El pianista
2002 

8.2
155,526
Drama
Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2006
14 de marzo de 2006
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había visto varias películas sobre el Holocausto o la II Guerra Mundial, algunas cómicas (Ser o no Ser, El gran dictador), otras drámaticas (La lista de Shindler) otras incluso biográficas (El diario de Ana Frank), pero... de pronto, vi El Pianista y toda mi visión cambió por completo.
La película es de una sencillez que deja sin palabras, vas viendo como el horror y la fatalidad de la guerra invaden la vida de este pobre hombre, cuyo único crimen ha sido nacer judío.
Perseguido, repudiado, insultado y llegado a sus últimos extremos, convivimos con Vladislaw Spilzman,desde su juventud llena de sueños e ilusiones, hasta los últimos días de la guerra, donde, con las pocas fuerzas que le quedan, logra tocar una melodía que conmueve cualquier alma
La película es de una sencillez que deja sin palabras, vas viendo como el horror y la fatalidad de la guerra invaden la vida de este pobre hombre, cuyo único crimen ha sido nacer judío.
Perseguido, repudiado, insultado y llegado a sus últimos extremos, convivimos con Vladislaw Spilzman,desde su juventud llena de sueños e ilusiones, hasta los últimos días de la guerra, donde, con las pocas fuerzas que le quedan, logra tocar una melodía que conmueve cualquier alma
7 de octubre de 2006
7 de octubre de 2006
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inconmensurable. Pieza maestra. Lo que pasaría si nos quitaran todo y sólo el arte nos salvara. Cruda y sincera con una narración parca pero demoledora en la que la música lo es todo, no una simple ambientación. De fondo Chopin y su tormento haciendo que el dolor tenga sentido, demostrándonos que el sufrimiento de los otros y el arte nos puede salvar, de que el dolor dignifica.
10 de noviembre de 2006
10 de noviembre de 2006
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos que agradecer a Polanski el hecho de haber realizado una de las mejores (sino la mejor) películas que se han hecho desde que comenzó este siglo. Es realmente un prodigio de película, se disfruta (o sufre) cada minuto del metraje; es envolvente, alunicinante en algunas escenas. Todo el film está basado en la vida del pianista Wladyslaw Szpilman, interpretado excepcionalmente por nuestro "Manolete" particular Adrien Brody, y eso es lo que hace a este film único, consigue que nos olvidemos de la excelente panorámica general del holocausto que nos regaló Spielberg en ese clásico del cine llamado "La lista de Shindler", para centrarnos aquí en las peripecias tremendas que por las que pasa nuestro sufrido pianista (realmente una auténtica odisea).
Así que, disfruten de ella, porque les advierto que es sensacional pero a la vez cruel (escenas muy dramáticas), pero la sensación final que deja es apabullante, no sabes cual de las imagenes (ESPECTACULAR en el apartado técnico), te ha impactado más, cual de los gestos de Brody te ha impresionado más que ninguno, cual de los momentos (algunos antológicos) te ha emocionado más...
Altamente recomendable.
Así que, disfruten de ella, porque les advierto que es sensacional pero a la vez cruel (escenas muy dramáticas), pero la sensación final que deja es apabullante, no sabes cual de las imagenes (ESPECTACULAR en el apartado técnico), te ha impactado más, cual de los gestos de Brody te ha impresionado más que ninguno, cual de los momentos (algunos antológicos) te ha emocionado más...
Altamente recomendable.
31 de mayo de 2007
31 de mayo de 2007
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto a la ''vida es bella'' es la mejor película en todos los sentidos sobre el horror que vivió el pueblo judío durante la II Guerra Mundial. Durante todo el film me quede totalmente maravillado viendo esta autentica obra de arte cinematográfica con escenas muy impactantes, pero a su vez de las mas conmovedoras que puedan pasar por los ojos de cualquier espectador. Con momentos de tensión que te meten en la piel del personaje de una manera muy intensa
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Entre las escenas a destacar, como mas impactante talvez cuando matan a patadas al niño que atraviesa el muro del ghetto, con momentos de tensión que te meten en la piel del personaje de una manera muy intensa como cuando a la vuelta de la jornada de trabajo judía un comandante alemán los detiene selecciona a los mas viejos, y empieza a disparar uno a uno seguidamente y al ultimo se queda sin balas, mientras el judío ve como carga el cargador y seguidamente lo mata, en ese momento fui incapaz de imaginarme como podía ser una situación de esa manera. Y escena a destacar sin lugar a duda cuando Szpilman toca el piano ante los ojos del comandante alemán esta escena es impresionante la sensación que te produce.
7 de abril de 2007
7 de abril de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roman Polanski reaparece tras su hibernación creativa con una obra maestra sin discusión.
Roman Polanski no es un ser afortunado. A la trágica muerte de su esposa Sharon Tate a manos de los simpatizantes de Charles Manson, y al incidente con una joven adolescente californiana que le llevó a varios juicios por escabrosos flirteos, se suma su pasado en el gueto polaco de Cracovia. Polanski siempre había querido hacer una película sobre este doloroso período de la historia polaca, pero no quería que fuese autobiográfica. Por eso, se vale de las memorias de Wladyslaw Szpilman.
El director se aproxima a la realidad y evita cualquier simulación al estilo de Hollywood. La cinta es fuerte, auténtica, y en ella se palpa una objetividad sorprendente, casi escalofriante. A pesar del horror progresivo, es optimista y está llena de esperanza, aunque estos ingredientes sólo aparecen en la pantalla en el último tramo.
Adrien Brody, portador de un enorme parecido físico con Szpilman, por fin ha encontrado una empresa a la altura de su talento. Esperemos que sea la confirmación de un actor que ya había demostrado su valía en Verano de Sam, de Spike Lee, y Pan y rosas, de Kan Loach.
Referentes
Cojan La lista de Schindler, de Steven Spielberg, Alemania, año cero, de Roberto Rossellini, y Berlín, sinfonía de una ciudad, de Walther Ruttman, y se encontrarán casi con toda seguridad con una de las obras cumbre de principios de siglo, la síntesis perfecta de un antihéroe y la desolada duda que lo rodea, lo protege y lo oculta.
Se nota que a Polanski le preocupaba reflejar con exactitud las diferencias entre gueto, campo de concentración y campo de exterminio, y vaya si lo consigue a través de esta peripecia dramática. Además, nos recuerda que el arte y la supervivencia van unidos en una sociedad contemporánea malvada en la que el humor supone uno de los caminos que nos permiten afrontar el horror, sobrevivir a él. A esto se añade el enorme rigor con que se filma, la frialdad de la fotografía. Quien le tache de academicista en su estilo narrativo, no acaba de entender que sus opciones estéticas son opciones morales. Renuncia a los primeros planos porque no hay que seducir ni desarrollar emociones a base de trucos, se suceden éstos sin que se note la presencia de la cámara, con una mezcla insólita de precisión y distancia. Szpilman sobrevive gracias a la suerte, la ayuda de ciertos amigos o del militar alemán católico, convirtiéndose primero en un voyeur y luego en un Robinson Crusoe urbano. Ni políticamente correcta ni puesta en escena conservadora ni falta de energía, sino tal vez la mejor obra del director desde sus grandiosas El baile de los vampiros, La semilla del diablo o Chinatown, con una ambientación y profesionalidad excelentes, que bien merecían la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2002.
Roman Polanski no es un ser afortunado. A la trágica muerte de su esposa Sharon Tate a manos de los simpatizantes de Charles Manson, y al incidente con una joven adolescente californiana que le llevó a varios juicios por escabrosos flirteos, se suma su pasado en el gueto polaco de Cracovia. Polanski siempre había querido hacer una película sobre este doloroso período de la historia polaca, pero no quería que fuese autobiográfica. Por eso, se vale de las memorias de Wladyslaw Szpilman.
El director se aproxima a la realidad y evita cualquier simulación al estilo de Hollywood. La cinta es fuerte, auténtica, y en ella se palpa una objetividad sorprendente, casi escalofriante. A pesar del horror progresivo, es optimista y está llena de esperanza, aunque estos ingredientes sólo aparecen en la pantalla en el último tramo.
Adrien Brody, portador de un enorme parecido físico con Szpilman, por fin ha encontrado una empresa a la altura de su talento. Esperemos que sea la confirmación de un actor que ya había demostrado su valía en Verano de Sam, de Spike Lee, y Pan y rosas, de Kan Loach.
Referentes
Cojan La lista de Schindler, de Steven Spielberg, Alemania, año cero, de Roberto Rossellini, y Berlín, sinfonía de una ciudad, de Walther Ruttman, y se encontrarán casi con toda seguridad con una de las obras cumbre de principios de siglo, la síntesis perfecta de un antihéroe y la desolada duda que lo rodea, lo protege y lo oculta.
Se nota que a Polanski le preocupaba reflejar con exactitud las diferencias entre gueto, campo de concentración y campo de exterminio, y vaya si lo consigue a través de esta peripecia dramática. Además, nos recuerda que el arte y la supervivencia van unidos en una sociedad contemporánea malvada en la que el humor supone uno de los caminos que nos permiten afrontar el horror, sobrevivir a él. A esto se añade el enorme rigor con que se filma, la frialdad de la fotografía. Quien le tache de academicista en su estilo narrativo, no acaba de entender que sus opciones estéticas son opciones morales. Renuncia a los primeros planos porque no hay que seducir ni desarrollar emociones a base de trucos, se suceden éstos sin que se note la presencia de la cámara, con una mezcla insólita de precisión y distancia. Szpilman sobrevive gracias a la suerte, la ayuda de ciertos amigos o del militar alemán católico, convirtiéndose primero en un voyeur y luego en un Robinson Crusoe urbano. Ni políticamente correcta ni puesta en escena conservadora ni falta de energía, sino tal vez la mejor obra del director desde sus grandiosas El baile de los vampiros, La semilla del diablo o Chinatown, con una ambientación y profesionalidad excelentes, que bien merecían la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2002.
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