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Duna

Ciencia ficción. Acción. Aventuras. Fantástico Por orden imperial, la familia Atreides debe hacerse cargo de la explotación del desértico planeta Arrakis, también llamado "Dune". Es el único planeta donde se encuentra la especia, una potente droga que es indispensable para los vuelos espaciales. Antes el planeta había sido gobernado por los Harkonen, cuyo despotismo había dejado una huella indeleble en la población. Cuando, con el beneplácito del emperador, los Harkonen atacan el ... [+]
Críticas 153
Críticas ordenadas por utilidad
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5
30 de agosto de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Accidentada, así es como podría definirse la película Dune (Dune, 1984), que finalmente fue dirigida por el estrafalario director David Lynch (aunque en los años ochenta aún no había mostrado todo su potencial). Y digo finalmente, porque en un primer momento el proyecto tendría que haber sido dirigido por Alejandro Jodorowsky. De hecho, recientemente se ha estrenado un documental que nos presenta la aventura que supuso aquel proyecto fallido, titulado Jodorowsky’s Dune (Jodorowsky’s Dune, 2013) y donde se encuentra gente involucrada del nivel de Salvador Dalí o H.R Giger. En realidad, la película que nos ocupa es el rechazo de este proyecto, que finalmente fue adquirido por el productor italiano Dino de Laurentiis, quien decidió por fin adaptar la novela de Frank Herbert. El Director escogido fue finalmente Lynch.

La película tiene serias diferencias respecto a la novela de Frank Herbert. Especialmente en dos cuestiones. Primera, la ambientación del filme debe muchísimo a la época en que se inscribe, esto es, los años ochenta (realmente sólo faltaba una canción de Los Pet Shop Boys para que Lynch acabará de amenizar el filme) y por otra parte, el misticismo que rodeaba la novela (y que para algunos como un servidor era una lacra) es reducida al mínimo (puede que por tema de montaje) para centrarse prácticamente en un filme de aventuras.

Por otra parte, y como no podía ser de otra manera tratándose de una película de David Lynch, hay secuencias de primer nivel. Lynch crea su propia Dune, que se encuentra lejos del mundo literario (lo que demuestra su capacidad para mostrar su marca personal) con secuencias brillantes como las que encontramos especialmente con el mundo de los Harkonnen, los villanos del filme, que tienen una personalidad singular. En estas escenas Lynch plasma parte de su artillería onírica, creando unos enemigos que si bien tienen ciertas diferencias con los de la novela, consiguen impresionar gracias a su mezcla de maldad y Kitsch. Ese Vladimir Harkonnen, interpretado por Kenneth McMillan que roza constantemente el paroxismo, o esos decorados tan propios de la estridencia de los años ochenta más sensacionalistas. En definitiva, con los malos Lynch se siente en su mundo. También en Arrakis, el planeta donde transcurre prácticamente la acción, y donde el director consigue mostrarnos también imágenes de cualidad, donde la poética y la ciencia ficción se unen.

La banda sonora tiene una importancia vital en la película. La componen los grandes músicos Brian Eno y Toto, que para ser sinceros componen una banda sonora extraña y controvertida. En algunos momentos funciona, pero en otras secuencias uno no puede dejar de sentir que la banda sonora no pinta absolutamente nada con la imagen, e incluso otra vez ese tono tan patético de los ochenta se vuelve a sentir.

Hay algo bastante claro y que queda totalmente confirmado cuando uno ve la película y es el nefasto montaje del filme. Lynch en realidad realizó una versión de más de siete horas, algo totalmente imposible de estrenar en el cine, con lo que la película fue recortada por orden del mandamás Laurentiis. El resultado es desgraciadamente palpable, y uno entiende porque Lynch renegó más de una vez de la película. Para empezar, quien no haya leído la obra original de Herbert, tendrá serios problemas para entender la trama y el argumento del filme. Al recortar tanto metraje, se pierden multitud de explicaciones que debían facilitar la comprensión al espectador. Además el filme deja algunos hilos sin resolver, y muchas tramas quedan finalmente descubiertas.

También para acabar, hay que decir que el diseño es realmente controvertido. Por una parte, hay que señalar que el filme no puede competir en presupuesto con otros tótems de la ciencia ficción, caso más claro el de la saga cinematográfica de ciencia ficción por antonomasia de George Lucas, Star Wars. Sólo hay que fijarse en el primer combate inicial donde se despliegan los escudos, para comprobar que el ridículo puede aparecer en más de un momento a lo largo del metraje. Pero también es cierto, que Dune consigue aprovechar al máximo sus recursos, caso del planeta Arrakis o del vestuario multitudinario.

Un punto muy negativo que lastra enormemente el filme es la interpretación de Kyle MacLachlan, quien interpreta el personaje principal del filme. Puede que parte de la desastrosa interpretación se deba a los recortes en el metraje, pero lo cierto es que el actor no da la talla como el profeta elegido en ningún momento.


https://neokunst.wordpress.com/2015/08/30/dune-1984/
5
20 de octubre de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Soy escritor de novelas y un amante del Fantástico, en especial del cine de Ciencia Ficción. Nací en el año que estrenaron la primera "Guerra de los mundos", así que no me dejo llevar por los juicios rápidos e insensatos; y al igual que Harryhausen o Bradbury sigo siendo un joven lleno de sueños y con mucha imaginación; aunque algo más listo. Me he decidido a realizar una revisión de todos los títulos del género, y comprobar a fecha de hoy su frescura. Ésta merece el calificativo de: PASABLE.
Dune es un tema emblemático en cuanto a lo que representa producir una obra adelantada a su tiempo. Y es que la compleja saga de Frank Herbert necesita de unos elementos tecnológicos, ausentes en la década de los ochenta. El ambicioso proyecto de los Laurentiis, encomiable en cuanto al esfuerzo derrochado, no cumple las expectativas en lo referente a los necesitados efectos especiales. No importa que expertos de la talla de Carlo Rambaldi o Albert J. Whitlock derrocharan su talento, ni que David Lynch pusiera el suyo en la realización. Ni que los fastuosos decorados, el atrezzo y el vestuario sean magníficos. Esto solo hace que el contrate con los deficientes planos de efectos digitales sea aún mayor. Una auténtica pena, después de ver todo el esfuerzo generado en la impecable escenografía.
He visto las dos versiones. La de cine, y el montaje con cuarenta y cinco minutos adicionales; esta última en versión original subtitulada. Una versión de la que renegó David Lynch, y no le culpo por ello. Alargarla significa, entre otras cosas, multiplicar exponencialmente el defecto enunciado. No obstante, y a pesar de los pesares, la cinta puede verse con cierto agrado. Con la proliferación actual de remakes, parece mentira que nadie se haya hecho eco de una historia que sí tiene justificada una nueva versión.
6
10 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
No sé si ha sido por la consciencia de que el metraje original era de ocho horas (Lynch llegó a ajustarlo a un mínimo de cinco) o por estar cada vez más acostumbrado al formato serie, con un avance de la trama mucho más pausado, pero la sensación durante casi toda la película es de una historia contada con prisas, donde las escenas se suceden una tras otra contando retales de la historia de manera precipitada. Esto ocurre especialmente en la parte de los Fremen y el desierto, que se cuenta en unos pocos minutos, a pesar de las posibilidades que ofrece.

Lo más interesante de todo es el contexto espacio-temporal: la guerra de casas, las incógnitas en torno a las especias, los avances psíquicos de aquellos que la han tomado, los Fremen... Toda la parte del "elegido", eso sí, da un poco de pereza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por último, me han gustado bastante los efectos especiales a la hora de representar a los gusanos. La primera aparición de uno de ellos, tragándose la estación extractora, es colosal.
7
11 de mayo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Sin haber visto otros montajes ni comparado esta versión con ediciones extendidas o alternativas, puedo decir que Dune (1984) de David Lynch me ha gustado mucho en su forma original. Es evidente que se trata de una adaptación compleja, tal vez incluso fallida en algunos aspectos narrativos, pero también es una obra profundamente singular que transmite una fuerza visual y emocional que la hace digna de ser apreciada por sí misma.
Lo primero que me atrapó fue la atmósfera: Lynch construye un universo que se siente antiguo, mítico, y a la vez alienígena. El diseño de producción, los trajes, los paisajes y hasta los efectos especiales, por más envejecidos que parezcan hoy, contribuyen a una sensación de extrañeza muy coherente con el tono del relato. En vez de apostar por una estética limpia y futurista, la película se sumerge en una especie de barroquismo decadente que resulta fascinante.
Las interpretaciones me sorprendieron gratamente. Kyle MacLachlan, como Paul Atreides, encarna muy bien la transformación de un joven noble en un mesías atormentado. Su interpretación es contenida, introspectiva, pero cargada de intención, lo cual resulta clave en una historia donde los personajes están constantemente atravesados por fuerzas más grandes que ellos. También destacan actores como Francesca Annis, Jurgen Prochnow y Patrick Stewart, que dotan de una solidez notable a sus roles. Incluso en los momentos más crípticos del guion, sus actuaciones aportan credibilidad emocional, lo que ayuda a sostener una narrativa que, por momentos, puede volverse confusa.
Sé que muchos critican esta versión por su falta de claridad argumental o por cómo condensa de forma apretada una novela tan rica como la de Frank Herbert. Y, aunque puedo entender esa crítica, también creo que Lynch optó por una aproximación más sensorial que lógica. Más que explicar todos los detalles del universo de Dune, el director busca que lo sientas: la tensión política, el misticismo, el desierto como símbolo de transformación. En ese sentido, su visión me parece muy válida y poderosa.
Dune de Lynch me parece una película imperfecta, sí, pero también profundamente única. A pesar de sus problemas de ritmo o de claridad narrativa, su ambición estética y la convicción de su elenco logran dejar una impresión duradera. No hace falta haber visto otros montajes para apreciar que aquí hay una visión artística arriesgada y con una identidad muy marcada. Es, sin duda, una versión de Dune que merece ser revisitada con una mente abierta.
3
3 de julio de 2007
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lynch es, sin duda, un gran director, pero capaz de lo mejor y de lo peor. Frente a grandes obras como "El hombre elefante" o "Una historia verdadera", naufraga con películas como ésta o "Corazón salvaje". La que nos ocupa no hay por donde agarrarla. La historia es absurda y sin interés y los efectos especiales bastante mediocres. El pobre Sting está "como un pulpo en un garaje" y Max von Sydow no sé cómo se animó a participar en esta chapuza sideral, supongo que por el buen sueldo que le pagaron. Ni siquiera la música de Toto puede salvar la función y evitar al espectador el más profundo de los sopores. Pero lo dicho, ir a ver una película de Lynch entraña estos riesgos, o terminas entusiasmado o aburrido.
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