluso de estos patriotas está la "sagrada" Rusia, la tierra a la que hay que defender a toda costa.
Los paralelismos con la política de la época en que se rodó son tan claros que sonrojan, incluso en algunas ocasiones se dejan ver cruces gamadas medio ocultas entre otros adornos. Imagino que al año siguiente, cuando ambos regímenes se hicieran amigos con su famoso pacto, esta película dejaría de exhibirse... Con todo, a los nazis no les hubiera ido mal visionándola antes del 41.

Por lo demás, ni artísticamente ni en el apartado de la recreación histórica se aleja de lo mediocre. La escena de la batalla me parece francamente mala (sí, vista desde el presente, pero... ¿lo es o no?). Sólo se salvan dos cosas: algunos primeros planos poderosos, que transmiten odio, miedo o vigor, casi expresionistas, y la -no siempre- magnífica banda sonora compuesta por Prokofiev.

Poco más que decir. Si alguien disiente de mi crítica agradecería que hiciera el favor de ver la película primero, y no se dejase guiar ni por las críticas aquí vertidas ni por el nombre de Eisenstein.
10
18 de octubre de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es de lo mejor de Eisenstein, al menos de su ciclo épico. Mientras que "Iván el Terrible" quedó demasiado hierático y encorsetado, esta película tiene todas las trazas de un gran clásico. Por no hablar del guiño o advertencia a los alemanes, que deberían haber visto esta película antes de la invasión...
Si de su época muda "El acorazado Potemkin" es la mejor, al menos la más emblemática e importante, por su significación y dinamismo (aunque haya otros títulos también muy destacados); de su época sonora esta sin duda no solo es la mejor de él, sino una película que ha influido mucho en el cine posterior. La influencia, señalada por la crítica para "Conan, el bárbaro", es innegable. Los personajes de Rexor o Thorgrim (en el clásico de 1982), por ejemplo, sus peinados o cascos, entre otros detalles fácilmente apreciables, además de la importancia de la música. En fin. ¡Una maravilla de película!
8
1 de abril de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película de corte épico de Eisenstein, por supuesto supervisado para mayor gloria de la URSS, por lo que la tendencia es a engrandecer la figura del héroe, Alexander Nevsky, con todos los valores positivos que se esperan en un ídolo del pueblo, para convertirlo en un espejo en el que mirarse, en una aspiración de futuro, en un hombre sobrehumano al que admirar e imitar. La épica es así, engrandece una figura o hecho histórico, aunque para ello se sacrifique el rigor histórico. Por ello hay elementos en la película que no tienen veracidad histórica, pero que contribuyen a hacer más grande la leyenda, que al fin y al cabo, es lo que se buscaba. Hasta yo mismo me he sentido motivado, y eso que no soy ruso.

Las actuaciones son las típicas del cine mudo, teatrales, aunque más comedidas que en otras películas, especialmente en lo referido a Nikolay Cherkasov. Gran fotografía, banda sonora y montaje. Lo más destacable de la película, sin ninguna duda, es la larga escena de más de media hora de la Batalla del Lago Peipus o Batalla del Hielo, llamada así por tener lugar sobre el lago helado, que tuvo lugar en 1242 durante las “Cruzadas Bálticas”. El hecho de frenar el avance de la Orden Teutónica sobre territorio ruso fue la idea explotada por la URSS para subir la moral del pueblo ruso ante el avance de la Alemania de Hitler. Con lo cual, tenemos otro magistral panfleto de Eisenstein, que se disfruta aún en el siglo XXI, porque al fin y al cabo, en la mayoría de películas se presenta a un protagonista heroico omnipotente. Poco hemos cambiado.
9
18 de diciembre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconstrucción histórica de la derrota que en 1942 sufriera el ejército teutón en el lago helado Peipus a manos del pueblo de Novgorod comandado por el príncipe y emperador Alejandro Nevsky. Como es habitual en el maestro Eisenstein (aquí ayudado por Prokofiev) la película es minuciosa, detallista y muy plástica en un realismo preñado de potentes imágenes y de un montaje al servicio del enriquecimiento del lenguaje cinematográfico. Siguiendo las imposiciones stalinistas es también un ejercicio de glorificación magnificado de la Madre Patria rusa, aquí simbolizada en el bravo pueblo tártaro de Novgorod. Mezcla de cine grande con gran cine, estructurada sobria y grandiosamente como un poema épico, de gran fuerza visual y espléndidas interpretaciones. Un clásico del cine soviético.
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