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Aleksandra

Drama Ambientada en Chechenia. Cuando Aleksandra Nikolaevna (Galina Vishnevskaya) va a pasar algunos días con su nieto, uno de los mejores oficiales de su regimiento. descubre un nuevo mundo, un mundo de hombres en el que no hay lugar para los sentimientos. Lo que está presente en todo momento es la lucha entre la vida y la muerte. (FILMAFFINITY)
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6
24 de septiembre de 2010 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de empezar por decir que me resulta doloroso poner a una película de Sokurov una puntuación tan baja, que más que la puntuación en sí es el epígrafe que la acompaña: "Interesante". En efecto, esta es una película interesante. Hay como una especie de contradicción moral en el seno de mi ser porque soy consciente de la profundidad que hay detrás de cada imagen pero no soy capaz de encontrar que la película deba portar una nota superior. Otra cosa es que la recomiende o no, efectivamente: la recomiendo. Para mas inri esta vez Sokurov abandona el virtuosismo técnico en favor de la sencillez, que le va al pelo a al película, pero uno no deja de pensar que esperaba. Quizás no estaba yo en mi noche. En cualquier caso si cambio de idea algún día en un posterior revisionado no tendré problema en reconocer mi error, más bien será un honor y un motivo de reconciliación conmigo mismo.

Pasemos un poco a la parte interpretativa:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La señora Aleksandra, en ocasiones una auténtica pelma que no hace nada más que quejarse, no representaría otra cosa que a la Gran Madrecita Rusia, la vieja Rusia con todos sus achaques (el cansancio en las piernas después de tanto camino recorrido). No es casualidad que la película se encuentre ambientada en la guerra de Chechenia, conflicto que estuvo a punto de desangrar el experimiento neoliberal y un tanto autoritario post-soviético. Allí fue donde Rusia estuvo a punto de perecer y donde comenzó su renacimiento. La película tiene claros tintes patrióticos tanto en la elección de la actriz que interpreta a Aleksandra, toda una vieja gloria, Vishnevskaya, como en la solemnidad de sus encuentros tanto con los soldados como con la población civil chechena. Quizás uno espera más constantemente de este film, pero es que no todo es derramamiento de sangre en una guerra, hay odios que matan, pero otros muchos se esconden en el subsuelo aferrando a los hombres a la tierra que pisan con el más crudo de los realismos relativos. Como dice la buena mujer ante la petición de libertad de un joven checheno: "Si fuera tan fácil". Quizás las complejidades del conflicto checheno no estén expresadas, pero tampoco era ese el objetivo del film. Lo que sí nos enseña éste es que ante todo somos personas, aquí y allá, por mucho que las guerras se interpongan entre unos y otros y saquen lo peor de nosotros mismos. Así, los encuentros entre Aleksandra y la mujer chechena son especialmente entrañables por el simbolismo y la excelente actuación que hay en éstos. No menos duras son las miradas de ese joven cargado de odio en el mercado que se niega a vender nada al invasor ruso, ni tan siquiera a cruzar una simple palabra.

La fragilidad de esa Vieja Rusia no sólo se experimenta en los dolores de piernas de Aleksandra y sus achaques, sino también en el aislamiento del campamento militar, en la juventud bisoña de los reclutas que han de defender a su patria de la amenaza separatista.

No obstante, en el último encuentro entre Aleksandra y su nieto observamos un nuevo relevo generacional. Con una película filmada en un clima de estabilidad político-económica y con la recuperación rusa plenamente consolidada hay cierta euforia y cierta precaución en el film de Sokurov, quien tiene la esperanza de que un nuevo futuro comienza (las caricias que el nieto le dedica o la trenza que le hace son buena muestra de ello). No obstante el film no es partidario de lanzar las campanas al vuelo, porque el futuro de Rusia siempre ha sido incierto, duro, difícil y no va a ser en el siglo XXI cuando cambien las cosas.
7
4 de abril de 2012 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este film, Sokurov nos muestra a una anciana que va a visitar a su nieto que se encuentra en el campo de batalla en Chechenia. Es así como tenemos a este ente femenino vagando en el campamento del ejército, conociendo a las personas que habitan en él y lo que hacen.

Aleksandra es una mujer regía, mandona, que intenta mostrarse fuerte, sin embargo, en el fondo se ve una persona agotada en ese árido lugar, cabizbaja y triste. El director se enfoca en ella, en sus sentimientos, en lo que hace en ese lugar tan degradante y opaco.

Levemente Sokurov nos muestra un mercado que queda cerca del campamento, la percepción me dicta que queda del lado chechenio, a pesar de esto, los soldados rusos van ahí a comprar cosas y demás. Aleksandra visita esa zona, se mezcla con mujeres del lugar, ve edificios bombardeados, observa una población desesperada por la guerra.

En este caso, el impacto emocional de la guerra no es tan fuerte como a mi parecer debería ser, más aun ejemplificando una batalla tan atroz como la de Chechenia (aunque no hay guerra bella). El drama entre el nieto y la abuela aumenta sobre el final, se siente mejor, sin embargo no llega a mostrarse de forma excelsa.
8
5 de agosto de 2008 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin disparar un solo tiro, sin mostrar una sola escena bélica y sin una sola escena de violencia, esta película es un magnífico alegato contra la guerra. Aleksandra va descubriendo lo que está viviendo su nieto y a la vez se lo descubre al espectador. Todo a base de miradas, silencios, sin una palabra de más ni una imagen de menos.
A destacar la magnífica fotografía que utiliza diferentes filtros según los espacios y el estado de ánimo de los personajes.
Es un placer que, todavía, (y no sé por cuánto tiempo) podamos ir al cine a ver películas del gran Sokurov
8
1 de julio de 2008 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de Aleksandra es que no es una película pretenciosa.

Lo que en principio parece bastante inverosímil (una abuela visitando a su nieto al campamento militar) es tratado con una verosimilitud absoluta. En la película no ocurre nada especialmente particular. Simplemente es una sucesión de hechos que incluso podría darse en un contexto completamente diferente, pero es precisamente el contexto en que se da lo que hace que la película merezca la pena.

Una abuela muy creíble, con su ligero mal humor y terca como una mula, acaba haciéndote creer que el hecho de que haya ido a ver a su nieto al campamento militar no es tan inverosímil como pudieses haber pensado en un primer momento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Es posible que el conflicto ruso-checheno no haya sido retratado como lo que muchos entendenderían por justo, pero yo, por mi parte, apruebo el método.

El joven checheno acompaña a la abuela al campamento y hace un comentario en el que exige la libertad a los rusos. La respuesta de ella me parece muy acertada.
9
17 de agosto de 2012 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La antigua Rusia, sopesa con determinación su pasado combativo, llevada de la mano de Alexander Sokurov. Bendito inquisidor que, ofrece con su habitual mirada bucólica, esta obra única en donde explica al mundo su clara percepción respecto a la guerra de Rusia contra Chechenia; pero, fundamentalmente promulgándose en contra de cualquiera.
“Para llevar a cabo su propósito, el director se vale del personaje: Alexandra Nikolaevna; como será nombrada por única vez en el film; privilegiando la figura femenina como modelo de representación en el campamento militar, confiriéndole absoluto protagonismo.
“En el transcurso del metraje, Sokurov irá postulando su condición de pacifista intransigente.
“Alexandra, vehículo omnímodo del gran cineasta ruso, indagará en este universo marcial dedicando un estudio reposado, que derivará en correlato a lo largo del film.
“Con Alexandra, Sokurov plasma la gran dicotomía entre, la Rusia Imperial, que se regodea en su rol de conquistador, y aquella que, en otro sentido, al salir al mundo es testigo mudo de la vaciedad de sus actos, y esto proyectándose en el andar de los tiempos.
“Esta nueva Rusia, postula que el camino no es el de las armas, sino el de la participación pacífica. Empero, en algún momento, la cámara de Sokurov advierte que aún quedan resabios de imperialista en ella, y nos muestra a una Alexandra mimetizándose con el ambiente militar*, en tanto continúa discurriendo acerca de la futilidad de la guerra. Dicha controversia, es resistida con lógica terciadora en varios segmentos del film.

“La mirada de Alexandra, respecto a la nueva Rusia, es esperanzadora y diáfana. En este sentido, Sokurov retrata a los jóvenes soldados de una forma contundente: Vemos lo que ve Alexandra, que, ante tal autenticidad, sólo atina a saberse vieja y en desuso para intentar cualquier acercamiento.
“No obstante, esta fisura generacional no intimida a Alexandra, que sabe, sólo existen certezas respecto a la inutilidad de la guerra.

“En este contexto, la milicia observa con incertidumbre a la mujer, que, en un momento revelador del film, platica con un soldado. Éste, refiriéndose al nieto de Alexandra, le dice: “Es un militar excelente”, y pontificando agrega: “la guerra está aquí”.
“Alexandra le responde que está harta del orgullo militar. “El ejército puede destruir, pero, ¿Cuándo aprenderán a construir?”.
“Esta Rusia arcaica (materializada en Alexandra), manifiesta ante la nueva nación, que la paciencia no es interminable. Señala a sus juventudes que para subsistir e integrarse, deben tener sentido común; que la fuerza no reviste en el carácter armamentista, sino en el desarrollo intelectual.



“En una articulación del relato, Alexandra sale del campamento, y se encamina hacia la población chechena, donde se encuentra con varias mujeres, que subsisten vendiendo vituallas en una feria improvisada. En la reciprocidad del diálogo, se evidencia desde el primer instante, la connivencia moral con las mismas. En esta fusión, Alexandra reivindica que el camino indiscutible, es el alcanzado a través de la participación pacífica. En tal sentido, premisa mediante, Alexander Sokurov refrenda que, este es el único camino viable, por el cual Rusia podrá abrirse definitivamente al mundo. Despojándose por fin de la Rusia Zarista.
“Como todo gran poder, Rusia es renuente de dar explicaciones por las barbaries cometidas, en tiempos donde la autocracia era moneda corriente. Un soldado, inculpa a Alexandra por su pasado absolutista y batallador. Con total liviandad, ella sólo alega que dará disculpas a Dios; no a los hombres.

“En otra oportunidad, Alexandra permanecerá silente; al ser interpelada esta vez por un joven checheno, en donde, nuevamente, con una maestría motivo de envidia por parte del más destacado fotógrafo, Sokurov retrata el rostro del muchacho, en tanto este implora a la mujer para que ésta no los oprima más.

“En materia cinematográfica, decir que Alexander Sokurov es un poeta de la imagen, deriva en una obviedad. En un momento del film, realiza un plano general del campamento; de pronto el viento comienza a arremolinar la tierra, y la imagen queda vedada por unos instantes; al disiparse la polvareda, estamos instalados en la vida civil de los chechenos. El recurso es acertado, porque acentúa con eficacia la distancia filosófica entre un mundo que se solaza en la guerra, hacia otro en donde prevalecen las relaciones fraternales. Sokurov, podría haber recurrido a otra variante de montaje; pero esto es tan bello cómo categórico.
“Los encuadres, especialmente aquellos que corresponden a los primeros planos practicado a los intérpretes, hacen que los mismos queden expuestos incondicionalmente; el director descubre a sus actores de manera notable, y deriva hacia lo preeminente el trabajo mancomunado que tiene con los mismos.
“En un pasaje, el director plasma un diálogo entre Alexandra y el personaje correspondiente a su nieto. El punto de vista del descendiente se desplaza a milímetros del eje de la cámara; en ese momento preciso, casi podemos sentir la presencia de Alexandra a nuestro lado.
“*Alexandra toma asiento en un gran sillón cubierto de telas; extiende sus brazos abarcando el mismo, preconizando su imagen. Hay que prestar atención para escindir la imagen de Alexandra respecto del sillón, pues sus ropas se pierden con las telas.

“Pareciera ser, que Alexander Sokurov está en otro plano respecto del cine; lo de este hombre es decididamente otra cosa. Él mismo ha dicho que el cine está en sus comienzos. Al ver sus películas, semejándose a lienzos de pinturas, percibimos ser arrastrados con indulgencia hacia otra dimensión; investidos con tópicos de todas las artes; el corolario es puro misticismo. Pero, también es una experiencia desoladora, porque como cinéfilos, nos cuesta una vida hallar sentido a muchos films luego de habitar en su mundo.
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