Mi nombre es Harvey Milk
7.0
32,788
Drama
Harvey Milk, el primer político abiertamente homosexual elegido para ocupar un cargo público en Estados Unidos, fue asesinado un año después. A los cuarenta años, cansado de huir de sí mismo, Milk decide salir del armario e irse a vivir a California con Scott Smith. Una vez allí, abre un negocio que no tarda en convertirse en el punto de encuentro de los homosexuales del barrio. Milk se convierte en su portavoz y, para defender sus ... [+]
5 de julio de 2009
5 de julio de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gus Van Sant se decide muy pocas veces a hacer cine más o menos comercial, que pueda ver todo tipo de público, pero cuando lo hace, como en El indomable Will Hunting o aquí, siempre da en la diana. Sin embargo, en Mi nombre es Harvey Milk cuenta con una historia emocionante, bonita, de esas que atrapan al espectador desde el primer minuto, porque ejemplifican el espíritu de lucha del ser humano por sus derechos. Supongo que se puede decir que Harvey Milk fue el Martin Luther King de los homosexuales, y éso es decir mucho. Para interpretarlo, Van Sant escoge a Sean Penn, actor no demasiado del gusto de quien esto escribe. Casi siempre le veo exagerado, sobreactuado e histriónico, pero aquí está soberbio, sin pasarse un pelo y haciendo gala de esa mirada que sólo poseen los grandes actores, esa mirada que dice todo son palabras. Josh Brolin y Victor Garber cumplen eficazmente con su labor, pero sin duda quienes más merecen los halagos por su interpretación son diego Luna, sorprendente pese a los pocos ,minutos de que dispone en pantalla, y James Franco, que al final va a resultar que es mucho mejor actor de lo que parecía (y que aquí tiene un sorpendente parecido físico con Heath Ledger). Además, Van Sant y Dustin Lance Black hacen avanzar la acción con agilidad, emotiivdad y ritmo, sin que sus dos horas de metraje se hagan pesadas.
Una película muy meritoria y muy necesaria para los tiempos en que vivimos, que nos recuerda que la intolerancia no lleva a ninguna parte y que tarde o temprano será vencida del todo.
Lo mejor: Sean Penn y James Franco
Lo peor: Ciertos altibajos en el interés de la acción (más que en el ritmo)
Una película muy meritoria y muy necesaria para los tiempos en que vivimos, que nos recuerda que la intolerancia no lleva a ninguna parte y que tarde o temprano será vencida del todo.
Lo mejor: Sean Penn y James Franco
Lo peor: Ciertos altibajos en el interés de la acción (más que en el ritmo)
5 de octubre de 2009
5 de octubre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echando mano un estilo semidocumental, probablemente de carácter obligado por la cantidad de material de archivo que utiliza a lo largo de su metraje consiguiendo una excelente fusión entre la exposición periodística de la historia y su adaptación en clave dramática, Mi Nombre es Harvey Milk consigue diseccionar en sus cerca de dos horas el ascenso y caída de el primer político abiertamente homosexual de los Estados Unidos. Intentando mantener un equilibrio entre su vida personal y su trayectoria política, la película de Gus Van Sant, a pesar de mantener buen ritmo y un desarrollo de los hechos lo más aséptico posible, salvo por la incursión de algún que otro personaje del que no sabemos muy bien qué pensar, no consigue que el espectador se identifique demasiado con los conflictos internos de un hombre que, más que en un adalid de las causas justas, termina por convertirse en un tiburón de la política sin demasiados escrúpulos a la hora de conseguir sus objetivos.
Brillante radiografía de una época convulsa para las minorías sexuales y de sus primeros pasos en pos de la libertad individual y los derechos civiles, Mi Nombre es Harvey Milk encuentra su principal virtud en la exposición de una realidad social que aún hoy, pese a lo mucho que se ha avanzado, continúa siendo tremendamente complicada para demasiadas personas, y la terrible constatación de que el discurso segregacionista, discriminatorio y estigmatizante de los sectores ultraconservadores no ha variado ni un ápice desde aquellos años en los que Anita Bryant escupía su odio fascista en los medios de comunicación.
Lo mejor: su estilo visual; la estupenda fusión entre la ficción dramática y la documentación periodística; la interpretación de Sean Penn y la excelente ambientación.
Lo peor: quizá una exposición demasiado fría en algunos momentos y el (horroroso) personaje de Diego Luna, completamente prescindible (o, al menos, mejorable).
Brillante radiografía de una época convulsa para las minorías sexuales y de sus primeros pasos en pos de la libertad individual y los derechos civiles, Mi Nombre es Harvey Milk encuentra su principal virtud en la exposición de una realidad social que aún hoy, pese a lo mucho que se ha avanzado, continúa siendo tremendamente complicada para demasiadas personas, y la terrible constatación de que el discurso segregacionista, discriminatorio y estigmatizante de los sectores ultraconservadores no ha variado ni un ápice desde aquellos años en los que Anita Bryant escupía su odio fascista en los medios de comunicación.
Lo mejor: su estilo visual; la estupenda fusión entre la ficción dramática y la documentación periodística; la interpretación de Sean Penn y la excelente ambientación.
Lo peor: quizá una exposición demasiado fría en algunos momentos y el (horroroso) personaje de Diego Luna, completamente prescindible (o, al menos, mejorable).
11 de octubre de 2009
11 de octubre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una interesante película para un interesante personaje, bien desarrollada y extraordinariamente interpretada por el gran Sean Penn, cuyo Oscar veo completamente merecido, se mete en la piel de Harvey Milk, adopta todos sus gestos, su voz... excepcional.
También he de mencionar las actuaciones de Emile Hirsch, un chico al que admiro bastante y pienso que va a dar que hablar mucho en el futuro, y de Diego Luna, un actor excepcional.
También he de admitir que en ocasiones la película se puede hacer monótona, aburrida e incluso panfletaria, pero remonta en ese final que pone los pelos de punta.
Muy recomendable.
Actor principal (Sean Penn): 9
Actor secundario (James Franco): 6.5
Dirección: 8
Guión: 7
Subtotal: 7.6
Entretenimiento: -1
Total: 6.6
También he de mencionar las actuaciones de Emile Hirsch, un chico al que admiro bastante y pienso que va a dar que hablar mucho en el futuro, y de Diego Luna, un actor excepcional.
También he de admitir que en ocasiones la película se puede hacer monótona, aburrida e incluso panfletaria, pero remonta en ese final que pone los pelos de punta.
Muy recomendable.
Actor principal (Sean Penn): 9
Actor secundario (James Franco): 6.5
Dirección: 8
Guión: 7
Subtotal: 7.6
Entretenimiento: -1
Total: 6.6
29 de agosto de 2010
29 de agosto de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Milk' recupera al Gus Van Sant más aseado para volver a emparentarse con la narrativa más clásica. El mismo realizador relamido de 'El indomable Will Hunting' (1997) o 'Descubriendo a Forrester' (2000) deja su ligoteo con la mortalidad del discurso visual y la técnica: 'Gerry' (2002), 'Elephant' (2003) y 'Last Days' (2005) para afrontar un biopic con fluidez en el relato, en las imágenes y en la dirección de actores. A Van Sant no le tiemblan las manos cuando debe amoldar a la historia un modo de representación más institucional, dónde el punto de vista proviene del propio protagonista: ya nos lo dice el título en español en primera persona.
Sin embargo, esta subjetividad ficticia no delata ninguna clase de tentadora hagiografía. Predomina el retazo humano, tanto desde la dejadez de todo mortal hasta la solidaridad y la comprensión hacia el prójimo: se relatan errores y aciertos. Harvey Milk dejó huella como profeta del movimiento gay, un icono activista que catalizó la apertura de la homosexualidad frente a la sociedad, el poder y las instituciones: por ello será históricamente recordado; claro está, que su ardua misión deja entrever un abandono hacia sus más íntimos de su círculo social, su pareja y que la cámara de Van Sant (o el punto de vista del propio Milk) apunta notablemente al sacar de plano (el propio eje central de la historia principal) a áquel que no sigue su apretón en la cuesta por acceder a un cargo público en el San Francisco de los años 70.
Por una vez, el protagonista de una película de Van Sant está plenamente convencido de su proyecto, de su dirección vital hacia la necesidad de utilizar ese espacio (el barrio de Castro, San Francisco) y esa época (el despertar del sueño: los 70) para llegar a un fin: acercar a la sociedad la normalización homosexual por la vía del poder. Aunque 'Milk' no parezca más que una vuelta a la clásica narrativa de algunos films del autor de 'Drugstore Cowboy' (1989), añade como novedad este concepto de fondo arriba comentado. Se puede comparar a Will Hunting o a Forrester, pero más allá de alguna formalidad tomada del mismo patrón, aquí el personaje cincelado por Sean Penn no tiene personajes-mentores tipo Robin Williams o Sean Connery que actúen como Pepitos grillos y encaucen el potencial del prota hacía una finalidad que pueda engullir la sociedad: no hay tiempos muertos ni perdida de tiempo, sino un ascenso a contrarreloj por simular una época (una década) de una vida concreta que marcará y pasará a la posteridad.
Destaca la bipolaridad de la interpretación de Penn y la primera mitad de la película vuela ante los ojos del espectador y la segunda mitad sigue siendo ágil pero trata más de consolidar un relato más contundente que ha jugado con la ficción y el documental pero termina desviándose hacia la tragedia operística.
Sin embargo, esta subjetividad ficticia no delata ninguna clase de tentadora hagiografía. Predomina el retazo humano, tanto desde la dejadez de todo mortal hasta la solidaridad y la comprensión hacia el prójimo: se relatan errores y aciertos. Harvey Milk dejó huella como profeta del movimiento gay, un icono activista que catalizó la apertura de la homosexualidad frente a la sociedad, el poder y las instituciones: por ello será históricamente recordado; claro está, que su ardua misión deja entrever un abandono hacia sus más íntimos de su círculo social, su pareja y que la cámara de Van Sant (o el punto de vista del propio Milk) apunta notablemente al sacar de plano (el propio eje central de la historia principal) a áquel que no sigue su apretón en la cuesta por acceder a un cargo público en el San Francisco de los años 70.
Por una vez, el protagonista de una película de Van Sant está plenamente convencido de su proyecto, de su dirección vital hacia la necesidad de utilizar ese espacio (el barrio de Castro, San Francisco) y esa época (el despertar del sueño: los 70) para llegar a un fin: acercar a la sociedad la normalización homosexual por la vía del poder. Aunque 'Milk' no parezca más que una vuelta a la clásica narrativa de algunos films del autor de 'Drugstore Cowboy' (1989), añade como novedad este concepto de fondo arriba comentado. Se puede comparar a Will Hunting o a Forrester, pero más allá de alguna formalidad tomada del mismo patrón, aquí el personaje cincelado por Sean Penn no tiene personajes-mentores tipo Robin Williams o Sean Connery que actúen como Pepitos grillos y encaucen el potencial del prota hacía una finalidad que pueda engullir la sociedad: no hay tiempos muertos ni perdida de tiempo, sino un ascenso a contrarreloj por simular una época (una década) de una vida concreta que marcará y pasará a la posteridad.
Destaca la bipolaridad de la interpretación de Penn y la primera mitad de la película vuela ante los ojos del espectador y la segunda mitad sigue siendo ágil pero trata más de consolidar un relato más contundente que ha jugado con la ficción y el documental pero termina desviándose hacia la tragedia operística.
30 de noviembre de 2012
30 de noviembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gus van Sant, director capaz de hacer pequeñas obras maestras ("Drugstore cowboy", "Paranoid Park") como verdaderos bodrios ("Gerry", "Psicosis") realiza en "Milk" un muy fiel relato de la vida de Harvey Milk, el primer hombre gay elegido para un cargo público en Estados Unidos.
Soberbiamente ambientada en la década de los 70, la película nos cuenta la via de Milk desde que decide salir del armario hasta que es asesinado en 1978. Así, nos cuenta el mundo en el famoso Distrito de Castro (el barrio gay de California), la persecución a los homosexuales, su lucha contra la "liga antigay" de Anita Bryant y su "Salvemos a nuestros hijos", y como poco a poco, tras tres derrotas en las urnas, "el Alcalde de Castro" se va haciendo un nombre hasta llegar a ser el primer supervisor de la ciudad de California, y lograr así un principio en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales.
"Mi nombre es Harvey Milk" es una buena película que narra de manera fiel cada uno de esos acontecimientos, pero con ese toque que le da Gus Van Sant. Así, la historia nos la cuenta el propio Harvey Milk mientras graba en unas cintas su vida ("por si alguna vez me pegan un tiro en la cabeza") cuidando muy bien la fotografía y la banda sonora, algo muy propio de las películas de Van Sant. A destacar la caracterización de cada uno de los personajes. En los titulos de crédito finales se comparan ambos.
Lo mejor: Sean Penn; magistral, IMPRESIONANTE. Le da a Harvey Milk ese toque necesario de amaneramiento sin caer ni en el esteriotipo ni en el ridículo. De chapeau. La escena de su muerte o cuando acaba de asistir de ver "Tosca" de Puccini y llama a su ex-novio o en innumerables gestos y reacciones (el miedo a un atentado), sin duda, le deberían de dar el Óscar este año. También destaco la escena de un asesinato a un gay rodada todo a través del reflejo de un pito (de los de árbitro de fútbol, no me seais fuleros). Y el vestuario, ¡cómo no!. Una película ambientada en la década de los 70 que parece que haya sido rodada en es época, tanto en los trajes como en los peinados. Y Josh Brolin (ese año porque estuvo el Joker, pero le acabarán dando un Óscar, al tiempo...)
Lo peor: Las dos horas que dura; se me hizo un poco larga. Y, quizá, que el no saber nada del mundo ese haga que te pierdas algún que otro detalle de la época. Me da que si. Gus van Sant es abiertamente gay y fijo que algún que otro guiño habrá de esa época...
En resumen, una buena película (aunque te da la sensación de que no sea para tanto), que cuenta un hecho importante de la historia moderna americana.
Soberbiamente ambientada en la década de los 70, la película nos cuenta la via de Milk desde que decide salir del armario hasta que es asesinado en 1978. Así, nos cuenta el mundo en el famoso Distrito de Castro (el barrio gay de California), la persecución a los homosexuales, su lucha contra la "liga antigay" de Anita Bryant y su "Salvemos a nuestros hijos", y como poco a poco, tras tres derrotas en las urnas, "el Alcalde de Castro" se va haciendo un nombre hasta llegar a ser el primer supervisor de la ciudad de California, y lograr así un principio en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales.
"Mi nombre es Harvey Milk" es una buena película que narra de manera fiel cada uno de esos acontecimientos, pero con ese toque que le da Gus Van Sant. Así, la historia nos la cuenta el propio Harvey Milk mientras graba en unas cintas su vida ("por si alguna vez me pegan un tiro en la cabeza") cuidando muy bien la fotografía y la banda sonora, algo muy propio de las películas de Van Sant. A destacar la caracterización de cada uno de los personajes. En los titulos de crédito finales se comparan ambos.
Lo mejor: Sean Penn; magistral, IMPRESIONANTE. Le da a Harvey Milk ese toque necesario de amaneramiento sin caer ni en el esteriotipo ni en el ridículo. De chapeau. La escena de su muerte o cuando acaba de asistir de ver "Tosca" de Puccini y llama a su ex-novio o en innumerables gestos y reacciones (el miedo a un atentado), sin duda, le deberían de dar el Óscar este año. También destaco la escena de un asesinato a un gay rodada todo a través del reflejo de un pito (de los de árbitro de fútbol, no me seais fuleros). Y el vestuario, ¡cómo no!. Una película ambientada en la década de los 70 que parece que haya sido rodada en es época, tanto en los trajes como en los peinados. Y Josh Brolin (ese año porque estuvo el Joker, pero le acabarán dando un Óscar, al tiempo...)
Lo peor: Las dos horas que dura; se me hizo un poco larga. Y, quizá, que el no saber nada del mundo ese haga que te pierdas algún que otro detalle de la época. Me da que si. Gus van Sant es abiertamente gay y fijo que algún que otro guiño habrá de esa época...
En resumen, una buena película (aunque te da la sensación de que no sea para tanto), que cuenta un hecho importante de la historia moderna americana.
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