Aprendices fuera de línea
5.1
14,928
Comedia
Billy (Vince Vaughn) y Nick (Owen Wilson), dos comerciales ya cuarentones que han perdido su empleo, llegan a la conclusión de que su problema consiste en no haberse adaptado a las nuevas tecnologías. Deciden entonces empezar de cero y buscar trabajo en la empresa más popular de Internet: Google. Cuando, por fin, consiguen un contrato de prácticas como becarios, se verán obligados a competir con jóvenes veinteañeros, universitarios ... [+]
29 de junio de 2013
29 de junio de 2013
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
LO MEJOR: Volver a ver juntos en la pantalla grande, tanto a Owen Wilson como a Vince Vaughn, después de la grandiosa "De boda en boda (2004)". Sin ninguna duda, estos dos tipos tienen mucha química, y eso hace que "Los becarios" termine siendo un film muy ameno,simpático y sobretodo divertido.
LO PEOR: El inicio de la película peca de ser lenta y de poca importancia para el espectador ( nos podrían haber presentado al duo protagonista de otra forma ). Que una película de este estilo tenga 120 minutos de metraje, puede llegar a ser un poco cargante.
PD: En definitiva, "The intership" es un film que sirve para pasar un buen rato en una sala de cine y despejarte un poquito del calor incesante y agobiante.
LO PEOR: El inicio de la película peca de ser lenta y de poca importancia para el espectador ( nos podrían haber presentado al duo protagonista de otra forma ). Que una película de este estilo tenga 120 minutos de metraje, puede llegar a ser un poco cargante.
PD: En definitiva, "The intership" es un film que sirve para pasar un buen rato en una sala de cine y despejarte un poquito del calor incesante y agobiante.
15 de noviembre de 2015
15 de noviembre de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película en honor a la empresa Google, una gran multinacional, con un montón de ofertas. Que les brinda una oportunidad. Son dos hombres que trabajan en una mediana empresa, y que el dueño, no le va muy bien, es más bien, también que se quiere jubilar, y les despide, regalándoles a cada uno un reloj.
Habían estado de comerciales un montón de años, y de repente se tienen que ir a buscar otro trabajo.
Ahí comienza la ardua búsqueda, Owen Wilson, encuentra enseguida pidiendo trabajo al cuñado, pero Vince Vaughn no tan pronto, pero va a decirle que tiene una oferta en google.
Van ha hacer la entrevista online, y deciden darles una oportunidad para conseguir un trabajo en la compañía, primero comenzando de becarios.
Es muy divertido el comienzo, ahí todos son más jovenes que ellos, y suelen ser programadores, pero se hacen una piña, y con las capacidades comerciales de ambos y el cerebro del grupo, salen adelante.
Una película cómica, de más de dos horas, que se hace muy corta.
Habían estado de comerciales un montón de años, y de repente se tienen que ir a buscar otro trabajo.
Ahí comienza la ardua búsqueda, Owen Wilson, encuentra enseguida pidiendo trabajo al cuñado, pero Vince Vaughn no tan pronto, pero va a decirle que tiene una oferta en google.
Van ha hacer la entrevista online, y deciden darles una oportunidad para conseguir un trabajo en la compañía, primero comenzando de becarios.
Es muy divertido el comienzo, ahí todos son más jovenes que ellos, y suelen ser programadores, pero se hacen una piña, y con las capacidades comerciales de ambos y el cerebro del grupo, salen adelante.
Una película cómica, de más de dos horas, que se hace muy corta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Final feliz, para todos los públicos. Sí que toca algunos aspectos, como que no viven mucho la vida durante, los estudiantes, y algunos, no éstos, acaban mal, yéndose por burdeles.
Que es un sitio dónde les llevan los veteranos del grupo.
Y allí el coordinador del equipo, que es el que mejor notas tiene y más responsable, reconoce a una de las que está trabajando en google, que está de "conejita play boy" por lo que toca, un tema, tabú que se ve en algunas Universidades más bien de España, sobre todo de pueblo, como el mio. Es decir, cómo algunas, se meten a barras americanas, o sitios de este tipo, que es un bar de top less, dónde, conocen a magnates o tipos con influencias, para colocarse de lo suyo, en lugar de ir a trabajar a supermercados y demás, que es lo que hay.
Que es un sitio dónde les llevan los veteranos del grupo.
Y allí el coordinador del equipo, que es el que mejor notas tiene y más responsable, reconoce a una de las que está trabajando en google, que está de "conejita play boy" por lo que toca, un tema, tabú que se ve en algunas Universidades más bien de España, sobre todo de pueblo, como el mio. Es decir, cómo algunas, se meten a barras americanas, o sitios de este tipo, que es un bar de top less, dónde, conocen a magnates o tipos con influencias, para colocarse de lo suyo, en lugar de ir a trabajar a supermercados y demás, que es lo que hay.
28 de junio de 2013
28 de junio de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son uña y carne. Culo y mierda. Inseparables. Son compis de trabajo que establecieron entre ellos, hace mucho tiempo, una especie de relación simbiótica que los ha llevado hasta la cima... o quizás no. Sea como fuere, lo importante es que sacan todo el jugo posible del factor humano y de la conexión presuntamente irrompible que los une. Cuando están con un cliente, éste último disfruta a más no poder tanto con las bromas que van dirigidas a él como con la batería de ''internal (pero muy accesibles) jokes'' que no paran de dispararse el uno al otro. El bueno de Nick y el bueno de Billy son unos cracks. Son, además, unos golferas de la vieja escuela. Están ciertamente anclados en un pasado que quizás hayan mitificado en exceso... pero indudablemente sigue siendo una gozada verlos en acción, tanto durante las horas de trabajo como en los -prolongadísimos- momentos de descanso, en los que ponen a prueba, por enésima vez, los límites de su cada día más maltrecho cuerpo.
Juergas antológicas y una eficiencia laboral que se ve sustentada en una camaradería que ya quisiéramos nosotros en nuestra oficina (si al menos tuviéramos alguna en la que dejar nuestro currículum...). Pero hay trampa. Por mucho que todos los síntomas (presentación y evolución de los personajes, tanto los principales como los secundarios; momentos y cuantidades recetadas de dramatina y comediol) indiquen lo contrario, esto no es la secuela de la despreocupada 'De boda en boda (Los cazanovias)'. La película que ahora nos concierne es mucho más seria. Un pelín más, dejémoslo así. Porque por mucho que los dos conquistadores se sientan en la cresta de la ola, la abrumadora realidad está a punto de estallarles en todos los morros. Sin saberlo ellos, se encuentran en la desoladora segunda década del, de momento, bastante desolador siglo XXI.
Con la crisis hemos topado... una vez más, y van... (a saber). Resulta que el antaño prometedor y muy lucrativo sector de la venta personalizada, aquella en la que salía a relucir la calidez entre todas las partes contratantes, se ha quedado (al igual que muchos otros aspectos presuntamente inamovibles de nuestra vida) totalmente desfasada. Game Over. Se acabó lo que se daba. A nadie le importa que unos cuantos vejestorios se hayan dedicado, durante prácticamente toda su vida, y en cuerpo y alma, a crear una solidísima base de satisfacción bilateral en la que es casi imposible discernir la esfera de los negocios de la de la más encomiable amistad. ''O te mueves o caducas'', rezaba aquel famoso eslogan, lo cual aplicado a Nick y Billy se traduce en un espeluznante ''O te reinventas o mueres''... o lo que es peor, ''O espabilas o te quedas en la puta calle, y más endeudado que el país al que, inexplicablemente, sigues adorando.''
El sueño americano ha muerto... una vez más, y van... (a saber). Pero por mucho que desde fuera (somos unos envidiosos, esto es lo que somos) se lo quiera asesinar, la promesa de una vida -materialmente- mejor en la eterna ''tierra de las oportunidades'' resucita una vez más, y van... basta. Para los interesados, el horizonte de prosperidad en los Estados Unidos no se ha desvanecido. Solo hay que saberlo encontrar. De nuevo para los interesados, ahora éste se halla en el puesto de trabajo más maravilloso jamás concebido por la raza humana. Cámaras de siesta para los trabajadores cansados; saludable y nutritiva comida gratis para los empleados famélicos y toboganes por doquier para desplazarse de un piso a otro (además de otros muchos gadgets que hasta harían sentir desgraciados al mismísimo Willy Wonka y a su ingente horda de Oompa Loompas).
Deje de buscar la mítica fábrica de chocolate. La felicidad absoluta ahora se encuentra en las oficinas de Google, esa magnífica empresa que tan desinteresadamente ha contribuido a incrementar los niveles de felicidad de todos nosotros. ¿Quién dijo polémicas de espionaje? ¿Quién insinuó prácticas monopolísticas que van mucho más allá del control del mercado? Si puede extraerse alguna conclusión fuera de la pantalla después de haber visto 'Los becarios' es que la gran G (qué mal suena... o no, qué bien suena) no anda demasiado lejos de concretar sus más que probables planes de dominio planetario. Casualidad o no, pocos días después de que Edward Snowden lo largara todo (antes de largarse a... Putin sabe donde), llega a nuestras salas una película dedicada, por encima de todo, a recordarnos que aquellos que se han lucrado traficando con nuestra intimidad, son también unos tíos muy majos.
El cinismo induce a partirse, literalmente, de la risa. El sentido común obliga al espectador mínimamente concienciado, a reflexionar... al menos a no dejarse embaucar por la tentadora -admitámoslo- fiesta. Lo cierto es que, a pesar de su apariencia y espíritu de ligera comedieta veraniega, hay algo muy inquietante detrás de 'Los becarios'. Será por la amarga coincidencia en la encadenación de sucesos referentes a las filtraciones en el seno de las agencias de inteligencia estadounidenses, o simplemente porque la cartelera ha querido que el filme caiga en el peor (o mejor, según como se mire) de los momentos, pero nada puede borrar el que éste sea un producto tremendamente incómodo. Lo es tanto como recibir -y aceptar-, en el pase de prensa, y a manos de la vanagloriada Google, una bolsa cargada de obsequios. Una libreta, un bolígrafo y un pen drive... hasta una colchoneta inflable. Piensan en todo. El gesto adquiere la forma de broma que no hace sino despertar la risa nerviosa cuando, mirándolo bien, todo ese merchandising ha sido pagado con nuestro consentimiento en forma de ''Sí, he leído y acepto'', que emitimos, cual robots, un día u otro a lo largo de nuestra vida.
Juergas antológicas y una eficiencia laboral que se ve sustentada en una camaradería que ya quisiéramos nosotros en nuestra oficina (si al menos tuviéramos alguna en la que dejar nuestro currículum...). Pero hay trampa. Por mucho que todos los síntomas (presentación y evolución de los personajes, tanto los principales como los secundarios; momentos y cuantidades recetadas de dramatina y comediol) indiquen lo contrario, esto no es la secuela de la despreocupada 'De boda en boda (Los cazanovias)'. La película que ahora nos concierne es mucho más seria. Un pelín más, dejémoslo así. Porque por mucho que los dos conquistadores se sientan en la cresta de la ola, la abrumadora realidad está a punto de estallarles en todos los morros. Sin saberlo ellos, se encuentran en la desoladora segunda década del, de momento, bastante desolador siglo XXI.
Con la crisis hemos topado... una vez más, y van... (a saber). Resulta que el antaño prometedor y muy lucrativo sector de la venta personalizada, aquella en la que salía a relucir la calidez entre todas las partes contratantes, se ha quedado (al igual que muchos otros aspectos presuntamente inamovibles de nuestra vida) totalmente desfasada. Game Over. Se acabó lo que se daba. A nadie le importa que unos cuantos vejestorios se hayan dedicado, durante prácticamente toda su vida, y en cuerpo y alma, a crear una solidísima base de satisfacción bilateral en la que es casi imposible discernir la esfera de los negocios de la de la más encomiable amistad. ''O te mueves o caducas'', rezaba aquel famoso eslogan, lo cual aplicado a Nick y Billy se traduce en un espeluznante ''O te reinventas o mueres''... o lo que es peor, ''O espabilas o te quedas en la puta calle, y más endeudado que el país al que, inexplicablemente, sigues adorando.''
El sueño americano ha muerto... una vez más, y van... (a saber). Pero por mucho que desde fuera (somos unos envidiosos, esto es lo que somos) se lo quiera asesinar, la promesa de una vida -materialmente- mejor en la eterna ''tierra de las oportunidades'' resucita una vez más, y van... basta. Para los interesados, el horizonte de prosperidad en los Estados Unidos no se ha desvanecido. Solo hay que saberlo encontrar. De nuevo para los interesados, ahora éste se halla en el puesto de trabajo más maravilloso jamás concebido por la raza humana. Cámaras de siesta para los trabajadores cansados; saludable y nutritiva comida gratis para los empleados famélicos y toboganes por doquier para desplazarse de un piso a otro (además de otros muchos gadgets que hasta harían sentir desgraciados al mismísimo Willy Wonka y a su ingente horda de Oompa Loompas).
Deje de buscar la mítica fábrica de chocolate. La felicidad absoluta ahora se encuentra en las oficinas de Google, esa magnífica empresa que tan desinteresadamente ha contribuido a incrementar los niveles de felicidad de todos nosotros. ¿Quién dijo polémicas de espionaje? ¿Quién insinuó prácticas monopolísticas que van mucho más allá del control del mercado? Si puede extraerse alguna conclusión fuera de la pantalla después de haber visto 'Los becarios' es que la gran G (qué mal suena... o no, qué bien suena) no anda demasiado lejos de concretar sus más que probables planes de dominio planetario. Casualidad o no, pocos días después de que Edward Snowden lo largara todo (antes de largarse a... Putin sabe donde), llega a nuestras salas una película dedicada, por encima de todo, a recordarnos que aquellos que se han lucrado traficando con nuestra intimidad, son también unos tíos muy majos.
El cinismo induce a partirse, literalmente, de la risa. El sentido común obliga al espectador mínimamente concienciado, a reflexionar... al menos a no dejarse embaucar por la tentadora -admitámoslo- fiesta. Lo cierto es que, a pesar de su apariencia y espíritu de ligera comedieta veraniega, hay algo muy inquietante detrás de 'Los becarios'. Será por la amarga coincidencia en la encadenación de sucesos referentes a las filtraciones en el seno de las agencias de inteligencia estadounidenses, o simplemente porque la cartelera ha querido que el filme caiga en el peor (o mejor, según como se mire) de los momentos, pero nada puede borrar el que éste sea un producto tremendamente incómodo. Lo es tanto como recibir -y aceptar-, en el pase de prensa, y a manos de la vanagloriada Google, una bolsa cargada de obsequios. Una libreta, un bolígrafo y un pen drive... hasta una colchoneta inflable. Piensan en todo. El gesto adquiere la forma de broma que no hace sino despertar la risa nerviosa cuando, mirándolo bien, todo ese merchandising ha sido pagado con nuestro consentimiento en forma de ''Sí, he leído y acepto'', que emitimos, cual robots, un día u otro a lo largo de nuestra vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El cachondeo puede incluso convertirse en indignación cuando, rindiéndose a la frialdad de los cálculos, el periodista se da cuenta de que, por el mismo precio, ya hubiera podido haber recibido un coche de súper-lujo. Por falta de dinero seguro que no sería... Y ya que estamos, cabría preguntarle a Vince Vaughn (principal artífice de la jugada, suyo es el guión) cuantos ceros de más figuran ahora mismo en su cuenta corriente. Lo suyo ya no es product-placement; los suyo es, seguramente, el anuncio más largo y descarado jamás concebido para la gran pantalla. Y, como se ha dicho, es, ante todo, un producto incómodo. Lo es porque consigue que lo naif se diluya en lo perverso; porque a pesar de que el cabreo debiera ser la reacción más sana, el humo llega a cegar los ojos. El lavado de cara se ratifica gracias a la casi infalible camaradería ochentera entre el propio Vaughn y Owen Wilson. Sí, hasta es simpática; hasta cae bien. Cuando estalla el enésimo choque entre tíos guays y pringaos (o entre jóvenes y vejestorios), hasta se oyen risas en la sala. Cosas del olvido. De un modo similar, y ojo al dato, la atávica rivalidad entre Griffindor y Slytherin nos hacía borrar del mapa, en cada curso, a Hufflepuff y Ravenclaw. Con ese mismo mágico y peligroso olvido juegan Nick y Billy, consumados ilusionistas que solo nos exigen, a cambio de algo tan inocente como pasar un buen rato, otro ''Sí, he leído y acepto''. ¿Qué nos cuesta?
28 de diciembre de 2013
28 de diciembre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mi se trata de una película que encaja perfectamente en el tiempo actual. Refleja dos épocas distintas de esta sociedad que se deben compenetrar para lograr un objetivo común.
En mi opinión el transcurso de la película es bueno y el transfondo de ella queda claramente reflejado al enfrentar dos épocas distintas de la sociedad.
En mi opinión el transcurso de la película es bueno y el transfondo de ella queda claramente reflejado al enfrentar dos épocas distintas de la sociedad.
3 de julio de 2013
3 de julio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una venta fraudulenta no deja de ser un engaño por mucho que se consigan los efectos u objetivos deseados; más cuando, por este fraude, no eres capaz de apreciar lo que la historia tiene de positivo para contar. Dejando de lado el patrocinio de la misma por la marca que todos conocemos, la cual está hasta en la sopa!!! -está claro que el motivo de arranque de este guión no es otro que la venta de la misma firma a tuti pleni!!!- si sabes mirar un poco más allá podrás encontrar un relato sobre la verdadera amistad, la fidelidad, el compañerismo y la lealtad; capitaneada por dos actores nacidos para la comedia y que forman un dúo magnífico, es una pena lo desaprovechados que ambos están por un guión no pensado en ellos, ni en el propio film sino de cara a la susodicha marca que para eso paga todo el montante!!! Vendida como supercomedia del año, de gran diversión en cada fotograma, de risotadas aseguradas por la presencia de estos dos actores cómicos -Owen Wilson y Vince Vaughn- no esperes tanto -ni mucho menos!!!-de ese modo superarás la primera desilusión y podrás apreciar algo de contenido provechoso en este relato que, sin llegar a ser malo ni decepcionante, huele a chamusquina publicitaria de altos ejecutivos que te venden lo que sea al precio que sea y de la forma más sutil que encuentran; tú sólo tienes que tragar y aplaudir su ingenio y, por supuesto, aguantar las dos horas de excesiva duración que dura esta publicidad pensada para la gran pantalla!!!
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