Spring Breakers
4.9
19,626
Thriller. Drama
Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
7 de enero de 2019
7 de enero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones la calidad intrínseca de un film puede resultar elevada, pero ocurre que uno termina por no comulgar con el contenido o con ciertos aspectos de la temática, bien sea porque su realidad le queda muy lejos, o quizá porque la exageración en las formas despierte cierta sensación de refracción. En este caso la ebullición festiva y el interminable rosario de francachelas, como carnaval viviente y perpetuo de la carne y los fluidos, se convierten en parte esencial del lenguaje cinematográfico del film, y el director acierta de pleno en evitar la exégesis o la exaltación de estos elementos (como hicieran otros directores mucho más consagrados en producciones mucho más recientes; léase: Scorsese en «El lobo de Wall Street») sino que convierte su mensaje en inteligente y despiadada sátira de ese inframundo de drogas, sexo, vicio y depravación.
Fiel espejo, en todo caso, de una realidad innegable en ciertas latitudes, y espejo cinematográfico también en la totémica silueta de «El precio del poder», emblemático film de Brian de Palma donde se encarna de forma palmaria el suculento mensaje del «carpe diem», al margen de la exhortación descerebrada que intenta convencerte de que el mundo es tuyo y de que lo tienes a tus pies. Se elevan así, a flor de piel entre los deseos consumados y por consumar, las bases de la frivolidad, la satisfacción de los instintos, la lucha por el poder y el más descarnado materialismo. Es decir: los mimbres que componen los detritos putrefactos de aquello que un día fue «El Sueño Americano», degenerado y corrompido en esa insustancialidad de piano junto a piscina, de armamento oriental y calzones de Calvin Klein, de lujosos deportivos en los que reluce la infamia chillona de la alpaca fosforescente y los tatuajes tribales.
El despiporre funciona como vehículo narrativo en todo momento, incluso cuando se generan las pequeñas implosiones que hacen desertar a dos de nuestras núbiles doncellas. Son puntos de inflexión, metas volantes en un esquema narrativo inexorable, que se desliza hacia una irrevocable tragedia final que acabará siendo, como todo, tan insustancial como pasajera, tan eventual como efímera. En la disposición misma del guion y de los resortes que componen la trama prevalece en todo momento la sensación de que el huracán de depravación es lo único contra lo que no se puede luchar, y por eso el montaje frenético y casi epiléptico nos lleva una y otra vez a esa juerga en la playa, a los botellines y los embudos con mangueras donde se desliza el hechizo etílico, donde el bamboleo de los pechos empuja a una suerte de hipnosis de lo vulgar, pervirtiendo el deseo con una inquietante mezcla de repulsión. Esta mirada enferma, junto con el rendimiento interpretativo del siempre solvente James Franco, termina dotando al film de ese halo de proyecto serio que, pese a la supuesta frivolidad de su trama, se destila durante la proyección.
A destacar la belleza casi irresistible de Ashley Benson y la escena de comunión carnal en la piscina, además de la electrizante secuencia del asalto al restaurante por la audacia del plano secuencia con la que está rodada. Ejemplo de cine posmoderno, sin duda, y con resabios de esa moralidad arrastrada y perversa que nos dejara Gaspar Noé en algunos de sus films, «Spring Breakers» supone un proyecto arriesgado que, amén de defectuoso, ofrece no obstante momentos de muy buen cine.
Interesante.
Fiel espejo, en todo caso, de una realidad innegable en ciertas latitudes, y espejo cinematográfico también en la totémica silueta de «El precio del poder», emblemático film de Brian de Palma donde se encarna de forma palmaria el suculento mensaje del «carpe diem», al margen de la exhortación descerebrada que intenta convencerte de que el mundo es tuyo y de que lo tienes a tus pies. Se elevan así, a flor de piel entre los deseos consumados y por consumar, las bases de la frivolidad, la satisfacción de los instintos, la lucha por el poder y el más descarnado materialismo. Es decir: los mimbres que componen los detritos putrefactos de aquello que un día fue «El Sueño Americano», degenerado y corrompido en esa insustancialidad de piano junto a piscina, de armamento oriental y calzones de Calvin Klein, de lujosos deportivos en los que reluce la infamia chillona de la alpaca fosforescente y los tatuajes tribales.
El despiporre funciona como vehículo narrativo en todo momento, incluso cuando se generan las pequeñas implosiones que hacen desertar a dos de nuestras núbiles doncellas. Son puntos de inflexión, metas volantes en un esquema narrativo inexorable, que se desliza hacia una irrevocable tragedia final que acabará siendo, como todo, tan insustancial como pasajera, tan eventual como efímera. En la disposición misma del guion y de los resortes que componen la trama prevalece en todo momento la sensación de que el huracán de depravación es lo único contra lo que no se puede luchar, y por eso el montaje frenético y casi epiléptico nos lleva una y otra vez a esa juerga en la playa, a los botellines y los embudos con mangueras donde se desliza el hechizo etílico, donde el bamboleo de los pechos empuja a una suerte de hipnosis de lo vulgar, pervirtiendo el deseo con una inquietante mezcla de repulsión. Esta mirada enferma, junto con el rendimiento interpretativo del siempre solvente James Franco, termina dotando al film de ese halo de proyecto serio que, pese a la supuesta frivolidad de su trama, se destila durante la proyección.
A destacar la belleza casi irresistible de Ashley Benson y la escena de comunión carnal en la piscina, además de la electrizante secuencia del asalto al restaurante por la audacia del plano secuencia con la que está rodada. Ejemplo de cine posmoderno, sin duda, y con resabios de esa moralidad arrastrada y perversa que nos dejara Gaspar Noé en algunos de sus films, «Spring Breakers» supone un proyecto arriesgado que, amén de defectuoso, ofrece no obstante momentos de muy buen cine.
Interesante.
9 de enero de 2019
9 de enero de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cinta que se fija en las famosas vacaciones de Spring Break de Estados Unidos, en las que en alcohol y otras drogas forman parte de la cultura habitual de los jóvenes y no tan jóvenes (James Franco).
Película que te levanta el animo, eso está claro. Que hace que te hierva la sangre y te sube la libido, además cuenta con un final inesperado algo bastante raro en este tipo de cintas, que suelen tener un fin bastante similar.
Película que te levanta el animo, eso está claro. Que hace que te hierva la sangre y te sube la libido, además cuenta con un final inesperado algo bastante raro en este tipo de cintas, que suelen tener un fin bastante similar.
27 de julio de 2013
27 de julio de 2013
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Película que presenta a cuatro jóvenes estudiantes de un pequeño pueblo que desean fervientemente asistir a las conocidas vacaciones de primavera (spring break), con el interés de conocer gente y salir de fiesta buscando nuevos rumbos.
En cierto momento, cuando las cosas se salen de control, conocen a Alien (James Franco), un joven cantante, traficante de drogas y armas el cual las ayuda para tenerlas de su lado bajo sus intereses, ciertamente ambos lados sacan provecho de la situación.
Spring Breakers no solo presenta el sueño dorado de unas jóvenes en busca de juerga, descontrol, drogas y alcohol, sueño húmedo de casi todos los jóvenes, sino también, el descontrol que puede ocasionar el llamado “sueño americano”.
Korine sin duda presenta una película muy bien realizada, queriendo materializar algo más que los desmanes de un grupo de jovencitas, realmente el film cuenta con una estética muy bien cuidada, por lo que da gusto verla, aunque se puede tachar de pretenciosa.
Pero dejando de lado este maquillaje, ciertamente el guión peca en muchos momentos de ingenuo, en especial con ese final tan burdo, pero en su desarrollo hay varias sandeces que no se pueden dejar de lado a la hora de comentarla.
En cuanto a las actuaciones, James Franco realmente se transforma presentando una labor sobresaliente, las chicas pues… aunque suena feo prestan sus cuerpos más que sus interpretaciones para este film.
Rescatar el soundtrack a cargo de Cliff Martínez y Skrillex, la verdad muy llamativo, funciona de buena forma tanto dentro como fuera de la película, la cinematografía por parte de Benoît Debie cumple también a cabalidad.
Spring Breakers termina siendo un film que me resulta algo dual, es interesante pero no me termina de convencer su discurso moralista, que en varios momentos se pierde entre el excentricismo de lo que muestra y situaciones juerguistas.
En cierto momento, cuando las cosas se salen de control, conocen a Alien (James Franco), un joven cantante, traficante de drogas y armas el cual las ayuda para tenerlas de su lado bajo sus intereses, ciertamente ambos lados sacan provecho de la situación.
Spring Breakers no solo presenta el sueño dorado de unas jóvenes en busca de juerga, descontrol, drogas y alcohol, sueño húmedo de casi todos los jóvenes, sino también, el descontrol que puede ocasionar el llamado “sueño americano”.
Korine sin duda presenta una película muy bien realizada, queriendo materializar algo más que los desmanes de un grupo de jovencitas, realmente el film cuenta con una estética muy bien cuidada, por lo que da gusto verla, aunque se puede tachar de pretenciosa.
Pero dejando de lado este maquillaje, ciertamente el guión peca en muchos momentos de ingenuo, en especial con ese final tan burdo, pero en su desarrollo hay varias sandeces que no se pueden dejar de lado a la hora de comentarla.
En cuanto a las actuaciones, James Franco realmente se transforma presentando una labor sobresaliente, las chicas pues… aunque suena feo prestan sus cuerpos más que sus interpretaciones para este film.
Rescatar el soundtrack a cargo de Cliff Martínez y Skrillex, la verdad muy llamativo, funciona de buena forma tanto dentro como fuera de la película, la cinematografía por parte de Benoît Debie cumple también a cabalidad.
Spring Breakers termina siendo un film que me resulta algo dual, es interesante pero no me termina de convencer su discurso moralista, que en varios momentos se pierde entre el excentricismo de lo que muestra y situaciones juerguistas.
11 de enero de 2014
11 de enero de 2014
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Drive es una obra maestra de cómo narrar mucho más de lo que se muestra, con escenas totalmente inolvidables. Esta película sin embargo es incapaz de mostrar más allá, aquí no hay nihilismo, ni decadencia, solo actuaciones horribles y superficialidad, una grotesca caricatura de lo que es realmente una fiesta de ese tipo, aunque entiendo que muchos, ante su falta de experiencia en esos ámbitos, puedan creer lo que les cuenta esta cinta. Créanme, una rave o una fiesta salvaje no es así, ese tío no es un narco con la mente jodida por la MTV, es una burda copia de RiFF RAFF, un tío que se ríe de sí mismo y de la industria del hip hop con genial maestría desde hace un tiempo (como ya hiciera Lil-B, creando incluso una religión - Thanks Based God -).
Es entretenida, la BSO para mí es la bomba y encaja a la perfección con la película, las escenas tienen su parte artística puesto que no estamos ante un mal director, sale Gucci Mane que siempre es positivo, aunque inexplicablemente actúa fatal delante de las cámaras una verdadera representación de sí mismo, más allá de chorradas como disparar una tec-9 en medio de una avenida y no estar detenido a las pocas horas. No es tan mala como me la esperaba, pero algunos quieren ver una genialidad donde no la hay, argumentando sobre una supuesta visión que da el director de algo que no conocen la gran mayoría ni han vivido, y que dista mucho de ésto. Señores, les animo a que asistan a una rave 24 horas, y rueden no la fiesta en sí, si no todo lo que puede venir después... porque ahí si que hay un material verdaderamente nihilista, decadente e interesante.
Es entretenida, la BSO para mí es la bomba y encaja a la perfección con la película, las escenas tienen su parte artística puesto que no estamos ante un mal director, sale Gucci Mane que siempre es positivo, aunque inexplicablemente actúa fatal delante de las cámaras una verdadera representación de sí mismo, más allá de chorradas como disparar una tec-9 en medio de una avenida y no estar detenido a las pocas horas. No es tan mala como me la esperaba, pero algunos quieren ver una genialidad donde no la hay, argumentando sobre una supuesta visión que da el director de algo que no conocen la gran mayoría ni han vivido, y que dista mucho de ésto. Señores, les animo a que asistan a una rave 24 horas, y rueden no la fiesta en sí, si no todo lo que puede venir después... porque ahí si que hay un material verdaderamente nihilista, decadente e interesante.
9 de junio de 2014
9 de junio de 2014
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Las hemos visto naturales, operadas, pequeñas, grandes, grandotas, algo caídas, perfectas, redondas, peroidales... las hemos visto de todos los colores y hechuras...
Algo más? bueno, escenas a lo videoclip, diálogos raros, cuerpos en bikini, cochazos, pistolones...
Algo más?... mmmmm... creo que no.
Todo y con eso la puntúo con un 5 porque estéticamente me ha parecido interesante y la propuesta es arriesgada. No podía parar de pensar en las malotas de mi clase de EGB y llegar a la conclusión de que eran unas santas al lado de estos demonios rubios.
Algo más? bueno, escenas a lo videoclip, diálogos raros, cuerpos en bikini, cochazos, pistolones...
Algo más?... mmmmm... creo que no.
Todo y con eso la puntúo con un 5 porque estéticamente me ha parecido interesante y la propuesta es arriesgada. No podía parar de pensar en las malotas de mi clase de EGB y llegar a la conclusión de que eran unas santas al lado de estos demonios rubios.
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