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La gran belleza

Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
Críticas 302
Críticas ordenadas por utilidad
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10
23 de febrero de 2016 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no es evidentemente una obra para mayorías ni pertenece al cine llamado comercial, pero sí es un gran film lleno de ondulaciones, vericuetos y lugares desusados, algunos surrealistas, que nos aproximan, entre otros, al mundo de Fellini.

Se trata de una película italo-francesa magistralmente dirigida por un gran Paolo Sorrentino, basada en guión del propio Sorrentino escrito a dúo con su inseparable Umberto Contarello. La fotografía es muy buena, con una música variada y al hilo de la trama; y una gran puesta en escena que repara en multitud de detalles.

El reparto está compuesto en su papel principal por un genial Toni Servillo que en el papel de Jep Gambardella es el alma de la película. Y alrededor de él las excelentes actuaciones de Carlo Verdone (Romano); Sabrina Febrilli (Ramona); Carlo Buccirosso (Lello Cava); Iaia Forte (Trumeau); y Pamella Villoresi (Viola) que conforman un fuera de serie coro actoral.

Cualquiera que vea la cinta se dará cuenta de que es una obra exuberante, incluso con cierto exceso en los escenarios, el vestuario y la gran cantidad de actores que el film requería. Mucha “densidad”, explica Sorrentino.

El arranque es el de la Dolce Vita, un actor, Gambardella que es en esencia un espectador del mundo que le rodea y se convierte en la razón de ser de la historia. El protagonista se ve envuelto en historias en muchos casos accidentales y otras veces ligadas al destino, y a su través va haciendo un viaje personal e íntimo; un viaje interno, pero en el encuadre de Roma y de la Dolce Vita. Ambas obras maestras, la de Fellini y la de Sorrentino, no es que haya que mezclarlas o compararlas, sino verlas y entender que de alguna manera, bajo la sabia batuta de Sorrentino, son dirigidas de forma creativa confundiéndose ambas.

Al ser Toni Servillo mayor que Marcelo Mastroniani, la naturaleza de la historia cambia y se da una mayor desilusión frente a su incompatibilidad con la creatividad. Jep Gambardella siente la necesidad de incluir su biografía en sus escritos, pero ocurre que el escritor y mundano personaje se ve tironeado de un lado al otro por su banal existencia, sus fiestas, por la deriva en esa vida superficial y de chismorreo inútil; y eso le hace darse cuenta de que su empeño es imposible. Para Gambardella el origen de su desesperación es el envejecer, su tiempo limitado, su menor energía, presenciar cómo la felicidad se esfuma o tal vez nunca existió. Sólo le queda la nostalgia y la inocencia que él asocia en su ingenuidad con la beatitud. De ahí todo el magistral pasaje de la monja santa. La beatitud es un estado envidiable, inesperado, lo que le conduce poco a poco a la suspensión y al silencio. Y será la monja la que consiga conducirle por otro camino, a iniciar una nueva vida creativa y artística.

A mí me parece que se da, a poca sensibilidad cinematográfica que se tenga, un enganche con el lenguaje visual, un lenguaje bello que retrata con extravagancia y singularidad espacios y personajes de Roma en las primeras horas de la mañana. Pero también hay para la noche. Y también tenemos el retrato psicológico del protagonista, un cínico en toda regla, hastiado hasta el boato, que vive de noche y duerme de día.

La película resulta muy atractiva pues lo esperpéntico adquiere sentido en esa rara mezcla de lo convencional con lo chocante; como antes decía, la música está muy bien utilizada y el permanente juego de máscaras hipnóticas fascina la retina del espectador. Sorrentino también dispone, como es habitual, de un actor admirable llamado Toni Servillo, actor verosímil, con firmeza y con una elevada carga de sátira, pero también con momentos intimistas. No creo errar si digo que una importante porción del peso del film lo carga Servillo sobre sus espaldas.
8
12 de diciembre de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Ingenieros, ensayista crítico argentino del siglo XIX, explicaba que “Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”. Paolo Sorrentino (“Il divo” o “Un lugar donde quedarse”), como analista de tal afirmación nos muestra una Roma y unos personajes arrastrados por el caos, vulgaridad, barroquismo y sobre todo, una severa decadencia a pesar de sus formas eternas y contrapuestas a tal afirmación. Un protagonista y unos compañeros de delirio sin un camino claro en el futuro, con más pasado que presente, añoradores de tiempos pretéritos que no volverán por más que se nos presente su ensoñación (éxitos pasados).

“La gran belleza” se trata de una película de dimensiones soberbias, que juega con el uso y a veces abuso, de un surrealismo patente en su entroncado plan de demolición de las grandes esferas que conforman su historia: Clases nobles, empresarios y, sobre todo, la iglesia católica. Sorrentino (Nápoles, 1970) coleccionista de premios con obras anteriores y actuales, incluyendo el premio a mejor película y dirección en los últimos Premios del Cine Europeo, hurga de manera controvertida en el deterioro de personas generalmente exitosas, algo que ya hizo con “Il divo” (película que protagoniza también Toni Servillo en el papel de Giulio Andreotti) o en “Un lugar donde quedarse” (con Sean Penn interpretando una road-movie de un decrépito ex vocalista de un grupo rock de éxito).

La sensación viendo el film es de extrañeza. De estar presenciando situaciones rocambolesca, piezas musicales excesivas, performances insubstanciales y detalles de una sociedad insana y autodestructiva (la reminiscencia a Berlusconi es inevitable), donde todo gira en torno a la vivencia de un personaje de 65 años, escritor y novelista, Gep Gambardella, magistralmente interpretado por el excelente actor que es Toni Servillo (mejor actor europeo según los 26 Premios del Cine Europeo), adinerado, ególatra, pedante, ilustrado y sobre todo vulgarmente decadente. Interesantes diálogos recorrerán la historia a la vez que Gambardella recorre la imperial Roma, como Mastroianni en “La dolce vita” de Fellini, de fiesta en fiesta en su infructuosa búsqueda de la gran belleza.

Sus 140 minutos son muestra de un cine con mayúsculas. Una película extraña y hermosa, indispensable en su visionado y sin duda de lo mejor del año, a pesar de que en ocasiones denoto cierta reverberación de los acontecimientos. Veremos que sucede con “La gran belleza” en los Oscars 2014, donde lo más lógico es que sea nominada a mejor película de habla no inglesa representando a Italia.

Valoración: 8

habladecine.com
9
27 de diciembre de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película obligada para los amantes de Roma, para todos los que han visto La Dolce Vita de Fellini, para los que saben quien es Moravia, para los que buscan el placer del cine con mayúsculas.
Entras en ella poco a poco, al principio con cierto desconcierto, para quedarte atrapado en su fotografía , en sus diálogos , en sus personajes, perdido en la noche del Foro, en esa terraza frente al Coliseo, en las calles doradas.
Preciosa y preciosista película , que te deja con ganas de más a pesar de durar dos horas y media .
Sólo me pregunto si existe todavía esa Roma mágica , frívola y bella. Espero que sí.
10
31 de diciembre de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran belleza del italiano Sorrentino es una película que sorprende. En ella encontramos claras referencias Fellinianas y creo que el tema fundamental de la misma es la necesidad de aprovechar la vida y los pocos buenos momentos que la misma nos da y la fugacidad de la misma. En ella los contrastes entre un presente desquiciado y hedonista en el que sólo se atiende a las necesidades sociales y estéticas contrasta con las pequeñas pinceladas de belleza que el director va introduciéndonos a los largo de la película.Momento cumbre cuando le da el discurso a su amiga en el que le desmonta toda su teoría de la felicidad o cuando admira las cosas simples de la vida que no ha querido o ha sabido aprovechar como cuando está con su amigo y la chica del este. No podía faltar en una película rodada en Roma una referencia clara a la religión en la que contrasta la fastuosidad y superficialidad de la casta eclesiástica con la santa que ha dedicado toda su vida a hacer el bien en la medida de sus posibilidades, otro momento cumbre es el "milagro" dela aparición de los pájaros migratorios en su terraza.Es protagonista de la película a parte del gran Toni Servillo , impresionante,junto con la ciudad de Roma que, con su monumentalidad, refuerza aún más el contraste de un pasado glorioso con un presente decadente. Película imprescindible que, para mí, sin lugar a dudas, es la mejor del año.
9
31 de diciembre de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Síndrome de Stendhal, una especie de pánico a la belleza, viene por los sentimientos de miedo y desolación que sufrió Stendhal, un escritor frances, al conocer la ciudad de Florencia.

Y aunque esta película se desarrolla en Roma, que con todos mis respetos por la renacentista Florencia es la ciudad mas bonita del mundo, esa desolación de no estar a la altura ante tantas metáforas, semejantes planos y tal comportamiento de la cámara de Sorrentino solo te dejan desolación... Pero pardiez! ¿Qué es lo que acabamos de ver?

Gep Gembardella, escritor talentoso pero golfo, díscolo e intermitente vive rodeado de un mundo decadente con vistas al Coliseo. Los personajes, a los que voltea y ridiculiza, se desarrollan, entran y salen, cambian y deciden su destrucción... De un mundo bello pero grotesco, con unas relaciones personales marcadas por unos diálogos increíbles.

La defino en una palabra: Barroca, la sobredosis de belleza es barroca
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