¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú
Comedia. Bélico
Convencido de que los comunistas están contaminando los Estados Unidos, un general ordena, en un acceso de locura, un ataque aéreo nuclear sorpresa contra la Unión Soviética. Su ayudante, el capitán Mandrake, trata de encontrar la fórmula para impedir el bombardeo. Por su parte, el Presidente de los EE.UU. se pone en contacto con Moscú para convencer al gobierno soviético de que el ataque no es más que un estúpido error. Mientras tanto, ... [+]
10 de junio de 2021
10 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender del todo, aunque en realidad no hay nada que entender, esta única incursión de Kubrick en la comedia, se debería visionar antes, “Punto Límite” (Sidney Lumet, 1964). Pues pareciese así, ver en ésta una parodia de aquella, lo que haría comprender mejor la simpleza de su sátira. Sé que el hecho de que ambas se rodasen el mismo año pone en duda esta posibilidad pero quienes conozcan las dos tendrán que coincidir conmigo que es mucha casualidad su coincidencia argumental. Pero ya sea que su afinidad se deba tan sólo a que se basan en sendas novelas, aunque distintas, similares, ya sea porque en ambas interviene Peter George como guionista, ya sea porque las dos las produjo La Columbia, ya sea a causa de la mera casualidad, ya sea como sea; se apreciará mejor entendiendo a ésta como parodia de aquella, más; que como algo tan difuso como una sátira a la guerra fría en general. Y por éstas o por otras circunstancia, estas dos cintas, en principio competidoras, se complementan a la perfección.
Por otro lado está hecha para mayor gloria de Peter Seller y su triple salto mortal hacia atrás, personificando a tres de los personajes protagonistas. También destacaría el buen trabajo de George C. Scott, en una inhabitual vis cómica.
Y aunque en todo momento transcurre en modo de comedia, en ella también resplandece la intriga de su nudo argumental; ¿Alcanzarán los bombarderos sus objetivos?, ¿por qué el kit de supervivencia incluye un par de medias de nailon?, ¿por qué el premier ruso bebe vodka en vez de agua?, ¿logrará Seller que la telefonista le conecte con otro de los Seller, el presidente?, ¿conseguirá el embajador soviético fotografiar el gran tablero?; ¿llegará el fin del mundo…?
Además; Kubrick nos deja como muestra de su maestría en el rodaje, aquellas escenas bélicas repletas de un contundente realismo donde cada plano nos muestra el punto de visión de alguno de los combatientes, haciéndonos mirar la secuencia a través de los ojos de éstos. Una técnica que ya utilizó en “Senderos de gloria” y posteriormente en algunos planos de “La chaqueta Metálica”. Una técnica que también años más tarde Spielberg usase en “Salvar al soldado Ryan”, con tan buen resultado.
Decir si es la mejor en la carrera del director neoyorquino es arduo y complicado, pues son todas sus obras tan distintas entre sí que, yo al menos, no veo el modo de compararlas. Cómo se puede comparar “El resplandor” con “¿Teléfono rojo?...”, “2001…” con “La naranja mecánica”, o “Espartaco” con “La chaqueta metálica”. Pero lo que sí puedo decir es que su desarrollo me pareció entretenido y nada recargado y a la vez cargado de un ácido sentido del humor para aquellos años.
Bibliografía:
- “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú; “basada” en la novela, "Red Alert” de Peter George
- “Punto Límite”; basada en la novela, “Fail-Saife” de Eugene Burdick y Harvey Wheeler
Por otro lado está hecha para mayor gloria de Peter Seller y su triple salto mortal hacia atrás, personificando a tres de los personajes protagonistas. También destacaría el buen trabajo de George C. Scott, en una inhabitual vis cómica.
Y aunque en todo momento transcurre en modo de comedia, en ella también resplandece la intriga de su nudo argumental; ¿Alcanzarán los bombarderos sus objetivos?, ¿por qué el kit de supervivencia incluye un par de medias de nailon?, ¿por qué el premier ruso bebe vodka en vez de agua?, ¿logrará Seller que la telefonista le conecte con otro de los Seller, el presidente?, ¿conseguirá el embajador soviético fotografiar el gran tablero?; ¿llegará el fin del mundo…?
Además; Kubrick nos deja como muestra de su maestría en el rodaje, aquellas escenas bélicas repletas de un contundente realismo donde cada plano nos muestra el punto de visión de alguno de los combatientes, haciéndonos mirar la secuencia a través de los ojos de éstos. Una técnica que ya utilizó en “Senderos de gloria” y posteriormente en algunos planos de “La chaqueta Metálica”. Una técnica que también años más tarde Spielberg usase en “Salvar al soldado Ryan”, con tan buen resultado.
Decir si es la mejor en la carrera del director neoyorquino es arduo y complicado, pues son todas sus obras tan distintas entre sí que, yo al menos, no veo el modo de compararlas. Cómo se puede comparar “El resplandor” con “¿Teléfono rojo?...”, “2001…” con “La naranja mecánica”, o “Espartaco” con “La chaqueta metálica”. Pero lo que sí puedo decir es que su desarrollo me pareció entretenido y nada recargado y a la vez cargado de un ácido sentido del humor para aquellos años.
Bibliografía:
- “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú; “basada” en la novela, "Red Alert” de Peter George
- “Punto Límite”; basada en la novela, “Fail-Saife” de Eugene Burdick y Harvey Wheeler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No quería terminar sin mencionar la emblemática secuencia en la que Slim Pickens cabalga sobre la bomba atómica, celebrando al estilo tejano su satisfacción por el deber cumplido. Pues sí, el fin termina con el fin del mundo. Pero no del todo; pues aún quedaran algunas viejas minas donde podrán resguardarse y reproducirse los más capacitados; y los de siempre.
Y cómo no disfrutar con aquel final en el que mientras en las nubes resplandecen los hongos de las explosiones nucleares suena We´ll Meet Again (Nos veremos otra vez) de Vera Lynn:
“Nos veremos otra vez,
nos veremos de nuevo.
No sé dónde.
No sé cuándo,
Pero sé que nos volveremos a ver en cualquier día soleado.
En cuanto el cielo azul de nubarrones se vea despejado”.
O Cómo Aprendí A Dejar De Preocuparme Y Querer A La Bomba
–¿Qué teléfono suena?, ¡diga!, Lomba.
Ojala fuese el rojo, no me asusta,
mas sea un simulacro me disgusta,
que al final aprendí a amar la bomba.
–Con nuestros fluidos juegan a la comba,
esos malditos rojos, y se ajusta,
su proceso, de forma tan astuta;
que solamente toman vodka, Lomba.
–Ya sé Señor, mas deme a mí la clave
–dice Lomba cuando el tiempo ya se agota–
venga, cálmese; venga entre y se lave.
–Démela y abortaré a Ala remota
–insiste Lomba– tiene usted la llave
del fin de esta locura, no lo nota.
–No insista Lomba –dice el loco general–
que fluorar las aguas es feo asunto (malditos rusos),
y ya suene el teléfono rojo, el gris o el azul,
volaremos, sin tregua, hacia Moscú.
Ya cabalga sobre la bomba, el piloto torero,
perdón, eso era en la otra.
Ya cabalga sobre la bomba, el piloto vaquero,
y el fin, el fin… se acerca, se aproxima,
mas no antes de repoblar algunas minas,
no antes de que Doctor Strange; ande…
“Y otra vez nos volvamos a ver,
durante algún día despejado,
cuando estos nubarrones hayan pasado”.
Y cómo no disfrutar con aquel final en el que mientras en las nubes resplandecen los hongos de las explosiones nucleares suena We´ll Meet Again (Nos veremos otra vez) de Vera Lynn:
“Nos veremos otra vez,
nos veremos de nuevo.
No sé dónde.
No sé cuándo,
Pero sé que nos volveremos a ver en cualquier día soleado.
En cuanto el cielo azul de nubarrones se vea despejado”.
O Cómo Aprendí A Dejar De Preocuparme Y Querer A La Bomba
–¿Qué teléfono suena?, ¡diga!, Lomba.
Ojala fuese el rojo, no me asusta,
mas sea un simulacro me disgusta,
que al final aprendí a amar la bomba.
–Con nuestros fluidos juegan a la comba,
esos malditos rojos, y se ajusta,
su proceso, de forma tan astuta;
que solamente toman vodka, Lomba.
–Ya sé Señor, mas deme a mí la clave
–dice Lomba cuando el tiempo ya se agota–
venga, cálmese; venga entre y se lave.
–Démela y abortaré a Ala remota
–insiste Lomba– tiene usted la llave
del fin de esta locura, no lo nota.
–No insista Lomba –dice el loco general–
que fluorar las aguas es feo asunto (malditos rusos),
y ya suene el teléfono rojo, el gris o el azul,
volaremos, sin tregua, hacia Moscú.
Ya cabalga sobre la bomba, el piloto torero,
perdón, eso era en la otra.
Ya cabalga sobre la bomba, el piloto vaquero,
y el fin, el fin… se acerca, se aproxima,
mas no antes de repoblar algunas minas,
no antes de que Doctor Strange; ande…
“Y otra vez nos volvamos a ver,
durante algún día despejado,
cuando estos nubarrones hayan pasado”.
12 de agosto de 2021
12 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ultra ácida crítica por parte de Kubrick a todo lo que envolvía la guerra fría, ya sean políticos, militares pasados de vueltas, gente que solo sigue ordenes sin usar el cerebro y, en general, cualquier aspecto que tenga que ver con el bélico. Años después volvería a atizar con fuerza con otra peli profundamente antibelicista como es "la chaqueta metálica" (mucho más seria en el fondo y la forma), pero aquí ya podemos ver la semilla que germinaría en una de las mejores pelis de la historia del cine, al menos en mi opinión.
Dicho esto, hay que mencionar que en esta cinta, no se deja títere con cabeza y atiza sin compasión a todo lo que puede. Y, hay que señalarlo siempre, que tremendamente bien le sale la parodia. La cinta tiene momentos brillantes, de reír a carcajadas, y estar pensando por dentro: De verdad que existe gente así? Considerando las cosas que todos hemos visto con la pandemia del COVID 19, parece que si hay algo universal en esta especie es la estupidez humana.
Pero dicho esto y volviendo a la peli, creo que es una genial comedia de humor absurdo, sí. Pero también creo, como ya he mencionado, que funciona a la perfección como un vehículo de crítica político-social como pocas que he visto. Parece que no se tome enserio pero, si nos fijamos en algunos diálogos o, incluso, en carteles que parecen decorativos pero que tienen una carga de profundidad muy potente, nos daremos cuenta que aquí no se da puntada sin hilo.
En definitiva, a pesar de ser una peli que tiene ya 60 años, y que a muchos os pueda parecer caduca, yo os digo que le deis una oportunidad. Creo que podéis pasar un buen rato y, al mismo tiempo, sacar unas cuantas reflexiones interesantes.
Dicho esto, hay que mencionar que en esta cinta, no se deja títere con cabeza y atiza sin compasión a todo lo que puede. Y, hay que señalarlo siempre, que tremendamente bien le sale la parodia. La cinta tiene momentos brillantes, de reír a carcajadas, y estar pensando por dentro: De verdad que existe gente así? Considerando las cosas que todos hemos visto con la pandemia del COVID 19, parece que si hay algo universal en esta especie es la estupidez humana.
Pero dicho esto y volviendo a la peli, creo que es una genial comedia de humor absurdo, sí. Pero también creo, como ya he mencionado, que funciona a la perfección como un vehículo de crítica político-social como pocas que he visto. Parece que no se tome enserio pero, si nos fijamos en algunos diálogos o, incluso, en carteles que parecen decorativos pero que tienen una carga de profundidad muy potente, nos daremos cuenta que aquí no se da puntada sin hilo.
En definitiva, a pesar de ser una peli que tiene ya 60 años, y que a muchos os pueda parecer caduca, yo os digo que le deis una oportunidad. Creo que podéis pasar un buen rato y, al mismo tiempo, sacar unas cuantas reflexiones interesantes.
21 de junio de 2022
21 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio ya nos queda claro de que la cosa trata de haber quien la tiene más grande. Los mastodónticos B-52 dan muestra de ello con esa cópula aerea tomada de imágenes de archivo con la que Kubrick hace declaración de intenciones sobre la novela "Red alert" del oficial de la RAF Peter George publicada en el 54. Al autor no le hizo gracia que el tema tan serio de su novela fuera transformado en una sátira paradigma de unos tiempos donde las bombas atómicas pendían del siempre frágil hilo del devenir de la historia en manos de, parafraseando la película de Ken Annakin del 65: "unos chalados en sus locos cacharros".
Tiempo de búnkeres y guerra fria que otras estupendas peliculas en clave dramática como "Siete días de Mayo" o "Punto límite" compartieron cartelera en el mismo 64. Quizás, más allá de la maestria como realizador de Kubrick, lo que hizo inmortal a esta película es hacerla pasar por el cedazo del humor, por tomarse a risa la proverbial estupidez humana que acababa dejando en manos de las máquinas y protocolos de forma irreversible las estupideces de sus dirigentes movidas por sus pasiones más elementales.
El guión viene a ser un cómic plagado de personajes con nombres tan significativos como "Mandrake", Guano (caca) de murcielago, o el propio Strangelove, que conforma el título original, mucho más explicito ("Strangelove o como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba"). Actuaciones memorables por parte principalmente de Sterling Hayden, George C. Scott (sacado por Kubrick de sus habituales registros dramáticos) y un Peter Sellers, que en plena crisis personal aborda tres personajes que pudieron ser cuatro y que a la postre fue él quien demostró que la "tenía más larga" llevandose a la saca el 55% del presupuesto. Su personaje de escasos minutos Strangelove da rienda suelta a su improvisación desatada cuyos excesos fueron alabados y reidos sin par por todo el equipo incluido Kubric. Personalmente creo que donde Sellers está brillante es en los otros dos personajes donde se contiene y da lugar a varias secuencias antológicas.
El diseño de producción británico con el interior del B-52, construido sobre una sola foto disponible y la inmortal sala de reuniones del gabinete de guerra son espectaculares; incluso algún presidente estadounidense posterior preguntó cuando llegó al poder donde estaba esa sala en el Pentágono. Sala por supuesto ficiticia. El tono documental que imprime Kubric con la estupenda fotografía en blanco y negro de Gilbert Taylor es para enmarcar y el director adapta la cámara de forma magistral tanto dentro del bombardero como en el asalto al cuartel, haciendo que lo absurdo cobre verosimilitud de reportaje.
El metraje no tiene desperdicio abocado a un final tan pasado y alocado como no podía ser de otra forma. Una fábula que desgraciadamente sigue vigente ahora que la cabezas peladas de los misiles atómicos vuelven a asomarse y todos vuelven a medirsela mientras mueren y se desplazan miles huyendo de los paranoicos de turno que apuntan con su dedo sobre el botón rojo de la sinrazón más absoluta.
cineziete.wordpress.com
Tiempo de búnkeres y guerra fria que otras estupendas peliculas en clave dramática como "Siete días de Mayo" o "Punto límite" compartieron cartelera en el mismo 64. Quizás, más allá de la maestria como realizador de Kubrick, lo que hizo inmortal a esta película es hacerla pasar por el cedazo del humor, por tomarse a risa la proverbial estupidez humana que acababa dejando en manos de las máquinas y protocolos de forma irreversible las estupideces de sus dirigentes movidas por sus pasiones más elementales.
El guión viene a ser un cómic plagado de personajes con nombres tan significativos como "Mandrake", Guano (caca) de murcielago, o el propio Strangelove, que conforma el título original, mucho más explicito ("Strangelove o como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba"). Actuaciones memorables por parte principalmente de Sterling Hayden, George C. Scott (sacado por Kubrick de sus habituales registros dramáticos) y un Peter Sellers, que en plena crisis personal aborda tres personajes que pudieron ser cuatro y que a la postre fue él quien demostró que la "tenía más larga" llevandose a la saca el 55% del presupuesto. Su personaje de escasos minutos Strangelove da rienda suelta a su improvisación desatada cuyos excesos fueron alabados y reidos sin par por todo el equipo incluido Kubric. Personalmente creo que donde Sellers está brillante es en los otros dos personajes donde se contiene y da lugar a varias secuencias antológicas.
El diseño de producción británico con el interior del B-52, construido sobre una sola foto disponible y la inmortal sala de reuniones del gabinete de guerra son espectaculares; incluso algún presidente estadounidense posterior preguntó cuando llegó al poder donde estaba esa sala en el Pentágono. Sala por supuesto ficiticia. El tono documental que imprime Kubric con la estupenda fotografía en blanco y negro de Gilbert Taylor es para enmarcar y el director adapta la cámara de forma magistral tanto dentro del bombardero como en el asalto al cuartel, haciendo que lo absurdo cobre verosimilitud de reportaje.
El metraje no tiene desperdicio abocado a un final tan pasado y alocado como no podía ser de otra forma. Una fábula que desgraciadamente sigue vigente ahora que la cabezas peladas de los misiles atómicos vuelven a asomarse y todos vuelven a medirsela mientras mueren y se desplazan miles huyendo de los paranoicos de turno que apuntan con su dedo sobre el botón rojo de la sinrazón más absoluta.
cineziete.wordpress.com
27 de noviembre de 2023
27 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las sátiras más demoledoras de la historia del cine, realizadas por el maestro de maestros Stanley Kubrick que toma un relato (que tranquilamente también podría desarrollarse en la actualidad) del escritor Peter George y lo va transformando en una fino análisis sobre la paranoia y el comportamiento natural y auto destructivo de la humanidad.
En escasos 93 minutos y apoyado de un potente guión (escrito por el mismo autor junto con el director y Terry Southern) hace una feroz radiografía global socio-política que se vivía por aquellos años, y que encierra a varios personajes muy distintos en situaciones extremas que los obligan a tomar decisiones drásticas y cuyas decisiones podrían implicar de un modo u otro a la destrucción del planeta.
Pero curiosamente, esto que podría significar que estamos frente a un drama o thriller serio en todo el sentido de la palabra, en realidad no lo es tanto ya que a lo largo del metraje hay tiempo para una comedia que roza entre lo surrealista y lo terrorífico si te pones a analizar a fondo el grado de importancia que conlleva en la vida real.
Dr. Strangelove o cómo aprendí a "preocuparme" y a "odiar la bomba".
Un punto notable es la forma en que el duelo "a tres bandas" se va cor-relacionando entre si de tal modo que el interés del espectador jamás decae, en ningún momento, es más se logra incluso a medida que avanza un "in crescendo" que logra impactar de un modo más fuerte al final porque posee una inquietante doble lectura, valiente y sin tapujos.
Porque es una película que además de ser entretenida, mantienen un mensaje poderoso que se mantiene hoy más que nunca vigente y porque se atreve a señalar a los culpables de la barbarie, a aquellos que están "cómodos" y sentados en su respectivo "bunker", a escasos milímetros de ese maldito botón (tanto real como metafórico) y listos para ver arder el mundo.
A eso hay que sumar un reparto increíble que se luce, desde un siempre certero George C. Scott, al que el papel de "pícaro" bribón siempre le sentaba de maravilla; a su lado Sterling Hayden impagable en su rol de desquiciado militar anti-comunistas, y de soporte se dejan ver James Earl Jones, Keenan Wynn, Slim Pickens, Peter Bullm Tracy Reed, Jack Creley y Glenn Beck.
Debo poner en un párrafo aparte al eterno Peter Sellers y lo hago por su trabajo superlativo aquí, interpretando tres personajes y dotando a cada uno de ellos de personalidad y estilo únicos, desde el tranquilo capitán "Mandrake", pasando por el diplomático "Presidente de los EE.UU." o el psicótico "Dr. Strangelove".
Cada uno de estos tres tiene un toque particular, especial y como no podía ser de otra manera una determinada forma de comportarse que si uno no se fija bien podría hasta incluso confundirlo con otros actores y lo curioso es que Kubrick quería que interpretase a un cuarto personaje, pero Sellers no lo quiso hacer y se "justificó" diciendo que se había "lastimado un pie" y no podía hacer más papeles.
Ya para terminar destacar el trabajo en la banda sonora de Laurie Johnson y la colaboración de Vera Lynn en la canción final y la estupenda dirección fotográfica del legendario Gilbert Taylor en blanco y negro.
Una Obra Maestra indispensable, hoy especialmente que parece que seguimos en una guerra fría invisible entre oriente y occidente, no cabe duda de que estamos condenados a repetir nuestros errores hasta nuestra extinción.
En escasos 93 minutos y apoyado de un potente guión (escrito por el mismo autor junto con el director y Terry Southern) hace una feroz radiografía global socio-política que se vivía por aquellos años, y que encierra a varios personajes muy distintos en situaciones extremas que los obligan a tomar decisiones drásticas y cuyas decisiones podrían implicar de un modo u otro a la destrucción del planeta.
Pero curiosamente, esto que podría significar que estamos frente a un drama o thriller serio en todo el sentido de la palabra, en realidad no lo es tanto ya que a lo largo del metraje hay tiempo para una comedia que roza entre lo surrealista y lo terrorífico si te pones a analizar a fondo el grado de importancia que conlleva en la vida real.
Dr. Strangelove o cómo aprendí a "preocuparme" y a "odiar la bomba".
Un punto notable es la forma en que el duelo "a tres bandas" se va cor-relacionando entre si de tal modo que el interés del espectador jamás decae, en ningún momento, es más se logra incluso a medida que avanza un "in crescendo" que logra impactar de un modo más fuerte al final porque posee una inquietante doble lectura, valiente y sin tapujos.
Porque es una película que además de ser entretenida, mantienen un mensaje poderoso que se mantiene hoy más que nunca vigente y porque se atreve a señalar a los culpables de la barbarie, a aquellos que están "cómodos" y sentados en su respectivo "bunker", a escasos milímetros de ese maldito botón (tanto real como metafórico) y listos para ver arder el mundo.
A eso hay que sumar un reparto increíble que se luce, desde un siempre certero George C. Scott, al que el papel de "pícaro" bribón siempre le sentaba de maravilla; a su lado Sterling Hayden impagable en su rol de desquiciado militar anti-comunistas, y de soporte se dejan ver James Earl Jones, Keenan Wynn, Slim Pickens, Peter Bullm Tracy Reed, Jack Creley y Glenn Beck.
Debo poner en un párrafo aparte al eterno Peter Sellers y lo hago por su trabajo superlativo aquí, interpretando tres personajes y dotando a cada uno de ellos de personalidad y estilo únicos, desde el tranquilo capitán "Mandrake", pasando por el diplomático "Presidente de los EE.UU." o el psicótico "Dr. Strangelove".
Cada uno de estos tres tiene un toque particular, especial y como no podía ser de otra manera una determinada forma de comportarse que si uno no se fija bien podría hasta incluso confundirlo con otros actores y lo curioso es que Kubrick quería que interpretase a un cuarto personaje, pero Sellers no lo quiso hacer y se "justificó" diciendo que se había "lastimado un pie" y no podía hacer más papeles.
Ya para terminar destacar el trabajo en la banda sonora de Laurie Johnson y la colaboración de Vera Lynn en la canción final y la estupenda dirección fotográfica del legendario Gilbert Taylor en blanco y negro.
Una Obra Maestra indispensable, hoy especialmente que parece que seguimos en una guerra fría invisible entre oriente y occidente, no cabe duda de que estamos condenados a repetir nuestros errores hasta nuestra extinción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay algunas escenas que aunque parezca que no son muy trascendentales tienen (como es habitual en el cine de Stanley Kubrick) un doble sentido implícito, como por ejemplo a partir de que el "Gral. Jack D. Ripper" empieza a creer como un loco en su desquiciada hipótesis sobre los comunistas y arma un motín para empezar su "guerra personal" contra estos.
No es otro que reflejar la paranoia y el miedo generalizado que combinado a la ignorancia y la intransigencia pueden convertir una situación delicada en un catastrófico y terrorífico final.
Y sin duda otra de las escenas más recordadas e icónicas es sin duda cuando el "Major T.J. Kong" se lanza literalmente sobre una ojiva nuclear y cual si estuviese domando un toro salvaje grita y mueve su sombrero mientras cae en territorio soviético y si, el apocalipsis empieza.
No es otro que reflejar la paranoia y el miedo generalizado que combinado a la ignorancia y la intransigencia pueden convertir una situación delicada en un catastrófico y terrorífico final.
Y sin duda otra de las escenas más recordadas e icónicas es sin duda cuando el "Major T.J. Kong" se lanza literalmente sobre una ojiva nuclear y cual si estuviese domando un toro salvaje grita y mueve su sombrero mientras cae en territorio soviético y si, el apocalipsis empieza.
31 de mayo de 2024
31 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica sátira militar de Stanley Kubrick con la que expresaba el peligro global de la carrera armamentística nuclear que enfrentaba en plena Guerra Fría a los bloques en conflicto, manifestando la responsabilidad de las autoridades políticas y castrenses en una conclusión nefasta para el planeta.
Rodada en suelo británico, la película es una adaptación de una novela de Peter George en la que Kubrick emplea la socarronería en imágenes extravagantes e imborrables como la del militar/cowboy encima de la bomba, en algunos diálogos brillantísimos, y en el dibujo de una serie de personajes excéntricos representados por actores de la categoría de Sterling Hayden en el papel de un lunático general (glorioso el momento en el que habla con Peter Sellers sobre la fluorización del agua), de un fenomenal George C. Scott como fanático anticomunista y mujeriego, y por supuesto de un imbatible y camaleónico Peter Sellers incorporando a tres personajes muy diferentes, demostrando así su enorme versatilidad interpretativa.
El irónico desenlace con la disparidad entre las imágenes que se muestran y la letra del tema "We'll Meet Again" en su versión de Vera Lynn sonando de fondo, redondea de manera inteligente esta delirante obra de tono ridiculizador no exenta de obvias referencias sexuales que supuso la única incursión clara de su autor en el género cómico.
Rodada en suelo británico, la película es una adaptación de una novela de Peter George en la que Kubrick emplea la socarronería en imágenes extravagantes e imborrables como la del militar/cowboy encima de la bomba, en algunos diálogos brillantísimos, y en el dibujo de una serie de personajes excéntricos representados por actores de la categoría de Sterling Hayden en el papel de un lunático general (glorioso el momento en el que habla con Peter Sellers sobre la fluorización del agua), de un fenomenal George C. Scott como fanático anticomunista y mujeriego, y por supuesto de un imbatible y camaleónico Peter Sellers incorporando a tres personajes muy diferentes, demostrando así su enorme versatilidad interpretativa.
El irónico desenlace con la disparidad entre las imágenes que se muestran y la letra del tema "We'll Meet Again" en su versión de Vera Lynn sonando de fondo, redondea de manera inteligente esta delirante obra de tono ridiculizador no exenta de obvias referencias sexuales que supuso la única incursión clara de su autor en el género cómico.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here