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Ángel

Drama Maria es la esposa de Sir Frederick Barker, aristócrata británico que hace tiempo que no le presta atención. Enfadada, se va a París sin decírselo a su marido. Maria conoce allí a Anthony Halton, un americano con quien cena y visita los monumentos de la ciudad... (FILMAFFINITY)
Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
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7
23 de junio de 2009
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de la base de que considero a Marlene Dietrich una de las actrices menos atractivas que se han puesto delante de una cámara, verla a lo largo de toda la función como objeto de deseo y con el piropo de 'ángel' me supone un cruce de cables, pero naturalmente Lubitsch vuelve a lucirse.

No está al nivel de sus joyas, pero Ernst, aquí menos satírico y más contenido, apunta furiosamente con el dedo al falso amor, a las convenciones, a los status y las dinamita con una historia simple, aparentemente tópica, pero con un final memorablemente desalentador.

Mención especial al discurso de Dietrich, donde subraya y admite la absoluta falta de lógica que rige, a veces, el comportamiento de una mujer.

En descarga de ellas, y para que no me denuncien Susicú, Honey Bee, Isabel Coixet o alguna que se pase por aquí, añadir que los hombres somos, a veces, escandalosamente lerdos, además de también un poco ilógicos en ocasiones, así que aquí nadie es mejor ni peor; nadie está libre de culpa, nadie tira piedras.

Pulgar arriba, nuevamente.
9
28 de marzo de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lubitsch y su guionista utilizan un argumento poco original sobre el papel, el de un romance a tres bandas, para llevar al límite un juego del gato y del ratón, que se ubicaría entre una de sus comedias elegantes y un drama romántico sobre un amor idealizado y obsesivo que se oculta bajo el simple y abstracto nombre de "Ángel".

Quien le pone rostro a este ser angelical es una Marlene Dietrich que viene volando desde Londres hasta París para vivir una de esas historias para contar en salones; una de amor fugaz, y por eso mismo, puro, instintivo y sexual (¿Y ella cómo era, rubia, morena?)... el amor del instante presente, sin nombres, ni pasado, ni futuro, el del placer, como surgido de un sueño, el de atesorar minuciosamente cada minuto, cada segundo. Amor como fuga del tiempo, como opuesto a aquel otro, atado a las obligaciones, que vive de nostalgias, racional y económicamente estable, pero también insatisfecho. Negar la mayor, como lo hace el mayordomo que dice que hace buen tiempo... mientras afuera está lloviendo a mares.

El marido, eminente diplomático y valedor de la vieja Europa de entreguerras, con su delicada geopolítica, no tiene tiempo, porque no vive en el tiempo de los individuos sino en de la Historia, esa historia que, como la de Antonio y Cleopatra, como la de la revolución rusa, puede cambiar, modificarse tal vez por azares humanos. Y hablando de Rusia, sólo alguien como Ernst sería capaz de hacernos pasar por una gran dama a una decadente aristócrata exiliada, que sobrevive en la capital francesa como dueña de una sórdida casa de citas para gente bien, la cual solicita sus servicios para desahogar sus frustraciones, y lo hace sin que apenas nos enteremos… presentándola mediante un virtuoso plano-secuencia de aire voyeur.

Manipulador nato, creador de algo que por momentos se asemeja sospechosamente al suspense, el alemán ofrece una trama de enredos, un baile de máscaras, de personajes en la inopia que tienen muy cerca unas realidades que creen novelescas. El misterio del encuentro entre dos extraños dará paso a un duelo verbal por sostener las apariencias, apenas rotas por una melodía de piano interrumpida que se apoderará del film. Perspectivas que cambian, como una lámpara de distinto color según quien la mire. Miradas, en fin, de duda (ella al llegar al hotel), de amor (ellos junto al violinista), de temor… detalles, como que te enciendan el cigarro (el estatus social), o gags idiomáticos (el taxista listillo). Nombres, identidades, como los de ellos dos durante la guerra. Y desde luego, la gran herramienta expresiva; la elipsis, para aportar, sugerir información, a modo de broma, o todo a la vez. Un plano de un teléfono, flores tiradas en el suelo y recogidas, platos de comida sin tocar, los restos de una habitación deshecha… los puntos de inflexión del relato, que contados convencionalmente son efectistas, se vuelven sugestivos en forma de paréntesis.

Pero hay más: la ópera (Wagner, “Cavalleria rusticana”), el servicio y sus pequeñas mezquindades, una mirada que también cuenta y aporta. Muebles, espejos (incomunicación), retratos, notas y telegramas, y por supuesto, puertas, las de un palacio cual jaula dorada. Una, la que el marido debe abrir o no como prueba de fe, de amor desinteresado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final, de espaldas, personajes reducidos a puros bustos; un modo de preservar el desenlace edificante de la época... pero añadiendo cierto margen de ambigüedad para el espectador.
9
14 de septiembre de 2012 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toque Lubitsch... Qué es? Algo casi imperceptible... Resulta imprescindible ver alguna de sus películas para entenderlo.
Los actores... Impresionantes! Herbert Marshall nos da una lección de "clase". Marlene = mirada.
El final... ver el spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es tan actual... (puede resultar incluso insidioso).
Es el triunfo del cariño sobre el apasonamiento, aunque es algo más... Si Herbert no hubiera actuado como lo hizo en ese salón, Marlene nunca nos hubiera dado la espalda...
Bellísimo.
7
17 de noviembre de 2017 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo es una película inteligente, con brillantes diálogos. Es un ejemplo claro de que un realizador brillante con un buen guión y un buen reparto (personalmente me ha encantado Marlene Dietrich) es capaz de sacarse una pequeña obra maestra de la chistera.
8
7 de diciembre de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi por primera vez el 14 de septiembre de 2011. Comenté en su día que es una historia sencilla pero contada de forma intensa. No sabía como explicar mejor lo que sentía, ya que hay mucha sutileza aquí, mucha mano izquierda, intuyo que para torear a la censura.

Visto de nuevo, la encuentro buena, pero no sé porque, no tanto como la primera vez que la vi. Marlene está fantástica como no, Lubitsch dirige como nunca. Estamos ante una muy buena película de romance, de trío amoroso y de como las palabras están escogidas muy bien en cada frase, se nota.

Por lo que representa y por lo que a día de hoy aún se conserva fresca y actual, le mantengo esos 8 puntos

En su día 2 de 3 usuarios encontraron útil mi primera crítica.
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