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Ángel

Drama Maria es la esposa de Sir Frederick Barker, aristócrata británico que hace tiempo que no le presta atención. Enfadada, se va a París sin decírselo a su marido. Maria conoce allí a Anthony Halton, un americano con quien cena y visita los monumentos de la ciudad... (FILMAFFINITY)
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8
6 de julio de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es Ángel de las películas más conocidas de Ernst Lubitsch, pero contiene todas las características del cine de su autor (elipsis, fuera de campo, sobreentendido, ironía), priorizando en esta ocasión el romance sobre el humor. La sofisticadísima Marlene Dietrich siente que su marido, un político británico muy ocupado, no le presta atención y se divierte en París con un americano que se enamora de ella locamente. Herbert Marshall y Melvyn Douglas interpretan con su habitual eficacia a estos personajes, acompañando a Dietrich en la única colaboración de esta con Lubitsch. Ángel no decepcionará a los seguidores de este último: es una película muy inteligente y refinada.
6
6 de noviembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Debo reconocer que no siendo “Ángel” una de mis películas favoritas de Lubitsch, en cambio sí crea que es una de las que mejor pone de manifiesto su estilo como director.

Estamos ante una de esas ocasiones en las que la forma en la que se cuenta la historia es bastante superior a lo que se cuenta en sí, que no deja de ser un melodrama romántico almibarado, de personajes de alta sociedad, rodeados de lujos, que nos quieren hacer creer que son zarandeados por fuertes sentimientos arrebatadores. Los cuales, desde el otro lado de la pantalla, no parecen más que caprichos y arrebatos fugaces gestionados de forma un poco frívola.

Lubitsch intenta llevarlo a su terreno con la inclusión de personajes secundarios que alivien la gravedad, en forma de grupo de sirvientes y ayudantes que aportan las gotas de ironía y sarcasmos necesarias, aunque es de las ocasiones en las que Edward Everett Horton me ha parecido más desaprovechado. Con su elegante forma de dirigir, hace que el estilo se imponga al argumento, y es ahí donde regala algunos momentos sublimes, principalmente con una utilización antológica del fuera de campo. Algunas de las escenas más importantes de la historia acontecen lejos de nuestra mirada: la despedida en la noche parisina de los amantes fugaces, el descubrimiento por parte de Tony del rostro de la mujer deseada en el portarretrato del salón, o incluso la conversación final entre ambos en las que la mujer debe decidirse por un hombre u otro. Todas suceden a espaldas del espectador.

Lubitsch hace honor a uno de sus principios, tratando al espectador como parte activa de la historia, y apelando a su inteligencia, para que termine de montar el puzzle que nos ocupa. Exige que haga uso de su imaginación para confeccionar los gestos y diálogos a su antojo de esas escenas no mostradas. Es la interacción total del espectador, donde tiene que hacer incluso de narrador en su mente de esas escenas ocultas.

¿Por qué sugiero que los personajes parecen actuar de forma caprichosa creando una paradoja entre lo que dicen y lo que hacen? Veamos el personaje de María. A pesar de que Marlene Dietrich luce magnética como siempre, con unos primeros planos intensos y atractivos, aprovechando ese aura forjada bajo la tutela de Josef Von Sterbergh, el suyo es un personaje muy poco perfilado sobre el guion en el que no se dan explicaciones convincentes a su manera de actuar, más allá de sufrir el aburrimiento de una vida acomodada. Con un marido ensimismado en los graves problemas políticos en una época prebélica, no parece tener un trabajo en el que ocupar su tiempo, y siempre aparece en pantalla ociosa. A nuestros ojos, parece una mujer florero unida en matrimonio por interés de ascenso social, y más después de darnos pistas de un pasado turbio nada más comenzar, al mostrarnos su amistad con la gran duquesa Anna, que regenta algo así como un prostíbulo de lujo en pleno París. Por otro lado, Anthony Halton (Melvyn Douglas), del que escuchamos comentar que es un reputado hombre de mundo, habla de amor profundo que lo tiene absorbido por su intensidad, cuando realmente sólo ha sido una noche de pasión con una mujer desconocida de la que, atención, no sabe ni su nombre. Y por ende, nada de su pasado, origen, ni de cuestiones básicas como su estado civil o su situación personal. No es difícil para el espectador darse cuenta de que lo suyo es un encaprichamiento lujurioso que sentiríamos todos, de forma unánime, conociendo a la bella Marlene en esas mismas circunstancias.

Así pues, tenemos una historia folletinesca repleta de coincidencias improbables que lleva al trío amoroso a un complicado desenlace en el que alguno de sus protagonistas, o todos, se acabarán llevando un severo disgusto.

Es la genialidad de Lubitsch, uno de los directores más personales, originales y talentosos que han existido, lo que provoca que una historia trillada y algo simplona se convierta en una película sofisticada, técnicamente magnífica, visualmente estimulante y narrativamente prodigiosa.
8
18 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Con Ángel, Ernst Lubitsch demuestra una vez más su maestría en la comedia sofisticada, construyendo un triángulo amoroso donde el ingenio, la elegancia y la ironía se entrelazan con precisión. La historia de una aristócrata atrapada entre la seguridad de su matrimonio y la tentación de una aventura es el terreno perfecto para que el director despliegue su característico humor sutil y su talento para la insinuación. No hay grandes escenas de confrontación ni dramas explosivos, sino diálogos afilados y situaciones que se resuelven con una mirada o un gesto calculado.

Marlene Dietrich brilla en un papel que equilibra el misterio con una contención emocional impecable. Su personaje no necesita largas declaraciones ni arrebatos para transmitir su conflicto interno; cada palabra suya tiene el peso de lo que no se dice, y su magnetismo es suficiente para mantener el interés incluso cuando la trama avanza con una calma deliberada. A su lado, Herbert Marshall y Melvyn Douglas aportan solidez a una historia que juega constantemente con la ambigüedad moral de sus personajes, sin forzar resoluciones simplistas.

Si bien Ángel no tiene la chispa cómica de otras obras de Lubitsch, sí posee una sofisticación que la distingue dentro del género. La película se desliza con una fluidez impecable, apoyándose en diálogos refinados y en una puesta en escena que sugiere más de lo que muestra. Puede que su desarrollo sea más pausado de lo habitual, pero su agudeza y su elegancia siguen siendo un placer. Es una comedia romántica sin estridencias, donde la seducción está en los detalles y donde cada conversación es un duelo de ingenio disfrazado de cortesía.
8
19 de junio de 2009
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bucco la degustó hace bien poco y yo ayer hice lo propio, y gocé de una erección más acentuada, como suele ser habitual. No está al nivel de los mayores logros de Lubitsch pero es una absoluta gozada este notabilísimo drama romántico, con algún que otro apunte de comedia pero con un tono general de desamor y desazón dominando la función, un guión delicioso plagado de diálogos de una sutileza brillante, dobles sentidos y cinismo de guante blanco. Lubitsch ejecuta el relato con la economía narrativa propia de un tipo de su enorme talento y nos regala secuencias espléndidas como la entrega de una ramo de lirios fuera de plano o el de un teléfono descolgado mientras suena una melodía al piano. Lubitsch era un maestro y esta es una nueva muestra. El trío protagonista, además, da la talla, especialmente la gélida Dietrich, el amor secreto de Bucco, que con esa arriesgada y esquiva belleza atrapa cada plano en el que interviene, y espeta la frase más memorable de la obra; "Los hombres que esperan que las mujeres actúen con lógica fracasan en el amor".
3
10 de mayo de 2020
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cincuenta minutos. No he podido aguantar más semejante tostón. A mi Lubitsch me gusta mucho, pero esta película es una castaña. Y lo digo bien alto. Messi también me gusta mucho, pero hay partidos en los que juega andando y desganado. Y también lo digo.
Este dislate cinematográfico tiene un guión (si es que lo tiene) absurdo; unos diálogos, a veces cursis, a veces pretenciosos; una dirección discreta y un montaje deslavazado. Al trío actoral protagonista es 'pa' darle de comer aparte. La Dietrich -actriz mala donde las haya- se desenvuelve en la comedia... bueno, perdón, no se desenvuelve, simplemente está. Cual gato de escayola. Herbert Marshall, con esa cara de panoli que gasta, es un auténtico 'singermorning' capaz de pegarse dos horas cascando el huevo del desayuno mientras nosotros nos hemos zampado ya media docena de tostadas. Y Melvin Douglas, el pobre, poco puede hacer con el 'chorracas' de personaje con el que le toca lidiar. Fijense si el destrozo de Lubitsch es de categoría, que "Ángel" es la primera película en la que mi adorado Edward Everett Horton no me hace reír ni una sola vez.
¿El "toque Lubitsch"? Bueno, para toque el que tenía Maradona. Y antes de dibujar su obra maestra con el segundo gol a Inglaterra, marcó el primero con la mano. No hubo "toque" en esa ocasión. Hubo un sucio embuste.
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